En todo Medio Oriente
Islamistas vuelan en
las urnas
Por
Thalif Deen
Inter Press Service (IPS), febrero 2006
"Si quieren
democracia, les daremos democracia." Esa fue una de las frases
que entonaban los alborozados partidarios de Hamas en Palestina para
celebrar la inesperada victoria de este partido islamista en las
elecciones de enero.
Tal vez se trate de una
pesadilla del gobierno estadounidense que se convierte en realidad. ¿Qué
ocurriría si el radicalismo islámico prevaleciera en las urnas, en
el marco del proceso de democratización del mundo árabe que promueve
Washington?
Los ambiciosos planes
del presidente estadounidense George W. Bush para
"democratizar" Medio Oriente están en peligro de salirse de
sus carriles, y no sólo por la victoria de Hamas (Movimiento de
Resistencia Islámica).
Antes de los comicios
del 25 de enero, hubo triunfos electorales y avances en las urnas de
populistas radicales y conservadores islámicos en Líbano, Irán,
Iraq y Egipto.
Regímenes autoritarios
o monárquicos aliados de Estados Unidos en Arabia Saudita, Kuwait, Omán,
Qatar, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Túnez, entre
otros, ya le advirtieron al gobierno de Bush que las urnas podrían
ser la escalera de los radicales al poder.
"La retórica de
Bush sobre la democracia tiene poco que ver con los objetivos políticos
reales de Estados Unidos en Medio Oriente", dijo a IPS Norman
Solomon, director ejecutivo del Institute for Public Accuracy,
organización acedémica con sede en Washington.
Solomon destacó que,
mientras la Casa Blanca enarbola discursos con principios democráticos
y derechos humanos, continúa asistiendo económica, política y
militarmente a muchos regímenes que eliminan de modo brutal a la
oposición política.
"Si el gobierno de
Bush estuviera verdaderamente dedicado a promover el cambio democrático
en la región, no continuaría volcando miles de millones de dólares
en las arcas del régimen egipcio, que todavía encarcela y tortura a
muchos opositores políticos", dijo Solomon.
Por toda su retórica
sobre la democracia, Bush se convenció a sí mismo de una posición
insostenible: "Urgir a la democracia mientras se rechaza la
legitimidad de funcionarios electos alineados con Hamas como partes de
un proceso de negociación", señaló Solomon, autor de "War
Made Easy: How Presidents and Pundits Keep Spinning Us to Death"
("La guerra hecha fácil: Cómo los presidentes y expertos siguen
llevándonos a la muerte").
La secretaria de Estado
(canciller) estadounidense, Condoleezza Rice, dijo a la prensa a
comienzos de mes que la única alternativa a que los radicales
llegaran al poder a través de las urnas era reprimir la ira del mundo
islámico.
"Los resultados
que vemos en cantidad de lugares tienen un sentido de
impredecibilidad. Esa es la naturaleza del gran cambio histórico",
dijo Rice.
Mouin Rabbani, experto
de la revista Middle East Report, de Washington, tiene un punto de
vista diferente sobre la marcha de la democracia en la región.
"La cadena de
elecciones celebradas en Medio Oriente y que llevaron a los islamistas
a posiciones de poder político no pueden ser vistas simplemente como
el producto de la política estadounidense", dijo a IPS.
En Iraq, por ejemplo,
los comicios fueron celebrados a pesar de las intenciones de Estados
Unidos, más que como consecuencia de su insistencia, aseguró.
"Las elecciones en
Líbano no tuvieron nada que ver con Estados Unidos. Son un elemento
regular del paisaje político de ese país desde antes de que Bush
naciera", dijo Rabbani a IPS.
De modo similar, las
elecciones presidenciales y parlamentarias en Irán se celebran con
regularidad desde hace décadas, pero sólo porque uno de los clientes
favoritos de Washington en la región, el shah Rezah Pahlevi, fue
derrocado en 1979.
