Israel:
Historia
de una colonización
Por
Roberto Ramírez y Gabriel Zadunaisky
Revista
de América, Nº 12, diciembre de 1973
Prólogo
de Roberto Ramírez a la reedición de julio de 2006
Este
ensayo fue escrito hace más de tres décadas, poco después de la
llamada "Guerra de Yom Kippur", de octubre de 1973. [1]
Fue editado en Revista de América, una publicación
internacional del PST (Partido Socialista de los Trabajadores) de
Argentina.
Hoy
el mundo es muy diferente. Y también en Medio Oriente han cambiando
muchas cosas. Sin embargo, el tema central del texto que reeditamos,
no era la situación política de ese momento sino una cuestión que
sigue más que nunca vigente: "el
carácter del Estado de Israel, desde los orígenes del movimiento
sionista".
Si
ahora lo rescribiésemos, reelaboraríamos ciertos puntos. Por
ejemplo, en la esfera histórica, las concepciones de Abraham León
sobre los judíos como un "pueblo-clase". Asimismo, el texto está
demasiado volcado a la polémica con el sionismo "de izquierda",
que aún se presentaba entonces como "sionismo socialista", con la
mitología de los kibutz al frente. Este debate hoy es de menor
importancia.
Estas
corrientes sionistas que aparecían con ropaje "progresista" y
hasta "socialista", eran en cierta medida una adaptación
necesaria al ascenso mundial de las luchas sociales y revolucionarias
que caracterizó las décadas del 60 y 70 del siglo pasado. Pero
tiempo después, en los años 80 y 90, cuando la contrarrevolución
capitalista e imperialista obtuvo importantes triunfos, el rostro público
del sionismo y del Estado de Israel pasó a ser finalmente el de
Sharon, el carnicero de Sabra y Chatila. [2]
Asimismo, en estas tres décadas se ha desarrollado
cualitativamente la "simbiosis" entre Israel y el imperialismo
yanqui, que es un elemento fundamental de la presente situación
mundial.
La
relación con EEUU, como historiamos en este texto, estaba en los
cimientos de la fundación de Israel en 1947/48. Sin embargo, hoy esta
relación ha alcanzado características peculiares y más
profundas, que no son exactamente las mismas de la posguerra.
Se ha desarrollado lo que se podría llamar una "simbiosis"
(o la constitución, de hecho, de Israel como el estado Nº 51 de
EEUU).
Esto
ha desencadenado un debate –tanto en la izquierda como en la
derecha– acerca del papel (y el poder) del llamado "lobby
israelí" en la determinación de la política exterior
estadounidense. ¿Quién manda a quién? ¿EEUU a Israel, o Israel a
EEUU? [3]
Como
dijimos, en los 33 años desde la primera edición de este ensayo, no
sólo han sucedido muchas cosas, sino que también la situación económica
y política mundial (y la del Medio Oriente) ha experimentado cambios
trascendentales. La ola reaccionaria iniciada en los 80 por la dupla
Reagan-Thatcher, alcanzó triunfos significativos: desde la restauración
del capitalismo en la ex URSS, el Este y China, hasta las derrotas
infligidas a la clase trabajadora en EEUU, Europa y otros continentes,
que abrieron paso a la configuración neoliberal del capitalismo.
En
relación a Palestina, estos retrocesos se expresaron en los llamados "Acuerdos de Oslo" firmados en 1993,
bajo la batuta de EEUU, entre Israel y la OLP (Organización para la
Liberación de Palestina). Oslo fue un
ejemplo clásico del método de las "concesiones-trampa", de dar
algo para quedarse finalmente con todo.
Israel concedió el
establecimiento en Cisjordania y Gaza –los Territorios Ocupados en
la guerra de 1967– de una "Autoridad Nacional Palestina"
presidida por Yasser Arafat, que carecía de poder real. A cambio de
eso, Arafat, Fatah y la OLP renunciaron al programa histórico del
movimiento nacional palestino: el establecimiento en el territorio de
la Palestina histórica de un solo estado laico, democrático y no
racista, donde árabes y judíos puedan vivir en paz, con igualdad
de derechos. En su reemplazo, Arafat y Fatah,
aceptaron el principio de "dos estados", el Estado de
Israel y un estado palestino en el resto del territorio.
Trece
años después, el balance de Oslo es claro. No hay ningún
estado palestino. Por el contrario, Israel, en permanentes operaciones
de "limpieza étnica", fue expulsando a la población autóctona
hasta encerrarla en tres o cuatro guetos rodeados de un muro de 8
metros de altura, donde vive en condiciones atroces (ver mapa). Esos
guetos, como el de Gaza, han sido bien bautizados como "la mayor
prisión a cielo abierto del mundo".
En el nuevo territorio robado, los sionistas fueron estableciendo
colonias, además de apoderarse del 100% del suministro de agua
potable de toda Palestina.
Pero
a finales de los 90 y en los primeros años del siglo XXI, el péndulo
comenzó a moverse mundialmente en sentido opuesto. Las aventuras
de Bush para convertir a EEUU en un "super-imperialismo" que
tuviese una absoluta hegemonía mundial, fueron fracasando. Por el
contrario se ha abierto una "crisis de dominación" del
imperialismo yanqui que es notoria, por ejemplo, en América Latina,
considerada por EEUU como su patio trasero.
El
equipo "neoconservador" de intelectuales, políticos y
administradores que llevó a Bush a la presidencia, había formulado
el "Proyecto para el nuevo siglo norteamericano" un programa
global para hacer de EEUU lo que podríamos llamar un "super–imperialismo", que dominaría al mundo sin rivales
durante todo el nuevo siglo, como mínimo. Este plan de acción "hegemonista" viene fracasando. Éste es el hecho que tiñe
la presente situación mundial.
Sin
embargo, hay que distinguir cuidadosamente entre este fracaso de la
administración Bush y el poderío "estructural", económico
y militar, que aún conserva el imperialismo yanqui. El desastre
de Bush ha abierto una situación política mundial de "crisis de
dominación" de EEUU, pero no todavía una debacle "orgánica",
de este imperialismo.
Este
plan hegemonista mundial tiene como centro geopolítico una "remodelación"
neocolonial de Medio Oriente –lo que Condolezza Rice llama el "nuevo Medio Oriente"–. La gran apuesta de esta aventura fue
Iraq. No necesitamos recordar cómo les ha ido. Sin embargó, todavía
Irak no ha finalizado en un derrumbe como el de Vietnam en 1974/75.
Es
en este marco mundial y regional que hay que ubicar el redoblado
salvajismo de Israel, tanto contra los palestinos como ahora contra
sus vecinos libaneses.
Hay,
entonces, un contexto que hace muy inestable la situación mundial y
en particular la del Oriente Medio. Allí Bush quiso poner los
cimientos del "nuevo siglo norteamericano". Su fracaso puede
derivar en coyunturas explosivas y muy peligrosas, sobre todo si el
gobierno de Bush o alguno de sus socios criminales, como Israel, opta
por salir del paso "huyendo hacia adelante", desatando nuevas
guerras y genocidios.
Es
que EEUU (y el enclave imperialista llamado "Israel") pueden
tratar de revertir esta coyuntura de crisis motivada por el
fracaso de Irak, llevando las cosas al terreno militar (que es donde
se sienten y son más fuertes). Ganar una guerra en Líbano, para "compensar" el desastre de Irak: ¿es ésa la última movida
para lograr el "nuevo Medio Oriente"?
Introducción
de la primera edición de 1973
El
tema central de este trabajo es el carácter del Estado de Israel,
desde los orígenes del movimiento sionista hasta el papel que cumple
hoy día en el escenario político y social de Medio Oriente. Nos
hemos entonces, circunscrito casi exclusivamente a la trayectoria del
sionismo en Palestina.
Con
respecto a la actual situación de Medio Oriente, no se puede tomar
una posición correcta, sin antes haber precisado el carácter del
Estado de Israel y de su rolu. Dada la monumental acumulación de fábulas,
verdades a medias o mentiras completas que sobre este tema nos sirven
diariamente desde la prensa imperialista, nos pareció necesario
remontamos hasta los orígenes de la corriente colonizadora que trajo
como consecuencia la fundación de Israel y ha motivado más de
treinta años de luchas sangrientas en esa zona vital del planeta.
Antes
de entrar a considerar la trayectoria del sionismo, en especial del
sionismo en Palestina, es necesario decir algunas palabras sobre la
situación particular por la que atravesaban los judíos en Europa
desde mediados del siglo pasado, ya que en ese marco histórico nace
el movimiento sionista.
No
hay quizás un tema histórico sobre el que se haya fabulado tanto
como el de la "supervivencia" de los judíos a través de los
siglos. Se ha tratado de explicar este fenómeno apelando a diversos
mitos: desde las características de la religión hebrea, hasta las fábulas
de carácter racista (es decir, que los judíos constituirían una "raza" con características especiales que los mantendrían
inmutables en cualquier circunstancia histórica).
El
marxismo ha despejado estas marañas mitológicas. Marx,
primero, y luego investigadores como Abraham León
han analizaron las causas materiales e históricas de esta "originalidad" del pueblo judío. Estas causas son terrenales y
no tienen nada que ver ni con Jehová, ni con una supuesta "esencia" racial inmutable a través de las edades, como
suponen tanto los antisemitas como los sionistas.
En
las sociedades precapitalistas, los judíos constituyeron una clase
social; o mejor dicho, un pueblo-clase. No son el único ejemplo en la
historia: los gitanos, por ejemplo, constituyeron también un
pueblo-clase.
En
esas sociedades, los judíos representaban las formas "prehistóricas"
del capital. En la sociedad feudal, por ejemplo, las dos clases
principales (clases de carácter "estamentario") son los señores
feudales (nobles o curas) y los siervos de la gleba. Los siervos
trabajaban la tierra y debían entregar parte del producto al señor
feudal, así también dedicar una parte de su tiempo a laborar en las
tierras del señor. La mayor parte de lo producido era directamente
consumido o usado, ya sea por el señor y los curas o por los siervos.
No era para vender o cambiar el producto en el mercado y obtener una
ganancia.
Se
trataba fundamentalmente de una sociedad productora de valores de uso
y no de valores de cambio (como es la sociedad capitalista). El cambio
y el dinero, sin embargo, existían, y tenían su importancia. Pero el
cambio era la excepción, no la regla. La compra-venta y el préstamo
de dinero se desarrollaban relativamente al margen del modo de
producción de esas sociedades productoras de valores de uso. Por eso
eran ejercidos por "extranjeros", por pueblos-comerciantes (judíos,
lombardos, etc.). Pueblos-clase que, como decía Marx de los judíos,
existían "en los poros" de la sociedad productora de valores de
uso. Los judíos, para Abraham León, serían la supervivencia de una
vieja clase mercantil y financiera pre-capitalista.
Con
esas relaciones materiales se entrelazaban las relaciones
institucionales y las ideologías (imprescindibles para garantizar su
reproducción): autoridades comunitarias, una religión"
especial", el mito de considerarse descendientes del primitivo
pueblo hebreo que habitaba en Palestina al principio de nuestra era,
etc. Estas "superestructuras" ayudaba a mantener la cohesión del
pueblo-clase y la reproducción de sus relaciones sociales, pero, al
mismo tiempo, como toda ideología, falseaba la verdadera naturaleza
de su existencia.
La
función de los judíos como pueblo-clase no sólo explicaría su
supervivencia, sino también su asimilación. Abraham León prueba con
enormidad de datos que, en los lugares y las épocas donde los judíos
perdían ese carácter de pueblo-clase, tarde o temprano su
superestructura ideológica e institucional se derrumbaba y terminaban
asimilándose.
También
esto explica por qué no hay unidad "racial" entre los judíos:
fueron numerosos los casos de conversión, a veces masiva, al judaísmo.
Eso explica que haya habido judíos de "raza" mongólica en el
Daghestán, judíos negros (los falasha) en Etiopía, judíos árabes
en el Islam y judíos de origen eslavo y hasta turco (como los khazars
del sur de Rusia y el norte del Caúcaso que ante las presiones del
Imperio Bizantino y de los estados islámicos, decidieron masivamente
convertirse al judaísmo). El mito de la descendencia común de
Abraham o de los habitantes de Palestina a principio de nuestra Era,
no resiste al menor examen.
Al
desarrollarse el capitalismo, la vieja clase comercial pre-capitalista
judía se le fueron disolviendo las bases materiales de su existencia
como pueblo-clase. En Europa Occidental, especialmente en Inglaterra,
donde más tempranamente se desarrolla el modo de producción
capitalista, los judíos comienzan en forma natural a asimilarse. Este
proceso hubiera sido general –con el retardo lógico que imponen las
rémoras religiosas, familiares, etc.– si el capitalismo europeo en
su conjunto hubiese seguido tras los pasos de sus regiones más
avanzadas. Pero este proceso "natural" de asimilación se "atasca" en el resto del continente y en especial en la atrasada
Europa Oriental.
En
el siglo XIX, nace el moderno imperialismo, y en el siglo XX se abre
una era de guerras y revoluciones. El capitalismo, al entrar en su
edad senil, no puede resolver los problemas que no alcanzó a
solucionar en su juventud... entre ellos el "problema judío" en
Europa.
Así,
en Europa Oriental, las masas judías comenzaron a enfrentar en la
segunda mitad del siglo XIX situaciones difíciles. Por un lado, el
desarrollo capitalista –como hemos señalado– destruía sus viejas
formas de existencia como pueblo-clase. Pero, por otro lado, el
capitalismo europeo ya era incapaz de asimilar a los judíos a la
burguesía y las clases medias, en forma "natural", como había
sucedido en Inglaterra, por ejemplo.
El
desarrollo del moderno antisemitismo europeo, que culminaría con el régimen
nazi, tiene que ver en parte con este problema. Sale fuera de los
marcos de este estudio, analizar esta monstruosa erupción de racismo.
Señalemos únicamente que el antisemitismo moderno –aunque retomaba
ideologías medievales– tenía un contenido real muy distinto. Se
manifestaba en el contexto de crisis sociales y políticas del moderno
capitalismo, incapaz de resolver "pacíficamente" el atraso y el
desarrollo desigual de amplias regiones de Europa y conciliar las
rivalidades interimperialistas que iban a llevar finalmente a las
guerras mundiales de 1914-18 y 1939-45. El antisemitismo era también
parte de la política de algunos regímenes imperialistas, a los que
convenía usar a los judíos como blanco para desviar el descontento
de las clases medias e incluso de sectores atrasados de la clase
obrera.
Frente
a su dramática situación, las masas judías en Europa, en especial
en Europa oriental, tenían diversas opciones políticas. El marxismo
que ejercía una gran atracción sobre ellas, planteaba la solución
del problema judío en los términos de la lucha contra el capitalismo
y por el socialismo.
El
socialismo planteaba a las masas judías oprimidas del este de Europa
fusionarse con la clase trabajadora y sus luchas. Para las masas judías
miserables de Polonia, Ucrania o Rusia ya estaba cerrado el camino que
habían seguido sus correligionarios más afortunados de Inglaterra o
Francia: el camino de su asimilación como burgueses o pequeñoburgueses
en los marcos del capitalismo. Pero sí podían y debían asimilarse a
los trabajadores en la lucha por el socialismo.
Mientras
el Imperio Zarista estimulaba los choques de rusos contra polacos o
ucranios, y de todos contra los judíos, mientras el Imperio Austro-Húngaro
hacía lo mismo en el mosaico de pueblos que dominaba, los marxistas
revolucionarios llamaban a la unidad de todos los trabajadores (de
cualquier lengua, nacionalidad o "raza") para luchar contra
esos regímenes y contra toda la burguesía imperialista europea. El
fin del capitalismo en Europa y la instauración del socialismo, no
solamente habrían de terminar con la explotación de una clase por
otra, sino también con toda forma de opresión: sea nacional, de
sexo, racista, etc. El socialismo terminaría con la "cuestión judía"
que el capitalismo se mostraba incapaz de solucionar. [8]
(2)
Fueron
así numerosos los obreros, estudiantes e intelectuales de origen judío
que ingresaron a las filas socialistas y se asimilaron a los
trabajadores de sus países. Trotsky, Rosa Luxemburgo, Kamenev,
Zinoviev, Radek, Leo Jogiches, son sólo unos pocos nombres entre
cientos de miles.
Pero
el viejo pueblo-clase -como ya hemos señalado- bajo las condiciones
del moderno capitalismo era cada vez menos homogéneo. Si, por un
lado, muchos judíos proletarizados, estudiantes e intelectuales y
sectores de clase medida pobre se fusionaron con el movimiento
socialista y revolucionario, por la otra punta se hallaban señores
como los Rothschild, el Barón Hirsh, y otros multimillonarios
hermanados a la burguesía imperialista de los diversos países
europeos. De una punta a la otra, se escalonaban las distintas capas
burguesas, pequeñoburguesas, semiproletarias, etc. Esto daba la base
social para otras opciones políticas que, por supuesto, nada tenían
que ver con el socialismo revolucionario. Más bien serían sus enemigas.
Entre las salidas burguesas o pequeñoburguesas a la "cuestión judía", las más
importantes serían el sionismo y el bundismo.
Los
bundistas [9]
surgieron en Rusia y otros países del Este europeo como una rama de
la socialdemocracia. El Bund, supuestamente socialista y teóricamente
revolucionario, era en verdad un reflejo del nacionalismo burgués en
el seno del proletariado judío.
Con
diversos argumentos, entre ellos el de mantener la "cultura
nacional", sostenía que los obreros judíos debían organizarse
aparte de los obreros rusos, polacos, etc. El Bund le hacía el juego
a la burguesía al dividir a los trabajadores de cada fábrica o
ciudad según su origen nacional o "racial".
La
base social del Bund la constituían los sectores artesanales,
semiproletarios u obreros de pequeños talleres, especialmente de la
industria del vestido y la peletería. Era un vasto sector con un pie
en el viejo gueto y otro en el proletariado industrial moderno. Esto
se reflejaba en la ideología del Bund, que por un lado se
reivindicaba marxista, y por el otro negaba el internacionalismo al
levantar barreras entre los obreros de distinto origen.
Este
carácter contradictorio (relacionado con una contradicción real de su
base social) determinaba que, a pesar de su capitulación al
nacionalismo burgués, el Bund no planteara que los trabajadores judíos
debían apartarse de la lucha de clases y ponerse a las órdenes de
Rothschild para
marchar a colonizar Palestina u otro territorio. Esta tarea le
estaba reservado al sionismo.
Surge
el movimiento
sionista
En
el mismo año (1897) en que era fundado el Bund, se realizaba en
Basilea (Suiza) el Congreso de fundación de la Organización
Sionista. Esta tenía su prehistoria:
"La
rápida capitalización de la economía rusa –dice Abraham León–
luego de la reforma de 1863, hace insostenible la situación de las
masas judías en las pequeñas ciudades. En Occidente, las clases
medias, desmenuzadas por la concentración capitalista, comienzan a
volverse contra el elemento judío cuya competencia agrava la situación.
En Rusia, se funda la asociación de los «Amantes de Sión». Leo
Pinsker escribe «Autoemancipación», libro en el que
preconiza el retorno a Palestina, como única solución posible a la
cuestión judía.
"En
París, el barón Rothschild, que como todos los magnates judíos ve
con poca simpatía la llegada a Occidente de los inmigrantes judíos
de Europa oriental, comienza a interesarse en la colonización judía
de Palestina. Ayudar a esos «hermanos infortunados» a volver al país
de sus «antepasados», es decir, a que se fueran lo más lejos
posible, no tenía nada de desagradable para la burguesía judía
occidental que con razón temía el ascenso del antisemitismo. Poco
después de la aparición del libro de Leo Pinsker, un periodista judío
de Budapest, Teodoro Herzl, asiste en París a las manifestaciones
antisemitas provocadas por el proceso Dreyfus. Escribirá «El
Estado Judío» que hasta hoy sigue siendo la Biblia del
movimiento sionista." [10]
Aunque
la Organización Sionista iba a disputar los mismos sectores sociales
que el Bund e incluso que el socialismo revolucionario, su carácter
de clase era marcadamente distinto: aparecía como el programa de
un sector de la gran burguesía judía, sector que terminaría
siendo dominante dentro de ella.
