Semitas y
anti-semitas, esa es la cuestión
Por Joseph Massad (*)
Al-Ahram Weekly, 18/12/04
Traducido para Rebelión por Felisa Sastre
Entre los judíos, los
árabes y los cristianos occidentales existe mucha confusión sobre el
término "anti-semitismo". El término es equivalente a la
expresión de actitudes profundamente anti-judías, y a veces anti-árabes
pero la mayoría de las veces su uso es anacrónico y sin fundamento
histórico. Mientras los sionistas y sus partidarios han utilizado la
acusación de anti-semitismo contra cualquiera que se opusiera a
Israel y a su política- especialmente aunque no de forma exclusiva-en
el Mundo Árabe, los árabes se han sentido ofendidos porque ellos
también son "semitas" y por ello no pueden ser
"anti-semitas". ¿En qué se basan esos argumentos?
Quizás sea útil hacer
algo de historia: el término "semita" fue establecido por
los filólogos europeos en el siglo XVIII para distinguir unas lenguas
de otras, agrupándolas en "familias" que descendían de una
lengua "madre" con la que todas estaban relacionadas. En ese
contexto, las lenguas se fueron organizando en
"indo-europeas" y "semíticas", etc. El filólogo
afirmaba que el árabe, hebreo, arameo, amárico, etc. eran lenguas
"semíticas, incluso a pesar de que los filólogos nunca pudieron
encontrar una lengua madre de la que derivaran todas.
En el siglo XIX y con
el auge del racismo biológico europeo, quienes odiaban a los judíos
no tardaron en abandonar las diferencias religiosas como base del odio
hacia los judíos de la época inmediata a la Ilustración. Así que
como la religión ya no podía formar parte de la argumentación que
podía usarse en la Europa "racionalista y científica", se
tenían que encontrar nuevas razones para el odio hacia los judíos,
lo que no quiere decir, sin embargo, que algunas ideas religiosas no
puedan racionalizarse. Con frecuencia así ha sido. Una vez que la
Reforma protestante se adueñó de la Biblia hebrea para su nueva
religión y al situar a los judíos europeos de la época Moderna como
los directos descendientes de los antiguos hebreos, a partir de la
Ilustración los que odiaban a los judíos, comenzaron a
identificarlos como "semitas" sobre la base de que sus
presuntos antecesores habían hablado en hebreo. Pero la realidad es
que los antiguos hebreos hablaban arameo, la lengua en que se escribió
el Talmud, así como algunas partes de la Biblia. Basados en esta
nueva taxonomía filológica y en las correlativas clasificaciones
biológicas racistas, a los judíos se les dotó de esa categoría
lingüística que pronto se transformó en categoría racial. De
acuerdo con ello, quienes odiaban a los judíos comenzaron a
denominarse ellos mismos "anti-semitas". De esta manera, el
objeto del odio del antisemitismo europeo han sido siempre los judíos
europeos.
Hoy en día, las
afirmaciones de muchos en el sentido de que cualquier manifestación
de odio contra los judíos en cualquier lugar geográfico de la tierra
y en cualesquiera periodo histórico es "anti-semitismo"
presentan un grave desconocimiento de la historia europea del
anti-semitismo. Mientras que la opresión, la discriminación y el
odio contra las comunidades judías por el hecho de estar constituidas
por judíos se han producido en muchos periodos de la historia
europea, los fundamentos de ese odio son muy diferentes de los del
moderno anti-semitismo, habida cuenta de que lo que lo originaba no
eran razones científicas o biológicas o filológicas sino religiosas
y otras de carácter político y económico que convertían a los judíos
en cabezas de turco. Estas consideraciones pueden resultar
intrascendentes para quienes sólo pretenden producir una historia
lacrimógena de los judíos europeos, pero resultan cruciales para
entender de qué manera las identidades desde la Ilustración europea
se establecen de forma muy distinta a como lo hicieron en periodos
anteriores, y cómo funcionan con nuevos argumentos útiles para el
nacionalismo, el racismo, la opresión, la discriminación y la
liberación y para los modernos mecanismos que se pusieron en práctica
para institucionalizar semejantes identidades y categorías humanas.
