Israel y Palestina,
2006
Por Mazin Qumsiyeh
Znet, febrero 2006
Traducido por Juan Aballe y revisado por Miguel Alvarado
Hace algo más de un año,
muchos en los medios de comunicación estadounidenses hicieron hincapié
en que la muerte de un Arafat entonces enfermo sería la clave para
reabrir el estancado proceso de paz (ahora sabemos que no era cierto,
o que se exageró enormemente). Poco se mencionó en dichos medios
acerca de la naturaleza de su “misteriosa enfermedad” (hasta la
fecha no existe un diagnóstico). Asimismo, apenas se divulgaron los
mensajes de apoyo que recibió de líderes de todo el mundo. Tampoco
hubo una discusión equilibrada sobre su historia, ni se habló sobre
sus simpatizantes israelíes o sus críticos palestinos (sólo se
destacó a sus críticos israelíes). Ahora Sharon yace enfermo y el
contraste en ciertos medios no podría ser mayor. El doble rasero va
aun más allá y está probablemente relacionado con el más amplio
problema de la credibilidad a nivel mundial de la política exterior
estadounidense.
Arafat, ridiculizado
como obstáculo para la paz por su amiguismo, fue encarcelado en su
complejo de Ramala por las fuerzas israelíes que controlaban hasta su
acceso a los alimentos y el agua. En realidad, Arafat tenía en su
contra a casi la mitad de la población palestina por cambiar
(empezando en la década de los 70 y culminando en Oslo en los 90) la
liberación nacional por unas “negociaciones” injustas y
desequilibradas que condujeron a acuerdos que no protegían los
derechos humanos de los palestinos tal y como ordenan las leyes
internacionales.
Sharon ejercía como líder
de la cuarta o quinta potencia militar del mundo (con numerosas armas
de destrucción masiva e importantes violaciones del derecho
internacional). Pero Sharon también es responsable de masacres como
la de Qibia en 1953, Gaza en 1971, Sabra y Chatila en 1982 (para más
información ver http://www.indictsharon.net/), y más recientemente
de la demolición a gran escala de hogares palestinos y la eliminación
de civiles (ver informes de Amnistía Internacional, Human Rights
Watch, Médicos por los Derechos Humanos y organizaciones israelíes
pro derechos humanos como B´Tselem). Incluso la propia comisión de
investigación israelí le atribuyó la responsabilidad personal por
las masacres de Sabra y Chatila. Otros procesos legales han sido
puestos en marcha más recientemente contra Sharon bajo las leyes
belgas de jurisdicción internacional, con tremenda presión por parte
de los gobiernos israelí y estadounidense sobre la judicatura belga
para que desista.
La mayoría del mundo
ha entendido que el mayor obstáculo para la paz es la colonización y
la opresión israelí ejercida sobre la población palestina
contraviniendo las leyes internacionales y más de 60 resoluciones del
consejo de seguridad de la ONU. La mayoría entiende también que el
apoyo del gobierno estadounidense a Israel fue decisivo en su evasión
de las leyes internacionales (por ejemplo sobre la necesidad de
permitir el regreso de los refugiados palestinos a sus hogares y
tierras). Este apoyo estuvo apuntalado por el lobby israelí en
Washington y algunos medios de comunicación. La mayoría del planeta
sabe que personalizar este asunto (entorno a Arafat o Sharon), que
concentrar la atención en la violencia de quienes se oponen a la
ocupación y la colonización (y no en la violencia del
ocupante/colonizador), y que hablar de “soluciones” unilaterales
que incluyen muros y bantustanes* como avances hacia la paz no son más
que formas de distraer y retrasar un acercamiento a la paz. Tales
distracciones se utilizaron en Sudáfrica y fracasaron.
Sin embargo, muchos en
los medios de comunicación estadounidenses siguen intentando usar
estos disfraces. No es fácil comprender quién se beneficia de la
satanización de Arafat o de enaltecer las políticas de Sharon de
dictar “soluciones” unilaterales. ¿Porqué habría de discutirse
la retirada de tropas y colonos israelíes de Gaza sin explicar que
según el derecho internacional, Gaza sigue estando ocupada, o que a
cambio de retirar el 2% del total de los colonos (de Gaza), Sharon añadió
un 4% de colonos en Cisjordania? La preocupación de los medios de
comunicación por la salud de un primer ministro israelí es
comprensible, pero nunca se debería excusar el periodismo mezquino y
la hipocresía en la cobertura de las enfermedades de líderes como
Arafat frente a Sharon.
Quizá otros
acontecimientos nos den más pistas sobre este doble rasero. Volviendo
la vista atrás, podríamos observar los sospechosos motivos aducidos
para la invasión de Irak, al mismo tiempo que se apoya a Israel
(Israel ha violado y sigue violando diez veces más resoluciones de la
ONU de las que Irak nunca infringió). Más recientemente, el caso
Abramoff** quizá pueda también arrojar algo de luz (y quizá sea la
gota que colme el vaso). Abramoff se declaró culpable de estafar a
tribus nativas norteamericanas desviando dinero a través de falsas
organizaciones de caridad para obtener mayor influencia política y
apoyar sus causas preferidas. ¿Por qué no se ha mencionado en la
mayoría de los medios (con sus honrosas excepciones) que su fervorosa
causa “favorita” es la ocupación israelí de tierras palestinas?
Por ejemplo, Abramoff
desvió dinero (“donativos de caridad”) a colonos israelíes que
viven ilegalmente en tierras palestinas mientras afirmaba a sus
“clientes” que el dinero se destinaba a pobres en las áreas
metropolitanas estadounidenses. Sin embargo, su dinero compró equipos
informáticos militares que ayudaba a los colonos a aterrorizar a los
palestinos nativos. Irónicamente, los aborígenes estadounidenses
estafados financiaron la opresión y colonización de otro pueblo
nativo sin saberlo. Abramoff también usó sus influencias sobre el
congresista Bob Nye para conseguir un contrato del gobierno por valor
de tres millones de dólares destinados a una turbia empresa de
seguridad israelí, etc, etc...
Pero, ¿porqué no se
destaca o ni siquiera se menciona esta información en las páginas de
los principales periódicos, ni se discute en programas de televisión?
¿Quizá porque esto podría dañar la “relación especial” entre
los gobiernos israelí y norteamericano, tan cuidada actualmente y tan
perjudicial para el interés público estadounidense? Después de
todo, incluso si uno acepta la absurda sugestión de que Israel es una
democracia, ¿por qué deberíamos dar a Israel (un 0,1% de la población
mundial) más dinero, recursos y vetos en el Consejo de Seguridad de
la ONU que al África subsahariana, Centroamérica y Sudamérica
juntas? ¿Por qué el contribuyente estadounidense tiene que aportar más
dinero per cápita en ayuda federal a Israel que a muchos de los
estados de su propio país? Al menos podemos estar agradecidos de
tener unos medios de comunicación internacionales y algunos valientes
medios estadounidenses que publican tal información, así como
internet. ¿Podemos esperar que 2006 sea un punto de inflexión en el
que la avalancha de información y activismo público sean tales que
echen abajo la cortina de la desinformación, la desviación de la
atención y los dobles reseros?
(*)(N.d.T.)
Enclaves aislados con relativa autonomía destinados a la población
colonizada.
(**)(N.d.T.)
Influyente lobbista político acusado de numerosos casos de corrupción
y soborno a congresistas estadounidenses. Declarado culpable de
fraude, conspiración y evasión de impuestos.
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