Elecciones
palestinas
¿Por qué les gusta tanto Mahmoud
Abbas?
Por
Hasan Abu Nimah(*)
Electronic Intifada, 03/01/05
Traducción para CSCAweb de Natalia Litvina
Mahmoud
Abbas fue elegido recientemente presidente de la Organización para la
Liberación de Palestina (OLP). Único candidato de Fatah, la facción
que domina la OLP y la Autoridad Palestina (AP), es prácticamente
segura su elección el próximo 9 de enero como presidente de la
Autoridad Palestina, sustituyendo a Yasser Arafat en ambos cargos.
Esta
"transición tranquila" será un gran alivio para numerosos
occidentales seguidores del proceso de paz. Bajo su punto de vista,
con la muerte de Arafat no ha desaparecido tan sólo el
"principal obstáculo" para la paz, sino que además el
hombre dispuesto a sustituirlo es alguien profundamente preparado para
bajar el listón en asuntos relativos al estatuto final: Jerusalén,
refugiados, asentamientos y el carácter del propio Estado palestino.
El destacable acuerdo secreto que Abbas adoptó con Yossi Beilin,
antiguo ministro israelí de Justicia, en octubre de 1995, que desde
entonces ha sido la base para negociaciones posteriores, incluyendo la
"generosa oferta" de Camp David, la propuesta de Clinton y
la iniciativa de Ginebra, prevee que permanezcan 130 asentamientos
israelíes en las tierras palestinas ocupadas, sólamente
"desapareciendo" en virtud de su anexión por Israel.
El
acuerdo Beilin-Abbas también permite a las fuerzas armadas israelíes
permanecer en el valle del Jordán. Resulta todavía peor que Abbas
aceptase que el pueblo de Abu Dis sea llamado "Al Quds" (el
nombre árabe de Jerusalén) para convertirla en la capital del Estado
palestino, mientras la genuina al Quds que permanece ocupada , se vea
rodeada por completo por Israel.
Otro
gran motivo para el agrado de sus admiradores occidentales, es que
Abbas declare su oposición a toda forma de violencia palestina contra
Israel. Bastante tiempo antes de su breve andadura como primer
ministro, ya viajaba a lo largo y ancho de la zona, haciendo campaña
contra "la militarización de la Intifada", lamentando el
gran daño que ésta estaba haciendo a los palestinos.
Es
bajo estas premisas que Occidente puso bajo presión a Arafat para
lograr que eligiera a Abbas como primer ministro, una vez que el
propio Arafat fuera incomunicado por el primer ministro israelí Ariel
Sharon, y por los propios EEUU, influenciados por Sharón. El hecho de
que Abbas sólo durase cuatro meses en el cargo y únicamente
cosechase fracasos intensificó sobre Arafat las acusaciones de
obstaculización a su primer ministro, y no motivaron cuestionamiento
alguno sobre la preparación real de Abbas o la justicia de las
peticiones y expectativas generadas hacia él por los palestinos,
quienes solicitaban un milagro mientras Israel lanzaba una guerra
cruel sobre ellos con pleno apoyo de los EEUU.
Sin
embargo, aquí está Abbas de nuevo, en lo alto de la ola, esta vez
sin la obstrucción de Arafat, y con la aprobación entusiasta de
todos aquellos que esperaban la oportunidad de resucitar el fallido
proceso de paz.
Abbas
no ha perdido tiempo en reiterar su firme posición contra la
violencia. Afirmó frente al ministro de Exteriores británico Jack
Straw que la AP en breve anunciaría "el final de todas las
acciones militares, tranquilidad total, el final de toda
violencia". Aún fue mas allá en sus declaraciones: "lo que
se necesita es una tranquilidad global en los Territorios Ocupados
estabilizar Gaza, Cisjordania y el resto" (The Independent,
26 de noviembre de 2004).
Un
representante de la OLP declaraba, de acuerdo con esta información:
"Abbas persigue lograr un alto en todas las operaciones contra
civiles israelíes, incluídos los colonos judíos de Gaza y
Cisjordania; una fórmula que no aplicaría en el caso de las fuerzas
armadas israelíes en los territorios ocupados". Sin embargo, en
el artículo de The Independent Abbas omitió intencionadamente que
las fuerzas de ocupación israelíes no serían incluidas en el alto
el fuego. No dijo esto ni a los periodistas ni a Straw. The
Independent también advirtió que Abbas omitía toda referencia
al tema, indicando que "el alto a la violencia es preciso para el
periodo electoral que se avecina". Abbas enfatizó: "Paz,
eso es lo que queremos. Esa es nuestra auténtica meta, nuestro
objetivo. Queremos un acuerdo de paz".