El argumento defensivo
de muchos para afirmar que los árabes no pueden ser
"anti-semitas" porque ellos mismos son "semitas"
es asimismo erróneo y superficial. En primer lugar, debo dejar claro
que no creo que nadie sea "semita" como tampoco creo que
nadie sea "ario", y no creo que los árabes ni los judíos
deban sentirse orgullosos de autodenominarse "semitas"
porque fueron los racistas europeos quienes les clasificaron como
tales. Pero si la historia del anti-semitismo cristiano europeo fue
una historia cuyo objetivo principal era escoger a los judíos como
objeto de discriminación y exclusión, la historia del orientalismo
europeo y del colonialismo es la de considerar objetos de esa
discriminación, entre muchos otros, a los árabes y a los musulmanes.
Lo que no quiere decir que los árabes no fueran considerados semitas
por las clasificaciones filológicas y racistas europeas, porque en
efecto lo fueron. Ni significa que mucho del odio de los árabes hoy
no derive del anterior anti-semitismo que puso la diana en los judíos.
Porque así es. La historia del orientalismo europeo tiene una gran
complicidad con el anti-semitismo del que derivan muchas de sus
representaciones de los antiguos y modernos árabes y de los antiguos
hebreos y judíos modernos. Tal como puso de manifiesto hace ya un
cuarto de siglo Edward Said en su clásica obra Orientalism, "Lo
que no ha sido suficientemente resaltado en la historia del moderno
anti-semitismo ha sido la legitimación de semejante atavismo en la
clasificación que llevó a cabo el orientalismo, y... la forma en que
esa legitimación académica e intelectual ha persistido durante la época
moderna en los debates sobre el Islam, los árabes y el Oriente Próximo".
Said añade: "La transferencia de la animosidad popular anti-semítica
desde los judíos como objetivo a los árabes se llevó a cabo
suavemente, aunque la imagen era en esencia la misma". En el
contexto de la guerra de 1973, Said comentó que los árabes habían
sido presentados en Occidente con un aspecto "claramente 'semítico':
narices acusadamente ganchudas, miradas lascivas en su caras bigotudas
que recordaban obviamente (a una gran parte de poblaciones no semíticas)
que los 'semitas' estaban en el fondo de todos 'nuestros'
problemas".
Es importante entender
esto porque mucha gente en el Mundo Árabe y en otras partes piensa
que los judíos europeos son los que decidieron denominarse
"semitas", en lugar de creer que fueron cristianos racistas
europeos quienes inventaron el término. Desde luego esta confusión
es comprensible dado el hecho de que el sionismo, que adoptó en su
totalidad la ideología anti-semita, llamaría a los judíos
"semitas" y empezaría a considerarlos semitas racialmente
desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. En este sentido no sólo
muchos árabes creen que "semitas" es una categoría
inventada por los judíos sino también lo creen muchos judíos
europeos que fueron ( y en algunos contextos todavía continúan siéndolo)
víctimas de esta denominación anti-judía.
Pero todo ello es muy
diferente de la falsa afirmación de que los "árabes no pueden
ser "anti-semitas" porque ellos mismos son semitas". En
la actualidad, existen árabes que son anti-judíos, y que no han
tomado prestada su retórica anti-judía de la experiencia en
Palestina sino de la europea del anti-semitismo. El punto clave radica
en que los árabes cristianos y los musulmanes pueden ser anti-judíos
de la misma forma que, con frecuencia, los judíos- los judíos
estadounidenses e israelíes- son racistas anti-árabes incluso aunque
muchos de ellos utilizan el denominativo de "semita" para
ellos mismos. Porque en efecto, hoy un enorme y desproporcionado número
de propagandistas del racismo anti-árabe en Estados Unidos e Israel
así como en Europa occidental son judíos. Pero existe, asimismo, un
número desproporcionado de judíos entre los que defienden a los árabes
y a los musulmanes contra el racismo euro-estadounidense e israelí, y
contra el anti-semitismo. No obstante, en Occidente, la mayoría de
quienes odian a los árabes y a los musulmanes siguen siendo los
cristianos europeos y estadounidenses.
A menudo, los sionistas
y sus partidarios subrayan que la negación del holocausto en el Mundo
Árabe es la evidencia principal del "anti-semitismo árabe".
He escrito en todas partes que cualquier árabe o palestino que se
niega a reconocer el holocausto cae en la lógica sionista.