Rabbani alegó que
tanto Estados Unidos como la Unión Europea se oponían, en realidad,
a los comicios palestinos municipales del año pasado, y se
manifestaron escépticos respecto de los legislativos y presidenciales
de este año, convocados en respuesta a presiones internas y no del
exterior.
Washington no dijo ni
una palabra, recordó, cuando los comicios legislativos palestinos
fueron postergados a mediados de 2005. Sólo en enero Washington
manifestó su oposición a nuevas postergaciones, y la comunicó
informalmente y porque las autoridades palestinas le solicitaron su
opinión.
"El único ejemplo
reciente en Medio Oriente, donde veo una clara relación entre la
presión de Estados Unidos y la celebración de elecciones es Egipto.
También fueron las más transparentemente fraudulentas, pero, a
diferencia del caso palestino, Washington aplaudió más que rechazó
el resultado", dijo Rabbani.
La propagación del
radicalismo a través de las urnas puede ser la ola del futuro en
Medio Oriente. Resulta difícil promover la democracia y luego
cuestionar la elección de la ciudadanía.
Según los criterios
occidentales, la victoria de Hamas no fue una aberración aislada.
Pero obtuvo amplia publicidad por su potencial impacto en Israel, un
aliado de Estados Unidos.
Solomon explicó que el
gobierno de Estados Unidos se ha ganado un amplio odio en Medio
Oriente no por su apoyo a los principios democráticos, sino porque,
en realidad, ha sido una fuerza poderosa contra la democracia en la
región.
"Cuando la
hostilidad hacia las políticas de Estados Unidos se manifiesta en las
urnas, el electorado a menudo se vuelve una fuerza que amenaza con
desbaratar sus aspiraciones políticas en Medio Oriente. Ése es el
tipo de democracia de la que Washington está ansioso de
prescindir", agregó.
Francis Boyle, profesor
de derecho internacional en el Colegio de Leyes de la Universidad de
Illinois, dijo a IPS que el plan de Bush para "democratizar"
al mundo árabe "es una broma y un fraude".
Semejante plan, opinó,
está diseñado sólo "para presionar, debilitar y desestabilizar
a los gobiernos y estados árabes a instancias del régimen genocida
israelí de apartheid, y para mantener la continua campaña de Estados
Unidos en pro del indiscutido control militar y el dominio del petróleo
y el gas del Golfo".
"En las últimas
tres décadas, la política exterior estadounidense hacia todo Medio
Oriente estuvo determinada por el petróleo y por Israel, en ese
orden", agregó.
Rabbani discrepa con la
premisa de que "hay una política estadounidense de promover la
democracia en Medio Oriente".
"Ciertamente hay
un torrente sin fin de retórica, pero examinándola más de cerca,
buena parte consiste en llevarse el crédito por las elecciones, y el
resto en celebrar comicios dudosos escenificados por regímenes para
contener a la población, como si representaran avances hacia una
democracia genuina", señaló.
Y esto sin siquiera
referirse al masivo apoyo que Washington sigue brindando a cualquier
dictador o autócrata en Medio Oriente, dijo Rabbani.
"Hay una relación
excepcionalmente clara entre la política de Estados Unidos en la región
y la creciente fuerza electoral de los partidos y movimientos
islamistas, particularmente los más militantes", expresó.
Dicho de otro modo, la
política de Estados Unidos alienta un apoyo sin precedentes a esas
organizaciones. "Pienso que el caso palestino ofrece un
interesante caso de estudio", afirmó Rabbani.
Solomon dijo que hay
enormes contradicciones entre la retórica prodemocrática del
gobierno de Bush y sus políticas antidemocráticas.
"Y las realidades
en Medio Oriente debilitan a los políticos de Washington, basados
sobre fantasías. Así que la mano de hierro israelí, respaldada por
Washington, puede hacer poco para erradicar un resultado electoral que
refleja la opinión real del pueblo palestino".
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