Entrevista
a un psiquiatra israelí que trabaja en Palestina. Denuncia la
absoluta falta de medicamentos en los territorios ocupados. Dice que
los pilotos israelíes rompen la barrera del sonido para molestar a
los palestinos
“Muchos
soldados israelíes confiesan que
se sienten como nazis'”
Reportaje
de Paka Díaz
El
Mundo, Madrid, 08/01/07
Jerusalén.–
Physicians For Human Rights (PHR) (Médicos por los Derechos Humanos
– MDH) es una organización israelí fundada en 1988 por Ruchama
Marton, una psiquiatra feminista y activista de los derechos humanos
que preside esta ONG en la que trabajan, codo con codo, más de mil médicos
árabes musulmanes y judíos. Defienden el derecho a la salud del
pueblo palestino, que consideran vulnerado por la ocupación israelí.
Esta
organización levanto una gran polémica en Israel condenar la
participación de médicos en las torturas a los presos palestinos, y
acusarlos de contravenir el juramento hipocrático. Hoy, la voz de PHR
se levanta más crítica que nunca ante el endurecimiento de la
ocupación israelí.
Uno
de sus miembros, Tristán Troudart, psiquiatra, director del
Departamento de Rehabilitación del Hospital Psiquiátrico Kfar Shaul,
de Jerusalén, participó en una de las reuniones con ONG israelíes
que la Plataforma de Mujeres Artistas Contra la Violencia de Género
mantuvo en Jerusalén.
¿En
qué consiste el trabajo PHR?
"Tenemos
equipos móviles de asistencia médica con los que recorremos los
territorios ocupados, prestando especial atención a las zonas más
pobres y a los campos de refugiados. Cada fin de semana, equipos de médicos
van a Cisjordania con la unidad policlínica asistencial para prestar
atención médica. Desde la primera Intifada hasta hace unos años,
solíamos derivar los casos más graves a clínicas dentro de Israel,
pero ahora es imposible hacerlo. Como médicos, es frustrante y
terrible no poder curar a los pacientes cuando, a unos pocos kilómetros,
tienes todos los medios para conseguirlo".
También
tienen programas especiales para presos en las cárceles israelíes.
¿Por qué motivo?
Trabajamos
tanto con presos comunes israelíes como con palestinos, pero con
especial atención a estos últimos ya que suelen estar separados y en
peores condiciones. Los tratan como presos de seguridad, terroristas,
incluso aunque sean niños. Consideramos que viven en condiciones
inhumanas. No se debe olvidar que la Carta Magna israelí permite la
tortura en casos justificados, como por ejemplo, situaciones de
peligro inminente.
¿Cuál
es la postura de PHR sobre el conflicto israelí–palestino?
Para
nosotros, la ocupación es violencia y supone una constante trasgresión
de los derechos humanos. Y la colonización se manifiesta no sólo en
el muro o los puestos de control que minan el territorio palestino,
sino también en el sistema sanitario que ha sido subyugado.
Durante
mucho tiempo, los palestinos dependieron del Gobierno israelí en los
temas de salud. Ellos les proporcionaban buenos equipos, es cierto,
aunque insuficientes, también es cierto pero, sobre todo, lo que
estaban haciendo era impedir la formación y capacitación de un
sistema sanitario propio del estado palestino. Por ello, uno de
nuestros principales objetivos es formar al personal palestino.
¿Cuál
es la situación sanitaria en Palestina, tras el recrudecimiento de la
ocupación?
La
situación sanitaria actual es terrible. En los hospitales faltan todo
tipo de medicamentos. Hacemos un llamamiento a la comunidad
internacional para que no olvide al pueblo palestino, pera que no le
niegue los recursos y la llegada de medicamentos y para que garanticen
la ayuda. Es necesario, como también lo son la solidaridad y el apoyo
moral contra la ocupación.
¿Cuáles
son las mayores diferencias entre Israel y Palestina en el terreno
sanitario?
La
diferencia es abismal. El estado de Israel hace un uso político de la
salud y eso es inhumano y opuesto a todas las convenciones
internacionales.
La
construcción del muro no habrá mejorado la situación
El
muro dificulta mucho nuestro trabajo y acentúa la separación entre
las comunidades. El muro psicológico, por tanto, se hace también
mayor. Cuando tomamos contacto con la población palestina tratamos de
ser puentes de paz.
A
veces, cuando voy a las aldeas o los campos de refugiados, me rodean
los niños. Me tocan y se ríen entre ellos. Me explican que es la
primera vez que ven a un israelí que no es soldado, que no ejerce un
papel violento y opresor. Señalo esto porque creo que es muy
importante denunciar el absoluto desconocimiento entre el pueblo
israelí y el palestino. Mientras exista esta fractura, la paz seguirá
estando demasiado lejos.
Y
en el terreno estrictamente sanitario, ¿en qué ha afectado el muro?
Para
un enfermo palestino, los puestos de control pueden suponer la muerte.
Muchas mujeres han muerto al dar a luz en el suelo, junto a un puesto
de control, porque o bien no las dejan pasar o han tardado demasiado
en permitírselo. Y muchos bebés que deberían haber vivido, mueren
también en esos puestos de control por la falta de medios para
atenderles. Muchas veces, tu vida o muerte depende sólo de la suerte
que tengas con el soldado que te toque. Es totalmente aleatorio.
Creo
que también han de atender a soldados israelíes con problemas psicológicos...
Sí,
se trata de meros jóvenes enfrentados a una situación terrible. Se
sienten muy mal y algunos vienen con depresiones severas. Muchos me
confiesan que se sienten como nazis. ¿Y qué puede ser más terrible
para un judío que sentirse así?
Sin
embargo, en estos momentos, la población israelí parece apoyar la
construcción del muro. Da la impresión de que la paz está muy
lejos. Convencer a la población israelí de la necesidad del muro por
motivos de seguridad es muy fácil. Nuestros ciudadanos ven el mal sólo
en un lado, el otro. Es un mecanismo de proyección habitual cuando
algo asusta. Pero para PHR el mayor mal y el principal responsable de
todo es la ocupación. Mientras perdure, la paz es imposible. Haremos
todo lo posible para apoyar el diálogo entre ambos estados.
Desde
su punto de vista, ¿cuáles son las consecuencias del endurecimiento
de la ocupación?
Algunas
de las consecuencias que hemos observado son el aumento de la
violencia intrafamiliar, el deterioro de la situación socioeconómica,
un aumento espectacular del paro. Para entenderlo, además del muro,
los puestos de control y los asentamientos israelíes en territorio
ocupado, hay que tener en cuenta el día a día de el pueblo
palestino, sometido a humillaciones constantes e incluso a medios de
castigo colectivo tan terribles como la demolición de casas de
familiares o cualquier sospechoso de terrorismo.
Hemos
constatado que, incluso, los aviones israelíes reciben órdenes de
romper la barrera del sonido varias veces en áreas palestinas para
molestar a sus habitantes. Es como una broma macabra.
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