El Apartheid Israelí
en el contexto global
Por Samir Amin
Stop The Wall
Campaña Popular Palestina contra el Muro del Apartheid, 08/07/05
“Cómo construir el
Apartheid,” como lo ha capturado brevemente en su análisis Campaña
contra el Muro del Apartheid, es lo que actualmente están imponiendo
tanto Israel como el capitalismo global sobre el pueblo palestino, con
el objetivo de destruir Palestina. Para entender este proyecto y las
relaciones entre Israel y los beneficiarios del imperialismo, es
importante dar un paso atrás y analizar los objetivos y mecanismos
del capitalismo a una escala global, y el papel del sionismo en este
sistema.
Primero que todo, es
crucial hacer una clara distinción entre la retórica del sistema y
los objetivos y mecanismos del capitalismo en la realidad. La retórica
está formulada en general por los órganos gubernamentales, pero
particularmente por el Banco Mundial –el que considero que es una
especie de Ministerio de Propaganda del G7 y específicamente de
EE.UU. Esta retórica está basada en la idea de que debería haber
una economía de mercado –una economía de libre mercado- en la cual
el mercado opera de manera transparente y lo más equitativamente
posible para todos. Esto es pura retórica y propaganda. Nada tiene
que ver con el actual sistema. Éste es un debate metafísico de un
sistema mentiroso de los llamados mercados globalizados.
El capitalismo
existente no está basado en la competencia entre iguales, sino que en
oligopolios, y en la etapa actual, el objetivo de este sistema es
establecer los llamados cinco monopolios centrales:
Primero, el control de
los recursos naturales del planeta, con miras a su uso por parte de
una minoría – 15% – de la población global. Esta es la verdadera
razón para la actual política de Medio Oriente, particularmente
claro está, la ocupación militar de Irak y el intento de controlar
otros países petroleros como Irán, junto con la penetración de
EE.UU. en todos los países de Asia Central y el Cáucaso.
Segundo, el control de
las tecnologías. Los llamados derechos de propiedad intelectual e
industrial, definidos por la OMC, refuerzan cuidadosamente el poder de
los oligopolios, haciendo casi imposible la “puesta al día” para
aquellos países que aspiran a moverse de menor a mayor grado de
industrialización.
Tercero, el monopolio
de las finanzas globales, el cual está establecido para conceder a
EE.UU. el control sobre un “petrodolar” estándar. Este dólar estándar,
unido al control del petróleo, asegura el liderazgo de EE.UU. sobre
los flujos de capital del resto del mundo.
Cuarto, el control de
las comunicaciones, y de esta forma, la hegemonía del mercado de la
cultura como una manifestación del imperialismo. Puesto
sencillamente, puedes tener en la mano derecha la Biblia o una bandera
nacional, o lo que quieras, siempre y cuando tengas en la otra mano
una botella de Coca-Cola y tengas fe en el sistema.
Finalmente, el control
y el monopolio de la producción de armamentos de destrucción masiva.
Como sabemos, Irak no fue atacado por tener dichas armas, sino que
porque no las tenía. Los EE.UU., junto con algunos otros, buscan
mantener su monopolio exclusivo, y su uso eventual.
Estos cinco puntos en
conjunto constituyen la “ley de valor globalizada”, a través de
la cual el capitalismo hoy en día produce y reproduce inequidades a
escala global. Esta es la estrategia del imperialismo colectivo de la
clientela. Es decir, EE.UU. y sus aliados: Canadá, la Unión Europea
(sin incluir a Polonia ni a los nuevos países del este), Japón por
supuesto, y otros como Australia y Nueva Zelanda. Este imperialismo
colectivo de la clientela tiene el liderazgo de los EE.UU., aunque con
algunas contradicciones potenciales que están emergiendo con los países
de Europa.
El papel del sionismo y
del estado de Israel dentro de este sistema se vuelve evidente cuando
consideramos que el sionismo e Israel han sido desde sus inicios
–cuando los sionistas buscaban la creación de Israel– el aliado
del imperialismo. Esta es una elección estratégica realizada desde
el comienzo por los líderes sionistas, ya que Israel no podía
establecerse sin el apoyo y el fuerte respaldo de los imperialistas.
Esto demanda mucho más que una simpatía ideológica –esto requiere
que Israel y la expansión imperialista se beneficien claramente el
uno al otro. Este ha sido el caso, y hoy en día es inherente al
objetivo del imperialismo en su conjunto, y especialmente de los
EE.UU., que es dominar todo el Medio Oriente incluyendo Irán y Asia
Central, para controlar las más importantes, si no la totalidad, de
las fuentes de petróleo del planeta. Esto incluye el control militar
de estas sociedades, lo que vemos claramente en el caso de Irak, donde
EE.UU. ha escogido ocupar militarmente dicho país. El sionismo y el
estado de Israel juegan un papel trascendental en esto, al
proporcionar una base militar en la región. Está más que probada su
eficacia en estar disponibles para derrotar movimientos nacionales o
populares, como el Nasserismo, el Ba’athismo y otros que han
florecido en la década de 1950, 1960, y 1970. De esta manera, Israel
recibe el apoyo financiero, sin el cual no podría sobrevivir.