Mientras que la negación
del holocausto en Occidente es en efecto una de las manifestaciones más
fuertes de anti-semitismo, la mayoría de los árabes que no lo
reconocen lo hacen por razones políticas y no por motivos racistas,
precisión que incluso reconoce el orientalista Bernard Lewis, que es
anti-árabe y anti-musulmán. Esa negativa se basa en la falsa
afirmación sionista de que el holocausto justifica el colonialismo de
los sionistas. La teoría sionista es la siguiente: habida cuenta de
que los judíos fueron víctimas del holocausto, tenían derecho a la
colonización de Palestina y al establecimiento de un estado judío
colonialista allí. Los árabes que niegan el holocausto consideran el
razonamiento sionista correcto, pero dado que al mismo tiempo rechazan
el derecho de los sionistas a colonizar Palestina, el único argumento
que les queda es el de negar que existiera el holocausto, lo que, en
su razonamiento, despoja al sionismo de su argumento
"moral". Pero el hecho de que los judío fueran masacrados
no concede a los sionistas el derecho a arrebatar la patria de otros y
a masacrar al pueblo palestino. La opresión de un pueblo no justifica
el derecho para que, a su vez , oprima a otros pueblos. Si los árabes
que no aceptan el holocausto, se negaran a aceptar la lógica criminal
del sionismo que justifica las matanzas y la opresión de los
palestinos apelando a él, entonces ya no necesitarían utilizar
argumentos espurios. En mi opinión, todos quienes en el Mundo Árabe
niegan la existencia del holocausto son sionistas.
Cualquiera que crea en
la justicia social y se oponga a la opresión racista, debe
solidarizarse con las víctimas del holocausto, especialmente con los
judíos europeos, el 90 por ciento de los cuales fueron exterminados
por un régimen criminal y genocida. Tales personas deben, de la misma
manera, oponerse a la apropiación sionista del holocausto para
justificar las políticas racistas y colonialistas de Israel. El
intento de quienes niegan el holocausto de rebajar el número de víctima
es indecente, porque tanto si las víctimas fueron un millón como si
fueron diez los millones de judíos exterminados, en cualquier caso se
trató de un genocidio, aunque ello no pueda justificar la opresión
de Israel sobre los palestinos. Ese obsceno baile de números por
parte de quienes niegan el holocausto son escasamente diferentes de la
negativa sionista judía de la nakba palestina y son similares a los
continuados intentos sionistas de rebajar el número de los refugiados
palestinos. Aunque la nakba y el holocausto no tienen posible
equivalencia, la lógica de negarlos es, sin embargo, la misma. Quiero
dejar claro aquí que la Organización para la Liberación de
Palestina y la mayoría de los intelectuales palestinos desde los años
60, han escrito y proclamado su solidaridad con las víctimas del
holocausto judío y han atacado a quienes niegan que tuvo lugar. Al
contrario de la negativa oficial y no oficial de los israelíes de la
expulsión de los palestinos y el número de refugiados, quienes
rechazan el holocausto no ocupan ninguna posición relevante en la OLP
ni tienen legitimidad entre los intelectuales palestinos.
Hoy, vivimos en un
mundo donde el odio a los árabes y a los musulmanes, que deriva del
anti-semitismo, es evidente por todas partes. No son los judíos
quienes están siendo masacrados a millares por al anti-semitismo árabe,
sino muy al contrario son decenas de miles los árabes y los
musulmanes asesinados por el antisemitismo cristiano de Estados Unidos
y Europa y por el judaísmo israelí anti-semita. Los anti-semitas han
descrito a los judíos como provocadores de corrupción, banqueros y
financieros que controlan el mundo, como subversivos comunistas y como
envenenadores de pozos cristianos, a los árabes y musulmanes en la
actualidad se los presenta como quienes controlan los mercados del
petróleo y como resultado detentan el control del mercado financiero
mundial, los que promueven el odio por la corrupción de las
civilizadas sociedades cristianas y judías como violentas
terroristas, y como eventuales asesinos de masas, no con venenos semíticos
judíos sino son armas nucleares, químicas y biológicas (que hasta
ahora no se han encontrado). Por ejemplo, Michael Moore que se siente
reivindicativo en su reciente documental, Fahrenheit 9/11, al
denunciar la parte de la economía estadounidense que controlan los
financieros saudíes olvida mencionar la mucha, mucha mayor
participación estadounidense en la economía saudí. El
anti-semitismo está vivo y bien presente por todas partes pero sus víctimas
principales son los árabes y los musulmanes y no los judíos. Tenemos
que luchar contra todo anti-semitismo sin que importe cuál sea el
objeto de su opresión, los árabes o los judíos.
(*) Joseph Massad es
profesor de Política Árabe moderna y de historia de las ideas en la
Universidad de Columbia en Nueva York. http://weekly.ahram.org.eg/2004/720/op63.htm
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