Olmert
quiere desquitarse de su derrota en Líbano
Matanza
diaria de mujeres y niños palestinos
Por
Claudio Testa
Socialismo
o Barbarie, periódico, 23/11/06
Hasta
la televisión y la prensa al servicio de EEUU e Israel han debido
hacer algunas menciones a la matanza de palestinos que están
perpetrando diariamente los criminales de guerra Olmert y Peretz. Las
mismas tropas sionistas que se retiraron del Líbano con el rabo entre
las piernas, ahora se ejercitan en la “heroica” tarea de apretar
botones para bombardear desde prudente distancia a la población civil
desarmada.
La
atroz matanza de Beit Janún, en la noche del 7 de noviembre, que por
sus dimensiones no pudo ser ocultada, es un ejemplo de la vida diaria
de los palestinos bajo la ocupación de los colonialistas israelíes.
Ese día culminó una semana de bombardeos que produjeron casi 90
muertos, la mayoría menores de edad.
Un
corresponsal español en Gaza recogía poco después estos testimonios
en Beit Janún: “«En mis cinco años de enfermero no había visto
nunca nada tan horrible... por las escaleras había manos, cabezas,
piernas, por los suelos, gente postrada o gritando desesperadamente»,
cuenta Ahmed Abu Alesh, que llegó en la segunda ambulancia que acudió
a recoger a los heridos. Por su parte, Um Al Abed, de 45 años, cuando
se produjo el ataque creyó que era uno más de los que ha sufrido
esta localidad. Pero luego «empecé a oír gritos y el ruido de
muchas ambulancias; con otras mujeres salí de casa descalza para
socorrer a las víctimas y lo que vi fue montones de gente hecha
pedazos». Ibrahim Al Atanma, otro vecino de 29 años, vio cómo las
primeras bombas caían sobre un edificio habitado y cómo luego
quienes habían acudido a socorrer a los heridos caían víctimas de
nuevos proyectiles. Me describe una escena dantesca de «cabezas
cortadas entre los escombros».” (Corresponsal de Gara,
diario de Euzkadi, 9-11-06)
Lo
de Beit Janún tuvo una repercusión internacional desagradable para
sus responsables. Es que esta vez las decenas de mujeres y niños
muertos excedían la cuota rutinaria de palestinos masacrados que no
merece mención de las agencias noticiosas occidentales. Por eso, los
señores de la Asamblea General de la ONU tuvieron que refunfuñar una
amonestación a Olmert y Peretz (que antes había sido vetada en el
Consejo de Seguridad de la ONU por el representante de EEUU, John
Bolton, que sostiene que Israel tiene derecho a asesinar al que
desee). Sin embargo la “condena de la ONU” sobre la que se hizo
tanta bulla, no es una “tarjeta roja” para Israel, sino apenas un
suave tirón de orejas, sin mayores consecuencias prácticas.
De
todos modos, este hecho tiene su importancia, aunque más por lo que
refleja que por su valor propio... Es que Israel va “cuesta
abajo” en su “legitimidad” internacional. En la guerra del Líbano,
Israel mereció el repudio de la mayoría de la opinión pública de
Europa y América Latina. Y los grandes bonetes de la ONU han tenido
que reflejar algo ese hecho. Esto es falsamente presentado por EEUU e
Israel como una “nueva ola mundial de antisemitismo”, cuando en
verdad se trata de una cosa muy distinta: la creciente pérdida de
legitimidad de un Estado colonial y racista, enclave de EEUU en
Medio Oriente, que existe gracias a la “limpieza étnica” de la
población originaria, los palestinos. Fuera de una minoría que
sobrevive cada vez con más dificultades como ciudadanos de segunda
clase en Israel, la mayoría de los palestinos han sido expulsados del
territorio de la Palestina histórica o encerrados en bantustanes [1]
como el de Gaza.
Las
matanzas cotidianas de palestinos, especialmente de civiles,
mujeres y niños, son una “política de estado” en Israel
por varios motivos.
Toda
ocupación colonial, como “norma”, debe tratar de aterrorizar
permanentemente a la población originaria, y con más razón con los
palestinos, que jamás cesaron su resistencia a los colonialistas.
Pero
además juegan problemas políticos inmediatos. Israel recibió una
gran paliza en el Líbano, donde se acabó el mito de la
“invencibilidad” de los sionistas. Israel se siente más débil
que antes de la guerra. Esto está en la raíz de estas
“demostraciones de fuerza”.
La
derrota en Líbano ha producido una crisis política al interior de
Israel. En lo inmediato, se ha expresado en un vuelco a la derecha.
El gobierno ha incorporado como viceprimer ministro a un nazifascista
declarado, Avigdor Lieberman, cuyo programa es profundizar la
“limpieza étnica”, procediendo al “traslado” (es decir,
la expulsión del país) de la minoría de árabes que tienen la
ciudadanía israelí, junto con el fusilamiento de sus parlamentarios.
Otro
motivo importante de los ataques es el de “castigar” a los
palestinos de Gaza y Cisjordania por haber “votado mal” en las
elecciones de enero pasado. En vez de hacerlo por los siervos de EEUU
e Israel (como el presidente de la “Autoridad Palestina”, Mahmud
Abbas), votaron a los islamistas de Hamas, que no han doblado sus
rodillas. Los asesinatos diarios actúan como un chantaje para que los
dirigentes políticos de Hamas finalmente capitulen y acepten, como
Abbas, el papel de administradores nativos de los bantustanes
palestinos.
Sin
embargo, las bestialidades del gobierno de Israel tienen un efecto contraproducente.
Profundizan no sólo la rabia de los palestinos y de 300 millones de
árabes (que un día puede descargarse sobre su cabeza), sino también
la visión de ilegitimidad de ese estado racista que empieza
a generalizarse en todo el mundo, cosas muy peligrosas para la
continuidad de esa tardía aventura colonial. Ambos hechos son un
problema serio, por lo menos a largo plazo, para un estado que además
ha amarrado su destino a un imperialismo en decadencia, los Estados
Unidos.
.-
Pequeños
territorios establecidos en el estado racista blanco de Sudáfrica
para concentrar y encerrar a la población negra. Este
“modelo” de los racistas sudafricanos ha servido de inspiración
a Israel, para ir recluyendo a la mayoría de los palestinos en
cuatro bantustanes, el de Gaza y otros tres en Cisjordania,
rodeados de un muro de cemento de 8 metros de altura.
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