Causas
del enfrentamiento Hamas-Al Fatah
EEUU,
Israel y la operación "guerra civil" para dividir a la
resistencia palestina
IAR-Noticias,
03/10/06
La
violencia cundió en la capital administrativa de Cisjordania, en
Ramala, donde un grupo de militantes de Al Fatah trató de incendiar
la sede del Consejo Legislativo (Parlamento) y atacó varios edificios
gubernamentales.
Este
fin de semana ocho palestinos murieron y 100 resultaron heridos
en una nueva ola de enfrentamientos entre seguidores de Hamás y
Al-Fatah en Gaza y Cisjordania, del enfrentamiento entre el Gobierno
de Ismail Haniye y la Presidencia de Mahmoud Abbas.
La
violencia cundió en la capital administrativa de Cisjordania, en
Ramala, donde un grupo de militantes de Al Fatah trató de incendiar
la sede del Consejo Legislativo (Parlamento) y atacó varios edificios
gubernamentales.
Centenares
de seguidores de Al-Fatah habían tomado poco antes las calles de
Ramala quemando neumáticos y exigiendo a Hamás que se marche del
Gobierno de inmediato.
La
chispa del enfrentamiento se desató luego de que Hamás se negara
al reconocimiento del Estado de Israel tal cual lo planteara Abbas
como condición para formar un "gobierno de unidad".
Ante
este panorama no faltan los que se preguntan: ¿Andan la CIA y el
Mossad armando una guerra civil entre las facciones armadas de Hamás
y Al Fatah enfrentadas por el poder en el seno del gobierno palestino?
La
posibilidad -para los expertos- siempre estuvo latente desde
que Hamás ganó las elecciones en enero pasado y quebró el stau quo
del gobierno de Abbas y sus "buenas relaciones con Israel".
Para
los expertos, una guerra civil en Palestina sería el argumento ideal
para una intervención militar justificada de Israel y EEUU como una salida
para para evitar la anarquía y el caos, que rompería las
negociaciones de unidad entre Hamás y Al Fatáh esbozadas luego de
los 33 días de genocidio israelí en Líbano.
El
triunfo electoral de Hamas, el pasado enero, produjo un flanco de
debilidad en la estrategia remodelación del Medio Oriente de los
halcones ultraderechistas de Washington y el Pentágono.
Tal
como sucedió en Afganistán y en Irak (territorios ocupados
militarmente) la zaga imperial Bush-Sharon, tras la muerte de Arafat,
llamó a elecciones para "democratizar" al ocupado
territorio palestino, siguiendo la tendencia de colocar a gobiernos títeres
colaboradores de la ocupación, en este caso el de Mahmud Abas.
El
proceso "democratizador" se lanzó en Palestina después de
que, en mayo de 2004, y en el marco de la Operación Arco Iris,
que los militares israelíes denominaron de "limpieza",
el ejército sionista de Sharon asesinó a 70 palestinos
en tres días de incursión aérea y terrestre en la región de Rafah,
al sur de la franja de Gaza, según estimaciones palestinas.
Luego
de terminar con la vida de Arafat (todas las hipótesis y estudios médicos
sugieren que fue envenenado) el eje Washington Tel Aviv consiguió
-mediante comicios- instalar a su conocido doble agente, Mahmud
Abas, quien respondía sumisamente al plan de "pacificación"
impuesto tras el exterminio militar.
La
nueva estrategia consistía en el repliegue de las fuerzas israelíes delegando
la represión en la policía "colaboracionista" de Abas,
en tanto el ejército israelí -tal como lo hace el ejército
norteamericano en Irak- mantenía su poderío invasor convertido,
paradojalmente, en el custodio armado de la "democracia"
palestina.
La
"paz" forzosa sellada entre el Estado de Israel y la
administración palestina de Mahmud Abas fue frágil y débil debido a
los enfrentamientos que suscitó, tanto entre los israelíes
como del lado palestino donde las organizaciones armadas encabezadas
por Hamás resistían un acuerdo con los ocupantes judíos.
Imprevistamente,
el demoledor triunfo electoral de Hamás, en enero, modificó el
tablero y las relaciones de fuerza: Hamás, por imperio de su victoria
en las urnas, pasó de ser minoría "extremista" a
"mayoría democrática" en el territorio palestino
conquistado por los tanques israelíes.
