Hay todavía otra ruta para Palestina
Por Hasan Abu Nimah y Ali Abunimah
The Electronic
Intifada, 20/12/06
La
Haine, 22/12/06
Traducido por Marina Trillo
Después de meses de anticipación, el presidente de la
Autoridad Palestina Mahmoud Abbas y su facción de Fatah lanzaron
finalmente su intento de golpe contra el gabinete elegido democráticamente
que encabeza el partido de Hamás y el primer ministro Ismail Haniyeh.
Días de violencia entre facciones, después del discurso
de Abbas en el que amenazó con convocar nuevas elecciones (algo que
la mayoría de expertos legales coinciden en que no tiene autoridad
para hacer), tuvieron como consecuencia la pérdida de por lo menos
siete vidas. Una inestable tregua siguió siendo violada, y los
acontecimientos de la última semana han proporcionado una terrorífica
ojeada de lo que todavía puede aguardar a los Palestinos si Abbas
decide continuar con su desastrosa trayectoria.
Desde que Hamás ganó las elecciones legislativas a la
AP el pasado mes de enero, la dirección de Fatah ha colaborado en el
asedio promovido por Israel y Occidente. Se propusieron forzar la
salida de Hamás del gobierno o forzar su capitulación a las
exigencias israelíes de que los palestinos abandonen el derecho de
resistir en cualquier forma contra el colonialismo y la ocupación
israelíes, y reconocer a un Israel que es un estado sectario racista,
que no tiene ninguna frontera establecida y que ha rechazado decir si
tal reconocimiento cambiaría algo.
Abbas dice que para salir de la crisis son necesarias las
elecciones porque los Palestinos votaron por dos programas (el suyo,
al elegirle presidente de la AP en enero de 2005), y el de Hamás (que
ganó las elecciones legislativas un año después). Pero esto es
falso. Abbas fue elegido tras la muerte de Arafat, después de una
campaña masiva de la "comunidad internacional" manifestando
que Arafat había sido el "obstáculo para la paz," y que
Abbas sería la salvación de los Palestinos.
Aunque votaron menos de la mitad de los electores en las
elecciones de 2005, la mayoría de los que lo hicieron votaron por
Abbas, esperando que las promesas internacionales serían respetadas.
Durante un año entero, Abbas estuvo impotente porque Israel continuó
con su violencia contra los Palestinos, incluida la confiscación
masiva de territorio, y aceleró la construcción del muro del
apartheid, mientras que el mundo estaba quieto y observando.
A la primera oportunidad, en enero de 2006, los
Palestinos bajo ocupación (esta vez votaron más del 80 por ciento)
dieron a Hamás una mayoría abrumadora. Entregaron el mismo mensaje
de rechazo a Abbas y su "programa" que los americanos
enviaron a Bush en la reciente elección para el Congreso.
Si los líderes de Fatah están intentando disfrazar un
ostensible golpe con la legitimidad de nuevas elecciones, Hamás ha
ejercitado quizás su mejor opción al declarar que las boicoteará si
es que llegan a celebrarse. Después de todo, ¿por qué habría de
participar el movimiento en elecciones dado que los resultados solo
serán respetados si los Palestinos se someten al chantaje y hacen la
opción "adecuada"? En tal situación, la única manera de
ganar es no entrar en el juego.
Sigue sin estar claro si el complot de Abbas tendrá éxito.
Todas las demás facciones Palestinas inmediatamente rechazaron nuevas
elecciones. El pasado mes de julio, Abbas anunció un referéndum,
también un intento de derribar la victoria de Hamás, pero no contaba
con el poder para imponerla en contra de la voluntad de otros
Palestinos.
Por el contrario, Israel, EEUU y el Reino Unido se
apresuraron a endosarlo. Y sólo un día antes del discurso de Abbas
la Secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice dijo que le
pediría al Congreso decenas de millones de dólares para proporcionar
armas adicionales y entrenamiento a las milicias de Abbas. Estos
hechos revelan a muchos palestinos que la única base significativa de
apoyo de Abbas son potencias extranjeras ampliamente consideradas como
implacablemente hostiles a los derechos Palestinos, y que han
intentado, como en Palestina, imponer gobiernos que sirven a sus
planes en Irak y Líbano (precipitando una guerra civil en el primero,
y amenazas de la misma en el último).
