El problema con la
democracia
Por Robert Fisk
The Independent / La Jornada, 28/01/06
Traducción de Gabriela Fonseca
¡Oh, no! ¿Otra vez más
democracia? No fue esto lo que le regalamos a esos argelinos en 1990?
¿Y no nos retribuyeron por ello con el lindo regalo de un gobierno
islamista para luego, con toda benevolencia, cancelar la segunda ronda
electoral? ¡Gracias al cielo por eso!
Cierto, los afganos
eligieron a una serie de representantes a pesar de que entre ellos
figuran varios señores de la guerra y asesinos. Luego los iraquíes
eligieron el año pasado al partido Dawa para encabezar el poder en
Bagdad; el mismo que es responsable (no hablemos de esto en
Washington) de la mayoría de los secuestros de occidentales en Beirut
durante los años 80, del coche bomba del fallecido Emir y de los
atentados contra las embajadas estadounidense y francesa en Kuwait.
Y ahora, horror de
horrores, los palestinos eligieron al partido equivocado para ejercer
el poder. Se suponía que debían apoyar al amistoso, pro Occidental,
corrupto y absolutamente leal a Estados Unidos Fatah, que había
prometido "controlarlos", a diferencia de Hamas, que se
comprometió a representarlos. Bingo, volvieron a elegir al partido
político equivocado.
Resultado: 76 de un
total de 132 escaños parlamentarios. Con eso tenemos. Maldita sea la
democracia. ¿Qué vamos a hacer con gente que no vota como debería?
En los años 30, los
británicos encarcelaban a los egipcios que se volvieran en contra del
gobierno del rey Farouk. Fue así como se originó la estructura del
gobierno antidemocrático que siguió posteriormente. Los franceses
encarcelaba a los libaneses cuando se ponían exigentes, y después
los franceses salieron de Líbano.
Pero siempre hemos
esperado que los gobiernos árabes hagan lo que se les dice. Por eso
hoy en día esperamos que los sirios se comporten, que los iraníes
respeten nuestros deseos en lo referente a lo nuclear (aunque no hayan
hecho nada ilegal) y que Corea del Norte entregue sus armas nucleares
(a pesar de que las tiene y, por tanto, no se le puede atacar).
Dejemos que el fardo
del poder pese sobre los hombros del partido. Dejemos que el peso de
la responsabilidad hacia el pueblo caiga sobre ellos. Nosotros los
británicos nunca le hablaríamos al ERI, al Eoka o al Mau Mau. Pero
llegado el momento, Gerry Adams, el arzobispo Makarios y Jomo Kenyatta
vineron a tomar té con la reina. Los estadounidenses nunca le hablarían
a sus enemigos de Vietnam del Norte. Sin embargo, lo hicieron: en París.
No, Al Qaeda no hará
eso. Pero los líderes iraquíes de la insurgencia en Mesopotamia lo
harán. Ya hablaron con los británicos en 1920, y hablarán con los
estadounidenses en 2006.
En 1983, Hamas habló
con Israel. Le habló de forma muy directa sobre el incremento de las
mezquitas y de la enseñanza religiosa. El ejército israelí alardeó
sobre esto en la primera plana del Jerusalem Post. En esos tiempos,
parecía que la OLP iba a acatar las resoluciones de Oslo.
Si entonces nada
indicaba que hubiera algo de malo en continuar las conversaciones con
Hamas, ¿por qué ahora parece algo tan imposible?
No mucho después de
que el liderazgo de Hamas se exilió en el sur de Líbano, uno de los
principales miembros de la organización armada me escuchó decir que
yo iba camino a Israel. "Será mejor que llame a Shimon Peres.
Este es el teléfono de su casa", me dijo.
El número telefónico
era correcto. Aquí estaba la prueba de que los líderes de la jerarquía
del movimiento más extremo entre los palestinos le hablaban a los políticos
israelíes de más alto rango.
Los israelíes conocen
bien al liderazgo de Hamas. Y el liderazgo palestino conoce bien a los
israelíes. No tiene caso que nosotros los periodistas queramos dar a
entender lo contrario. Nuestros enemigos invariablemente se convierten
en nuestros mejores amigos y nuestros amigos, tristemente, se vuelven
nuestros enemigos.
Qué ecuación
terrible, pero debemos comprender la historia de nuestros padres. Mi
padre, que fue soldado en la Primera Guerra Mundial, me legó un mapa
según el cual los británicos y franceses dominaban Medio Oriente.
Los estadounidenses han tratado, en vano, de dominar el mapa desde la
Segunda Guerra Mundial. Han fracasado. Desde entonces, nuestra maldición
es seguir dominando.
Qué terrible es hablar
con quienes han asesinado a nuestros hijos. Es indecible tener que
conversar con los que tienen en las manos la sangre de nuestros
hermanos. Sin duda esto era lo que pensaban los estadounidenses que
creían en la independencia cuando los ingleses les disparaban.
Corresponderá a los
iraquíes tratar con Al Qaeda. Esa es su carga, no la nuestra. Sin
embargo, a lo largo de la historia hemos terminado por hablar con
nuestros enemigos. Hablamos con los representantes del emperador de
Japón. Al final, tuvimos que aceptar la rendición del Reich alemán
del sucesor de Adolfo Hitler. Hoy en día, comerciamos alegremente con
japoneses, alemanes e italianos.
Medio Oriente jamás
fue el sucesor de la Alemania nazi o la Italia fascista, pese a la
basura que digan los señores Bush y Blair. ¿Cuánto tiempo pasará
antes de que podamos deshacernos de la carga de ésta, la más titánica
de las guerras, y podamos ver nuestro futuro, no como algo igual a
nuestro pasado, sino como una realidad?
Ciertamente, en una era
en que nuestros gobiernos ya no están formados por hombres y mujeres
que tienen la experiencia de la guerra, debemos dirigir a un pueblo
con el entendimiento de lo que significa una guerra. La democracia no
es lo que dice Hollywood que es. No es lo que aparece en los
documentales. La democracia significa verdadera libertad, no sólo
para las personas que nosotros escogemos para que sean electas y
ejerzan el poder.
Y ese es el problema en
Medio Oriente.
|