Cosecha imposible en
Jayyus
Por Carmen Lloveres,
periodista
Agencia de Información
Solidaria (AIS),27/10/04
Especial para AIS desde
los territorios ocupados. El pasado lunes 11 de octubre un grupo de
colonos del asentamiento de Yitzhar, cercano a Nablus, hirieron gravemente
a Hani Shadeh, de 26 años, mientras varaba sus olivos. Esta historia se
repite a menudo en Cisjordania, sobre todo en esta época del año, en la
que los agricultores palestinos deben pasar todo el día en los campos
para recoger las cosechas. Para proteger a los agricultores, el Ejército
distribuyó el 12 de octubre calendarios en más de treinta pueblos de
Cisjordania detallando las horas y los días en que los agricultores
pueden ir a recoger las olivas. Cada pueblo dispone sólo de tres días,
durante los que los agricultores serán escoltados por soldados del Ejército
Israelí para evitar sucesos como el del lunes. De momento, la medida sólo
afectará a los pueblos considerados de alto riesgo a causa de
experiencias pasadas de violencia por parte de los colonos.
Según lo estimado por el
diario Haaretz en su edición del pasado doce de octubre, las familias
afectadas no alcanzarán a recoger ni siquiera un tercio de sus cosechas
en tres días. A este nuevo obstáculo se suman las restricciones de
acceso que los palestinos sufren desde que Israel empezó a construir el
Muro que, en la mayoría de los casos, ha separado las plantaciones de los
agricultores de los pueblos en los que viven.
En efecto, el trazado del
Muro responde a la lógica que ha guiado la política israelí hacia los
Territorios Palestinos Ocupados desde 1967: intentar obtener la mayor
parte posible de tierra excluyendo a la vez el mayor número de
palestinos. El pueblo de Jayyus, cercano a la ciudad de Qalqilya, al
noroeste de Cisjordania, es un ejemplo paradigmático de esta lógica.
En Jayyus el Muro ha sido
construido a seis kilómetros de distancia de la Línea Verde (la mayor
diferencia en todo Cisjordania entre la Línea Verde y el Muro), separando
las casas de sus 3.100 habitantes, unas 550 familias que viven
exclusivamente de la agricultura, de la tierra en la que tienen sus
cultivos: 21.000 olivos y unos 50.000 árboles cítricos que producen
anualmente 17 millones de kilos de vegetales y frutas.
Para construir los cinco
kilómetros y medio de Muro que atraviesan el municipio de Jayyus 400
olivos y 1000 almendros fueron arrancados, dejando las tierras de 480
familias (87 por ciento de los habitantes) totalmente aisladas de sus
propietarios, acorralados entre el Muro e Israel. En esos cinco kilómetros
y medio sólo se abrieron dos accesos, las agricultural gates número 25 y
26 del Muro.
A día de hoy, sólo
aproximadamente el 40 por ciento de los agricultores tiene el permiso
especial que se les concede para llegar a sus cultivos a través del Muro
y su acceso se ha restringido a la puerta 25, situada al sur del pueblo.
Los agricultores que tienen sus cultivos al norte no pueden llegar a ellos
pues no existe una carretera que una la puerta del sur con el norte.
El proceso para obtener
estos permisos especiales es un complejo recorrido burocrático que
incluye la obtención de un documento de Aprobación de la Tierra y una
Carta Israelí de Identificación magnética, ambos expedidos por el Ejército
Israelí, por lo que la decisión de darlos o no queda sujeta a sus
propios criterios. Criterios gobernados por una completa arbitrariedad a
la luz de los diferentes casos de quién lo han obtenido y quién no.
Hace dos semanas empezó
la recogida de las olivas, del que depende el 90 por ciento del total de
los ingresos anuales de los habitantes de Jayyus y dan sustento
alimentario para 60.000 personas que viven en las zonas cercanas. Del 60
por ciento de los agricultores que aún no tiene permiso para pasar al
otro lado del Muro la mayoría son hombres entre 20 y 60 años por lo que
hay muchos casos en los que una mujer sola debe recoger la cosecha de la
familia.
En estos días algunos
voluntarios internacionales están trabajando en Jayyus para ayudar a las
familias más afectadas por las restricciones en la recolecta. El pasado
domingo 10 de octubre los soldados israelíes les impidieron entrar en las
plantaciones, con la excusa improvisada y falsa de que necesitaban un
permiso especial, llegando a amenazarles con la detención.
Ante los constantes
cambios de horarios y ausencias que en numerosas ocasiones dejaban a los
campesinos toda la noche al otro lado del Muro, algunos de ellos
decidieron establecerse en tiendas durante el periodo de cosecha. El Ejército
también les prohibió esta práctica.
Las acciones deliberadas,
la ausencia de justificaciones legales e incumplimientos de las normas que
regulan el Muro infringidas por el Ejército Israelí son constantes. Cada
vez son más los obstáculos a los que los palestinos se tienen que
enfrentar para trabajar los campos que les dan el sustento económico para
vivir, a lo que se suman las violaciones y los recortes de los derechos
humanos que se repiten diariamente en la crónica del Muro y que están
devastando las condiciones de vida de la población palestina.
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