Aunque el envite de Abbas no fue ninguna sorpresa, los
resultados menos que decisivos indican que puede haberse sentido
forzado a actuar antes de estar listo. Dos factores pudieran haber
contribuido a estas prisas. El primero, a pesar de meses de huelgas
instigadas por Fatah por el impago de salarios debido al asedio, los
esfuerzos de Hamás para romper el asedio sin capitulación política
comenzaron a dar fruto. Ismail Haniyeh había conseguido compromisos
de varios países para pagar los salarios de decenas de millares de
funcionarios públicos.
En segundo lugar, a finales de noviembre, Israel, por
primerísima vez, aceptó una oferta pública de Hamás, de tregua
para parar los bombardeos masivos israelíes en Gaza a cambio de que
los grupos de resistencia Palestinos dejaran de lanzar cohetes a
Israel. Esta tregua está claro que venía bien a ambas partes, pero
pudo haber preocupado a la facción de Abbas que un día Israel
pudiera no necesitarles más para desempeñar su papel tradicional
como intermediarios entre Israel y los grupos de la resistencia.
Hay varios casos similares al de las confrontaciones
entre Hamás y Fatah en anteriores luchas anti–coloniales. Hay
fuertes ecos de la guerra civil irlandesa de los años 1920. Una
analogía más reciente quizás se puede ver en los últimos días del
régimen de apartheid surafricano, cuando los partidarios del congreso
nacional africano (ANC) por un lado, y el Partido de la Libertad
Inkatha por otro lado, se enfrentaron en sangrientas batallas. Esta
violencia fue etiquetada por el régimen apartheidista como
"violencia de negro contra negro" demostrando supuestamente
cuan inadecuados para gobernar eran los negros. Los partidarios del
ANC vieron como el Inkatha colaboraba con el régimen apartheidista, y
de hecho los apoyos exteriores del apartheid esperaban fomentar un
liderazgo alternativo negro que podría acomodarse al régimen blanco.
Los Palestinos parecen haber alcanzado un mal momento,
pero no están condenados a repetir la historia. A Abbas y a su facción
no se les debe permitir que arrastren a los Palestinos a la guerra
civil. El peor error de cálculo que Hamás podría hacer es confundir
el celo de la facción de Abbas por el premio con la evidencia de su
valor. Está claro que la Autoridad Palestina no puede ser un vehículo
para la liberación Palestina. Es mejor retirarle todo el
reconocimiento, dejarla que se derrumbe, o dejar su cáscara vacía a
los deseen heredarla, que derramar una sola gota de sangre por tratar
de preservarla. A los ojos de sus partidarios, la legitimidad de Hamás,
que ha crecido a pesar del boicoteo internacional, no proviene de su
posición formal dentro de la AP, sino de su determinación frente a
la ocupación.
Hamás y el resto de las facciones comprometidas con la
resistencia a la ocupación deben centrarse en intensificar la lucha
civil y la solidaridad. Ésta es la mejor manera de aislar a los que
empujarían a la guerra civil con tal de conservar sus privilegios y
poder. Los actos recientes de resistencia civil en los que millares de
Palestinos desarmados intervinieron para impedir asesinatos y ataques
aéreos israelíes en Gaza demostraron el potencial inmenso para la no
violencia creativa que podría volver impotente al sistema
apartheidista de Israel.
Hasan
Abu Nimah es colaborador habitual y Ali Abunimah es co–fundador
de Electronic Intifada. Ali Abunimah es autor de "One
Country: A Proposal to End the Israeli–Palestinian Impasse",
Metropolitan Books, 2006 (“Un país: Una propuesta para
terminar con el impasse Israelo–Palestino”).
.- Nota
de la Traductora: El título original de este artículo es "There
Is still another way for Palestine". El término "way"
es polisémico, y entre sus acepciones están: modo, manera, método,
vía, camino, ruta o dirección, etc. Deliberadamente he optado
por ruta, como contraposición a la oficial y desprestigiada
"hoja de ruta" que El Cuarteto blande de cuando en
cuando como señuelo ante los Palestinos, a pesar de que en
repetidas ocasiones Israel la ha considerado muerta e incluso
"metida en formol", según declaró el consejero de
Sharon, Dov Weisglass.
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