En
Washington y en Tel Aviv saltaron todos los tapones: la situación
quebraba las reglas establecidas y creaba un nuevo escenario
donde los "malos" (el "terrorismo" de Hamás)
pasaban a ocupar el lugar de los "buenos" (el
gobierno de la ANP controlado por Al Fatah, alumno aplicado y maleable
de la estrategia judeo-norteamericana.)
Para
muchos medios y analistas árabes, el abrumante resultado electoral
resultó claramente un "castigo del pueblo palestino"
a la condescendencia y sometimiento de Abas (un reconocido ex agente
judeo-norteamericano de la CIA) y de Al Fatah a las reglas impuestas
por el invasor sionista y su protector norteamericano.
Con
Hamás en el gobierno palestino, y su decisión de "no
negociar" se desmorona la estrategia de dominación que tenía
como actor central a la relación ANP-Al Fatah con el eje
Washington-Israel, que se proyectaba como "modelo a
imitar" en todo el espectro del Medio Oriente.
Las
cadenas mediáticas expandieron el triunfo de Hamás al mundo, y
comenzó la operación de presión internacional para que Hamás "abandone
las armas" y se pliegue a un proceso de convivencia en paz
con su vecino (invasor) israelí, de la cual pasó a formar parte el
gobierno de Abbas.
La
operación "guerra civil"
Tras
ganar las elecciones, la organización Hamás rechazó la presión
internacional encabezada por EEUU, Israel y sus socios europeos para
que "abandone la lucha armada" y anunció en Damasco (Siria)
que pensaba continuar con la resistencia a la ocupación israelí.
Esto
implicaba -según su propia declaración- que la organización armada
iba a proseguir con la lucha armada contra Israel, pese a las
presiones de EEUU y las potencias europeas para que abandone la
violencia y reconozca al Estado judío.
Esta
postura, y por el contexto donde se la expresó (Siria) quebraba el
stau quo de las "negociaciones de paz" en la que se basaba
la relación de Israel, EEUU y Europa con el Estado palestino
controlado por el gobierno de Abas y Al Fatah, tan empeñado
en combatir al "terrorismo" de Hamás como las propias
potencias imperialistas capitalistas.
¿Cómo
terminar con Hamás sin romper las "formas democráticas"
impuestas en los territorios ocupados militarmente?
La
pregunta del millón que, desde el triunfo electoral de Hamás, deberían
responder frente a los estados mayores de Washington y Tel Aviv los
comandantes estratégicos de la CIA y del Mossad, que ahora andan
buscando "soluciones adecuadas" en el nuevo teatro de
operaciones.
¿Y
que mejor que un enfrentamiento armado entre Hamás y Al Fatah, el
tradicional aliado de Israel?
La
disputa entre Hamás y Abas estalló a fines del mes pasado cuando
la organización anunció la creación de un nuevo organismo de
seguridad en la ANP, que competía con la estructura oficial conducida
por Al Fatah.
La
invasión militar de Israel a Gaza el 26 de junio pasado, y las
operaciones genocidas contra el Líbano, congelaron la operación
para enfrentar a Hamás y a Al Fatah en una guerra civil y crearon
un proceso de búsqueda de unidad para enfrentar la nueva ola
represiva judía en los territorios palestinos.
Ese
proceso se quebró nuevamente cuando Abbas (un servil agente
judeo-norteamericano) anunció en la asamblea anual de la ONU la
formación de un "gobierno de unidad" que reconocería al
Estado de Israel y pondría fin a la resistencia armada.
Hamás
desautorizó inmediatamente a Abbas anunciando que no reconocía al
estado de Israel ni renunciaba a la lucha armada, lo que catapultó
nuevamente el enfrentamiento interno de este fin de semana con mayor
virulencia y cantidad de muertos y heridos.
Una
situación de caos, anarquía y enfrentamiento entre Hamas y Al
Fatah, y resume más que nada una situación buscada tanto por Israel
como por EEUU que tienen en la división su carta de triunfo para
controlar y destruir militarmente a Hamás.
Con
los palestinos matándose entre sí, con el territorio sumido en una
crisis económica terminal (los empleados de la administración llevan
dos meses sin cobrar el sueldo), la Palestina de Hamás y Al Fatah se
convierte en el escenario ideal para una intervención militar que termine
con el gobierno y la vida de los dirigentes de Hamás.
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