Los
apologistas del sionismo tratan de oscurecer este hecho argumentando
que, en sus inicios, la mayor parte de la gran burguesía judía era
asimilacionista y no apoyaba al sionismo. Eso es verdad, pero únicamente
prueba que, como sucede siempre con toda idea nueva de cualquier clase
social, al principio sólo es patrimonio de una minoría. Lo que hay
que preguntarse es si históricamente –es decir, a largo plazo– el
sionismo terminó siendo la ideología y la política del conjunto de
la gran burguesía judía, especialmente de las más poderosa, la que
forma parte de la burguesía imperialista de
Estados Unidos.
Se
aduce que los pioneros de la colonización palestina eran artesanos,
pequeños comerciantes pobres, gentes en fin de las que se puede decir
cualquier cosa menos que tenían una abultada cuenta bancaria. De esa
forma tratan de dar una imagen "plebeya" y hasta "obrera" y "socialista"
de los orígenes del sionismo. Se nos presentan
las figuras de Pinsker, un humilde soñador, de Herzl, un simple
periodista que se convierte en el segundo Moisés, de Borojov, "socialista" y
"marxista", etc.
Por
supuesto que no entraba en los planes del Barón Edmund de Rothschild
y de otros caballeros como él, trasladarse personalmente a trabajar
la tierra en Palestina. Pero eso no significa nada en cuanto a la
caracterización de clase del sionismo. La clave era ¿a quiénes le
convenía que los humildes y desesperados sastres, buhoneros y
desocupados de Varsovia o Lublin fueran fletados a Tierra Santa?
Eso es lo que Abraham León señala.
Si
hay alguna duda de lo que significaba esto en relación a la situación
europea, es el propio Herzl quien se encarga de despejarla: uno de sus
temas obsesivos es que la emigración de judíos a Palestina es la
única garantía de que no serán captados por los "partidos
subversivos".
Herzl
se entrevista con Guillermo II, Emperador de Alemania. ¿De qué
hablan?: "Herzl expuso su proyecto en líneas generales. Conversaron
luego sobre el problema judío, el caso Dreyfus, la influencia de
Alemania en el Oriente y el provecho que podía sacar de la solución
del problema judío, el cual, si no fuera solucionado, empujaría
–como Herzl no dejó de recalcar– a los judíos a los partidos
subversivos. El Kaiser pareció estar convencido." [11]
Herzl
habla ante el primer Congreso Sionista: "Si, finalmente, el gobierno
de Rusia permanece neutral, los judíos se ven sin protección en el régimen
existente y se pasan a los partidos subversivos... El sionismo
es, sencillamente, el pacificador." [12]
El
Imperio Zarista era ferozmente antisemita. Una de sus costumbres,
cuando había perturbaciones sociales o políticas, era la organización
de "pogroms", grandes cacerías de judíos. Pero la preocupación
de Herzl es impedir que los judíos se unan a los partidos que quieren
derribar ese régimen sanguinario.
Esta
función del sionismo como "pacificador" y obstáculo para que
los judíos "se pasen a los partidos subversivos" es lo que
permite a Herzl llegar a acuerdos con los personajes más siniestros
del Imperio de los Zares, tales como Plevhe, el conde Whitte o Ivan
von Simonyi, todos ellos antisemitas notorios y organizadores de
pogroms.
"«Hasta
ahora, mi partidario más ardiente es el antisemita de Presburgo, Ivan
V. Simonyi...», escribe Herzl el día 4 de marzo de 1896".
Posteriormente,
en vísperas de la primera revolución rusa, Herzl llega a Petrogrado
y hace un acuerdo con Plevhe, ministro del Zar... y declarado antisemita:
"Celebré mucho la oportunidad que se me ofreció
–informa luego Herzl al VI Congreso Sionista– para entrar en
contacto con el gobierno de aquel país [Rusia], y puedo decir que
encontré comprensión para las aspiraciones sionistas, escuchando
también las manifestaciones de buena voluntad de hacer algo decisivo
para nosotros... . En cuanto al movimiento sionista, se me hicieron
mayores promesas. Puedo decirles a ustedes que el gobierno ruso no
tiene la intención de poner trabas al sionismo, con tal que éste
conserve su carácter tranquilo y legal. Además, el gobierno ruso está
dispuesto a contribuir a los gastos de una emigración dirigida por
nosotros los sionistas."
¿Qué
intereses podía representar un movimiento como el sionista que, a las
puertas de la revolución, lograba el milagro de que el gobierno
zarista –antisemita feroz y que reprimía incluso a los partidos
burgueses democráticos– le permitiera no sólo funcionar sin "trabas", sino que además
"contribuía a sus gastos"? Y
esto lo conseguía el sionismo de un régimen mundialmente famoso por
organizar pogroms contra los judíos.
Esto
permite ubicar al naciente sionismo en el espectro de la política
europea. Si se hubiera reducido a eso, habría pasado a la historia
como uno de los tantos partidos reaccionarios que pululaban en el
Centro y el Este del viejo continente. Pocos sabrían hoy de su
existencia. Pero el programa sionista no se reducía únicamente a
apartar a las masas judías de la lucha de clases en Europa (y por
consiguiente de los "partidos subversivos"); su otra cara era
trasladar a esas masas fuera de Europa para constituir un Estado
Judío.
La
historia del sionismo según los sionistas (de izquierda)
Los
defensores del sionismo, especialmente sus apologistas de "izquierda", reivindican precisamente esta otra cara. Aceptan
que Herzl y el movimiento sionista no eran precisamente un factor
progresivo en la política europea, pero argumentan que eso es
secundario frente a un hecho esencial: el sionismo sería el movimiento
de liberación nacional del pueblo judío. Un movimiento nacional
similar, en última instancia, al que logró la independencia de
Argelia o de la India, de los países de África negra o de Indonesia,
etc.
Esos
"movimientos nacionales" generalmente no están dirigidos por el
proletariado ni sus organizaciones políticas son marxistas
revolucionarias, pero los socialistas consideramos que esas luchas por
la independencia, la "autodeterminación nacional", deben en
general ser apoyadas.
Así,
Lenin y Trotsky sostuvieron, por ejemplo, la lucha por la
independencia nacional de Turquía, a pesar de estar dirigida por la
burguesía y con anticomunistas como Kemal Ataturk a su frente. De la
misma manera, apoyaron la lucha del Afganistán contra el imperialismo
inglés, a pesar de que su dirección ni siquiera era burguesa sino "feudal". ¿Era acaso más progresivo el Emir
"feudal" de
Afganistán que el burgués Teodoro Herzl?
Por
otra parte, continúa la argumentación sionista, después de Herzl,
la dirección del movimiento sionista fue tomada en Palestina por los
pioneros, los ex artesanos y pequeño burgueses del gueto, convertidos
en obreros y campesinos en su propia tierra.
"El
sionismo, sociológicamente hablando –dice Dov Barnir, dirigente del
MAPAM, partido sionista de «izquierda»– fue un movimiento de la
pequeña burguesía pauperizada, que, por su propia esencia y sus
actividades, de hecho, tuvo dos objetivos: la proletarización de las
masas judías y la organización de su productividad. Venid a Israel y
mirad: Veréis un millón de trabajadores judíos –con sus familias,
un millón y medio de personas– que abandonaron el negocio,
descendieron a las minas, manejan el martillo y trabajan la tierra. ¿Es
esto «burgués»?
"Cuando
el movimiento sionista, ampliamente democrático, crea una coalición
de partidos (que nada tienen que ver con las coaliciones
gubernamentales israelitas), ¿será eso una «connivencia» con la
burguesía, en un momento que en que los «frentes únicos» del
Tercer Mundo no reconocen... diferenciación social?... No olvidemos
que, desde los años treinta, el movimiento sionista mundial se
encuentra bajo una hegemonía obrera..." [15]
(se refiere a que está dirigido por partido laborista MAPAI).
Y
añade más adelante: "El propio Mao Tse Tung no desdeñó ni rechazó,
en la hora de la liberación nacional, la ayuda de partidos
normalmente llamados burgueses... En el caso particular de las
naciones modernas, discriminadas u oprimidas, el proceso parece ser el
siguiente: quien dice opresión, dice movimiento nacional de liberación;
quien dice movimiento nacional, dice coalición nacional; y quien dice
coalición nacional, progresista y no reaccionaria, dice hegemonía
indispensable para la clase obrera y campesina. Fue ésta, en sus
grandes líneas, la historia del sionismo." [16]
Veamos
más en detalle cómo habría sido –siempre de acuerdo a los
sionistas– la historia de este "movimiento de liberación
nacional": el pueblo judío, dispersado por la ocupación romana
de Palestina, habría deseado constantemente volver a esa tierra, a la
cual tiene más derecho que nadie, según fundamentan los textos bíblicos.
[17]
No
se explica por qué durante dos mil años no intentó regresar, a
pesar de que tenía muy posibilidades para hacerlo, especialmente
durante la Edad Media, en que los judíos gozaban de una posición
privilegiada en el mundo árabe y se llevaban muy bien con el Islam.
Sea
lo que fuere, en la segunda mitad del siglo XIX, motivado por el
crecimiento del antisemitismo en Europa, se concreta el sionismo como "movimiento de liberación nacional". Comienza a organizarse la
emigración a Palestina. Este país, según los sionistas, se hallaba
en un estado deplorable, vacío o casi vacío:
"Vastas
regiones del país permanecían inexploradas y pertenecían a señores
feudales ausentes. Estaban infestadas de malaria y, aparte de algunas
tiendas dispersas de beduinos, estaban deshabitadas y, por
consecuencia, disponibles." [18]
"Se
codeaban en Tierra Santa núcleos heterogéneos, musulmanes (shiitas y
sunnitas), cherquizes, maronitas, cristianos, griegos ortodoxos. De
hecho, algunas familias de campesinos judíos nunca habían abandonado
el país después de la destrucción del Segundo Templo y mantenían
en Galilea dos aldeas tradicionales. Fue para una tierra sin pueblo
que lentamente, a fin del siglo pasado, se comenzó a encaminar un
pueblo sin tierra." [19]
Según
los sionistas, este pueblo regresaba a su tierra para trabajarla y de
ninguna manera pensaba explotar –como hacen los colonialistas– la
mano de obra de los árabes: "En una colonia, el indígena trabaja y
no posee, mientras que el colono posee y no producen. En el Estado de
Israel, los judíos poseen la tierra y la cultivan ellos mismos, al
mismo tiempo que los árabes poseen también sus tierras y las
cultivan igualmente ellos mismos." [20]
En
1917, el gobierno inglés, en retribución a los servicios científicos
prestados por el gran químico sionista, el Dr. Weizmann, emitió la "Declaración de Balfour", donde se reconocía el derecho a
establecer en Palestina un "Hogar Nacional" para el pueblo judío.
Según el Dr. Weizmann, fue "un acto único de conciencia
mundial". [21]
Sin
embargo, el imperialismo inglés, muy pronto se arrepintió de este "acto de conciencia", poco frecuente en él, y, bajo el
"Mandato" de la Sociedad de Naciones, convirtió a Palestina en
una colonia. El sionismo desarrolló, entonces, una lucha
antiimperialista que culminó en una "guerra de liberación antibritánica":
"el Estado de Israel surgió... de una colonia británica y no de un
Estado árabe". [22] "La lucha de los judíos contra el colonialismo británico
fue una lucha antiimperialista, asistida por la Unión Soviética." [23]
En esa lucha –según los sionistas– se forjó un "ejército de
liberación nacional" o "milicia popular": la Haganá.
Lamentablemente
los árabes fueron lanzados contra los israelíes y hubo que luchar
también con ellos. ¿Por qué sucedió esto, según los sionistas?:
El pueblo árabe estaba bajo la influencia de sus señores "feudales" [24]
y gobiernos reaccionarios que eran movilizados por el imperialismo
británico y también por el nazismo: "La sociedad árabe era
semifeudal, gobernada por propietarios y jefes religiosos. La población
judía representaba un factor de modernización, introducía
estructuras económicas y sociales capitalistas y, al mismo tiempo,
elementos de tenor socialista." [25]
Además, traía el sindicalismo, bajo la forma de la gran central
obrera Histadrut.
Según
los sionistas, al comprar sus tierras a los grandes señores árabes,
estaban produciendo una verdadera revolución agraria: "¿Vamos a
tomar partido por el antiguo feudalismo árabe, y deplorar que no haya
sido una revolución árabe sino una revolución judía la que pacíficamente
destruyó al feudalismo?" [26]
El
hecho desgraciado es que, soliviantados por la propaganda reaccionaria
de los feudales sostenidos por el imperialismo inglés, los árabes se
opusieron a la resolución de las Naciones Unidas que impuso en 1947,
la partición de Palestina y la creación del Estado de Israel, por un
lado, y de un Estado Palestino árabe, por el otro. Se desató la
guerra civil y además Israel fue invadida por cinco Estados árabes.
Pudo vencerlos, entre otras cosas, por la ayuda de la Unión Soviética
y demás países socialistas que habían apoyado la partición. Ellos
abastecieron de armas a Israel. "La guerra de 1948 fue emprendida
por los regímenes árabes feudales y reaccionarios para evitar el
progreso social en la región." [27]
Israel
venció a los feudales, pero, lamentablemente, se creó el problema de
los refugiados, Muchos palestinos, enceguecidos por la propaganda de
los gobiernos árabes, dejaron el país esperando volver detrás de
los ejércitos árabes victoriosos. Al ser estos derrotados, no
pudieron regresar. Por otra parte, los Estados árabes se apoderaron
de la mayor parte del territorio que le hubiera correspondido al
Estado Palestino, el cual, por culpa de ellos, no pudo ser creado.
Desde entonces, los refugiados viven en campamentos miserables en
Jordania, Líbano, etc.
"Es
cierto que los campamentos de refugiados árabes son un escándalo y
una vergüenza, estigma de la violencia utilizada contra las
poblaciones civiles: pero son una vergüenza para los árabes, no para
los judíos. Son una violencia injusta que se arrastra desde hace
veinte años, pero es impuesta a los árabes por los árabes, no por
los judíos." [28]
¿Cómo
es que son tan malos los árabes con sus paisanos? Porque –contesta
Misrahi– "precisan mártires" [29] "¿En realidad, a los árabes les falta territorio?
¿Les faltan tierras que les permitan integrar a los refugiados?" [30]
Concluyen los sionistas que, si no lo hacen, es porque no quieren.
Así,
de acuerdo a estos sionistas, desde 1948, Israel va construyendo una
sociedad casi socialista; de un socialismo muy singular, si se quiere,
pero socialismo al fin. "El socialismo es un proyecto en los países
árabes, y una realidad en Israel." [31]
Los Kibbutzim (granjas colectivas) son el más grande ejemplo de esa
marcha al socialismo. "Los Kibutzim nunca utilizan ningún
asalariado exterior al Kibutz, para no explotar a ningún
trabajador." [32]
El rol fundamental que juega la poderosa central obrera (la Histadrut)
también daría fe de lo que dicen los sionistas.
Desgraciadamente
este peculiar socialismo no puede construirse en paz. Los árabes se
obstinan en mantener un estado de guerra permanente: "Las
revoluciones antifeudales «progresistas» de los países árabes, en
lugar de reconocer su común interés con Israel en el desarrollo
progresista, siguieron y endurecieron los procedimientos chauvinistas
de los regímenes feudales." [33]
Así,
en 1956, las incursiones de los guerrilleros palestinos obligaron a
Israel a invadir el Sinaí, en momentos en que Nasser acababa de
nacionalizar el Canal de Suez. Israel debió aliarse en ese momento a
Inglaterra y Francia para atacar Egipto, pero no por motivos
imperialistas (como ser que el Canal volviera a manos de la Compañía
anglo-francesa que Nasser nacionalizaba), sino para destruir los nidos
de guerrilleros.
En
1967 sucedió algo parecido: 100 millones de árabes se aprestaban a
caer sobre 2,5 millones de israelíes y "arrojarlos al mar"...
¡y se repito el milagro de David venciendo a Goliath!
Según
los sionistas, todas las acciones del Ejército de Israel han tenido
siempre el mismo carácter: son defensivas o "preventivas". Las
incursiones a los campamentos palestinos tienen la misma razón,
aunque "Al-Fatha no comprenda más que unos centenares de
temerarios" . [34]
Ellos dicen representar a un "pueblo palestino". ¿Pero, se puede
hablar realmente de "pueblo palestino"? : "Desde el punto de
vista jurídico, no existe el pueblo palestino. Desde el punto de
vista sociológico, no soy un especialista, pero no estoy seguro que
así sea... y o no concibo seriamente el concepto de «pueblo
palestino»." [35]
Finalmente,
digamos que para los sionistas, es falso que Israel sea la cabeza de
puente de los EEUU en Medio Oriente. Israel nació fundamentalmente
apoyada por la URSS, y no por EEUU. Si ha tenido después que
sostenerse en Norteamérica, ello se debe –según los sionistas– a
que la URSS comenzó a coquetear con los regímenes árabes después
de 1950.
Los
extraños comienzos de un "movimiento de liberación nacional"
Hasta
aquí hemos visto la historia de Israel, narrada por el sionismo; o, más
bien, por la "izquierda" sionista, ya que el ala derecha, un
Gral. Dayan, por ejemplo, no se toma el trabajo de pasar por "antiimperialista" ni
"socialista". Pero estas "historias" sionistas sólo prueban una cosa: que la capacidad de
mentir es infinita.
Regresemos
a los inicios del movimiento sionista. Es decir, a finales del siglo
XIX, en que comienza la emigración a Palestina y se plasman la
ideología, la política y la organización del sionismo.
Es
totalmente mitológico hablar de "sionismo" antes de esa fecha,
aunque algunos digan que el sionismo habría sido fundado -¡crease o
no!– por Moisés en persona cuando salió de Egipto. [36] Por supuesto que esto no se puede tomar en serio. Se
trata de uno de los tantos mitos nacionalistas, como el de Rómulo y
Remo en Italia, por ejemplo. Sin embargo, lo hemos citado no para reírnos
sino por una razón más seria: detrás de leyendas como éstas se
quiere esconder el verdadero marco histórico en que se inicia el
sionismo: este marco es el de la expansión colonial de Europa
en Asia y África.
"Hemos
visto –dice Lenin– que el período de desarrollo máximo del
capital premonopolista, el capitalismo en el que predomina la libre
competencia, abarca de 1860. a 1880. Ahora vemos que es justamente
después de este período cuando comienza el enorme «auge» de las
conquistas coloniales, se exacerba hasta un grado extraordinario la
lucha por el reparto territorial del mundo. Es indudable, por
consiguiente, que el paso del capitalismo a la fase de capitalismo
monopolista, de capital financiero [es decir, a la fase imperialista,
N. de la R], se halla relacionado con la exacerbación de la lucha por
el reparto del mundo. [37]
¿
Qué tiene que ver esto con el sionismo? ¿Cómo es posible relacionar
la expansión colonial del imperialismo europeo con las esperanzas del
humilde artesano, o el estudiante pobre, que en los guetos de Europa
Oriental comenzaban a soñar con tener un país en que no fueran
humillados y perseguidos?
Cuando
hablamos de la expansión colonial europea, las imágenes que nos
hacemos son las de la poderosa flota inglesa "dueña de los
mares", los cañones de los ejércitos del Kaiser, la Legión
Extranjera de la "libre Francia" dedicada a la caza de árabes
en el norte de Africa, o los cosacos del Zar expandiéndose por el
Asia. Es difícil, en principio, incluir en esto al pequeño
comerciante de Kishinev que vivía temblando ante la posibilidad de un
pogrom. Pero había un hecho objetivo, –como dice Rodinson– "un pequeño
detalle, aparentemente sin importancia: Palestina estaba
ocupada por otro pueblo." [38]
Leyendo
la Biblia del sionismo –"El Estado Judío" de
Teodoro Herzl– se puede apreciar muy bien el "pequeño
detalle" de que señala Rodinson. Herzl habla allí de todo,
establece desde el horario y los turnos de trabajo, hasta cómo serán
las viviendas, el color de la bandera, etc. Pero hay una sola
palabra que no figura en el libro de Herzl; es la palabra: "árabe".
Este
intelectual europeo de fines del siglo XIX, resolvía minuciosamente
en su libro todos los problemas que preveía para la fundación del
nuevo Estado y su funcionamiento. ¿Es casual que se haya
olvidado de tratar el problema de que Palestina ya estaba habitada
(y no por judíos) y que esos habitantes podían tener algo que opinar
al respecto?
Si
Palestina hubiera sido, en esos momentos, el territorio de una gran
potencia, ¿Herzl se hubiera planteado o no la cuestión de sus
habitantes como el problema principal a encarar? Si el Estado
que pensaba fundar, en vez de establecerse a orillas del Jordán, debía
estar en el Támesis o en el Sena, ¿no hubiera planteado Herzl, como
cuestión central, la presencia de los ingleses o los
franceses?
