Sangre
de Gaza en las manos de Bush
Por
Jaled Amayreh
The
People Voice, 01/02/07
Rebelión,
03/01/07
Traducido
por Sinfo Fernández (*)
Los
sangrientos desordenes de la Franja de Gaza, que han dejado decenas de
palestinos muertos y heridos y a la sociedad palestina al borde de la
guerra civil, no han salido de la nada.
Es
más, la inmensa mayoría de palestinos, probablemente más del 99%,
rechazan claramente y en los términos más firmes la guerra civil y
jamás tomarían parte en ella si se llegara a producirse.
Ni
que decir tiene que ese firme rechazo está enraizado en la convicción
colectiva de que la guerra civil significaría el fin de las
aspiraciones palestinas de libertad y liberación del colonialismo
sionista.
Sin
embargo, demasiados palestinos han muerto asesinados por otros
palestinos mientras Israel, el enemigo de nuestro pueblo y el
usurpador de nuestra patria, contempla con júbilo cómo nuestra
sangre es derramada por nuestras propias manos.
No
obstante, y sin justificar a Fatah y Hamas, que cargan con la
culpabilidad fundamental por los sangrientos choques, es obvio que hay
una “tercera parte” empeñada en avivar la llama de la lucha
interna entre los palestinos.
Esa
parte es la misma parte que incendió Iraq y echó leña al fuego para
hacer que estallara la guerra sectaria en ese desdichado país; son
los mismos que ahora están intentando implacablemente sembrar las
semillas de la guerra civil en Líbano y Somalia. Nadie más que
George W. Bush y su diabólica administración, que persiguen
implantar la muerte, la violencia y las guerras civiles por todo
Oriente Medio, especialmente en los países que cuentan con
movimientos de resistencia activa frente a la hegemonía usamericana.
Sí,
George Bush está intentando castigar los movimientos de resistencia
sumiéndolos en guerras civiles. Incluso amenaza a países como Egipto
y Arabia Saudí con guerras civiles inducidas si rehúsan seguir sus
instrucciones y no se ponen a su entera disposición.
Primeramente
le urgió a la débil Autoridad Palestina (AP), que realmente tenía
muy poca autoridad si es que tiene alguna, para que organizara
elecciones generales. Y cuando finalmente el pasado año se
organizaron elecciones libres y justas y Hamas ganó, Bush decidió
imponer sanciones excepcionalmente duras al nuevo gobierno palestino
para castigar a los palestinos normales y corrientes por haber elegido
a los chicos “equivocados”.
En
el contexto de esta insolente hostilidad, la administración Bush no sólo
impidió que pudiera llegar cualquier tipo de ayuda a manos
palestinas, sino que fue aún más lejos y se puso a intimidar a
bancos y estados para que cortaran todas las formas de transacciones
políticas y financieras con el nuevo gobierno democráticamente
elegido, con sus agentes, funcionarios y ministros.
Gracias
a estas sanciones, incluso el hecho de enviar una pequeña suma de
dinero desde cualquier parte del mundo a Cisjordania y la Franja de
Gaza se convirtió en un proceso harto complicado.
Los
fondos para ayuda y asistencia humanitaria de países y organizaciones
árabes y musulmanes fueron bloqueados y en algunos casos confiscados,
todo ello con el objetivo de atormentar a 3,5 millones de palestinos y
demostrarles que no merece la pena elegir a un partido que a USA no le
gusta y que, además, puede acarrearles graves daños.
La
promiscua intimidación no logró poner de rodillas a los palestinos,
que rechazaron salir a las calles masivamente para derrocar a Hamas,
como USA había planeado en connivencia con Israel.
El
fracaso enfureció a Bush, Rice y al resto de la banda, que, en vez de
darse por vencidos, intentaron explorar otras vías y medios para
vengarse de Hamas por ganar las elecciones y por atreverse a decir
“No” al führer de nuestra época. De ahí los últimos
derramamientos de sangre.
