Conmoción
en Medio Oriente
Hamas
gana las elecciones palestinas
Por
Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 10/02/06
El
“ruido” mediático alrededor de las protestas por las caricaturas
de Mahoma desplazó del centro de ese engañoso escenario a un
acontecimiento trascendental. Las elecciones parlamentarias palestinas
registraron un aplastante triunfo del Movimiento de
Resistencia Islámico (cuya sigla, “Hamas”, significa
en árabe “celo”, “fervor”). Simultáneamente, se producía la
debacle de Al Fatah, el histórico movimiento nacional
palestino que, encabezado por Yasser Arafat (1929-2004), había
hegemonizado la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)
primero, y luego la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Esto fue un
tremendo shock, tanto para Israel como para su padrino, Estados
Unidos. Los gobiernos europeos no quedaron menos atónitos.
Lo
primero a destacar es que las elecciones palestinas desnudaron la
farsa de la “democracia”, predicada por EEUU y Europa como el
remedio mágico para los problemas de la región. Se produjo una
especie de “reducción al absurdo”.
Aunque
realizadas bajo la ocupación de las tropas israelíes que
persiguieron a los candidatos de Hamas e impidieron que un sector de
palestinos votaran (por ejemplo, los que viven en Jerusalén), todos
concuerdan en que estos comicios expresan la voluntad popular.
Pero cuando apareció que la mayoría había votado por los
“terroristas” de Hamas contra los candidatos de Fatah, apadrinados
y financiados por EEUU e Israel, entonces, la reacción inmediata de
Bush, Israel y los gobiernos europeos fue la de desconocer en mayor
o menor medida los resultados... y comenzar a plantear ultimátums y
condiciones a los vencedores.
Por
ejemplo, se exige a Hamas que renuncie a la lucha armada y reconozca
incondicionalmente a Israel. O sea, antes de comenzar a negociar
algo, le exigen la rendición incondicional.
Evidentemente,
para EEUU, Israel y la Unión Europea,
la “democracia” no es el gobierno de la mayoría, sino el
gobierno de los “democráticos”, o sea, de los sirvientes indígenas
de EEUU y los sionistas. Cuando la gente vota “mal” –es decir
contra los lacayos de Bush–, entonces ¡se terminó la
“democracia”!
Esto
abre una seria crisis en el plan de Israel y sus patrocinadores
imperialistas. Esperaban que las elecciones sirvieran para legitimar
un “gobierno” títere palestino que se hiciera cargo de
administrar y “poner orden” en los guiñapos de territorio que los
sionistas han destinado para encerrar a los palestinos en
“bantustanes”.
La corrupta burocracia de Fatah estaba encantada de prestar ese
servicio. Ahora la victoria de Hamas pone todo en cuestión.
La
vaca que salió toro
Hamas
ilustra la complejidad, contradicciones y límites del fenómeno de
ascenso de las corrientes llamadas “islamistas”... y no sólo en
Palestina. En efecto, no es su menor paradoja, por ejemplo, que el
movimiento del cual surge Hamas fue inicialmente auspiciado y
financiado por Israel para combatir la lucha nacional palestina.
El cronista israelí Ami Isseroff cuenta así la historia:
“Hamas
es un vástago de la Hermandad Musulmana, que se establece en
1946 en Gaza. La Hermandad palestina era una fuerza mansa, cuyo
objetivo principal era una reorientación de la sociedad hacia la
religión. La Hermandad hizo muy poco en la lucha contra Israel o, más
adelante, en la oposición a la ocupación [...]
“Después
de 1967 [cuando Israel ocupa Cisjordania y Gaza] la principal entidad
de la Hermandad era la organización de caridad y bienestar social Mujamad,
establecida en 1973, y que tenía clínicas, jardines de infantes y
escuelas. Mujamad fue alentada por la administración israelí de Gaza
para registrase como entidad de caridad. Indirectamente fue fundada
por Israel como medio para dividir a la sociedad palestina” (A
History of the Hamas Movement, Ami Isseroff, MidEastWeb, febrero 2006,
subrayados nuestros).