La
ideología de una sociedad, es la ideología de su clase dominante.
Las burguesías imperialistas europeas, había contagiado la ideología
de la expansión colonial a toda la sociedad y aun a gran parte de la
clase trabajadora. Salvo para un sector minoritario, revolucionario,
del movimiento obrero y el socialismo, para el resto de los europeos
(incluso para muchos de los más pobres y oprimidos) el mapa del
mundo estaba "en blanco" fuera de las zonas "civilizadas" de Europa y América.
Así,
cuando Herzl ni menciona siquiera a los árabes o cuando luego
Zangwill lanza su famoso lema (''un pueblo sin tierra, para una tierra
sin pueblo"), sabían, por supuesto, de la existencia de los árabes.
No se trataba de un "error de información". Lo que ellos venían
a decir simplemente, es que Palestina era una tierra sin pueblos...
europeos! O sea, poblada por subhumanos. [39]
Y en esto, el sionismo no inventaba nada: se ubicaba en la ideología
que presidía la expansión colonial de Europa.
Dentro
de esta concepción general, se ve ahora más claro el papel que les
estaba reservado a los desesperados judíos de Europa Oriental. Es que
en el colonialismo europeo de fin de siglo, también las masas más
miserables tenían asignada una función a cumplir.
Lenin
llama la atención sobre este aspecto, a veces olvidado, del
colonialismo europeo. Lenin cita a Rhodes, el creador de la colonia
africana de Rhodesia y uno de los ejecutores
de la etapa colonialista del imperialismo: "Cecil Rhodes, según
cuenta un íntimo amigo suyo, el periodista Stead, le decía a éste a
propósito de sus ideas imperialistas: «Ayer estuve en el Est-End
londinense (barriada obrera) y asistí a una asamblea de desocupados.
Al oír allí discursos exaltados cuya nota dominante era ¡pan! ¡pan!,
y al reflexionar, de vuelta a casa, sobre lo que había oído, me
convencí más que nunca de la importancia del imperialismo…
La idea que yo acaricio representa la solución del problema social:
para salvar a los cuarenta millones de habitantes del Reino Unido de
una guerra civil funesta, nosotros, los políticos coloniales, debemos
posesionamos de nuevos territorios; a ellos enviaremos el exceso de
población»..." [40]
¿En
qué difiere esto del planteamiento de Herzl? Reemplacemos las
palabras "problema social" por "problema judío", "guerra civil funesta" por
"pasarse a los partidos
subversivos" y notemos que el Rhodes tampoco se molesta en
mencionar a los habitantes nativos de esos "nuevos territorios"
–¡también eran "tierras sin pueblo"!–. Hagamos eso y
tendremos casi completa la concepción de Herzl. Casi completa,
decimos, porque a Herzl le faltaba un factor fundamental que veremos más
adelante.
La
expansión colonial exhibía así su máscara filantrópica: ¿Quiénes
podían estar en contra de que los hambrientos del West End –que
gritaban ¡pan! ¡pan! y amenazaban con una guerra civil– salieran
de sus tugurios para hacerse una vida mejor en las praderas de Sud
Africa? Y realmente ganaban con el cambio... lástima que a costa
de los africanos.
¿Y
quiénes podían oponerse que los pobres judíos de Europa Oriental
salieran de la oscuridad de sus guetos para tostarse bajo el sol de
Palestina? Y también ganaban en el cambio, lástima que a costa de
los árabes. Y esto, en cualquier idioma, se llama colonialismo.
El
sionismo en busca de un buen partido
Por
motivos didácticos, hemos comenzado el análisis de la colonización
sionista de Palestina por sus concepciones generales y su ideología.
Vayamos ahora a su política.
Renglones
atrás, decíamos que a Herzl le faltaba un factor fundamental que
Rhodes, más afortunado, poseía: un imperialismo propio; en el
caso de Rhodes, el imperialismo inglés.
Es
por eso que la política de Herzl (y de sus sucesores) va a tener
como eje ese problema; es decir, empalmar o "casarse" con
alguna potencia imperialista.
Esto
explica que la actividad principal de Herzl sean sus gestiones ante
las distintas potencias imperialistas europeas, buscando insertar
el sionismo como parte de su política colonial.
Se
dirige con ese propósito al Kaiser Guillermo II (Emperador de
Alemania), a su socio menor, el Sultán del Imperio Turco, y
finalmente al Imperio Británico. Palestina, en ese momento se hallaba
en manos de Turquía.
"Si
Su Majestad el Sultán –le escribe Herzl– nos diera Palestina, nos
comprometeríamos a estabilizar completamente las finanzas de Turquía.
Para Europa, constituiríamos allí un bastión contra el Asia,
seriamos el centinela avanzado de la civilización contra la
barbarie. Como estado neutral, nos mantendríamos en permanente
contacto con Europa, la que garantizaría nuestra existencia." [41].
Comentando
esto, acota Rodinson: "sería difícil ubicar con más claridad al
sionismo dentro la estructura de la política imperialista europea".
[42]
Luego
Herzl le propone al Kaiser "una Chartered Company bajo el
protectorado alemán". [43]
¿Qué era una "Chartered Company"? El clásico del
sionismo, N. Sokolow, lo explica: "Todas las grandes victorias de
Gran Bretaña en sus conquistas pacíficas [sic], que comenzaban por
la institución de un fondo o un trust, inspiraban a los sionistas.
Cecil Rhodes [¡otra vez el Sr. Rodhes!], que empezó con sólo un
millón de libras esterlinas, creó Rhodesia, que tiene una superficie
de 750.000 millas cuadradas. La Compañía Británica del Norte de
Borneo poseía un capital de 800.000 libras esterlinas y ahora domina
un territorio de 31.000 millas cuadradas. La Compañía Británica de
África Oriental, que posee 200.000 millas cuadradas, dio comienzo a
sus actividades con un capital inicial de 250.000 libras esterlinas,
es decir, el mismo que tiene el Trust Colonial Judío" [44]
(fundado por Herzl para esos fines).
Sencillamente,
Herzl proponía al Kaiser establecer en Palestina una colonia bajo
protectorado alemán y le solicitaba que para eso presionara al
Sultán.
El
Kaiser no prestó ayuda a Herzl y en cuanto al Sultán de Turquía
–estado que era imperialista en relación a los pueblos árabes que
dominaba, pero simultáneamente muy atrasado y dependiente del
imperialismo germano– contestó así: "El Imperio Turco no me
pertenece, pero sí al pueblo turco. No puedo distribuir ningún
pedazo de él. ¡Que los judíos se queden con sus millones! Cuando mi
Imperio sea dividido, podrán obtener Palestina gratis. Pero habrá de
ser sólo nuestro cadáver el que será dividido. No aceptaremos nunca
una vivisección." [45]
Esta respuesta del Sultán resultaría profética.
Frente
al rechazo del Gran Turco, es significativa la reacción de Herzl:
espera obtener la "Chartered Company", es decir la
colonia, "después de la repartición de Turquía." [46]
¿Quién
era el candidato a operar la "vivisección" o reparto del cadáver
turco?: el Imperio Británico. Hacia él se dirige Herzl, pero aún
era demasiado pronto. El nuevo reparto del mundo colonial se realizaría
recién en la guerra de 1914, la Primera Guerra Mundial imperialista.
Herzl fallece en 1904.
Primera
boda del sionismo: la Declaración Balfour
"La
Divina Providencia ha situado a Siria y Egipto en la vía entre
Inglaterra y las más importantes regiones de su comercio exterior
colonial, India, China, el Archipiélago Índico y Australia... Por
ello, la Divina Providencia llama a Inglaterra a ocuparse enérgicamente
de crear condiciones favorables en esas dos provincias... Inglaterra
debe poner manos a la obra de la renovación de Siria por mediación
del único pueblo cuya energía puede ser utilizada constante y
eficientemente, por mediación de los verdaderos hijos de esa tierra,
los hijos de Israel." [47]
Estas palabras, por boca del Cnel. George Gauler, ex-gobernador de
Australia, fueron pronunciadas en el Parlamento británico en la
temprana fecha del 25 de enero de 1853. Y no son únicas.
Es
que desde mediados de siglo, el Imperio se expandía a todo vapor. Por
eso, sus estadistas barajaban cualquier clase de artimañas para poner
pie en todos los continentes. Una de las más ingeniosas y frecuentes
era la de utilizar, importar o inventar conflictos en los países
atrasados, en los que Gran Bretaña intervenía para "pacificar" o "defender los derechos" de alguna de las partes.
La
idea de cumplir los mandatos de la "Divina Providencia", es decir,
de usar a los judíos de carne de cañón para colonizar "Tierra
Santa", siempre estuvo flotando en Londres, desde mucho antes que
existiera el sionismo. Lord Shaftesbury en carta a Palmerston,
Ministro de Relaciones Exteriores, le sugiere que ese método "sería
el modo más barato [sic] y seguro de proporcionar a estas despobladas
regiones [otra vez Palestina es la "tierra sin pueblo"] de todo
lo que necesitan". [48]
Similares proyectos también flotaban en París.
Las
condiciones subjetivas para el primer "casamiento" del sionismo
estaban dadas, pues, hace tiempo. Las gestiones de Herzl en Londres
fueron bien acogidas, pero, como ya hemos señalado, había un "inconveniente": Palestina se hallaba en manos de Turquía. A
Herzl le ofrecieron momentáneamente colonizar Uganda o el Sinaí
egipcio. Esto no cuajó.
Había,
además, otra problema más grave: el sionismo no era fuerte entre las
masas judías. Quienes querían emigrar, lo hacían masivamente a América,
poquísimos a Palestina. Y una buena parte de los que quedaban se
hallaban influidos por los malditos "partidos subversivos" que
desvelaban a Herzl. Eran judíos, pero decididamente antisionistas.
Esto cambiaría luego por varios motivos, el crecimiento del
antisemitismo en Europa que llega a su máxima expresión en el
genocidio hitlerista y la crisis del socialismo que significó el
triunfo del stalinismo en la Unión Soviética.
El
noviazgo entre el imperialismo inglés y el sionismo terminaría en
boda en 1917. Con la Primera Guerra Mundial había sonado la hora de
la "repartición de Turquía", prevista por Herzl.
Para
efectuar esa "vivisección" del Imperio Turco, Inglaterra se
sirve del movimiento nacional de los pueblos árabes que había
comenzado desde años antes a despertar. Les hace vagas promesas de
independencia para conseguir que luchen contra el Sultán y realiza
acuerdos con algunos jefes árabes, como Houssein, Chérif de La Meca
y su hijo Faisal.
A
Gran Bretaña no le disgustaba utilizar sangre árabe para derrotar al
Imperio Turco. Pero no tenía la menor intención de permitir que los
pueblos árabes conquistaran la independencia nacional. Así, al mismo
tiempo que hacía esas promesas, firmaba con Francia un acuerdo
secreto de reparto de la zona (el tratado Sykes-Picot) y emitía la
llamada "Declaración Balfour" (2/11/1917), calificada muy
justamente como el "anillo de bodas" entre el sionismo y el
imperialismo inglés. La "Declaración" decía así:
"Estimado
Lord Rothschild: Tengo mucho placer en hacerle llegar, en nombre del
Gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía con
las aspiraciones judías sionistas, que ha sido presentada a, y
aprobada por, el Gabinete.
"El
Gobierno de Su Majestad ve favorablemente el establecimiento en
Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío, y empleará sus
mejores esfuerzos para facilitar la realización de ese objetivo,
quedando claramente entendido que nada se hará que pueda perjudicar
los derechos civiles y religiosos de las comunidades no-judías, o los
derechos y el status político de los judíos que residan en
cualquier otro país." [49]
Con
la "Declaración Balfour" comenzaba la segunda etapa del
sionismo, que culminaría con la creación del Estado de Israel.
Se cumplía el sueño de Herzl: ¡al fin el sionismo se acoplaba a
la política colonial de una gran potencia!
El
camino hacia la creación del Estado de Israel se abría así con las
siguientes características:
*
Por una declaración unilateral de una gran potencia imperialista.
*
Esa declaración imponía el destino de una región de Asia que jamás
había pertenecido, ni pertenecía, a Inglaterra. Gran Bretaña
regalaba generosamente a Lord Rothschild un territorio ajeno.
*
No tomaba para nada en cuenta los deseos o la voluntad del pueblo
palestino, el cual el 93% era árabe en 1917.
*
Este 93% de árabes, eran reducidos a la condición de "no-judíos"
en un "hogar nacional judío", es decir, de extranjeros o
casi-extranjeros en su propia tierra. Para salvar las apariencias, se
hablaba de sus "derechos civiles y religiosos" al mismo tiempo que
se les negaba el derecho número uno de todo pueblo colonizado: el de
la autodeterminación nacional, el de decidir por sí mismo y democráticamente
los destinos de su país, sin interferencia de nadie y menos de una
potencia imperialista.
Si
quedan dudas de que lo que hacía el sionismo era simplemente injertarse
en la política global del imperialismo inglés, damos la palabra
al Dr. Weizmann, cabeza de la Organización Sionista y gestor de la Declaración:
"al presentar a ustedes [se dirige al Gabinete inglés] nuestra
resolución confiamos nuestro destino sionista al Foreing Office
y al Gabinete de Guerra Imperial, en la esperanza de que serán
considerados a la luz de los intereses imperiales. . . ." [50]. Es imposible hablar más claro.
Por
su parte, el dirigente sionista británico Herbert Samuel comentaría
en su "Memorias": "Será de ese modo que edificaremos en
la proximidad de Egipto y el Canal de Suez un Estado Judío de
obediencia británica." [51]
¿Es necesario agregar algo más?
La
"Declaración Balfour" y el casamiento con el sionismo –además
de que daba a los ingleses un valioso auxiliar para establecer un "protectorado" sobre Palestina y un arma decisiva, como ya
veremos, para aplastar al movimiento nacional árabe– tenía otros
motivos inmediatas: la política de guerra del imperialismo británico
y la lucha contra la Revolución Rusa. [52]
Palestina,
bajo la ocupación y el Mandato británico (1918-1948)
Finalizada
la Primera Guerra Mundial, los Aliados (Inglaterra, Francia, Italia,
EEUU, etc.) demostraron que era exacta la caracterización de Lenin:
se trataba de un grupo de bandidos imperialistas que peleaba contra
otro grupo de bandidos imperialistas (Alemania, Austria, etc.) por el
reparto de las colonias y de las "esferas de influencia" de sus
monopolios.
Al
terminar la guerra, fueron olvidadas todas las promesas de "paz con
justicia" o "paz sin anexiones" y los vencedores se repartieron
el botín, no sin riñas propias de toda banda de gansters.
La
pandilla vencedora había decidido institucionalizarse bajo la forma
de la "Sociedad de Naciones", digna antecesora de las actual "Organización de las Naciones Unidas". Se trataba de
"legitimar" el reparto. Y, en la forma previamente convenida en el
tratado secreto Sykes-Picot, Inglaterra recibió Palestina bajo "mandato de la Sociedad de Naciones", porque ya no sonaba bien
decir que la obtenía en calidad de colonia. Las promesas hechas a los
árabes resultaron así burladas.
Pero
los árabes no estaban para bromas. en todo el mundo colonial o
semicolonial, desde México hasta China y la India, desde Turquía
hasta el África negra, comenzaba una potente oleada de luchas
antiimperialistas. Los millones de esclavos coloniales iniciaban su
marcha. Y el mundo árabe no era una excepción..
Además,
la guerra del 14 no sólo había generado un grupo de imperialismos
vencedores. En 1917 se había producido una revolución socialista en
el antiguo Imperio Ruso, que luego había repercutido en toda Europa.
Por primera vez en la historia, surgía un poder de los trabajadores,
que repudiaba las conquistas coloniales y que llamaba a esos pueblos a
expulsar a los colonizadores
En
el Medio Oriente se van a desarrollar, entonces, importantes luchas
contra los imperialismos inglés y francés que se habían repartido
la región. Entre las dos guerras mundiales, se produjeron numerosas
insurrecciones de masas. Palestina fue el eje de esta lucha
antiimperialista, especialmente durante la colosal insurrección
de 1936/39, que, para ser sofocada, demandó la mitad de los
efectivos de todo el ejército británico, que en esos momentos
era uno de los más poderosos del mundo. [53]
Esta revuelta comenzó con una huelga general que duró seis meses.
[54]
Miles
de palestinos fueron muertos, detenidos y condenados a la horca o a
largas penas de prisión. En 1939, el heroico pueblo palestino se
hallaba derrotado después de ese terrible baño de sangre. Esta es la
clave principal de la relativa facilidad con que en 1947/48 podría
instalarse allí el Estado de Israel. [55]
Asimismo, esta derrota se explica por la combinación con otros
factores:
*
Una relación de fuerzas sumamente desfavorable con el
imperialismo, que refleja la situación mundial de esos años. La década
del 30 es una etapa de graves derrotas no sólo para el
movimiento obrero europeo, sino también para las masas de los pueblos
coloniales y semicoloniales. Es la época del triunfo del nazismo en
Alemania, del aplastamiento de la revolución en España y de la
consolidación del stalinismo en la URSS, que culmina con la masacre
de los viejos bolcheviques en los "juicios de Moscú". Es la época
de la "década infame" en Argentina, del Estado Novo en Brasil,
de la guerra de Abisinia, de la anexión de Manchuria por el Japón,
del descalabro de las guerrillas en China que obliga a Mao Tse-Tung a
emprender la "larga marcha", etc.
Por
otro lado, Gran Bretaña era aún el imperio colonial más fuerte
del mundo y el imperialismo que más se había recuperado de la
crisis de 1929/30. Tampoco tenía grandes problemas en su "frente
interno" que le impidieran volcarse a la represión de las masas
coloniales.
*
Las direcciones del movimiento nacional árabe fueron otro
componente fundamental del desastre. El historiador árabe Fawwaz
Trabulsi lo explica así: "La poco lógica elección que siguió fue
entre el clan pro-británico de Nashashibi y el de Housseinis,
comandado por el notorio Muftí –en otro tiempo títere británico–
que se volvió hacia las potencias del Eje a mediados de la década
del 30. Este es el liderazgo que traicionó el levantamiento de 1936,
cuando bajo la presión de los gobernantes de Irak, Transjordania y
Arabia Saudita levantó la huelga general para negociar con Gran Bretaña.
La numerosa clase de campesinos sin tierra y desplazados hizo sentir
su presencia por la continuación de una violenta guerra de guerrillas
que fue aniquilada poco antes de estallar la Segunda Guerra Mundial en
1939. Después de eso, los palestinos, derrotados, desmoralizados y
traicionados por sus líderes, aguardaron el resultado del conflicto
entre los colonos sionistas y los ingleses." [56]
Este
desastre de dirección que sufría el movimiento nacional palestino,
no sólo tenía que ver con las clásicas vacilaciones o traiciones de
los jefes burgueses o pequeño burgueses de los movimientos nacionales
del Tercer Mundo. En Palestina había además un elemento agravante
que –según Trabulsi y otros autores– jugó un papel decisivo:
el proceso de disgregación y marginalización de la sociedad árabe
en bloque, proceso en el que el sionismo –como habremos de
ver– sería el causante. Faltó, o fue extremadamente débil, la
burguesía o pequeña burguesía radicalizada que habría de ser en
otros países árabes el soporte del nasserismo, del baasismo, y de
otras corrientes nacionalistas. La burguesía palestina era una sombra
de burguesía en comparación con la de otras regiones del mundo árabe.
También
con el naciente proletariado y el campesinado habría de suceder un
fenómeno de marginalización parecido. Pero aquí el problema de
dirección sufría un nuevo agravante: la bancarrota de la
Internacional Comunista, única tendencia que tenía –a escala
mundial– fuerza suficiente como para penetrar y disputar la dirección.
Lamentablemente,
la Internacional Comunista, que comenzó (en la época de Lenin y
Trotsky) denunciando al sionismo como ejemplo mundial de
colonialismo, [57]
terminaría, con Stalin, apoyando al sionismo. Esa trayectoria de
degradación, pasa por las búsqueda de alianzas con los imperialismos
"democráticos" en la década del 30, justamente cuando las
masas palestinas hacían su máximo esfuerzo para acabar con el
imperialismo "democrático" que las oprimía. De esa forma, el
Partido Comunista Palestino se aísla de las masas árabes, va de
tumbo en tumbo y de crisis en crisis, hasta que, en 1948, termina apoyando
la partición del país y la creación del Estado de Israel.
