Parece que Israel
quiere encerrar Gaza bajo llave y tirarla
El mayor campo de
prisioneros del mundo
Por Paul McCann (*)
The Independent, 16/08/05
Reproducido por Rebelión, 19/08/05
Traducido por Beatriz Morales Bastos
Al norte de la franja
de Gaza hay un pueblo beduino -chabolas de bloques de cemento
construidas sobre las dunas de arena- que ha estado siendo controlado
por las torres de vigilancia del ejército de la colonia judía de
Nisanit. La mayoría de las noches durante la Intifada los soldados
que había en estas torres disparaban a los callejones del pueblo y
obligaban a todos los habitantes del pueblo a encerrarse en sus casas
por la noche. Se sabe que a veces los niños, desorientados y
aterrorizados por el fuego, salían corriendo de sus casas y se
metían en la línea de fuego.
Alrededor de las
colonias judías en Gaza había muchas torres de vigilancia desde las
que se disparaba al azar. Han asesinado a cientos de palestinos, tanto
militantes como inocentes, y la población local los odia. Su
desaparición esta semana, junto con las propias colonias, será con
toda razón motivo de celebración. Pero no porque vayan a desaparecer
los más visibles y opresivos signos de la ocupación israelí se debe
caer en la ilusión de que Gaza vaya a dejar de ser el mayor campo de
prisioneros del mundo.
La semana pasada el
gobierno israelí decidió que en el futuro inmediato iba a mantener
tropas en la frontera entre Gaza y Egipto -a lo largo del llamado
Corredor de Filadelfia. Fue desde una torre de vigilancia de esta
frontera desde donde en 2003 fue disparado el activista pacifista Tom
Hurndall. En la misma reunión el gobierno decidió también que
Israel debía continuar controlando quien entra y sale de Gaza por
Egipto y propuso un nuevo paso fronterizo en Kerem Shalom, donde se
juntan Israel, Gaza y Egipto. Esta laboriosa reunión del gobierno
también decidió que también iba a permitir a Gaza tener tres millas
de aguas territoriales; más allá de ellas Israel controlaría el
mar. Ya se ha decidido que Israel seguirá controlando el espacio
aéreo de Gaza.
A principios de este
año el Comité Internacional de la Cruz Roja, el guardián del
derecho humanitario internacional, envió al gobierno israelí un
informe detallado con recomendaciones y confidencial en el que dejaba
claro que la salida de los soldados israelíes y de los colonos no
acababa con la ocupación. El informe establecía: "Israel va a
conservar un significativo control sobre la franja de Gaza, que le
permitirá ejercer elementos clave de autoridad. Por consiguiente (…)
parece que en este estadio la franja de Gaza seguirá estando ocupada
a efectos del derecho humanitario internacional".
Este punto de vista es
respaldado por el muy respetado Programa Harvard de Investigación
sobre Política Humanitaria y Conflicto. En un expediente legal
preparado por la comunidad de donantes, el director del programa
escribía: "El repliegue parcial de la presencia militar israelí
dentro y alrededor del territorio no es el factor dominante según el
derecho internacional para determinar el final de la ocupación...El
fin de la ocupación descansa esencialmente en el fin del control
militar del poder ocupante sobre los asuntos del gobierno de la
población ocupada que limita el derecho del pueblo a la
autodeterminación".
Este asunto queda claro
en la resolución sobre la desconexión aprobada por el gobierno
israelí el verano pasado. Esta resolución establece: "La
finalización del plan [de desconexión] servirá para disipar las
exigencias referentes a las responsabilidades de Israel respecto a los
palestinos de la franja de Gaza". Pero si sigue siendo el poder
ocupante, entonces según la ley Israel tiene una responsabilidad muy
especifica respecto al bienestar de la población de Gaza. Si se
considera que la ocupación ha terminado, entonces puede lavarse las
manos respecto al millón trescientos mil palestinos.
Por el momento Israel
habla de mejorar las condiciones del malfamado corredor de Erez desde
Gaza a Israel, donde miles de palestinos trabajadores por salarios
ínfimos son humillados rutinariamente durante horas antes de poder
entrar a Israel a trabajar. Pero a largo plazo parece que Israel
quiere encerrar Gaza bajo llave y tira la llave. Shaul Mofaz, ministro
de Defensa, y Ehud Olmert, vice-primer ministro, ambos han declarado
públicamente este verano que desde 2008 no se permitirán
trabajadores palestinos en Israel. La formulación del proyecto de
desconexión estipula que a "largo plazo" no habrá
trabajadores.
En la cumbre del G8 la
comunidad internacional prometió invertir 1.720 millones de libras en
Gaza Pero sin acceso al mundo exterior este dinero hará poco para
mejorar la vida o crear trabajos estables. Para que Gaza note los
beneficios de la desconexión, los pescadores necesitan poder pescar,
los comerciantes trabajar y, lo que es importante y crucial, los
trabajadores todavía necesitarán trabajar en las construcciones de
Tel Aviv y Ashkelon.
De otro modo, las
torres de vigilancia de Gaza sólo se habrán movido unos cientos de
metros y sin lugar a dudas pronto dispararán a más palestinos, tanto
militantes como inocentes.
(*)
pmcc@ fastmail.fm
El
escritor fue el portavoz de la Agencia de Naciones Unidas para los
Refugiados Palestinos de 2001 a 2005.
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