Efectivamente,
Israel apoyaba a los mansos y sumisos islamistas para oponerlos a la
lucha del movimiento nacional palestino, organizado en la OLP dirigida
por Fatah. Éstos eran nacionalistas laicos, “secularistas”,
con barniz “socialista”, como todo el nacionalismo
“tercermundista” que imperaba no sólo en Medio Oriente y
Palestina. Allí las corrientes islamistas, como la Hermandad
musulmana, eran alentadas y financiadas por el estado sionista, y
también y al mismo tiempo por Arabia Saudita, cuya monarquía
archirreaccionaria era el principal agente de EEUU en la región después
de Israel. Esto llegó hasta el punto de que el ocupante israelí dio
“luz verde” a los islamistas para que se armaran y realizaran
ataques contra organismos seculares donde tenía influencia la OLP.
Asimismo les permitió apoderarse de la Universidad de Gaza (ver
Isseroff, cit.)
Sin
embargo, en un extraño giro que se produjo no sólo en Palestina
sino, con distintos ritmos y desarrollos, en todo Medio Oriente, los
papeles gradualmente se fueron invirtiendo.
Los
movimientos nacionalistas burgueses “seculares” y que se decían
“socialistas” –que llegaron al poder en muchos de esos países
como Egipto, Siria, Iraq, Argelia, etc.–, fueron degenerando en regímenes
reaccionarios y brutalmente represivos contra los trabajadores y
sectores populares. La fenomenal corrupción de esos regímenes dio
nacimiento a nuevos sectores burgueses y privilegiados, que se
sometieron en mayor o menor medida a los dictados del imperialismo.
Al
mismo tiempo, en la esfera heterogénea del “islamismo”, irrumpe a
fines de los 70 una corriente que choca duramente con EEUU. El ayatola
Jomeini toma el poder en Irán en 1979, frena a sangre y fuego el
proceso revolucionario obrero y popular que había derribado al títere
de EEUU, el Sha (emperador) Reza Pahlevi, pero al mismo tiempo levanta
en todo el Islam la bandera de la lucha contra el “Gran Satán” de
Washington. En esas mismas fechas, la estúpida invasión de la
burocracia soviética a Afganistán va a complicar aún más la
situación de las corrientes ideológicas “seculares” en los países
árabes e islámicos; en primer lugar, por supuesto, las que se decían
“de izquierda” y que generalmente se identificaban con la URSS.
En
Palestina, estos desarrollos van a tener características propias, ya
que la ocupación sionista impide al nacionalismo laico de Fatah y la
OLP llegar al poder como en otros países. Esto demora allí
durante 20 años la bancarrota del nacionalismo “secular”, que
ahora estamos presenciando. Pero, al mismo, tiempo, esa situación de
país ocupado crea las condiciones para que se produzca un giro de
180 grados del islamismo palestino. La fuerza motriz de ese giro
es una colosal rebelión de masas: la primera Intifada (en árabe,
“sublevación”) que estalla espontánea e inesperadamente el 8 de
diciembre de 1987 en Gaza y se extiende por toda Palestina. Simultáneamente,
desde el islamismo, se funda el Harakat al Muqawama al Islamiyya
(Movimiento de Resistencia Islámico – Hamas), encabezado por el
sheikh Ahmad Yassin,
que había sido el principal dirigente de la pacífica red
asistencialista Mujamad… auspiciada inicialmente por Israel…
Ya
a mediados de los 80 se venían desarrollado tensiones y peleas entre
Yassin y sus padrinos israelíes. Pero el giro total lo marca la
Intifada de 1987.
El
repudio a la traición de Oslo
Hamas
no sólo cumple un papel destacado en la primera y en la segunda
Intifada (iniciada en el 2000). El punto político clave es que Hamas
repudia los infames “acuerdos de Oslo” de 1993.
Ese
año, Yasser Arafat, Fatah y la OLP, con el auspicio de EEUU, firman
en Oslo, capital de Noruega, un conjunto de acuerdos con el Estado de
Israel que implican una monumental traición de la lucha palestina.
En Oslo se inicia la farsa del “proceso de paz”, que facilitó a
los colonos sionistas apoderarse paso a paso de casi todo el
territorio palestino, desplazar a sus habitantes y encerrarlos
finalmente en los bantustanes de Gaza y Cisjordania.
Sin
embargo, al principio, las masas palestinas pudieron ser embaucadas
por Arafat y la burocracia de Fatah. Se les hizo creer que el
supuesto “proceso de paz” iniciado en Oslo desembocaría en la
retirada de Israel de los territorios ocupados en 1967 (Gaza,
Cisjordania y Jerusalén oriental) y que allí se podría establecer
un “Estado Palestino” independiente. No era todo, pero era algo.
Había que ser “realistas”...