No
hay duda que los sangrientos enfrentamientos entre Hamas y la Fuerza
de Seguridad Preventiva están planificados, financiados y sostenidos
por dinero y armas usamericanos o al menos por armas bendecidas por
ellos.
Hace
unos cuantos meses, el Departamento de Estado anunció una serie de
planes para otorgar más de 86 millones de dólares al dirigente de la
AP Mahmud Abbas para “fortalecer sus fuerzas de seguridad contra
Hamas”.
Además,
USA jugó un papel crucial al meter de contrabando en la Franja de
Gaza decenas de miles de rifles, fundamentalmente KA-47, además de
millones de balas. De hecho, a lo largo de estos últimos meses,
Israel permitió que entraran en Gaza numerosos camiones con rifles y
munición, para incendiarla y que la situación sirviera a sus
criminales intereses.
Esta
intolerable intervención de USA en los asuntos internos palestinos
tenía tan sólo como objetivo hacer estallar la guerra civil. La idea
usamericana subyacente en esta acción es que una implosión palestina
debilitaría y diezmaría a la sociedad palestina y la forzaría,
finalmente, a capitular ante Israel, con independencia del título y
del nombre con los que se presentara la capitulación.
En
la actualidad, la CIA está vertiendo millones de dólares sobre
determinados “dirigentes” palestinos, que, de forma borreguil
cuando no traidora, están cumpliendo la agenda Israel-USA. Y, a su
vez, estos denominados dirigentes pagan sustanciosamente a jóvenes
que no tienen ni empleo ni formación y que están dispuestos y
deseosos de convertirse en esclavos del tesorero.
Durante
las últimas semanas, vimos cómo estos mercenarios alquilados
estuvieron muy ocupados asesinando a gente y secuestrando a todo el
que pudieran agarrar y cómo se las arreglaron para quemar coches,
comercios y edificios del gobierno en Ramala, Nablus y otros lugares
de Cisjordania.
Desgraciadamente,
gran parte de ese caos homicida se está realizando en nombre de Fatah
cuando, en realidad, la mayor parte de los seguidores y partidarios de
la organización, con excepción quizá de los escalones más altos,
no son conscientes de lo que está pasando e ignoran completamente el
papel de los usamericanos, y fundamentalmente de la CIA, a la hora de
instigar las luchas fratricidas entre palestinos.
Sé
que Fatah no es un movimiento monolítico y que no tiene un liderazgo
centralizado. También comprendo que Mahmud Abbas es un dirigente débil
con poca o ninguna autoridad sobre dirigentes de Fatah como Muhammad
Dahlan, por nombrar a alguno. Sin embargo, esto no absuelve al
movimiento de cargar con la responsabilidad moral y nacional,
especialmente en esta aciaga coyuntura de nuestra lucha por la
libertad.
Fatah,
que proclama ser el custodio y guardián del sueño palestino, debería
distanciarse y acorazarse frente a todos los que tratan de conseguir
que naufrague el barco palestino.
Y
ahora quiero hacer llegar unas palabras al movimiento de Hamas, y
especialmente al gobierno dirigido por Hamas:
Hace
ya veinte años que venís consiguiendo, con más o menos
dificultades, preservar la unidad nacional palestina a pesar de los
obscenos y persistentes esfuerzos israelíes de enfrentar al hermano
con su único hermano. A mediados y finales de la década de los
noventa, demostrasteis una moderación y paciencia ejemplar frente a
las provocaciones insoportables de las instancias de seguridad de la
AP. Ahora tenéis que hacer todo lo posible para tener bien presentes
la prudencia y la sagacidad de Ahmed Yasin y actuar incluso con más
dominio aún sobre vosotros mismos.
Ante
crisis que pueden evolucionar hacia una guerra civil, no es suficiente
con tener razón, uno tiene también que ser prudente. Y además, no
olvidar nunca que en una guerra civil nadie será el ganador y todos
saldremos perdiendo. Por ello, es imprescindible que recordemos que
cuando el templo se viene abajo, es insignificante quién tiene razón
y quién está equivocado.
(*)
Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión.
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