*
El tercer y último factor –pero no el menos importante– fue la
acción de los colonizadores sionistas. No necesitamos aclarar que
en todas las luchas entre las masas palestinas y el
imperialismo inglés, los sionistas se alinearon siempre con el
imperialismo. Pero su acción no fue meramente política y
militar: fue la de disgregar y marginar a toda una
sociedad y a todo un pueblo, a ese 93% de árabes palestinos que había
en 1917, de modo tal que en 1949 (un año después de crear el Estado)
se hallaban reducidos al 16% [58]
dentro de Israel. Y el resto, viviendo en la miseria de los
campamentos de refugiados, fuera de su tierra. Veamos cómo se dio
este proceso de expulsión en masa de un pueblo.
La
liquidación económica de la población árabe
"Cuando
ocupemos la tierra... expropiaremos poco a poco la propiedad privada
en los Estados que se nos asignen. Trataremos de desanimar a la
población pobre alejándola más allá de la frontera, procurando
empleo para ella en los países intermedios y negándole cualquier
empleo en nuestro país... Tanto el proceso de expropiación
como de eliminación [¡sic!] de los pobres deberá ser
llevado adelante discretamente y con circunspección." [59]
Esta
anotación de Teodoro Herzl en sus "Diarios", además de
probar que no ignoraba la existencia de nativos en la tierra donde
quería crear el Estado Sionista, constituye de por sí todo un
programa.
Décadas
después, este programa fue vestido con algunas frases "socialistas", tales como que se niega empleo a los árabes
para "no explotarlos", que sacarle la tierra a los árabes se
hace para "terminar con el feudalismo", etc., etc.
Pero
hubo una pequeña diferencia: la "expropiación... [y]
eliminación de los pobres" no pudo ser consumada "discretamente
y con circunspección", sino mediante la fuerza bruta, ya que
tuvieron la mala ocurrencia de oponerse.
"El
gradual fortalecimiento de este colonialismo marginante [de los árabes]
–dice Jon Rothschild– se realizó bajo tres consignas, que fueron
los pilares del movimiento sionista en Palestina desde el comienzo de
la colonización hasta el establecimiento del Estado de Israel y aún
después.
"Estas
consignas fueron: kibush hakarka (conquista de la tierra), kibush
haavoda (conquista del trabajo), y t'ozteret haaretz
(producto de la tierra).
"Detrás
de estas sonoras palabras, había una negra realidad. Conquista de
la tierra significaba que toda la tierra posible fuera adquirida
(legalmente o de otras maneras) a los árabes, y que ninguna tierra
poseída por judíos fuera vendida o de alguna manera retornara a los
árabes. Conquista del trabajo significaba que, en las fábricas
y tierras poseídas por los judíos, fueran empleados exclusivamente
trabajadores judíos... El trabajador árabe era boicoteado. De hecho,
la Histadrut, que hoy finge ser la «central obrera» de Israel, fue
creada para... imponer el boicot a los trabajadores árabes... Producto
de la tierra significaba practicar el boicot a la producción árabe
por parte de los colonizadores judíos, y sostener solamente la compra
de productos de las tierras o negocios judíos." [60]
El
efecto de esta política sobre el pueblo palestino era catastrófico.
Los sionistas eran minoría, pero una minoría en constante
crecimiento. Por otra parte, aunque minoritarios, poseían un poder
económico –que era lo decisivo– mucho mayor que el de los árabes.
Y esto sin tener en cuenta su estrecha ligazón con el imperialismo,
de que luego hablaremos.
Naturalmente,
las primeras víctimas de esta extraña política "socialista" del
sionismo eran los trabajadores y campesinos árabes, reducidos a la
condición de obreros sin trabajo y de campesinos sin tierra, hundidos
en la miseria y la desesperación.
La
otra cara del kibutz "socialista"
La
situación del campesino palestino, del fellah, ya era mala. El
sionismo fue el encargado de llevarla al extremo.
"Según
el Informe del Comité de Estudio de las Condiciones Económicas de
los Agricultores en Palestina –escribe Tony Cliff en 1946– comúnmente
llamado «Informe Johnson-Crosbie», solamente el 23,9% de lo que
produce el fellah queda en sus manos, mientras que el 48,8% lo
consumen los impuestos gubernamentales, la renta de los propietarios
de las tierras y el interés del usurero. [61]
"Para
comprender hasta qué punto es bajo el standard de vida de un
campesino árabe, en razón de la forma atrasada de su economía y de
su explotación por diversos parásitos (que constituyen la principal
barrera para el desarrollo de su economía) haré la comparación
entre el régimen de un fellah y aquel que el gobierno acuerda a los
presos... [para calcular los gastos en libras esterlinas] hago la
suposición de que un fellah, su mujer y sus cuatro hijos se hallan
presos:
Productos
consumidos
|
Familia
fellah en prisión
|
Familia
fellah
en libertad
|
Trigo
y mijo
|
15.1
£
|
10
£
|
Aceitunas
y aceite de oliva
|
3.8
£
|
3
£
|
Legumbres,
lentejas y lácteos
|
12.9
£
|
4
£
|
Otros productos
comprados por el fellah
|
4.7
£
|
1
£
|
Carne
|
6.7
£
|
----
|
Total |
43.2
£
|
18
£
|
"Estos
cálculos –concluye Cliff– nos dan una idea de las terribles
condiciones que soportan las masas de campesinos de Palestina." [62]
Y,
por si esto fuera poco, vinieron los colonizadores sionistas.
Compraban el suelo al propietario-usurero y aldeas enteras eran
arrojadas a los caminos. Claro, el árabe era demasiado "bárbaro"
e "ignorante" como para entender este "progreso". Que en la
tierra que habían trabajado los abuelos de sus abuelos, se iba a
instalar un avanzado kibutz "socialista", con colonos venidos de
Europa. Entonces, perdía los estribos y provocaba rebeliones como las
1936/39. Y aquí intervenían las tropas de Su Majestad Británica y
de la Haganá (ejército extraoficial del sionismo) para hacerlo
entrar en razón. Así el sionismo iba "conquistando la tierra"
desde mucho antes de la proclamación del Estado de Israel.
No
necesitamos aclarar que esto no tiene nada que ver con una reforma
agraria "antifeudal". Los sionistas se oponían con uñas y
dientes a cualquier iniciativa en ese sentido, incluso a los tímidos
proyectos que a veces enunciaba la administración británica. Es que
una auténtica reforma agraria –es decir, darle la tierra al fellah
y librarlo de terratenientes y usureros– hubiera sido mortal para el
sionismo.
La
otra cara de la Histradut "socialista"
Este
árabe desalojado de la tierra se encaminaba a la ciudad. Allí la
cosa no era muy distinta en comercios y fábricas. Los árabes eran
expulsados o se les negaba trabajo en las empresas de propiedad
sionista o de capital extranjero (concesiones), las que generalmente
se hallaban administradas por gerentes sionistas. Para comprender lo
que significa esto, veamos la siguiente estadística de acuerdo al "empadronamiento industrial de 1939" [63]:
|
Inversiones
|
Fuerza
motriz
|
Industrias
propiedad de árabes
|
6.5%
|
2.2%
|
Industrias
propiedad de sionistas
|
40.3%
|
22.0%
|
Concesiones
|
53.2%
|
74.9%
|
¿Entonces,
dónde podía encontrar trabajo un árabe? Ya vimos la "otra cara"
del kibutz "socialista". Ahora conocemos la otra cara de la
Histadrut "socialista", porque este presunto "sindicato" no
fue creado para la lucha de todos los obreros (cualquiera sea
su nacionalidad, lengua o supuesta "raza") contra los patrones,
sino para la "conquista del trabajo", para expulsar a los
obreros árabes de sus empleos. El Ku-Klux-Klan y los "sindicatos de blancos" hacían lo mismo en EEUU sin manchar la
palabra "socialismo".
"¡Trabajadores
del mundo: uníos!": con esa consigna nació y vive el verdadero
socialismo. "¡Obrero judío: lucha contra el trabajador árabe, únete
al patrón sionista o inglés para echarlo del empleo, ingresa a la
Histradrut para hacer eso!": esa fue la política del "socialismo" y el
"laborismo" sionistas.
Cuando
la Histadrut "laborista" no podía impedir que en algún lugar
trabajaran juntos árabes y judíos, tuvieran relaciones fraternales y
lucharan unidos contra la patronal, entonces intervenían las
organizaciones armadas sionistas, como el Irgún y el grupo Stern.
Un
caso famoso fue el de la Refinería de Petróleo de Haifa, ocurrido el
31 de diciembre de 1947, donde se venían dando luchas conjuntas de
obreros árabes y judíos contra la patronal imperialista. Esto,
por supuesto, no agradaba ni a los sionistas, ni a los árabes
reaccionarios, y menos a la empresa y al gobierno británico. En esa
fecha, un comando del Irgún arrojó bombas y ametralló una cola
de obreros árabes que estaba en la puerta por trabajo. Seis
resultaron muertos y decenas, heridos. Aprovechando esto, agentes
provocadores entre los árabes incitaron a los trabajadores palestinos
a atacar a sus compañeros judíos. Se desencadenó entonces una lucha
fratricida dentro de la refinería con centenares de muertos y
heridos. [64]
La
otra cara del "producto de la tierra"
La
tercera consigna, (t'ozteret haaretz) "producto de la
tierra", cerraba el circuito. El sionismo imponía el boicot por
la fuerza de todo producto árabe. ¡Hay del fellah que se atrevía a
llevar su carrito de verduras a algún barrio dominado por los
sionistas! ¡Pobre del ama de casa judía a quien alguna banda de
matones de la Histadrut descubría comprando media docena de huevos a
un árabe! [65]
(58).
Aunque
los sionistas eran minoría (al proclamarse el Estado de Israel
constituían sólo un tercio de la población) su capacidad de compra
era mayor. Estas medidas –ligadas como veremos más adelante a la
acción del imperialismo inglés– eran un ataque arrasador a la
sociedad palestina en su conjunto, ya que el objetivo final era
disgregarla para expulsarla de su propia tierra.
Dado
que entre los sionistas y el imperialismo inglés se manejaban las
palancas claves de la economía, dado que el imperialismo sumado al
sionismo superaba abrumadoramente a los árabes en todas las etapas
del circuito económico, desde la producción al consumo, y en casi
todas las ramas de la producción, este triple boicot a los árabes
(en el campo, en el trabajo, y en la producción y el comercio) tendía
a convertir al conjunto de los palestinos en una masa marginada y
desarraigada de toda actividad económica. El paso final sería empujarla
fuera de Palestina.
Ese
ataque en bloque y esa disgregación "molecular" de la sociedad
palestina dificultaba –como dijimos- la organización de la
resistencia de las masas y el surgimiento de una dirección árabe que
estuviera a la altura de la situación. Aunque quienes más sufrían
eran los trabajadores de la ciudad y del campo, al aparecer esta
agresión colonial como dirigida contra el conjunto de los palestinos,
se hacía muy difícil una diferenciación de clases que
desplazara de la dirección del movimiento nacionalista palestino a
las viejas (y muchas veces traidoras) familias tradicionales. Y fuera
de Palestina la cosa no era todavía peor. Como "voceros del mundo
árabe" aparecerían personajes de la calaña del Rey Faruk de
Egipto o del Rey Abdullah de Jordania, títeres del imperialismo inglés,
que habrían de consumar la traición al pueblo palestino.
La
otra cara del sionismo como "movimiento de liberación
nacional"
"No
podemos desconocer los grandes intereses que Inglaterra tiene en el
Mediterráneo. Afortunadamente para nosotros, los intereses de
Inglaterra en el mundo tienen como base esencial la preservación de
la paz y, por lo tanto, no somos los únicos que vemos en el
fortalecimiento del Imperio Británico una importante garantía para
el fortalecimiento de la paz internacional. Inglaterra contará con
bases defensivas marítimas y terrestres en el Estado Judío y en el
corredor británico. Durante muchos años, el Estado Judío necesitará
de la protección militar británica, y ser protegido implica un
cierto grado de dependencia." [66]
Estas
palabras de Ben Gurión, patriarca del Estado de Israel, vertidas en
su informe al 19° Congreso Sionista de 1935, reflejaban bastante bien
el "casamiento" entre el sionismo y el imperialismo británico
durante los años de su "Mandato" en Palestina. Sin embargo, en
esta encendida declaración de amor, se hallaba la futura causa de
divorcio y nuevo casamiento del sionismo, esta vez con el
imperialismo yanqui. Veamos qué pasó.
El
sionismo se enganchado a la colonización inglesa de Palestina desde
la Declaración Balfour. Pero, hay que precisarlo, se enganchaba como
socio menor: "Aquí en Palestina –señalaba Tony Cliff– el
imperialismo se sirve de un arma que ha utilizado desde hace más de
veinte años para someter a la población árabe: el sionismo. El
sionismo ocupa un lugar especial en las defensas imperialistas. Juega
un doble rol: en primer lugar, directamente, como un pilar importante
del imperialismo, dándole su apoyo activo y oponiéndose a la lucha
liberadora de la nación árabe. Pero, además, juega el papel de
sirviente detrás del cual el imperialismo puede esconderse y contra
el cual puede orientar la cólera de las masas árabes." [67]
Cliff
ejemplos de este doble rol: "Una compañía inglesa de electricidad
monta una empresa en Palestina y nombra a un sionista como gerente
general. El resultado es que ahora cuando en las colonias la lucha
antiimperialista se caracteriza por huelgas, manifestaciones y boicots
contra las filiales de empresas extranjeras, en Palestina el boicot
contra la Compañía de electricidad toma otro aspecto: aparece como
una manifestación «antisemita»... Otro ejemplo aclara aun más las
cosas –añade Cliff–. En Siria y el Líbano se han producido
grandes manifestaciones, algunas de ellas violentas, contra el
establecimiento de la Compañía de Camiones Steel Bros; aquí en
Palestina, los sionistas «socialistas» y la Histadrut, a cambio de
una miserable recompensa, se ponen al servicio de la Steel BROS, y le
permiten instalarse firmemente en el país... Si el Ejército Británico,
en el período de 1936/39, mató a miles de guerrilleros árabes (de
la misma manera que los italianos mataron a los abisinios, o los
japoneses, los holandeses y los ingleses matan hoy a los indonesios)
esto no lo hace para mantener su dominio –iDios libre y guarde!–
sino para «proteger a los judíos»... El sionismo descarga así al
imperialismo de responsabilidad por los actos de expoliación y opresión."
[68]
En
esta política jugó un gran papel la Haganá, el ejército "extraoficial" que formó el sionismo en Palestina durante el
Mandato Británico y con el cual expulsaría en 1948 a la mayoría de
sus habitantes árabes. Dentro de la mitología del sionismo como "movimiento de liberación nacional", la Haganá suele ser
comparada con las guerrillas que en los países coloniales han luchado
por la independencia nacional. La Haganá habría desarrollado una
lucha heroica contra el ejército de ocupación británico.
Pero
los apologistas de "izquierda" del sionismo se vean desmentidos
por los mismos historiadores sionistas. Tomemos, por ejemplo, el libro
"Antología Israel", editado en Buenos Aires por la AMIA, y
veamos qué era y qué hacía este "ejército de liberación
nacional".
Allí,
Moshe Pearlman comienza su "Historia de la Haganá" con las
siguientes palabras: "Resulta evidente que las autoridades militares
británicas reconocieron siempre la existencia de la Haganá. Conocían
su finalidad [sic]. Tenían amplia experiencia en lo
relacionado con su empleo como fuerza defensiva en los asuntos
palestinos internos... En el transcurso de este período [es
decir, el período de entre guerras] las autoridades militares británicas
trabajaron abiertamente con la Haganá, sin escatimar jamás
elogios por las tareas bien realizadas." [69]
¡Qué extraño "ejército de liberación nacional" era éste!
¿Pero,
cuáles eran estos "asuntos palestinos internos" y estas "tareas
bien realizadas" con tantos "elogios" del Imperio Británico?
El Sr. Pearlman lo dice más adelante: "Podía haberse esperado que
la Administración [británica] tuviese el coraje de legalizar la
situación de la Haganá, después de su foja de servicios durante los
años 1936/39 en los disturbios árabes." [70]
Esa era la "tarea bien realizada" por la Haganá: masacrar la
sublevación antiimperialista de las masas árabes.
En
1939, el Ejército Británico y su socio menor, la Haganá, obtienen
una victoria aplastante sobre las guerrillas palestinas. Pero, por esa
fecha, comienzan los roces entre el sionismo y los británicos.
Ya con anterioridad se había escindido una minoría sionista, la "revisionista", dirigidos por Jabotinsky, [71]
que habría de constituir luego las organizaciones terroristas Irgun y
Stern que atacaban a los árabes y a los británicos.
La
pelea que terminaría en divorcio tenía por eje las restricciones que
en su "Libro Blanco" de 1939 impone a la compra de tierras
y a la emigración sionista a Palestina el gobierno inglés. [72]
¿Por qué hace esto el imperialismo británico?
"El
sionismo quiere construir un Estado capitalista judío fuerte. El
imperialismo [inglés] está interesado en la existencia de una
sociedad capitalista judía que lo cubra del odio de las masas
coloniales, pero no que el sionismo devenga un factor demasiado
poderoso. En lo que concierne a este último punto, está dispuesto a
probar su «justicia» frente a los árabes y está dispuesto a
conceder parte de sus justas reivindicaciones... a expensas del
sionismo. Para asegurarse los servicios del sionismo, en tanto que
sostén directo contra toda insurrección antiimperialista..., el
imperialismo no tiene obligatoriamente la necesidad de dejar florecer
al sionismo. Una población sionista de 600.000 personas son
suficientes para cumplir ese rol."
Asimismo,
en 1939, el Imperio Británico se hallaba ante una nueva guerra
mundial. Debía darse una política global para el conjunto del mundo
árabe y colonial que dominaba, a fin de mantenerlo en "paz"
mientras luchaba con el imperialismo alemán. Para eso, Inglaterra,
contaba con la colaboración de Abdullah y demás títeres árabes y
con la ventaja de haber aplastado la más seria amenaza: la rebelión
palestina. Había que dar algunas concesiones que hicieran aparecer a
los carniceros ingleses de Palestina como "protectores de los
pueblos árabes". Y el socio menor –el sionismo– pagaba los
gastos de la operación.
Pero
la lucha que se entablaría luego entre el sionismo y la administración
británica sería cualquier cosa, menos una lucha antiimperialista. [73]
Se trató de la contradicción clásica entre los intereses globales y
generales de un imperialismo y los intereses particulares de un sector
de colonizadores. Es la misma contradicción que hubo entre los
colonos franceses de Argelia y el gobierno de De Gaulle o entre los
colonos blancos de Rhodesia y el imperialismo inglés, por el otro
(contradicción que llevó a la "independencia" de esa colonia
británica. ¿Pero alguien se atreve a sostener que éstas fueron "luchas antiimperialistas"?
Aparece
el "nuevo Moisés"
"Presiento
que el presidente [de EEUU] será el nuevo Moisés que hará nacer el
niño de Israel en el desierto." [74] Estas declaraciones "proféticas" de un congresal
norteamericano al salir de una reunión con el presidente yanqui, eran
consignadas con satisfacción por el "Jerusalem Post" del 6
de marzo de 1944. La "Divina Providencia", esta vez encarnada en
los EEUU, se aprestaba a desencadenar un nuevo "milagro", de los
que tanto abundan en la historia del sionismo. Y, como siempre, a
costa de los árabes.
¿Qué
había pasado? Escuchemos nuevamente a Ben Gurión: "Nuestra mayor
preocupación [al comenzar la II Guerra Mundial] era la suerte que le
sería reservada a Palestina después de la guerra... Ya era
manifiesto que los ingleses no conservarían su Mandato. Si se tenían
todas las razones para creer que Hitler sería vencido, era del todo
evidente que Gran Bretaña, incluso victoriosa, saldría muy
debilitada del conflicto... Por mi parte, yo no dudaba que el centro
de gravedad de nuestras fuerzas debía pasar del Reino Unido a EEUU,
que estaba en camino de asegurarse el primer lugar en el mundo." [75]
Ya
vimos cómo, en 1917, el sionismo "confiaba su destino" al Foreing
Office y al Gabinete de Guerra Imperial inglés. En 1939, ante el
nuevo reparto imperialista del mundo, el sionismo cambiaba al Foreing
Office por el Departamento de Estado yanqui. La presunta lucha "antiimperialista" del sionismo era simplemente el cambio de un
socio por otro.
