Entrevista
a Ilan Pappe , historiador israelí
“Israel
está fundado sobre una mentira”
Por
Lluís Amiguet
Argos Is-Internacional, 14/03/06
–Tengo 49 años.
Nací en Haifa en una familia judía europea de padres emigrados judíos
alemanes.y de niño tenía amigos palestinos, algo inusual hoy, porque
los niños sufren un apartheid odioso. Mi padre y mis profesores me
engañaron al contarme la historia de Israel. Soy profesor, aunque por
poco: casi me echan por mis libros, que todavía no encuentran editor
en Israel. Vamos a fundar la Universidad Árabe Israelí. Colaboro con
la Universitat de Barcelona y Casa del Món. A los 18 años hice mi
servicio militar y participé como soldado israelí en la terrible
guerra de 1973 en los altos del Golán.
–¿Fue usted un
buen soldado?
–Cumplí las órdenes.
Mi auténtica crisis comenzó cuando fui a estudiar a Oxford en 1980.
Allí me di cuenta de la mentira.
–¿Qué descubrió?
–Que mi padre me
había engañado y que nos habían engañado a todos en el colegio y
en la universidad: mi padre y mis profesores nos habían repetido una
y mil veces que cuando se fundó el Estado de Israel en 1948 los
palestinos prefirieron irse y eso es mentira. Los archivos que consulté
y los documentos que yo mismo leí demostraban que los palestinos
fueron expulsados por los israelíes con terror, amenazas y violencia.
–Eso estaba
claro para el resto del mundo.
–Pero para
nosotros, no. Hoy en Israel se sigue insistiendo en que los palestinos
se fueron por propia voluntad, pese a que... ¡los israelíes les
pedimos que se quedaran!
–No parece muy
creíble.
–Es la verdad
oficial, cuando en realidad el nuevo Israel aplicó la limpieza étnica
a los palestinos. En mi investigación en Oxford descubrí que el plan
de expulsión israelí fue sistemático. Había más de un millar de
pueblos palestinos y un millón de pobladores palestinos en las
ciudades y es verdad que sólo echamos a 850.000, pero porque la
guerra acabó y aceptaron el estatus final.
–Los terroristas
judíos que incendiaban y mataban palestinos eran Irgun y Stern.
–No sólo ellos.
Todo el movimiento sionista estaba organizado para echar a los
palestinos. Y he documentado cada extremo de lo que digo. Hubo muchas
masacres terribles.
–Por ejemplo,
Deir Yassin.
–Ésa es sólo la más
conocida. Yo creí, como israelí biempensante, que hubo un único
Deir Yassin y que fue obra del Irgun, pero después descubrí que hubo
muchas más masacres y que no sólo las cometió el Irgun.
–¿No era ése
el plan sionista primigenio?
–Teodor Herzl,
fundador del sionismo, ya dice, cuando llega el primer sionista a
Israel en 1882, que no pueden permitir a la población local que se
quede en su nuevo Estado.
–¿Acaso si los
palestinos pudieran, no exterminarían a los judíos a sangre y fuego?
–¡Por supuesto! La
diferencia es que ellos nunca lo han negado: ¡quieren barrernos hasta
el mar! Pero el sentimiento de tener la razón y la hipocresía de
negar, contra la evidencia histórica, que nosotros hiciéramos algo
tan perverso como la limpieza étnica son exclusivamente israelíes.
–También el
poder es sólo israelí, como la fuerza de un ejército invencible.
–Eso de la fuerza y
el poder es muy relativo. ¿Qué puede hacer el ejército israelí
para acabar con lo que consideran "problema palestino"? ¿Tirar
bombas atómicas sobre Belén? ¿Aniquilarlos a todos?
–¿...?
–No hay solución
militar para la seguridad en Israel, porque la seguridad no depende de
muros, fronteras o alambradas. La seguridad es una sensación íntima:
está en cada uno y nace de la justicia. Y sin seguridad no hay
negocios ni prosperidad ni futuro.
–Menos seguridad
tienen los palestinos.
–¡Los terribles
terroristas palestinos! ¿Qué tienen? No tienen nada más que sus
propias vidas para inmolarse. Pero sólo con eso han acabado con la
sensación de seguridad en Israel y con cualquier esperanza de futuro
en la región. El muro de Sharon es el último absurdo económico de
un régimen sin salida. Además de los problemas morales que plantea,
no hay dinero para construirlo.
–El apartheid
sudafricano se colapsó no por ser una atrocidad ética, sino por ser
económicamente ineficiente.
–Es exactamente lo
que le sucederá al apartheid israelí. Es una ruina. Para mantener
este apartheid israelí necesitamos un Estado policial militar
ineficiente para todo lo que no sea mantenernos en guerra perpetua.
Este Estado no sirve para procurarnos prosperidad a los ciudadanos.
–¿Y no podría
haber en Israel un final más o menos feliz como en Sudáfrica?
–Yo edito en el
extranjero porque en Israel tienen miedo a mis libros. Hace un año
casi me echan de la universidad y ya ni cuento las amenazas de muerte.
Mis colegas me dijeron que me apoyaban en privado y les contesté que
su apoyo privado no me servía. Callaron. Sólo habrá paz y
convivencia cuando todos sepamos mirar la verdad a la cara.
–¿Y el proceso
de paz?
–En 1948, el Estado
judío se estableció sobre el 80 por ciento de territorio palestino y
expulsó a sus habitantes. En 1967, el cien por cien ya es Israel.
Ahora, cuando Sharon dice que seamos generosos se refiere a aquel 20
por ciento... ¡que quiere dividir en dos!
–De momento, ni
siquiera les da eso.
–¡Dejan a los
palestinos el 10 por ciento de la que era su tierra y quieren que les
den las gracias! Somos un caso particular de colonialistas que se
quedan para siempre.
–¿No teme que
sus opiniones lo conviertan en un exiliado en su propio país?
–Yo sólo quiero
que los israelíes sean capaces de ponerse en el lugar del otro por un
segundo. Si no lo hacen, no habrá país ni futuro para mis hijos:
vamos derechos al suicidio.
–¿Y usted qué
propone?
–La única salida
no estúpida: reconciliación, paz justa y un Estado que respete
cualquier identidad religiosa y no sólo una. A partir de ahí, puede
llegar la prosperidad.
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