Nadie
podría declarar estar en contra de esto, pero lo que en realidad
Abbas parece ofrecer es un final definitivo e incondicional a toda
forma de resistencia armada a las agresiones israelíes, sin esperar a
cambio compromiso alguno por parte de los ocupantes isralíes o sus
partidarios de Europa o EEUU para que cesen sus agresiones contra los
palestinos y su tierra.
Hemos
de admitir que este es el lenguaje más aceptable que ha de usar un líder
palestino para ganar amigos en Washington y las capitales europeas.
Ahora mismo no hay permisividad para el uso de la violencia por razón
alguna, no importa cuan legítima sea. Este es un privilegio reservado
a EEUU, sus favoritos e Israel; a aquellos cuyo poder no puede ser
desafiado. En el nuevo orden mundial, el débil no tiene el derecho de
defenderse siquiera a sí mismo, incluso aunque ese derecho se
reconozca y defienda en la legislación internacional.. Pero no es sólo
en esto que el derecho internacional ha sido reducido a pedazos.
Las
víctimas como 'terroristas'
La
violencia palestina en particular o el "terror" tal y como
Israel y sus partidarios gustan en decir- se destaca, a ojos de
quienes se proclaman como los más comprometidos en el establecimiento
de la paz, como el principal responsable de la continua inestabilidad
de la región, y como el mayor obstáculo para la paz. Y ya que los
palestinos son muy débiles y no se les ha ofrecido protección alguna
por parte de la comunidad internacional, ahora se ven despojados de su
derecho mas básico para luchar por su libertad frente a la ocupación,
o de defenderse frente al continuo ataque israelí.
El
terror de masas israelí contra todo un pueblo, que busca el robo,
saqueo y pillaje de una tierra bajo inspiración religiosa, se ve
tolerado y legitimado como "autodefensa". Las víctimas son
los agresores y "terroristas".
Correcta
o no, esta es la realidad, y muchos opinan que los palestinos
solamente pueden aspirar a mejorar sus condiciones de vida bajo la
ocupación y a alcanzar un posible resolución de su problema si
abandonan toda resistencia y vuelven a la mesa de negociaciones,
aunque en frente tengan a un enemigo todopoderoso que les apunta con
un arma a la cabeza.
Uno
quisiera que esto fuera cierto. Por supuesto, ninguna persona en su
juicio desea la violencia, ni contra los israelíes ni contra nadie.
Ningún palestino querría prolongar el sufrimiento y el derramamiento
de sangre si la opción para una paz justa se convirtiera en una
realidad. Pero, con mucho, no es este el caso.
Lo
importante no es eliminar los síntomas para así alcanzar un alivio
temporal. Debemos atacar la fuente del conflicto; la ocupación israelí
y la ideología racista de Israel, quien sitúa sus
"derechos" sobre los de los habitantes nativos en cuya
tierra desarrolló su Estado a costa de la guerra y la limpieza étnica.
Israel busca sobre todo evitar que se alcance la conclusión de que el
mayor obstáculo para la paz y estabilidad en la región son sus
propias políticas.
El
objetivo de Israel no es llegar a la calma necesaria para negociar una
retirada total y ordenada de los TTOO en el contexto de un acuerdo de
paz. Israel desea acabar con la resistencia palestina para así
implementar su programa expansionista en toda Palestina. Seguro que
esto emociona a Israel, pero no conduce ni a la paz ni a la seguridad,
ni garantizará nada a los palestinos.
Y
en el caso de Abbas, quizás tenga una pequeña oportunidad para
repetir clichés sobre la violencia y la paz. Esto mejorará sin duda
su aceptación como actor en la industria internacional del proceso de
paz, pero, de nuevo, no hará que la paz se encuentre más próxima.
Abbas
pronto recibirá una lista interminable de demandas imposibles. Los
participantes del proceso de paz le apremiarán a que las cumpla,
porque son demasiado pusilánimes como para enfrentarse a Israel. Abbás
no será capaz de satisfacer esas demandas, bien porque no tiene los
medios, bien porque serán tan opuestas a los derechos de los
palestinos que la población le detendrá. Y toda la región volverá
a la casilla inicial mientras la industria del proceso de paz diseña
nuevas formas de retrasar el día inevitable en el que deberá
enfrentarse a Israel, tal y como se enfrentó y derrotó al régimen
racista del apartheid en Sudáfrica.
(*)
Hasan Abu Nimah fue representante permanente de Jordania en Naciones
Unidas.
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