Enlazado
con su nuevo "centro de gravedad" –Estados Unidos–, el
sionismo marchaba así a paso firme hacia la creación del Estado de
Israel. Ya durante el Mandato, los ingleses habían hecho una
propuesta de partición de Palestina que Ben Gurión aceptó de
inmediato (Propuesta de la Comisión Peel de 1937). Aunque sólo se
les daba la cuarta parte de Palestina, Ben Gurión estaba dispuesto a
tomarla como base de la futura expansión: "El Estado judío que se
nos propone –dice en ese momento Ben Gurión– no corresponde a los
objetivos sionistas, pero eso será una etapa decisiva para la
realización de nuestros grandes designios... Romperemos las fronteras
que nos impusieron." [76]
Finalizada
la Segunda Guerra Mundial en 1945, la cuestión de Palestina comenzó
a ser tratada por la flamante Organización de las Naciones Unidas. Se
repetía la farsa de la Sociedad de Naciones. Nuevamente sin la menor
consulta al pueblo palestino, nuevamente violando de la forma más
grosera su derecho a la autodeterminación y a disponer de su país y
de sí mismo, las grandes potencias se aprestaban a dar "status"
legal a la situación colonial creada en el curso de la dominación
británica. Así, el 29 de noviembre de 1947, se vota la partición de
Palestina en dos estados: uno sionista y otro árabe.
Resumiendo
el significado de esta votación y explicando la justificada cólera
que levantó en las masas del mundo árabe, dice Rodinson: "Para las
masas árabes, aceptar la decisión de las Naciones Unidas tenía el
significado de una capitulación incondicional a un diktat, el
mismo tipo de capitulación de los reyes negros o amarillos del siglo
XIX delante de los cañones apuntados hacia sus palacios. Europa había
enviado colectivamente colonos cuyo objetivo era apoderarse de una
parte del territorio nacional. Durante el período en que una reacción
indígena habría sido suficiente para expulsar fácilmente a esos
colonos, tal reacción había sido impedida por la policía y las
tropas británicas representantes de la colectividad de naciones
euroamericanas. Esa reacción había sido desarmada moralmente por la
garantía falaz de que sólo se trataba de la implantación pacífica
de algunos grupos desgraciados e inofensivos, destinados a permanecer
minoritarios. Y después, cuando se revelaba la real intención de
esos grupos, el mundo euroamericano, unido a pesar de sus divergencias
internacionales, desde la URSS socialista hasta los Estados Unidos
ultracapitalistas, querían imponer a los árabes la aceptación del
hecho consumado. Con respecto a los árabes, la liquidación de la
Segunda Guerra Mundial repetía amargamente los embustes de la
Primera." [77]
Stalin:
padrino del segundo casamiento del sionismo
"La
delegación de la Unión Soviética no puede dejar de expresar su
espanto por la posición que los países árabes adoptaron en la
cuestión Palestina; todos nos quedamos sorprendidos [sic] de ver a
esos estados, o por lo menos a algunos de ellos, recurrir a las armas
y entregarse a operaciones militares con el fin de reprimir al
movimiento de liberación nacional que nace en Palestina." [78]
Así hablaba Andrei Gromyko, embajador de Stalin, en la sesión del 12
de mayo de 1948 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
La
URSS no sólo se había unido a Estados Unidos para legalizar la
situación colonial en Palestina. También habría de enviar armas y
aviones a los sionistas por intermedio de Checoslovaquia. Además, la
URSS fue la primera potencia que reconoció a Israel. Lo hizo incluso
antes que los EEUU.
Claro
que este "certificado de movimiento de liberación nacional" que
le firmaba Stalin al sionismo, lo único que "certificaba" era la
completa degradación de la burocracia soviética. Era una traición más
en larga lista del stalinismo.
Ya
hemos señalado la opinión de Lenin y Trotsky en los comienzos de la
aventura sionista en Palestina. Veinticinco años después, los hechos
habían confirmado plenamente el carácter colonialista y
proimperialista del sionismo. Pero esto era lo de menos para la
burocracia soviética. Lo único que le importaba era la partida de
ajedrez diplomático que se jugaba a tres puntas entre los EEUU, la
URSS y el Imperio Británico.
Sobre
la burocracia soviética recae igual responsabilidad que sobre EEUU en
lo que respecta a la creación del Estado colonial y racista de
Israel, igual responsabilidad en la negación de los derechos democráticos
y nacionales del pueblo palestino.
El
apoyo de la URSS al colonialismo sionista trajo consecuencias mucho más
graves que las armas y los aviones que le enviara en 1948 para
masacrar a los árabes. Significó, por un lado, el aislamiento de los
árabes de las masas populares del resto del mundo. Los stalinistas,
unidos a los socialdemócratas, hicieron creer mundialmente la mentira
de un Israel "progresista" combatiendo contra las "hordas
feudales".
Si
esta mentira hubiera quedado a cargo exclusivo de Ben Gurión y de su
nuevo consorte, el gobierno yanqui, no hubiera convencido a tantos.
Pero los partidos comunistas y socialdemócratas la tomaron a su
cargo, volcaron toda su autoridad y el peso de sus aparatos para hacérsela
tragar a millones de trabajadores, estudiantes e intelectuales de
izquierda. Igual que los sionistas, se aprovecharon del horror del
mundo ante la barbarie nazi y la matanza de millones de judíos, para
ocultar que los sionistas en Palestina venían practicando el mismo
racismo contra los nativos y con métodos similares.
Por
otro lado, la traición estalinista, enlodaba al socialismo y al
marxismo ante los ojos de las masas árabes. De ese modo, las hacía
presa fácil de las manipulaciones de los elementos más
reaccionarios, o las abandonaba en manos de los Faruk y los Adbullah.
La
IV Internacional fue la única tendencia de izquierda antisionista
Mientras
el stalinismo y la socialdemocracia apoyaban fervorosamente al
sionismo y la creación de Israel, los trotskistas hacían lo
contrario: "¡Abajo la partición de Palestina!, ¡Por una Palestina
árabe, unida e independiente, con plenos derechos de minoría
nacional para la comunidad judía!, ¡Abajo la intervención
imperialista en Palestina!, ¡Fuera del país todas las tropas
extranjeras, los «mediadores» y «observadores» de las Naciones
Unidas!, ¡Por el derecho de las masas árabes a disponer de ellas
mismas!, ¡Por la elección de una Asamblea Constituyente con sufragio
universal y secreto!, ¡Por la revolución agraria!" Este fue el
programa levantado por el Grupo Trotskista Palestino, que además
denuncia: "el imperialismo yanqui ha ganado un agente directo –la
burguesía sionista– quien, por este hecho, se ha tornado
completamente dependiente del capital norteamericano y de la política
de EEUU. De aquí en más, el imperialismo yanqui tendrá una
justificación para intervenir militarmente en Medio Oriente cada vez
que lo crea conveniente... la consecuencia inevitable de esta guerra
será la dependencia total del sionismo al imperialismo
norteamericano." [79]
La
guerra de 1948 comenzó en 1947
El
rechazo árabe a la partición condujo a una lucha que llevaría en
1948 a la intervención de varios estados árabes, principalmente
Transjordania (hoy Jordania) y Egipto, y que terminaría en su
derrota.
Aquí
vamos tener que desmentir a otro mito del sionismo: el del "puñado
de israelíes luchando contra el gigante de 100 millones de árabes", "David contra Goliat", etc., etc. En todos los enfrentamientos
armados desde 1948 –a excepción quizás de la guerra de Yom Kippur
en 1973 en que la cosa fue un poco más pareja– los sionistas han
tenido siempre una neta superioridad militar, no sólo en hombres
sino también en material bélico.
En
1947/48, mientras los palestinos se hallaban destrozados por la
derrota de la insurrección de 1936/39, el sionismo contaba no sólo
con la Haganá (organizada, armada y tolerada por los ingleses aun en
los momentos de mayor roce con los sionistas), sino que también
disponían de las unidades "irregulares" como el Irgún y otras, y
con varios miles de combatientes entrenados en las brigadas judías
del ejército inglés. El Gral. Dayan sale de esa escuela, por
ejemplo.
En
el libro oficial sionista "Antología Israel", antes
citado, se dan cifras elocuentes. [80]
Hagamos la suma:
Policía
Rural Judía ...........................................
2.000
Haganá
......................................................... 45.000
Palmaj
(comandos entrenados por los ingleses) .....
3.000
Irgún
y otros grupos terroristas ..........................
3.000
A
estos hay que sumar varios miles de "voluntarios" venidos de
Europa y EEUU, veteranos de la Segunda Guerra Mundial, entre ellos
pilotos de caza, que se sumaron a la contienda. Con ellos, llegamos a
una cifra entre 60.000 a 70.000 combatientes sionistas, la mayoría de
ellos de alta calificación técnica y/o militar.
¿
Qué oponían contra ellos, las "hordas de cien millones de árabes"?
Hasta la intervención de los Estados árabes limítrofes, prácticamente
la mayor fuerza organizada de los palestinos fue el Ejército de
Liberación de Fawzi el-Kawakji, que entró a Palestina en enero del
48. Apenas alcanzaba la cifra de 5.000 hombres. [81]
Había
naturalmente muchos otros miles de resistentes en las aldeas y
ciudades árabes. Pero la resistencia era desconectada y desorganizada
militar y políticamente. Para poder imponer la superioridad de su número
contra los colonizadores, los palestinos necesitaban un arma de la que
carecían: una política y una organización revolucionarias, capaces
de movilizar al conjunto de las masas palestinas y de los países árabes
limítrofes. No necesitamos decir que ése no era el objetivo de
Abdullah, Faruk y demás personajes que aparecían como "representantes de la nación árabe". Por el contrario, estaban
incubando una traición monumental.
La
extraña guerra de 1948 y la traición del rey Abdullah de Jordania
Mientras
la resistencia palestina era exterminada, mientras se sucedían
matanzas de las que luego hablaremos, los gobiernos árabes se pasaban
de conferencia en conferencia. El 14 de mayo de 1948 era proclamado el
Estado de Israel. Al día siguiente, recién después de meses
de lucha, intervienen, primero Transjordania, luego Egipto y en menor
medida otros países árabes. Todos los ejércitos de los estados árabes
que operan no pasan de 25.000 hombres, [82]
sin unidad de comando, por otra parte. Aun en esos momentos, las
fuerzas sionistas tuvieron una indiscutible superioridad militar.
La
única fuerza capaz de medirse militarmente con la Haganá era la Legión
Árabe de Transjordania, dirigida por oficiales ingleses. Y decir
esto, ya es decir que iba a la derrota. Inglaterra, a quien le convenía
aparecer ahora como "protectora" de los árabes, desarrollaba en
verdad un doble juego. Mientras en las Naciones Unidas se había
opuesto a la partición de Palestina, terminó acatando el bloqueo y
embargo de armas y municiones a los beligerantes. Este "embargo",
como sucedió en la guerra de Abisinia o en la de España, sólo
afectaba a una de las partes en lucha, en este caso a los árabes.
Pero
el golpe final sobre los palestinos habría de ser el pacto secreto
entre Abdullah, rey de Transjordania y Golda Meir, representante en
esos momentos del gobierno israelí. Este pacto consistía,
sencillamente, en repartirse Palestina. [83]
Así, el Estado de Israel extendió su superficie más allá de las
fronteras señaladas en el mapa de partición de las Naciones Unidas y
el Rey de Transjordania, abuelo del actual Hussein, se apropió de
Cisjordania. Al rey Faruk solamente le tocó un hueso: la franja de
Gaza.
Pocos
años después, Abdullah sería ejecutado por un palestino. Pero ese
acto de justicia y desesperación no habría de cambiar la suerte de
su pueblo. Comenzaba la tragedia del pueblo palestino, despojado de su
tierra y su derecho a la autodeterminación.
Terror
para lograr una "tierra sin pueblo"
Los
colonizadores sionistas habían tenido tiempo de comprobar que la
consigna de "tierra sin pueblo" no se correspondía con la
realidad de Palestina. Pero, si la "tierra sin pueblo" no existía,
se podía en cambio fabricarla. Vimos cómo al principio de su
colonización, las medidas económicas y políticas del sionismo tendían
a una lenta pero firme marginación de la población árabe.
Ahora este proceso daría un salto: la expulsión de la mayoría de
los palestinos y la expropiación de sus bienes.
El
líder sionista Weitz, director durante muchos años del departamento
de colonización de la Agencia Judía, anotaba en su "Diario"
en 1940: "La única solución es una Palestina, o al menos una
Palestina Occidental [al oeste del río Jordán] sin árabes... y no
hay otro camino que transferir todos los árabes desde aquí a los
países vecinos, transferirlos a todos: ni una aldea, ni una tribu
deben quedar." [84] Para realizar estos planes dignos de Hitler, sólo había
un método: el que usaba Hitler. Y se usó.
Apenas
votada la partición en las Naciones Unidas, comenzó una campaña
de terror que obligó a la huida de las poblaciones árabes. Como
principales ejecutores de las carnicerías se distinguieron los
miembros del Irgún, organización terrorista que tenía la ventaja de
ser "extra oficial". Es decir, que cuando efectuaba alguna
masacre, Ben Gurión podía lavarse las manos y decir que no era
responsable. El dirigente de esta organización fascista era el famoso
Menajen Begin, hoy líder del partido Herut, miembro de la Knesset
(parlamento de Israel) y ministro en multitud de gabinetes.
Sería
imposible hacer el recuento de todas las matanzas de los sionistas en
ese período. Ya relatamos la hazaña del Irgún en la Refinería de
Haifa el 31 de diciembre de 1947. Vamos a hablar ahora de Deir
Yassin.
El
exterminio de la aldea árabe de Deir Yassin ha sido calificado con
razón como el My Lai del sionismo, comparándola con la célebre
masacre perpetrada en esa aldea de Vietnam por las tropas yanquis.
Los
testimonios básicos de la matanza de Deir Yassin fueron dados por el
delegado de la Cruz Roja Internacional en Palestina, M. De Reynier,
quien descubrió los cadáveres y alcanzó a salvar a tres víctimas
gravemente heridas. Su informe fue publicado en 1950. [85] En abril del año pasado, el periódico israelí
Yedioth Aharonot, publicó diversa documentación sobre la matanza,
entre ella un informe secreto del soldado Meir Philipsky –que hoy es
el general (r) Meir Pa'el– y que al producirse la masacre era "oficial de enlace– entre la Haganá y los grupos terroristas (Irgún
Zvi Leumi (ETZEL) y el grupo Stern (LEHI). [86]
Estos datos pueden resumirse así:
El
día 9 de abril de 1948, unidades especiales de la Haganá tomaron la
aldea de Deir Yassin, después de vencer una débil resistencia árabe.
Finalizada la resistencia, la dejaron en manos de los carniceros de
ETZEL y LEHI. Estos fueron casa por casa, exterminando a todos sus
pobladores civiles, la mayoría eran mujeres, ancianos y niños, ya
que los hombres se hallaban trabajando fuera de la aldea en esos
momentos. Arrojando granadas de mano en las viviendas y luego
ametrallando o degollando a los sobrevivientes, exterminaron alrededor
de 250 palestinas y palestinos.
"Junto
con un grupo de habitantes de Jerusalén –relata el mencionado
Philipsky– rogamos a los comandantes que dieran orden de parar la
matanza, pero nuestros esfuerzos resultaron infructuosos. Entretanto,
unos 25 hombres habían sido traídos fuera de las casas. Fueron
subidos en camiones de carga y llevados en marcha triunfal –como un
triunfo romano– por los barrios de Mahaneh Yahuda y Zakhron Yosef
(en Jerusalén). Cuando finalizó la marcha, fueron llevados a una
cantera de piedras que queda entre Giv'at Sha'ul y Deir Yassin y allí
muertos a sangre fría."
Los cadáveres de la aldea fueron arrojados a los pozos de agua. Allí
los descubrió el delegado de la Cruz Roja, De Reynier.
El
historiador israelí Arieh Yitzhaqui, comentando en Yediot Aharonot la
documentación publicada, destaca que lo de Deir Yassin "siguió
el esquema habitual de la ocupación de una aldea árabe en 1948.
En los primeros meses de la guerra de la independencia, las tropas de
la Haganá y el Palmach realizaron docenas de operaciones de este
tipo..." [88]
El
objetivo político de las matanzas de Deir Yassin, Lidda, Jaffa, etc.
no puede ser más claro: fabricar la "tierra sin pueblo", "transferir –como decía Weitz– a todos los árabes desde aquí
a los países vecinos..."
Si
hay dudas, Menajen Begin, uno de los principales ejecutores de estos
crímenes, las despeja: "Todas las fuerzas judías –dice Begín–
avanzaban a través de Haifa como un cuchillo en la manteca. Los árabes
huían llenos de pánico gritando: «¡Deir Yassin!»... Este éxodo
masivo pronto devino en una enloquecida e incontrolable huída." [89]
De esa forma, al firmarse el armisticio a principios de 1949,
aproximadamente un millón de palestinos habían sido expulsados de
su tierra.
El
estado colonial y racista
El
Estado de Israel es la institucionalización del hecho colonial. Como
en sus iguales, los estados de Sudáfrica y de Rhodesia, la población
nativa fue despojada de sus tierras y bienes, y de sus derechos
nacionales y democráticos, parte de ella obligada a emigrar y la
restante sometida a las normas clásicas de los estados donde una
supuesta "raza superior" domina a una "raza inferior". El
Estado de Israel es el instrumento (armado hasta los dientes por el
imperialismo) que tiene como fin el mantener esa situación colonial.
Retribuye servicios al imperialismo actuando como gendarme contra los
movimientos revolucionarios o simplemente nacionalistas del mundo árabe.
Iremos
finalizando este estudio con algunos ejemplos del carácter colonial,
racista y contrarrevolucionario del actual Estado de Israel.
Uno
de los más escandalosos –después del obligado éxodo de un millón
de palestinos por el terror de las matanzas sionistas– es el despojo
en masa de sus bienes. Ya hemos visto con qué métodos fueron
obligados a huir. Después de la guerra del 48, al mismo tiempo que no
los dejaba volver a sus hogares, el Estado de Israel aplicó una ley
denominada de "propiedad de las personas ausentes" [90],
según la cual, el árabe que se hallara "ausente" perdía todos
sus bienes al estar estos "abandonados". De esa forma, tierras,
casas, comercios, industrias, cuentas bancarias, etc. de ese millón
de palestinos pasaron al bolsillo de los colonizadores. Fue la "acumulación originaria" del sionismo.
La
"Ley de ausencia" es una "ley" de robo en masa hasta desde el
punto de vista de las normas jurídicas burguesas. Es lo mismo que si
una pandilla de asaltantes penetra en casa de una familia, asesina a
una parte y produce, en consecuencia, la huida del resto. Cuando se
les va a pedir cuentas, estos caballeros argumentan que, por haberse "ausentado" los sobrevivientes y
"abandonado" sus bienes, han
perdido todo derecho sobre ellos. Han pasado ahora a manos de los
gangsters. Al mismo tiempo, a punta de pistola, impiden el regreso de
los sobrevivientes y, cada vez que estos tratan de entrar a su casa,
los gangsters claman ante el mundo que son "agredidos".
La
llamada "Ley del retorno", es otro ejemplo de racismo. Cualquier
judío de cualquier país del mundo, aunque sus antecesores jamás
hayan tenido que ver con Palestina, tienen derecho a "regresar"
(?) a Israel y ser ciudadano con plenos derechos. En cambio, un
palestino (que hace 25 años fue echado por la fuerza) o su hijo no
tienen derecho al "retorno" ni a la ciudadanía.
Durante
la ocupación británica fueron promulgadas, en 1945, unas "leyes de
emergencia" que fueron calificadas por el dirigente sionista Jacob
Shapira de la siguiente forma: "Estas leyes no tienen equivalente en
cualquier país civilizado, ni siquiera en la propia Alemania nazi.
Son leyes que sólo se aplican a un país ocupado... ninguna autoridad
se puede permitir la promulgación de leyes tan inhumanas." [91]
Pues bien, estas leyes siguieron en vigencia en el Estado de Israel y,
para completar la burla, el Sr. Shapira se convertía poco después en
Ministro de Justicia, es decir, ¡en el encargado de aplicadas! Las
modificaciones hechas años después a estas leyes han sido puramente
formales y destinadas a acallar las protestas que se levantaran tanto
dentro como fuera de Israel.