Desde esta perspectiva
se aclara el por qué el imperialismo en su conjunto y especialmente
EE.UU., apoya los planes sionistas para destruir Palestina. Sus
acciones no son por la paz o el reconocimiento de Sión en Palestina
– son para la destrucción de Palestina y a la vez controlar los países
árabes vecinos: Egipto, Siria, Jordania, Irak por supuesto, Líbano y
los países del Golfo Pérsico.
Adicionalmente, debemos
señalar el papel de personajes como Wolfowitz, un criminal de guerra
y un pro-sionista empedernido, a la cabeza del Banco Mundial. Él
encarna los intereses comunes del capitalismo y el sionismo y reafirma
el liderazgo de EE.UU. sobre los demás imperialistas, ya que los
intereses europeos en conflicto, no pudieron detener su entrada.
A corto plazo, el plan
compartido por el Banco Mundial y el sionismo no es el establecimiento
de un Estado Palestino –ni siquiera un Estado Palestino de
servicios– sino un montón de Bantustanes miserables y dispares,
separados de-facto el uno del otro. Estos no tendrán vida económica
mientras Israel, apoyado por los capitales globales, disponga destruir
y robar la tierra y el agua palestinas (incluyendo las reservas de
agua subterránea), haciendo imposible cualquier tipo de vida económica
dentro de esos Bantustanes. Exactamente como hizo en el régimen de
apartheid en Sudáfrica, el único propósito económico de los
Bantustanes es proporcionar trabajo y mano de obra barata.
En este marco, todos
los planes del denominado “desarrollo” de Palestina –según los
planes del Banco Mundial, los planes de la Comunidad Europea, e
incluso posiblemente la estrategia de la Autoridad Palestina– no
pueden sino llevar al mismo resultado: Bantustanes miserables y mano
de obra barata.
Sin embargo creo que el
objetivo final del sionismo e Israel va más allá que el del
Apartheid de Sudáfrica: éste apunta a crear una atmósfera que lleve
a una emigración gradual y empujar hacia fuera a la población
palestina, incluso de esos Bantustanes miserables. Por supuesto que
esto es parte de un plan para el Gran Medio Oriente.
Desafortunadamente,
muchas de las denominadas ONGs –que están siendo llamadas
“sociedad civil”– particularmente en Occidente y específicamente
en Norteamérica y Europa, no están entendiendo que éste es el plan.
Es por eso que de alguna manera éstas están de acuerdo con él. Esto
incluye a aquellas “ilusas” organizaciones que trabajan en asuntos
humanitarios o en defensa de los derechos humanos. Lo que veo desde
afuera de Palestina me deja con poco optimismo acerca del papel de
estas ONGs en general.
Entonces, ¿qué
alternativas económicas existen? Necesitamos considerar esto a nivel
global, pero también para Palestina y la región.
A lago plazo creo que
es necesario reconstruir la globalización para reflejar un mundo
realmente policéntrico –es decir, un mundo que tenga las
posibilidades reales para negociar las condiciones para la globalización.
Esto no es “anti-globalización” sino una “globalización
alternativa”, basada en el respeto por los intereses populares y los
intereses de la clase popular en cualquier lugar del mundo
“desarrollado” y “no desarrollado”, dando capacidad de
negociación –que implica, capacidad para proteger los pueblos en
cada región.
Este escenario no es
imposible, pero demanda muchas condiciones que aún no están políticamente
maduras. Sin embargo, éstas pueden surgir más rápido de lo que
pensamos, especialmente si vemos como los mismos europeos están
cuestionando el modelo de construcción Euro-Americana. Oriente Medio
y el mundo árabe pueden entonces abrir espacios en los cuales
renegocien su participación en la globalización, en particular sus
relaciones con Europa, pero también con otras regiones del “Tercer
Mundo” o del Sur.
A corto plazo,
cualquier discurso y proyecto de desarrollo tiene que apoyar
claramente la creación de actividades productivas autónomas en
Palestina. Con actividades productivas me refiero a producción agrícola
y pequeñas industrias que tengan el control de los recursos naturales
como la tierra y el agua. Esta actividad económica autónoma debería
estar a la vanguardia del desarrollo hasta que se alcance su profunda
integración en los procesos de negociación global. Palestina
necesita tener su propio sistema bancario, su propia moneda, sus
propios circuitos comerciales, impuestos, etc.
Todo esto, nada tiene
en común con lo que actualmente es el plan para el llamado
“desarrollo” de Palestina, si es mediante los proyectos del Banco
Mundial, sus socios o la comunidad internacional.
(*) El renombrado
activista, economista y escritor Samir Amin es el director de la
oficina africana del Foro del Tercer Mundo en Dakar, Senegal. Ha
publicado numerosos trabajos sobre imperialismo, capitalismo y
desarrollo.
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