Pero
Fatah y la OLP no sólo desistían de hacer reclamos sobre los
territorios apropiados por los sionistas en la guerra de 1948 para
constituir el Estado de Israel. Lo peor era que igualmente renunciaban
al “derecho de retorno”. Las “limpiezas étnicas”
realizadas por los sionistas habían expulsado de Palestina a gran
parte de su población originaria, que vivía miserablemente en los
campos de refugiados del Líbano y otros países. En Oslo, Arafat y
Fatah les dieron la espalda.
Yendo
contra la corriente, Hamas repudió la traición de Oslo. Ahora está cosechando
los resultados. Por supuesto, el voto mayoritario a Hamas es una combinación
de factores: entre ellos, la influencia de la inmensa red
asistencialista que sostiene entre una población con alrededor del
70% desempleada y en la miseria, la ostentación de “austeridad” y
“honestidad” de sus cuadros –que contrasta con la escandalosa
corrupción de la burocracia de Fatah, que se ha hecho millonaria
saqueando los fondos de la “ayuda internacional” –,
el papel de vanguardia de Hamas en la lucha armada contra Israel, la
aureola de “martirio” y “santidad” de sus dirigentes
asesinados por los israelíes, en primer lugar del sheikh Yassin, etc.
Pero el sentido político central del voto palestino es el repudio
a Oslo y sus consecuencias. Esto lo que pone en crisis a los
imperialismos de EEUU y la Unión Europea y a sus protegidos de
Israel.
¿Un
remedio peor que la enfermedad?
Sin
embargo, sería apresurado pensar que este resonante “cambio de
guardia” va a llevar automáticamente a un curso progresivo de la
lucha palestina.
En
primer lugar, los antecedentes del islamismo en general y del
islamismo palestino en especial (que nació apadrinado por Israel) no
son garantía alguna de un enfrentamiento consecuente con los
sionistas y el imperialismo.
Tanto
el imperialismo como Israel han expresado un violento rechazo a
Hamas... sin embargo, al mismo tiempo que se agita el garrote,
también más calladamente se les está ofreciendo la zanahoria...
Han empezado negociaciones y, por su parte, algunos dirigentes de
Hamas ya están hablando de establecer una “tregua” con Israel.
Pero
con Hamas y los islamistas hay problemas aún más amplios.
Combinan el duro enfrentamiento que han mantenido con Israel con un
proyecto de sociedad archirreaccionario. Y no se trata sólo de
las normas inaceptables de opresión a la mujer, que suelen imponer
los islamistas. El “programa” económico-social de Hamas combina
el asistencialismo miserable con postular un neoliberalismo
estilo FMI. Eso es lo que opone Hamas al “estatismo” corrupto
de Fatah.
Sin
embargo, todo eso no puede disminuir la trascendencia objetiva del
voto palestino. Este pueblo heroico votó por no rendirse ni
someterse al imperialismo y su agente, Israel.
Notas:
.- El Estado racista de
Israel practica un régimen como el del apartheid de Sudáfrica,
cuando los blancos tenían la exclusividad del poder y habían
privado a la población originaria de sus derechos políticos y
civiles. Un elemento importante del régimen racista eran los
“bantustanes”, pequeños territorios donde se confinaba a los
africanos. Allí se establecía una ficción de “gobierno
propio”, mediante la colaboración de africanos traidores. El
“plan de desconexión” establecido por Sharon es similar. Los
palestinos estarán confinados en pequeños territorios sin
conexiones entre sí (Gaza y fragmentos de Cisjordania). Para que
no puedan salir, Israel está construyendo el llamado Muro del
Apartheid, un muralla de cemento de 8 metros de altura que
rodea cada zona palestina y que sólo se puede atravesar con
permiso de Israel. Asimismo, Israel se ha apoderado totalmente del
control del agua, decisivo en la región.
.-
Ahmad Yassin (1936-2004) fue asesinado por Israel el 22 de marzo
de ese año.
.- Los llamados
“territorios ocupados” son el mayor receptor de fondos de
“ayuda internacional” del mundo. Esta supuesta
“generosidad” de los países imperialistas es funcional para
el mantenimiento de la ocupación sionista. Por otra parte, se
calcula que el 45 % de la “ayuda” termina finalmente en los
bolsillos de Israel, gracias al absoluto control y restricciones
del Estado sionista sobre la entrada y salida de mercancías de
Gaza y demás guetos palestinos.
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