De
acuerdo a estas "leyes" vigentes actualmente en Israel, y
aplicadas en los territorios usurpados después de la guerra de 1967,
los palestinos se hallan bajo "gobierno militar". Las autoridades
militares tienen derecho a "transferir y expulsar a los habitantes
de las zonas, tomar y conservar en su poder cualquier bien, artículo
u objeto, practicar pesquisas y allanamientos en todo momento, limitar
el desplazamiento de personas, imponer restricciones en el ámbito del
empleo y los negocios, decretar deportaciones, poner cualquier persona
bajo vigilancia de la policía o imponerle residencia forzosa. . .
confiscar cualquier terreno en interés de la seguridad pública, usar
libremente de la requisa, imponer la ocupación militar a expensas de
los habitantes, establecer el toque de queda, suspender los servicios
postales y cualquier otro servicio público". [92]
Existen
pocos estados con legislación semejante y que se aplique
exclusivamente a un sector de la población, siendo este sector
determinado por su supesta "raza". La Alemania de Hitler fue un
ejemplo de este tipo de estado. Rhodesia y Sudáfrica lo son hoy en día.
Es impresionante la similitud, hasta en la forma, de la legislación
antinegra en Sudáfrica y la legislación antiárabe en Israel. Ambas
reconocen, por otra parte, un origen común: la legislación colonial
británica.
La
maraña de leyes y disposiciones racistas y coloniales se apoyan unas
a otras y se combinan en un mismo resultado: la opresión, el robo y
la explotación de la población árabe. Un ejemplo frecuente es el
siguiente: una autoridad militar declara "zona de seguridad" a tal
o cual región. Ningún árabe, por consiguiente, puede entrar o vivir
en ella. Si en la zona existía alguna aldea, sus pobladores son
expulsados; si había tierras pertenecientes a árabes, no se los deja
pasar para cultivadas. Acto seguido comienza a actuar la "Ley de
ausencia": las tierras y aldeas se hallan "abandonadas", sus
cultivadores y moradores se han "ausentado", por lo cual pasan a
ser propiedad de Israel. Es que la "ley de ausencia" se aplica
también a los palestinos que se hayan trasladado a otro lugar, aunque
estos palestinos permanezcan dentro de Israel y aunque su traslado
haya sido forzado por una autoridad israelí.
Una
pálida idea del régimen fascista al que está sometida la población
palestina lo da el "Informe del Comité Especial de las Naciones
Unidas encargado de investigar las prácticas israelíes que afecten
los derechos humanos de la población de los territorios ocupados".
[93]
Es un catálogo de horrores: "torturas y malos tratos", "detención
administrativa" (es decir, la prisión de miles de palestinos en cárceles
y campos de concentración por disposición de las autoridades
militares, sin juicio alguno y por tiempo indeterminado), "expulsión
de personas de los territorios ocupados en virtud de las llamadas órdenes
de deportación", "traslado de varios miles de personas de sus
hogares a otras partes del territorio ocupado", "expropiación de
sus bienes, incluso bienes pertenecientes a personas trasladadas de
sus hogares", "demolición de casas" (aproximadamente 10.000
desde 1967), "negación del derecho a regresar a sus hogares a las
personas que huyeron del territorio ocupado a causa de las
hostilidades de junio de 1967 y a las que fueron deportadas o
expulsadas de cualquier otra forma". Tales son los items del Informe
del Comité Especial de las Naciones Unidas.
El
"Informe" llega a la conclusión de que no se trata de una
política "empleada en circunstancias excepcionales" sino que, por
el contrario, se "ha convertido arbitrariamente en una norma de
conducta o política definitiva". [94]
Y agregamos nosotros: esta "norma de conducta o política
definitiva" es la consecuencia lógica, fatal e inevitable de
toda situación colonial.
Nunca,
en ninguna época y en ningún continente, un grupo de colonizadores
ha podido establecer y mantener su dominio sobre la población nativa
sin apelar a métodos por el estilo. Rhodesia, Sudáfrica, la Argelia "francesa", las colonias portuguesas africanas e Israel están
allí para probarlo.
Desde
1948, el desarrollo del Estado colonial y racista de Israel ha
acentuado cada vez más su similitud con las mencionadas experiencias
de colonización. Y ahora queda clara toda la falsedad del argumento
sionista de que no son colonizadores porque no explotan mano de obra
nativa. Ya vimos que, al principio de la colonización, esto de
"no explotar mano de obra nativa", era el manto "socialista" que cubría la expulsión de los obreros y campesinos
árabes de sus empleos y sus tierras. Pero, una vez operado el
desplazamiento de la población nativa y la expropiación en masa de
sus bienes, los sionistas no han tenido ningún escrúpulo en explotar
a los palestinos despojados.
El
hambre y sed de superganancias que domina a la burguesía sionista,
extiende también la explotación, la discriminación racial y la
miseria sobre amplios sectores de la población judía, especialmente
la de origen oriental (sefarditas, yemenitas, etc.). Hoy el Estado de
Israel es una pirámide racista, donde la cúspide es ocupada por dos
mil millonarios (en dólares) de origen azkenaze (judíos europeos) e
íntimamente ligados a las inversiones imperialistas. Más abajo, una
burguesía media y una burocracia privilegiada del Estado y de la
Histadrut, también de origen askenaze. Estas clases y capas
privilegiadas, se asientan sobre las masas de judíos orientales y, ya
en el último escalón de la pirámide, sobre los palestinos. [95]
Israel es la Sudáfrica de Medio Oriente.
El
gendarme del imperialismo en Medio Oriente
Pero
lo dicho hasta aquí es sólo la mitad del Estado de Israel. Su otra
mitad es su papel de gendarme contrarrevolucionario del
imperialismo en el mundo árabe. En esto, continúa y amplía la "foja de servicios" prestada al imperialismo inglés antes de la
creación del Estado.
Si
hubiese sido verdad la fábula que presidió la constitución del
Estado –Israel "progresista" (y hasta "socialista") versus
los regímenes árabes "feudales"–, sería inexplicable que
desde entonces Israel viene realizando continuos actos de agresión
contra todos los movimientos "antifeudales" y antiimperialistas árabes.
Este
papel de gendarme contrarrevolucionario se combina con la pretensión
de los sectores sionistas más patrioteros de construir "el Gran
Israel desde el Nilo al Eufrates", [96]
Una de sus primeras acciones como gendarme fue el ataque a Egipto por
haber expropiado el Canal de Suez a los colonialistas franceses y británicos
.
En
1956, el gobierno egipcio presidido por Gamal Abdel Nasser nacionalizó
la Compañía anglo-francesa del Canal del Suez. Fue un hecho histórico.
Constituye una de las medidas antiimperialistas más importantes, no sólo
para el pueblo egipcio, sino para todos los pueblos del mundo colonial
y semicolonial. Frente a eso, Israel, unido a los ejércitos de
Francia e Inglaterra, atacó Egipto y participó en la matanza de
miles de árabes que se habían atrevido a desafiar a sus antiguos
amos imperialistas.
La
trayectoria negra de Israel prosiguió con su apoyo a Francia contra
los revolucionarios argelinos que luchaban por la independencia.
Luego, cuando los colonos franceses rompen con el gobierno
metropolitano de De Gaulle que quería llegar a un arreglo con los
argelinos, Israel pasa a ayudar a los fascistas de la OAS.
Con
el régimen sudafricano, con el que coincide en las bases
colonial-racistas del estado, inició una estrecha y pública
colaboración económica, política y militar. [97]
La
Guerra de los Seis Días, en 1967, repitió con pocas variantes la
aventura de 1956. La diferencia fue que, por haber emprendido esta
guerra en colusión con el imperialismo yanqui, Israel dispuso de un
formidable aparato propagandístico para presentarse ante el mundo
como "víctima". Como un pequeño y débil país amenazado de
exterminio por vecinos cien veces más poderosos que se proponían "echar a todos los judíos al mar". Este tema central de la
propaganda yanqui-sionista fue alimentado por sectores árabes de
derecha. Estos sectores, como lo prueban los hechos, son los que menos
luchan contra el imperialismo y su socio sionista. Sus capitulaciones
las disimulan planteando la cuestión de Israel en términos racistas
o religiosos y no en los términos sociales y políticos de una lucha
antiimperialista. No sólo tratan así de confundir a las masas árabes,
sino que, de esa forma, le hacen el juego al sionismo, alimentando su
propaganda exterior, y también consolidando su frente interno.
Para
entender la guerra de 1967, hay que comenzar por fijarse en qué marco
internacional se produjo.
"La
coyuntura específica que condujo a esta guerra –señala el
historiador Fawwas Trabulsi– es la convergencia de dos tendencias:
"1)
El imperialismo de los EE.UU. desató una ofensiva contra los regímenes
nacionalistas del Tercer Mundo y los países subdesarrollados de
Europa; 2) La necesidad que el colonialismo territorial sionista tenía
de los regímenes árabes débiles, subdesarrollados y subordinados al
imperialismo, fue desbaratada por el régimen nasserista en Egipto y
el Baas en Siria.
"La
ofensiva de 1960 del imperialismo norteamericano contra Vietnam, Cuba,
Ghana e Indonesia alcanzó al Mediterráneo Oriental en 1967. El 21 de
abril de ese año, el ejército se apoderó del poder en Grecia en un
golpe maestro dirigido por la CIA. Se volvió demasiado claro que
Siria y Egipto serían los próximos blancos. La cuestión era saber
si el ataque vendría desde dentro o desde fuera. El 11 de mayo, un
oficial israelí de alto rango pareció proporcionar la respuesta
cuando amenazó con la ocupación militar de Damasco para poner fin a
las incursiones de Al-Fatah sobre territorio israelí. Fue seguido, al
día siguiente, por el general Rabin quien declaró que mientras el régimen
del Baas no fuera depuesto en Siria ningún gobierno en el Medio
Oriente podía sentirse a salvo.
"Israel
pensaba en sus intereses: la división de los Estados árabes en un
campo «progresista» y un campo pro imperialista, oligárquico,
neutralizaba sus designios de imponer sus hechos consumados a través
de la mediación de las potencias imperialistas o preservar el statu
quo en el cual ella tenía la delantera. No obstante, desde 1965 la
organización palestina Al-Fatah había comenzado sus incursiones
dentro de Israel. Negándose a admitir la existencia del pueblo
palestino, Israel consideraba esos actos como perpetrados por «terroristas
árabes» que operaban desde Siria. Las incursiones israelíes en
noviembre de 1966 contra la ciudad jordana de Samu, y en abril de 1967
contra Siria fueron consideradas por los portavoces oficiales israelíes
como «incursiones de represalia» contra las actividades de los
comandos palestinos.
"El
régimen nasserista de Egipto –prosigue Trabulsi– había estado
sujeto al fuerte chantaje de la reacción árabe, especialmente de
Arabia Saudita y Jordania, por la pasividad de su posición respecto
de Palestina desde 1957. Las gestiones que hizo Nasser para exigir la
retirada de Egipto de las tropas de la UN, (93) la concentración de
tropas sobre la frontera de Israel y, finalmente, para cerrar el Golfo
de Aqaba a la flota israelí (15-23 de mayo) sólo puede ser entendida
dentro de este contexto. De un golpe, Nasser hizo un movimiento de
solidaridad activa con la amenazada Siria y destruyó la última
secuela de la agresión tripartita de 1956. Así, se anotó una doble
victoria y probó que Egipto, entre los países árabes, aun llevaba
la voz cantante en el asunto Palestina.
"Nasser
–analiza Trabulsi– había desbaratado el statu quo, impuesto por
Israel, en 1956. La tarea era convertir su victoria en derrota. Sobre
ambas cosas los israelíes y los norteamericanos estaban de acuerdo.
El presidente Johnson le dijo al Ministro de Relaciones Exteriores
israelí el 26 de mayo: «Si podemos derrotar a Nasser en la cuestión
de los estrechos, el bloqueo será levantado, toda la maniobra estará
arruinada y, aún, la posición de Nasser a la cabeza de Egipto se verá
comprometida». Dos medios para infligir esta derrota estaban
abiertos: forzar el bloqueo por medio de una armada de las potencias
marítimas, incluyendo a Gran Bretaña y los EE.UU., o una invasión
israelí.
"El
gobierno y el ejército de los EE.UU. no tenía duda ninguna con
respecto al resultado de esa invasión. Durante la crisis, Johnson había
requerido dos veces al Pentágono que se le informara sobre el
equilibrio del poder militar entre el Estado árabe e Israel y dos
veces recibió la misma enfática respuesta: si la guerra comenzaba,
Israel conseguiría una victoria decisiva en unos pocos días por
medios de una acometida de acorazados e incursiones aéreas contra
Egipto; aún cuando Israel no iniciara el primer ataque ganaría, de
todos modos, la guerra.
"El
2 de junio, una importante personalidad israelita retornó de una misión
secreta en Washington. Al día siguiente, Eshkol recibió un telegrama
de Johnson con una omisión significativa: la solemne exhortación a
Israel para renunciar a cualquier acción militar unilateral fue
dejada de lado; el presidente norteamericano solamente mencionó sus
esfuerzos diplomáticos. Fue después de recibir un segundo mensaje de
Johnson que el Gabinete de Guerra israelí sesionó y decidió
emprender la guerra. El imperialismo de los EE.UU. había decidido
iniciar la guerra contra los pueblos árabes por poder. Israel había
abierto el paso a la «actuación independiente»."
Y
añade Trabulsi: "La guerra de junio, una combinación de la política
por otros medios, fue la derrota de la política árabe predominante
tanto en el antisionismo como en el antiimperialismo. Fue la derrota
de los países de una región subdesarrollada, con regímenes
igualmente subdesarrollados, infligida por un estado menor, numéricamente
inferior, pero representante de una potencia colonizadora técnicamente
avanzada, europeizada y militarista que contaba con el firme respaldo
del campo imperialista.
"La
estrategia israelí es el sionismo aplicado al dominio militar: una
desconcertante Blitzkrieg dirigida a la imposición de hechos,
más hechos y siempre nuevos hechos. Durante toda la guerra, el ejército
israelí comandó una superioridad numérica sobre los ejércitos árabes
participantes, y la superioridad estratégica sobre todos los frentes.
Nunca perdió la iniciativa, entonces. La estrategia árabe, o mejor
su ausencia, revela hasta más no poder todas las contradicciones y
limitaciones de los regímenes árabes..." [98]
Pero
donde más se prueba el carácter de gendarme contrarrevolucionario
del Estado sionista, es en sus agresiones constantes a los campamentos
de refugiados palestinos y a su movimiento de liberación nacional.
Para eso Israel se alía con los gobiernos árabes más reaccionarios,
como el de Líbano o el carnicero Hussein, rey de Jordania.
Así,
en septiembre de 1970, cuando Hussein desencadenó la represión sobre
los palestinos, masacrando a 20.000 refugiados, Dayan le prestó ayuda
bombardeando los campamentos. Recordemos cómo se movilizó la flota
yanqui, cómo Israel apostó su ejército sobre el Jordán y anunció
que estaba presto a invadir si la lucha era desfavorable al genocida
Hussein y era derribado por la movilización popular. ¡Recordemos que
hubo un Chile en Medio Oriente y que Israel intervino para socorrer a
su Pinochet!
Algunas
conclusiones
Sólo
una grosera falsificación de los hechos puede ocultar que Israel es
un enclave colonial, de características similares a los
estados "blancos" de África, erigido en base al desalojo y/o
masacre de la población originaria, la discriminación racial, la
explotación y negación de sus derechos democráticos y de
autodeterminación nacional. En la región, este enclave colonial actúa
como gendarme del imperialismo para reprimir las luchas
nacionales y sociales de los pueblos árabes.
La
fábula del Israel "progresista" (y hasta "socialista") ya
se está eclipsando. Sin embargo, todavía algunos creen en ella. ¿Por
qué? Esto tiene que ver con algunas características históricas
originales de la colonización sionista.
Hemos
visto cómo los imperialismos europeos se aprovecharon de la tragedia
de las masas sin pan y sin trabajo de Europa para utilizarlas en sus
aventuras coloniales. Con esto también bajaban la presión de la
caldera social en las metrópolis. Pero el sionismo se aprovechó de
algo más para legitimarse, de una de las mayores tragedias y crímenes
de la etapa de agonía del imperialismo: del antisemitismo y las
matanzas de los nazis en Europa. Tras este recuerdo, el sionismo
trata de justificar y legitimar que en Palestina aplica los mismos
criterios racistas y los mismos métodos de la Alemania de Hitler.
Otro
factor de confusión han sido las justificaciones ideológicas de la
colonización sionista, a la que en cierto momento el stalinismo también
contribuyó en la posguerra, al fundarse el Estado de Israel, cuando
la URSS se unió a EEUU para disponer la partición de Palestina. En
esos momentos, las corrientes mayoritarias del sionismo se presentaban
como "laboristas", socialdemócratas, laicas y hasta "marxistas"... Las fabulaciones sobre los kibutz eran parte de
este pintura que se exhibían ante el mundo, en contraste con los árabes
"feudales", "barbaros" y "atrasados". Las corrientes
sionistas que hablaban claro y que decían la verdad sobre sus propósitos
(como la "revisionista", iniciada por Jabotinsky y que tenía como
modelo explícito al fascismo de Mussolini, o las corrientes
religiosas fanáticas) eran aún minoría.
El
sionismo, expresión tardía y marginal del colonialismo europeo del
siglo XIX, aparece cuando las ideas socialistas se habían hecho carne
en las masas judías de trabajadores y pobres de Europa Oriental. Para
disputar esas masas influidas por marxistas y bundistas (y que
rechazaban el sionismo), estaba obligado a adoptar un barniz "socialista".
El
clima político mundial al finalizar la Segunda Guerra y plantearse la
creación del Estado de Israel, era similar en cuanto a una renovada
popularidad de las ideas socialistas. A esa situación debieron
adaptar su camuflage.
La
juventud judía debe repudiar al sionismo, recordando que "un pueblo
que oprime a otro pueblo no puede ser libre"
Esto
deben meditarlo especialmente los jóvenes judíos, sometidos a un
colosal chantaje ideológico por todo el aparato sionista.
El
sionismo habla, por ejemplo, de no perder las tradiciones. ¿Pero cuál
tradición? El joven judío tiene dos "tradiciones" para
elegir: una es la de Marx, Trotsky, Zinoviev, Kamenev, Rosa
Luxemburgo, Abraham León, etc. Otra es la de Teodoro Herzl, la
familia Rothschild, o la de los rabinos. A la primera tradición
responden, Rami Livne, Meli Lerman, Levenbraum y demás jóvenes judíos
detenidos, torturados y condenados hace poco a largos años de cárcel
en Israel por luchar con sus hermanos, los árabes palestinos. A esa
misma tradición responden los compañeros judíos que en Israel
militan en las filas de Matzpen, sección de la IV Internacional. O
aquí en la Argentina, los que militan en nuestro partido y otras
organizaciones de izquierda antisionistas. En la otra tradición, en
cambio, se ubican Dayan, Begin, Golda Meir y Cia. Hay que elegir.
Al
joven judío, tironeado entre la realidad colonialista de Israel y las
presiones sentimentales de su familia, del ambiente y de los aparatos
sionistas, le decimos que no se confunda: no hay término medio, no
hay un sionismo "progresista" que permita quedar bien con Dios y
con el diablo. Esto es así por una razón muy simple: el sionismo en
Israel es un nacionalismo de opresores, no de oprimidos.
El
nacionalismo de los pueblos oprimidos tiene sus grandes vetas
progresivas; allí es legítimo hablar realmente de "alas
izquierdas". Pero no sucede lo mismo con los nacionalismos de los
opresores; por ejemplo, el nacionalismo estadounidense, el de los
colonos blancos de Sudáfrica o el de los colonos sionistas de
Palestina.
Si
partimos de rechazar toda forma de opresión nacional o "racial",
hay que hacer también esto en Palestina. El problema con la "izquierda" sionista es que dice estar contra toda forma de opresión
en cualquier lugar del planeta... menos en Palestina...
