De mal en peor en
Palestina
Por Jesús A. Núñez
Villaverde
Radio
Nederland, 02/06/06
La
Haine, 08/06/06
El último gesto de
Abu Mazen, estableciendo un plazo de diez días para que los
dirigentes de Hamas acepten un plan nacido en las cárceles israelíes
(con Marwan Barghouti como principal impulsor, en su calidad de figura
más atractiva de Al Fatah), parece servir mucho más a los intereses
israelíes que a los de su propio pueblo. (LH)
Inmersos en una
espiral de desestabilización alimentada desde varios frentes, se
suceden los actos violentos en los Territorios Palestinos Ocupados. Si
hace unos días se produjeron manifestaciones, disparos y heridos ante
las propias puertas del Consejo Legislativo palestino, mientras los
diputados estaban reunidos en su interior, hoy bien puede añadirse
cualquier otro acto violento que haga aún más difícil atisbar un mínimo
horizonte de paz en el futuro.
Las condiciones están
dadas. Israel sigue ejerciendo, con el beneplácito internacional,
continuas demostraciones de fuerza, tanto en forma de castigos
colectivos y asesinatos selectivos como de reocupación de la Franja
de Gaza. Las primeras no dejan de sucederse, en un intento inútil de
quebrar la resistencia de la población, de descabezar los escalones
de dirección de los diferentes grupos violentos palestinos y de
amedrentar a su clase política. La reciente reocupación de Gaza,
después de que durante estos últimos meses se hayan registrado
multitud de bombardeos (tanto aéreos como desde los carros de combate
apostados en las inmediaciones de la Franja), demuestra en la práctica
que no ha habido en ningún momento una verdadera retirada, tal como
pomposamente se anunció en el verano pasado, sino tan sólo un
redespliegue para controlar de otro modo la mayor cárcel del planeta,
con 1,5 millones de personas atrapadas en ella sin remisión.
Por su parte, la
administración Bush sigue mostrando al sucesor de Ariel Sharon el
mismo grado de apoyo, al margen de ciertos matices que no empañan el
balance global, a sus planes de definición de las fronteras
definitivas de Israel. Con una escenificación, que ya puede
calificarse de fracasada incluso antes de que se materialice, de una
previsible reunión entre Ehud Olmert y Abu Mazen, el dirigente israelí
cuenta con presentarse ante la opinión pública internacional con el
rechazo de la Autoridad Palestina a sus proyectos para Cisjordania.
Ese obligado rechazo, provocado por la insuficiencia de la oferta a
los palestinos, será aprovechado para sostener que no existe
interlocutor para la paz en el otro bando y, en consecuencia, para
poner en marcha el proceso unilateral de toma de decisiones que
dibujará un mapa que le permita a Israel hacerse definitivamente con
varios bloques de asentamientos (unos 160.000 colonos) y con el valle
del Jordán (evitando que Cisjordania pueda tener frontera directa con
su vecino jordano).
No acaba ahí el
detallado plan israelí. Día a día, desde la victoria de Hamas en
las elecciones legislativas del pasado 25 de enero, se va
desarrollando una estrategia para colapsar totalmente los Territorios.
En esa línea, la paralización en la entrega de los fondos que Israel
recauda en primera instancia de las exportaciones/importaciones
palestinas y de sus trabajadores ocupados en el mercado laboral israelí
(incumpliendo así la obligación de transferirlos a la Autoridad
Palestina, tal como se recoge en el Acuerdo de París de 1995), busca,
con la colaboración de otros actores como Estados Unidos y la Unión
Europea, que los 3,5 millones de palestinos de los Territorios
reconsideren su apoyo a Hamas.
En una situación que
la UNRWA no duda en calificar como de crisis humanitaria, ese
comportamiento está elevando hasta el extremo la frustración y la
desesperación de quienes ni cobran sus salarios desde hace tres
meses, ni pueden encontrar ninguna ocupación, ni tampoco una vía
alternativa para satisfacer sus necesidades más básicas. La pretensión,
apenas velada, es que esa combinación de violencia generalizada y de
colapso financiero justifiquen la convocatoria de unas elecciones
anticipadas, deseadas asimismo por Abu Mazen, con las que poder cerrar
el paso a un actor tan incómodo como el Movimiento de Resistencia Islámica
Hamas.
Por si esto no fuera
suficiente, los propios responsables de la Autoridad Palestina, con
Abu Mazen a la cabeza, han entrado en un juego demencial que les lleva
a retar el poder que Ismail Haniya y sus correligionarios han ganado a
través de las urnas. En estas últimas semanas se está desarrollando
una auténtica lucha por el poder, al margen de lo que los votantes
palestinos han decidido y con el apoyo interesado de Israel, en su
intento por recuperar a Abu Mazen, considerado un líder más maleable
para escenificar la "convergencia" que Olmert tiene en
mente.
El último gesto de
Abu Mazen, estableciendo un plazo de diez días para que los
dirigentes de Hamas acepten un plan nacido en las cárceles israelíes
(con Marwan Barghouti como principal impulsor, en su calidad de figura
más atractiva de Al Fatah), parece servir mucho más a los intereses
israelíes que a los de su propio pueblo. El citado plan apuesta por
un Estado palestino en Gaza, Cisjordania y con Jerusalén Este como
capital, por un gobierno de unidad nacional y por la entrada de Hamas
y la Jihad Islámica en la OLP (identificada como el único y legítimo
representante del pueblo palestino). Si ya es sumamente difícil que
esto sea aceptado por algunos actores palestinos, mucho más lo es que
Israel (que ya se ha apresurado a descalificar el plan) llegue en algún
momento a aceptar otras condiciones como la retirada de sus fuerzas a
las fronteras de 1967, el retorno de los refugiados palestinos y la
liberación de todos los presos palestinos en las cárceles israelíes.
En definitiva,
estamos ante un pulso que el desprestigiado y débil Abu Mazen está
planteando al emergente poder de Hamas para, entre otras cosas, forzar
a este último a que reconozca de facto de Israel. El primero corre el
riesgo de ser visto como un mero subordinado de Israel, en su afán de
borrar del mapa político a Hamas, mientras estos últimos sopesan si
pueden resistir el envite sin poner en riesgo su amplio apoyo popular.
Mientras tanto, la población palestina puede verse obligada a
manifestarse nuevamente (en el referéndum que plantea Abu Mazen si
Hamas rechaza el mencionado plan), con el claro peligro de profundizar
las fracturas internas y aumentar el grado de enfrentamiento entre las
diferentes facciones en lucha. Por su parte, Israel espera como
observador privilegiado que todo esto siga debilitando a sus enemigos,
mientras sigue adelante con su plan de domino total y de negación de
un Estado palestino soberano y viable.
.– Jesús A. Núñez
Villaverde – Co–director del Instituto de Estudios sobre
Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH, Madrid). Fuente:
www.informarn.nl. Comité Democrático Palestino – Chile / 2 de
Junio del 2006
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