Aquí
conviene recordar la reflexión del historiador francés Maxime
Rodinson: "Sigo pensando que el hecho de ser judío, no me obliga a
emplear dos pesos y dos medidas diferentes. O, entonces, mejor seamos
francos y declaremos que, sean cual fueren las circunstancias, un
grupo determinado de hombres tiene siempre razón; en este caso, el
grupo al que pertenecemos según los criterios antisemitas y
sionistas; es decir, al grupo de los judíos. Tal convicción de
impecabilidad de nuestro propio grupo «étnico» es un fenómeno
frecuente en la historia de los grupos humanos. Ese fenómeno se llama
racismo." [99]
Asimismo,
viene bien recordar una máxima que siempre se ha cumplido: que "un
pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre". El sionismo
es un grave peligro, no sólo para las masas árabes, sino también
para los judíos que fueron a Palestina creyendo honestamente en las
promesas sionistas de seguridad,
paz... y hasta de "socialismo". Pero es imposible ejercer
en forma "pacífica" y "segura" el papel de colonizador. El
programa real del sionismo es la "guerra por mil años" de la que
habla frecuentemente el fascista paranoico Dayan. [100]
Frente
a esta perspectiva, los compañeros judíos deben saber que la
Resistencia Palestina les ofrece otra opción: "ninguna seguridad en
un estado racista, pero total seguridad en una nueva Palestina democrática".
[101]
¡Abajo
el estado racista y colonial!!
¡Por
un estado palestino laico, no racista y con amplios derechos democráticos
para todos sus habitantes, árabes o judíos!
Nuestro
partido apoya esta consigna democrática levantada por las
organizaciones más representativas del pueblo palestino. El apoyo a
esta consigna democrática, cuyo contenido es similar a la consigna de
Asamblea Constituyente sostenida por la IV Internacional en 1948, no
significa, por supuesto, que demos un aval respecto a la dirección
palestina. En Avanzada Socialista (24/10/73) explicamos así
esta consigna:
"Entendemos
que lo más correcto es apoyar la creación –en el territorio que
hoy ocupa el Estado sionista– de un único Estado Palestino, laico,
no racista y con amplios derechos democráticos para todos sus
habitantes.
"Estado
laico significa que no estará basado ni sostendrá ninguna religión
oficial, ni islámica, ni judía, ni cristiana. Un Estado Palestina
laico no se basará ni en el «Antiguo Testamento y los profetas de
Israel» (como es el caso del actual estado sionista), ni tampoco en
el Corán (libro sagrado de la religión islámica y que regla la
Constitución y las leyes de varios estados árabes). Al mismo tiempo,
garantizará a cada uno de sus habitantes, total libertad de practicar
el culto que desee o de no tener ninguna religión si así lo
prefieren.
"Este
Estado Palestino laico, suprimirá los privilegios, discriminaciones y
persecuciones raciales que existen hoy en el Estado sionista y
garantizará a todos sus ciudadanos –sean de origen árabe o judío–
iguales derechos democráticos: libertad de hablar y enseñar su
lengua natal y de publicar en ella su prensa y sus libros, no
discriminación en los empleos públicos o privados e igualdad de
salarios, igualdad de elegir y ser elegidos en cargos públicos o
sindicales, árabe y hebreo como lenguas oficiales, etc.
"Algunos
lectores podrán planteamos la siguiente objeción: «Estamos de
acuerdo que hay que terminar con Dayan, Golda Meir y Cía. ¿Pero por
qué damos la consigna de un único Estado Palestino? Esto garantizaría,
evidentemente el derecho a la autodeterminación de los árabes, ya
que ellos podrían ser mayoría en ese estado. ¿Pero eso no lesionaría
el derecho a la autodeterminación de los judíos, a los que no
debemos meter en la misma bolsa que Dayan y su banda?
"La
respuesta es muy simple: los marxistas revolucionarios defendemos el
derecho a la autodeterminación de los oprimidos, no de los opresores.
"El
derecho a la autodeterminación es un problema concreto, no es una
cuestión aritmética de mayorías o minorías. Defendemos el derecho
a la autodeterminación de la minoría «católica» irlandesa en el
Ulster contra la mayoría «protestante» inglesa, porque la primera
es oprimida por la segunda. Por la misma causa, apoyamos a la mayoría
negra de Rhodesia, Sudáfrica y de las colonias portuguesas, contra la
minoría blanca que la esclaviza en la forma más salvaje. ¿Qué
plantearíamos, por ejemplo para Sudáfrica? ¿La autodeterminación
de los negros... y también de los blancos que les niegan hasta la
condición de seres humanos?
"El
caso de Israel es parecido al de Rhodesia, Sudáfrica o al de Argelia
antes de la revolución. Igual que en esos casos, el imperialismo «importó»
a una minoría colonizadora que despojó a millones de nativos de sus
tierras y sus derechos nacionales y humanos. Igual que en Sudáfrica,
donde los negros son encerrados como ganado en «reservas indígenas»
, millones de palestinos viven en la miseria de los «campamentos de
refugiados» del Líbano, Siria y Jordania. Por añadidura, son víctimas
de masacres perpetradas por los sionistas o sus cómplices árabes,
los gobiernos reaccionarios del Líbano y Jordania. Los palestinos que
quedaron en Israel son sometidos a un régimen de terror nazi...
"¿Quiénes
son, entonces, los opresores y quiénes son los oprimidos? ¿Quiénes
tienen derecho a la autodeterminación? Aquí la cosa es simple y
concreta: lo primero e inmediato es restituir al pueblo oprimido su
tierra y sus derechos nacionales y democráticos. Al mismo tiempo,
garantizar a todos los judíos que quieran vivir en paz y fraternidad
con los árabes y sin explotarlos, a todos los judíos que no quieran
ser carne de cañón de Dayán y el imperialismo yanqui, la completa
igualdad de derechos democráticos como ciudadanos de un Estado
Palestino, democrático, laico y no racista."
[1].-
Guerra entre Israel vs. Egipto y Siria que duró del 6 al 26 de
octubre de 1973.
[2].-
La masacre de los campamentos palestinos de Sabra y Chatila en el
Líbano –donde fueron asesinados 3.500 civiles indefensos,
principalmente mujeres y niños– fue comandada por el ex primer
ministro de Israel, Ariel Sharon. En septiembre de 1982, el Ejército
israelí que había invadido Líbano, rodeó esos campamentos.
Sharón envío entonces una fuerza mercenaria que estaba bajo órdenes
de Israel –la milicia falangista "Fuerzas Libanesas"– para
exterminar a los palestinos.
[3].-
Probablemente
la verdad esté en el medio de dos exageraciones opuestas: la que
piensa que el lobby israelí tiene el poder de imponer a
EEUU políticas totalmente contrarias a sus intereses, y la que
subestima su rol con el argumento de que al fin de cuentas las
acciones de Israel se inscriben dentro de la política y los
intereses del imperialismo yanqui, en el marco de los cuales actúa
como un simple agente de Washington. Sobre esta polémica, que
ahora adquiere fuerza renovada, pueden consultarse las ediciones
del 2 de julio, del 4 de junio y del 28 de mayo de este año en www.socialismo–o–barbarie.org
.
[4].-
Fatah: sigla del Harakat al-Tahrir al-Watani al-Filastini
(Movimiento de Liberación Nacional Palestino), el principal
partido laico de la OLP, fundado por Arafat en 1958/59.
[5].-
"Gaza: La mayor prisión a cielo abierto", Ushani Agalawatta,
Inter Press Service, 16/08/05,
www.socialismo-o-barbarie.org/palestina_no_se_rinde/050821_d_mayorprisionacieloabierto.htm
[6].-
Para un análisis más detallado de estas cuestiones, ver "Tendencias
de la situación mundial", Socialismo o Barbarie, revista, Nº
19, diciembre 2005.
[7].-
Abraham
León fue uno de los dirigentes del sionismo de "izquierda"
europeo hasta las vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Por esa
época, León llega a la conclusión de que su partido sionista,
el Hashomer Hatzair, se ha puesto al servicio del imperialismo
inglés. Rompe, entoces, con el sionismo e ingresa a la IV
Internacional. Producida la ocupación alemana, reorganiza la
sección belga, edita periódicos clandestinos, impulsa la
organización de resistencia en diversos sectores del movimiento
obrero. Al dirigirse a Charleroi, con la misión de ayudar a la
reorganización del cuerpo de delegados de los mineros que estaba
siendo dirigida por los trotskistas, es detenido por la Gestapo.
Muere en el campo de concentración de Auschwitz.
En
condiciones increíblemente difíciles –bajo la ocupación
alemana– León escribe "La Cuestión Judía", uno
de los estudios marxistas más valiosos sobre el tema. Allí
desarrolla la tesis del "pueblo-clase". Hace además una
predicción: que en caso de crearse un Estado judío en Palestina,
será "un Estado sometido a la completa dominación del
imperialismo inglés o norteamericano" (Abraham León, "The
Jewish Question", Pathfinder, New York, 1970, pág. 252).
[8].-
Los
sionistas argumentan hoy que esta salida era utópica, que la
lucha revolucionaria no llegó a salvar a los seis millones de judíos
europeos masacrados por los nazis y que, por otra parte, en la
URSS y otros países que se dicen "socialistas" persisten
rasgos de antisemitismo. De allí deducen que el antisemitismo es
un fenómeno "eterno", común a todas las sociedades y los
pueblos.
La
conclusión sionista es falsa. El antisemitismo siguió vivo en
Europa después de la Revolución Rusa precisamente porque el
socialismo no pudo triunfar en todo el continente. La revolución
fue derrotada en los principales países de Europa y,
especialmente, en su país clave: Alemania. La supervivencia del
capitalismo y el curso contrarrevolucionario que se abre desde
1923 conducirían finalmente, al triunfo del fascismo en Alemania
y a la burocratización de la URSS, al estalinismo. La victoria de
la revolución socialista en Alemania hubiese hecho imposible el
genocidio perpetrado en la Segunda Guerra Mundial.
Por
otro lado, en ese gigantesco enfrentamiento entre revolución y
contrarrevolución que se produjo en 1917-23 –una de cuyas
consecuencias ulteriores serían la Segunda Guerra Mundial y las
masacres nazis–, los sionistas no estuvieron del lado de la
revolución socialista sino del otro lado de la barricada.
[9].-
Bund:
"Unión General de Obreros Judíos de Lituania, Polonia y
Rusia", fundada en 1897. Inicialmente formó parte del
Partido Obrero Socialdemócrata Ruso. Al dividirse el POSDR, el
Bund se alineó siempre contra los bolcheviques. En 1917 apoyó a
Kerensky contra Lenin y Trotsky. El Bund conservó bastante fuerza
en Polonia hasta la Segunda Guerra Mundial.
[10].-
Abraham León, "The Jewish Question", Pathfinder,
New York, 1970, pág. 244.
[11].-
"Estudio preliminar" de Alex Bein al libro de
Teodoro Herzl, "El Estado Judío y otros escritos",
Ed. Israel, Bs. As., 1960, pág. 56, subrayados nuestros.
[12].-
Teodoro
Herzl, "El Estado Judío y otros escritos", cit.,
pág. 199,
subrayados nuestros.
[13].-
A. Chouraqui, "A Man Alone; The Life of Theodor
Herzl", Jerusalem, Keter Books, 1970, pág. 106; cit. por
Maxime Rodinson, "Israel, a Colonial-Settler State? ",
Monad Press, New York, 1973, pág. 102.
[14].-
Herzl,
"El Estado Judío y otros escritos", ídem, pág.
213 (subrayados nuestros).
[15].-
Dov
Barnir, "Os Judeus, o sionismo e o progresso", en la
recopilación realizada por Jean-Paul Sartre, "Dossier do
Conflicto Israelo-Arabe", Inova, Portugal, 1968.
[17].-
"No
es el mandato británico, sino la Biblia lo que constituye nuestro
derecho sobre esta tierra", R.J. Swi Werblowsky, "Israel y
Eretz Israel", en "Dossier...", idem. pág.
402.
[18].-
Dov
Barnir, cit., pág. 486.
[19].-
Ephraim
Tari, "O Significado de Israel", "Dossier...",
idem, pág. 560. La famosa consigna "una tierra sin pueblo
para un pueblo sin tierra", fue levantada por uno de los
líderes iniciales del movimiento sionista, el inglés Zangwill. Tómese
nota que para el Sr. Tari, los musulmanes y otros que nombra no
son "un pueblo" (para él Palestina se hallaba "sin
pueblo") sino apenas "núcleos heterogéneos", casi
al nivel de los mosquitos que infectaban de malaria los pantanos
de esa "tierra sin pueblo".
[20].-
Robert
Misrahi, "Coexistencia o Guerra", "Dossier...", cit., pág,
584.
[21].-
Maxime
Rodinson, "Israel...", cit., pág. 46.
[22].-
Robert
Misrahi, cit., pág. 584.
[23].-
Iosef
Shatil, "Las ideologías en el conflicto árabe-israelí",
en "Antología Israel, la liberación de un pueblo",
AMIA, Bs. As. 1968, pág. 316.
[24].-
Ponemos
"feudales" entre comillas, porque en el mundo musulmán no
existió un feudalismo en el sentido clásico europeo. Pero se
hablaba de "feudales" árabes, refiriéndose a la viejas capas
dirigentes (de raíces precapitalistas), que habían aprovechado
sus situaciones privilegiadas (con sus múltiples "derechos"
de administración y usufructo) para hacerse plenamente
propietarias (en el sentido capitalista moderno de la palabra)
de vastas extensiones de tierras. También, simultáneamente,
tenían intereses en el comercio y la usura, que existía
pese a la prohibición del Corán.
Las
formas de posesión de la tierra y de extracción del producto
excedente a los campesinos fueron en el Islam variadas y complejas
según la región y el momento histórico, pero en general nada "feudales". Ha habido muchas discusiones entre los marxistas
sobre cómo caracterizar los modos de producción y la formación
económico-social del Islam antes de la penetración del
capitalismo moderno. Si la caracterización de feudal (en el
sentido clásico europeo) es inadecuada, también hay objeciones
contra la etiqueta de "modo de producción asiático". Para más
datos, es interesante ver Maxime Rodinson, "Islam y
capitalismo", Siglo XXI, Bs. As., 1973, especialmente págs.
47 y sigs.
Pero,
independientemente de esto, aquí se presentaron problemas políticos:
la obsesión de meter el sello de "feudal" al mundo árabe,
tiene que ver con dos teorías-justificación: la del colonialismo
(y el sionismo) y la del stalinismo.
Para
la mentalidad colonialista, hablar de "feudal" era aludir a la "barbarie" y el
"atraso" a los que había que llevar las "luces" de la "civilización". Para
"modernizar" y "civilizar" a esos pueblos era necesario, por supuesto,
colonizarlos.
Hubo
también versiones de "izquierda" de esas ideologías: ya en
la II Internacional existieron fuertes corrientes que avalaban el
colonialismo con los argumentos de llevar la "civilización",
el "progreso" y "las luces" a los "bárbaros" no
europeos... y así preparar las condiciones para que en el futuro
se hicieran socialistas.
En
cuanto al stalinismo, la cosa fue algo distinta. Para justificar
sus alianzas con las burguesías del Tercer Mundo, el stalinismo
negó la posibilidad de combinaciones y saltos de etapas históricas.
Así, necesariamente, todo pueblo debía pasar –o haber
pasado– por las etapas de comunismo primitivo, esclavitud,
feudalismo, capitalismo y socialismo. La historia no hacía caso
de los decretos de Stalin, pero sí, en cambio, los historiadores
soviéticos, obligados a encontrar "feudalismos" en el
pasado o en el presente de todos los pueblos, especialmente del
Tercer Mundo. No hacerlo, tenía el peligro de ser considerado "trotskista" y tratado como tal. Stalin llegó a proscribir
los escritos de Marx sobre el "modo de producción asiático",
ya que no sólo desbarataban ese esquema, sino que además
pintaban un cuadro demasiado parecido a su régimen despótico.
Esas
"teorizaciones" del stalinismo servían para justificar la
subordinación de los trabajadores y la izquierda en los "frente
populares" con los "burgueses progresistas", que luchaban
contra los "feudales" agentes del imperialismo.
Hacemos
esta digresión, porque en 1947/48, ambas corrientes, el sionismo
y el stalinismo, coincidieron en esos argumentos para justificar
el apoyo a Israel. Ambos pintaban un sionismo "progresista" y
hasta "socialista", en lucha contra el atrasado "feudalismo" árabe. Así, en todo el mundo, los partidos
comunistas defendieron el acuerdo EEUU-URSS para votar en la ONU
la partición de Palestina y la fundación de Israel, con la
argumentación de que era una buena forma de enfrentar a los "señores
feudales árabes", patrocinados por el Imperio Británico.
[25].-
Simha
Flapan, "O Diálogo entre Socialistas Arabes e Israelitas é
urna Necessidade Histórica", "Dossier...", cit.,
pág. 608.
[26].-
Robert Misrahi, cit., pág. 585.
[27].-
Iosef
Shatil, cit., pág. 316.
[28].-
Robert Misrahi, cit., pág. 583.
[30].-
Shimon
Peres, "Dossier....", "Dias Proximos e Dias
Longiquos", cit. pág. 558. Al escribir este artículo, el
Sr. Peres era secretario general del Partido Rafi, fundado con Ben
Gurión y el Gral. Dayan, como escisión del MAPAI.
[31].-
Robert Misrahi, cit., pág. 590.
[33].-
Iosef Shatil, cit., pág. 316.
[34].-
Simha
Flapan, cit., pág. 641.
[35].-
Prof.
B. Aktzin, "Llegó el momento de tratar cuestiones
concretas", en "Antología Israel...", cit., pág.
296.
[36].-
"Subrayemos,
en primer lugar, –dice Dov Barnir– que no ha habido un
sionismo, sino muchos. Tres fueron «conseguidos»: la salida de
Egipto, la salida de Babilonia y el éxodo a partir de la Diáspora."
(Dov
Barnir, cit., pág. 447).
[37].-
Lenin,
"El imperialismo, fase superior del capitalismo", Obras
Escogidas, Tomo 1, Cartago, Bs. As., 1960, pág. 449.
[38].-
Maxime
Rodinson, "Israel..." idem, pág. 38,
subrayados nuestros.
[39].-
Lenin
señalaba que "a fines del siglo XIX los héroes del día eran
en Inglaterra [y también en toda Europa, N. de la R.] Cecil
Rhodes y Joseph Chamberlain, que predicaban abiertamente el
imperialismo y mantenían una política imperialista con el mayor
cinismo" (Cit., pág. 450). Imaginemos lo que sería esta
mentalidad en los fundadores del movimiento sionista cuando (no el
siglo XIX, sino hoy) todo un señor "socialista" dice
que los palestinos no eran un pueblo, sino "núcleos heterogéneos"
(ver nota 17) y que Palestina se hallaba "sin pueblo". O
cuando una eminencia de la Universidad Hebrea de Jerusalén, el
prof. Aktzin, "no está seguro de que exista el pueblo
palestino" (ver nota 32).
[40].-
Lenín,
cit., pág. 451.
[41].-
Maxime
Rodinson, cit., pág. 42.
[43].-
Alex Bein, cit., pág. 57.
[44].-
Sokolow, "History of Sionism", London, Vol. II,
pág. XLVII, citado por Ivanov, "La burguesía sionista",
Nuevas Masas, Bs. As., 1973, pág. 49.
[45].-
Maxime
Rodinson, cit., pág. 105.
[46].-
Alex Bein, cit., pág. 65
[47].-
Sokolow, cit., Vol. 1, pág. 13b.
[48].-
Idem,
Vol. 11, pág. 230. Lord Shaftesbury es el verdadero padre de la
consigna de Zangwill. En 1854, Shaftesbury lanza el slogan:
"territorio sin nación, nación sin territorio" (Cfr.
Fawwas Trabulsi, "El problema palestino" en la
recopilación "La Revolución Palestina y el conflicto
Arabe-IsraeIí", Cuaderno de Pasado y Presente N° 14, Córdoba,
1970, pág. 60).
[49].-
Reproducción
facsímil de la "Declaración Balfour" en Ghazi Danial,
"¿Por qué soy fedayín?", Bs. As., sin fecha, pág.
5.
[50].-
Weizmann, "Trial and Error", Harpers, New York, cit. Rodinson,
en "Israel…", cit. Pág. 47.
[51].-
"Dossier...",
cit., idem, pág. 247.
[52].-
Rodinson
hace el siguiente análisis, después de recordar que Inglaterra,
en esos momentos, se encontraba embarcada en una guerra a
muerte con los Imperios Centrales (Alemania, Austria y Turquía):
"Los grandes motivos de la declaración descansaban en el deseo
de un impacto propagandístico sobre los judíos de Europa Central
y la esperanza de recoger los beneficios de la futura liquidación
del Imperio Otomano. Los judíos de Alemania (donde estubo la sede
central de la Organización Sionista hasta 1914) y de
Austria-Hungría, habían sido conquistados para el esfuerzo de
guerra en gran medida porque se combatía contra la Rusia Zarista,
perseguidora de los judíos. En el territorio ruso conquistado,
los alemanes se presentaban como protectores de los judíos
oprimidos por el "yugo moscovita". (Aquí Rodinson cita
proclamas pro judías del Estado Mayor AJemán). La Revolución
Rusa reforzaba las tendencias derrotistas en Rusia. Se atribuía a
los judíos rusos un papel importante en el movimiento
revolucionario. Era fundamental darles motivos para que apoyaran a
la causa aliada. No es mera coincidencia que la Declaración
Balfour fuera emitida cinco días antes de la fecha fatídica del
7 de noviembre (25 de octubre del calendario ruso) en que los
bolcheviques tomaron el poder. Uno de los objetivos de la
Declaración era apoyar a Kerensky. Se pensaba también en la
fuerza de los judíos norteamericanos, país que acababa de
incorporarse a los Aliados. Era necesario obtener un esfuerzo máximo,
cuando en ellos predominaba el pacifismo. Era necesario
anticiparse a los sionistas alemanes y austríacos que negociaban
una especie de «Declaración Balfour»."
Con
respecto a Palestina, Rodinson señala la vinculación de la
Declaración Balfour con los acuerdos con Houssein de La Meca y
con Francia (tratado Sykes-Picot): "No era mala idea disponer en
el Cercano Oriente de una población ligada a Inglaterra por el
reconocimiento y la necesidad... Hacer de Palestina un problema
especial, atribuir así a Inglaterra una responsabilidad
particular, era obtener una base sólida para hacer exigencias
durante la partición que seguiría a la guerra." (Maxime
Rodinson, "Israel...", idem. págs. 47 Y 48). Rodinson
hace este análisis basándose principalmente en los documentos
del Gabinete de Guerra inglés, publicados con posterioridad. Casi
no es necesario aclarar que en las actas no hay rastros del
supuesto "agradecimiento por los inventos del Dr. Weizmann".
Se trata de otro mito histórico del sionismo.
[53].-
Jon Rothschild, "How the Arabs Were Driven Out of
Palestine", Intercontinentál Press, Vol. 11, N° 38, New
York, 1973, pág. 1208.
[54].-
Nathan Weinstock: "The Truth About Israel and
Zionism", Pathfinder, 1970, pág. 5.
[55].-
El Prof. Y. Baner de Jerusalén, en "La revuelta árabe de
1936", New Outlook, Jul-Agos-Sep. 1966, concluye: "...las condiciones para la victoria de 1948 fueron creadas
durante la revuelta árabe" (citado por Nathan Weinstock, idem,
pág. 5).
[56].-
Fawaz
Trabulsi, "El problema palestino", en la
recopilación "La Revolución Palestina y el Conflicto Árabe-Israelí"
, Pasado y Presente, Córdoba, 1970, pág. 77.
[57].-
"Como
hiriente ejemplo de los engaños perpetrados contra la clase
trabajadora de los países sojuzgados por los esfuerzos combinados
del imperialismo de los Aliados y de la burguesía de tal o cual
nación, podemos citar el asunto de los sionistas de Palestina,
donde con el pretexto de crear un Estado Judío, en ese país
donde los judíos forman una minoría insignificante, el sionismo
ha entregado a la población marginada de los trabajadores árabes
a la explotación de Inglaterra" ("II Congreso de la
Internacional Comunista" (1920), "Tesis y Adiciones
sobre la Cuestión Nacional y Colonial", Editorial Pluma,
Bs. As. 1973,Tomo 1, pág. 192).
[58].-
Proporción
estimada en base a la estadística de "Antología
Israel", idem, pág. 344.
[59].-
"The
Complete Diaries of Theodor Herzl",
Vol. 1, pág. 88, citado por Fawwas Trabulsi, cit, pág. 131
(subrayados nuestros).
[60].-
Jon Rotschild, cit., pág. 1207.
[61].-
Este
mismo autor señala que la mitad de las tierras de Palestina se
hallaban en manos de 250 familias que eran, al mismo tiempo,
fuertes usureros.
[62].-
T.
Cliff, "Le Proche et le MoyenOrient á la croissé des
chemins", Quatriéme Internationale, París, Ago/Sep, 1946.
El autor residía en Palestina.
[64].-
Jon Rotschild, cit., pág. 1209.
[65].-
Para
demostrar que estas tres consignas reflejaban la práctica diaria
del movimiento sionista en Palestina, citemos a David Hacohen,
dirigente del partido de Golda Meir, que fue miembro del
parlamento israelí durante muchos años y que cumplía las
funciones de Presidente de su Comité de Defensa y Relaciones
Exteriores. Mediante una carta publicada en el diario Haaretz
del 15/11/69, se dirigió al secretariado del partido MAPAl en los
siguientes términos:
"Tengo
presente el hecho de que fui uno de los primeros entre nuestros
camaradas en ir a Londres luego de la Primera Guerra Mundial...
Allí me hice socialista... Cuando me uní a otros estudiantes
socialistas –ingleses, irlandeses, judíos, chinos, indios,
africanos– descubrimos que todos estábamos bajo la dominación
británica o directamente bajo su gobierno. Y aun aquí, en este
escenario íntimo, tuve que luchar contra mis amigos en torno a la
cuestión del socialismo judío, para defender el hecho de que no
iba a aceptar el ingreso de árabes en mi sindicato, la Histadrut;
para defender la prédica entre las amas de casa de que no
compraran en los negocios árabes; para defender el hecho de que
hacíamos guardias en los huertos para impedir que los
trabajadores árabes consiguieran empleo allí...; echar kerosene
sobre los tomates árabes; atacar a las amas de casa judías en el
mercado y destrozar los huevos árabes que habían comprado; dar
loas al cielo porque el Keren Kayemet (Fondo Judío) enviaba a
Hankin a Beirut a comprar tierras a los terratenientes ausentes y
echar a los fellahim (campesinos) de sus tierras; que está
permitido comprar docenas de dunams (unidad de medida de la
tierra) a los árabes, pero vender una dunam judía, Dios no lo
quiera, está prohibido; tomar a Rothschild, la encarnación del
capitalismo, como un socialista y llamarlo el «benefactor»;
hacer todo eso no fue fácil. Y pese al hecho de que lo hicimos
–quizás no tuvimos más remedio– no me sentía feliz con
ello". (Haaretz, diario israelí, 15/11/69, y citado por
Arie Bober, "The Other Israel - The radical case against
Zionism", ed. Garden
City, New York, Doubleday, 1972 ).
[66].-
Citado
por Peter Buch, "La crisis de Medio Oriente",
Elevé, Bs. As., 1971, pág. 12.
[67].-
T. Cliff, "Le Proche-Orient au carrefour", Quatriéme
Internationale, París, Oct/nov. 1946.
[68].-
Cliff, "Le
Proche-Orient au carrefour",
cit.
[69].-
Moshe
Pearlman, "Historia de la Haganá" en "Antología
Israel", idem, pág. 83.
[71].-
A
fin de caracterizar la corriente "revisionista" de Jabotinsky,
Rodinson recuerda el testimonio de L. Dennens, en su libro "Donde
termina el ghetto" (Nueva York, King, 1934, pág. 233):
"...la juventud aristocrática judía gritaba, desfilando con
camisas marrones, al mismo tiempo que apedreaba los vidrios de los
periódicos judíos de izquierda: «¡Alemania para Hitler!, ¡Italia
para Mussolini! y ¡Palestina para nosotros!, ¡Viva Jabotinsky!»."
(Rodinson, "Israel...", cit., pág. 108).
Efectivamente Jabotinsky era en esos años un ferviente partidario
del Duce. Hay que recordar que inicialmente el fascismo italiano
no fue antisemita. En la fundación del Fascio participaron judíos.
En los años 20, la amante oficial de Mussolini era la escritora
judía Margherita Sarfati,
autora de su biografía más difundida y que hasta 1934 redactó
muchos de los artículos que aparecían en la prensa firmados por
el Duce. De esta tendencia declaradamente fascista saldrían luego
las organizaciones Irgún y Stern. Ariel Sharon y Olmert –el
actual primer ministro de Israel– provienen de esa corriente.
(Nota de la segunda edición).
[72].-
En
ese momento, un gran número de judíos europeos, temiendo las
persecuciones nazis, deseaban irse de Europa. Pero el sionismo no
admitía que emigraran a otro lugar que no fuese Palestina. De
esa forma, cuando las "democracias" como EEUU y Gran Bretaña
cometen el crimen de cerrar las puertas de sus territorios
metropolitanos a los refugiados, el sionismo se negó a
realizar la menor protesta. El Socialist Worker's Party (SWP)
de los EEUU, organizó, por ejemplo, campañas para exigir al
presidente Roosevelt que acogiera a los refugiados. El sionismo se
negó en redondo a hacer nada. ¿Por qué? Según el rabino Wise
–líder del sionismo en los EEUU por ese entonces– se estaba
negociando con Roosevelt el problema del Estado, y por lo tanto,
trataban de molestarlo lo menos posible. (Cfr.
Peter Seidman, "Socialist and The Fight Against Anti-Semitism
- An Answer to the B'nai B'rith Anti-Defamation League",
Pathfinder, NewYork,1973,pág. 19 y sigs.). Pero
la razón de fondo la explica Ben Gurión en esa época: de lo que
se trataba era de crear el Estado y no de salvar judíos de
Europa: "Gran Bretaña está tratando de separar el problema
de los refugiados del problema de Palestina... Si los judíos
tuvieran que elegir entre los refugiados, salvando a los judíos
de los campos de concentración, los dirigentes tendrían
misericordia [de los refugiados] y la energía del pueblo
sería canalizada para salvar a los judíos de varios países.
El sionismo sería entonces no sólo quitado de la agenda de la
opinión pública mundial, en Gran Bretaña y EEUU, sino también
de la opinión pública judía. Si permitimos la separación entre
el problema de los refugiados y el problema palestino, estamos
arriesgando la existencia del sionismo". (Ben Gurión, carta
del 17/12/38 al Ejecutivo Sionista, citada por Peter Seidman, cit,
pág. 20, subrayados nuestros). Para Ben Gurión era preferible
arriesgar la existencia de millones de judíos que pedían refugio
y no la suerte del sionismo en Palestina. El sionismo no "tenía
misericordia". Lo que le importaba era conseguir
colonizadores para Palestina y no "canalizar la energía del
pueblo para salvar a los judíos de varios países".
Para
favorecer la colonización, hemos visto que el sionismo no tenía
escrúpulos en admitir sin protestas el cierre de la emigración
en EEUU e Inglaterra. Tampoco tuvo escrúpulos para emular el
acuerdo Herzl-Plevhe, firmando pactos con Hitler, como el "Haavara",
acuerdo suscripto entre el Reich hitlerista y la Agencia Judía."
(Ver Rodinson cit, pág. 103).
[73].-
"Incluso
en esos momentos –señala Cliff– hacen todo lo posible para
probar que no son enemigos del imperialismo, sino sus aliados.
Así, por ejemplo, en el proceso por portación de armas,
realizado el 28 de noviembre de 1944 a Epstein, miembro del
Hashomer Hatzair (el partido sionista «socialista revolucionario»),
éste declaró a sus jueces: «Ustedes que vienen de Inglaterra,
sabrán apreciar seguramente los peligros y las dificultades que
implican las empresas de desarrollo y colonización de los países
atrasados. En la historia de la humanidad, ninguna empresa
de colonización ha tenido lugar sin chocar con el odio de los indígenas.
Harán falta años, y quizás generaciones, para que esos hombres
[los «indígenas»] se vuelven capaces de apreciar y comprender
lo beneficioso que es esta empresa para su porvenir. Pero el
pueblo ingles no ha retrocedido frente a la tarea de desarrollar
los países atrasados, sabiendo que actuando así, ustedes cumplen
una misión histórica y humanitaria. Ustedes han sacrificado sus
mejores hijos en el altar del progreso", T. Cliff, "Le
Proche-Orient au carrefour", cit., subrayados nuestros.
[74].-
Citado
por Maxime Rodinson, "Israel..." cit., pág. 109.
[75].-
Michael Bar-Zohar, "The Armed Prophet: A Biography of Ben
Gurion", Londres, 1967, pág. 67. Bar-Zohar
es uno de los principales biógrafos israelíes de Ben Gurion.
[77].-
Rodinson,
"Israel...", cit., pág. 69.
[78].-
Citado
por Moshe Sneh, "Sair do Círculo Vicioso do Odio", en
"Dossier...",
pág. 672.
[79].-
Cit, págs.
31 y 32.
[80].-
Shaul
Ramatí, "La Haganá: las milicias populares de Israel",
en "Antología Israel", cit., págs. 77 y 78.
[81].-
Ion Rotschild, cit., pág. 1211.
[82].-
Rodinson,
cit., pág. 74.
[83].-
Rodinson,
cit., pág. 86 y Ian Rotschild, cit., pág. 1211.
[84].-
Publicado
en "Daavar" del 29/9/67 y citado por Rotschild, cit. pág.
1206 y Nathan Weinstock, cit., pág. 3.
[85].-
M.
De Reynier, "A Jerusalém un drapeau flottait",
Neuchatel, 1950.
[86].-
Parte
de estos informes fueron traducidos al inglés y publicados en la
revista "Middle East International", Londres, Abril,
1973. De allí los tomamos.
[89].-
Menajem Begin, "The Revolt; Story of the Irgun", pág.
165, cítado, por Rodinson, cit., pág. 115 y Peter Buch, cit., pág.
18.
[90].-
Al-Ard Co. Ltd., "Os Arabes em Israel", en "Dossier...",
cit., pág. 843.
[92].-
"Coloquio
de Juristas Árabes sobre Palestina",
Argel, 1967, pág. 75.
[93].-
Naciones
Unidas, 27 período de sesiones, 9 de octubre de 1972, publicación
A/8828, Español.
[95].-
Un
estudio aparecido en Le Monde diplomatique, octubre de
1973, hace la siguiente radiografía social del Estado de Israel:
"El
nivel de vida general de la población ha mejorado después de la
guerra de junio de 1967, pero la diferencia entre los sectores
favorecidos y desfavorecidos no hace más que crecer de año en año.
"Este
fenómeno se refleja, entre otros, en las siguientes cifras: de
1970 a 1972, la participación de los trabajadores en el ingreso
nacional ha bajado de 80,5 % a 74%. Durante el mismo período la
participación de los capitalistas aumentó de 19,5% a 26%. Pero
la diferencia de ingresos se hace brutalmente evidente, cuando se
compara el estilo de vida del 15% de israelíes que parten todos
los años al exterior, y que tienen modernos autos y casas de
lujo, con la situación del 20% que lucha en vano contra las alzas
de los precios, viendo su nivel de vida precario empeorar cada
mes. Una parte creciente de este sector se transforma en un
lumpenproletariado miserable y sin esperanza.
"Ese
lumpenproletariado israelí, o más bien judeo-israelí, tiene
tendencia a crecer en los últimos años, y con él la
criminalidad bajo todas sus formas. Ese fenómeno se debe, ante
todo, a la transformación de la composición de la mano de obra.
Israel, como todo país en vías de rápida industrialización
(las exportaciones han aumentado un 25% en 1972) y las inversiones
un 20%) y en situación de pleno empleo, usa el método de
importar mano de obra extranjera no calificada para ocupar los
empleos menos remunerados, mientras el trabajador israelí tiene
profesiones más calificadas y mejor remuneradas.
"En
Israel, es la población árabe la que juega el rol de reserva de
mano de obra «extranjera» no calificada (es preciso sumar a esto
los siete mil judíos georgianos emigrados recientemente de la
URSS). El proceso de arabización del trabajo común y no
calificado fue aun más acelerado en el período que va de 1968 a
1973, luego que cerca de setenta mil obreros palestinos de los
territorios ocupados accedieron progresivamente a trabajar en
Israel. La mano de obra árabe –más eficiente y disciplinada,
sobre todo porque ella no dispone de las mismas facilidades para
hacer valer sus derechos– ha sustituido poco a poco a la masa de
los trabajadores judíos no calificados de las fábricas,
restaurantes y aun de los campos.
"Una
pequeña parte de estos obreros judíos eliminados, retornaron
como supervisores, y algunas veces como capataces del proletariado
árabe. Pero la mayoría se ha transformado en un
lumpenproletariado, en sus formas potenciales y reales, la mayor
parte del cual no quiere recuperar los empleos perdidos,
considerados hoy «degradados» pues se hallan ocupados por los árabes.
"Este
lumpenproletariado está compuesto en un 35% por judíos
originarios de países árabes, para los cuales la posibilidad de
empleos más calificados está más o menos cerrada: Tales
ocupaciones requieren una instrucción que ellos en general no
tienen. Crecidos en familias numerosas, pronto tuvieron que
abandonar la escuela por el trabajo. Así, no hay menos de 20.000
jóvenes, en la edad de 14 a 18 años, que no estudian ni
trabajan.
"Otra
cifra reveladora: en el Israel de 1972, en que las proezas
militares y científicas sorprenden el mundo, se encuentran 104
mil niños (más del 54% de los niños judíos) en familias en las
cuales el padre no ha tenido más que enseñanza primaria. Es en
las capas desfavorecidas que se observa el número más elevado
(uno en cada cinco) de niños subalimentados, mal nutridos o
crecidos en las condiciones denominadas de «desastre familiar».
Es en estos sectores que se reclutan los delincuentes juveniles.
"El
resentimiento creciente en estos miles de judíos orientales, que
se preguntan qué se hace por ellos en el momento en que Israel se
enorgullece de sus dos mil millonarios, viene a encontrar su
expresión política en el voto a favor de los "Panteras
Negras", que obtuvieron el 2% de los sufragios emitidos en la
elección a la Histadrut".
[96].-
"Debéis
combatir con entusiasmo... Por la invasión o por la diplomacia,
el imperio israelí será edificado. Deberá comprender todos los
territorios situados entre el Nilo y el Eufrates." (Ben Gurión, "Discurso en la Universidad Hebrea de Jerusalém",
1950; en "Dossier...", cit., pág. 248).
[97].-
Despachos
de IPS y Reuter (publicados en el diario Mayoría 18/11/73)
informan lo siguiente: "Junto con los EE.UU., Africa del Sur
fue el único país del mundo que durante la última guerra en el
Oriente Medio ayudó a Israel sin disimulo alguno. Según Newsweek,
Pretoria envió a Israel más de un millón de dólares y según
el Daily Telegraph, envió pilotos. Ante todo gravitó la
existencia de una comunidad judía importante en Sudáfrica. Esta
comunidad, que cuenta con más de 115.000 personas, envió después
de los EEUU las mayores contribuciones financieras a Israel. Los
dirigentes sudafricanos tienen también sus razones para tal
colaboración. Para el primer ministro Verwoed es la necesidad de
que «se unan todos los blancos contra las hordas». Un
dirigente de la comunidad judía en la Unión Sudafricana fue
claro: Yakob Oppenheimer escribió en el Herald Tribune: «Nuestros
dos países tienen la misión de mantener islotes de civilización
occidental en medio del océano de la barbarie neolítica.»
Los países árabes han aplicado, en consecuencia, total boicot a
Sudáfrica." (Subrayados nuestros)
[98].-
Fawaz Trabulsi, cit.
[99].-
Maxime
Rodinson, "Israel...", cit., pág. 78.
[100].-
"Somos
una generación de colonizadores –dice Dayan–, y sin el casco
de acero y el cañón, no sabemos plantar un árbol o construir
una casa. No retrocedemos ante el odio de centenares de miles de
árabes en torno a nosotros, no volvemos nuestras cabezas para que
no tiemblen de miedo nuestras manos. Ese es el destino de nuestra
generación... estar preparados y armados, fuertes y ásperos para
que la espada no caiga de nuestras manos....", (cit., en Jon
Rotschild, "How and Why the Zionist Expanded its Borders",
I.P., Vol \l, NO 39, t. 973,- pág. 1237). En estos días, acaba
de decir que la guerra contra los árabes "recién comienza".
Cualquier parecido entre las arengas de Moshe Dayan y de Adolph
Hitler no son casualidad.
[101].-
Documento
de Al-Fatha, "La revolución palestina y los judíos",
Argel, 1970, pág- 16. Edición mimeográfica.
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