Extraños
''extranjeros''
Por
Amira Hass (*)
El
Corresponsal de Medio Oriente y África, febrero 2007
La
Franja de Gaza para Israel es formalmente "territorio
extranjero", pero de una manera extraña: Israel puede
intervenir, e incluso decidir, en la elección de una pareja, el lugar
de estudio, el tipo de tratamiento médico, el tiempo para dedicarle a
los niños, la participación en las bodas o los entierros, la
escritura de testamentos y la distribución de la propiedad familiar.
Ahora
es oficial: la Franja de Gaza está "en el extranjero". A
partir del 1 de febrero, los pocos israelíes a quienes el ejército
les tiene permitido ingresar en Gaza tienen que presentar pasaporte en
el paso de Erez para cruzar, y son registrados en las computadoras del
Ministerio del Interior como si hubieran salido del país.
La
Franja de Gaza está "en el extranjero" de una manera extraña.
Los israelíes necesitan pasaporte para llegar allí, y los palestinos
de Jerusalén necesitan un pase –el mismo que deben presentar cuando
vuelan desde el aeropuerto internacional Ben Gurión a París, por
ejemplo. Pero cuando estos mismos palestinos de Jerusalén van a
Jordania por el puente Allenby, usan pasaporte jordano. Mientras que
los palestinos que viven "en el extranjero" –los gazanos–
están exentos de cruzar con pasaporte palestino, esta exención también
se aplica a los residentes de Cisjordania, todo ello por orden del
Ministerio del Interior.
La
confusa multiplicidad de procedimientos es todavía más notable a la
luz del hecho de que Israel permite sólo a unas pocas personas entrar
y salir de la Franja. Sólo un número pequeño de israelíes recibe
este permiso –aquéllos con familiares en Gaza o personas,
principalmente mujeres, que llevan años casadas con residentes del
lugar. Recibir un permiso requiere una coordinación previa que es muy
engorrosa y a veces pasan días desde que se las solicita hasta que se
las otorga o hasta que se logra que una línea de fax de la
Administración Civil –un cuerpo militar que depende del Ministerio
del Interior y al que se le otorgó la facultad de conceder los
permisos– no dé ocupado.
Cruzar
el aproximadamente medio kilómetro que separa el lado palestino del
israelí requiere una coordinación adicional, por teléfono, y una
espera de horas hasta que los soldados y empleados del lado israelí
permiten a los poseedores de los permisos seguir su camino. Pero esto
no es lo único que los hace extranjeros a los gazanos "del
extranjero"; para muchos de ellos, esto es absolutamente
recordativo de las dificultades que los régimenes totalitarios imponían
para viajar entre países de Europa Oriental.
El
"extranjero" de Gaza es principalmente extranjero por una
razón diferente, una fundamental: todos los residentes de Gaza están
inscriptos en el mismo registro de población como si vivieran en
Cisjordania, que no es "extranjera", y la lista completa está
controlada por el Ministerio del Interior de Israel. Este control da
al Ministerio del Interior, representado por la Administración Civil,
una autoridad que el Ministerio del Interior palestino no tiene.
Este
control le permitió a Israel privar a centenares de miles de
palestinos de su status de residencia desde 1967. Permitió la
continuación de lazos matrimoniales, sociales, económicos,
religiosos y culturales entre Gaza y Cisjordania hasta 1991 y
entonces, desunió esos lazos.
Este
control le permite a Israel evitar el agregado de residentes
extranjeros en el registro de población; le permite a Israel
intervenir, e incluso decidir, en la elección de una pareja, el lugar
de estudio, el tipo de tratamiento médico, el tiempo para dedicarle a
los niños, la participación en las bodas o los entierros, la
escritura de testamentos y la distribución de la propiedad familiar.
Israel tiene autoridad para prohibir la entrada de amigos o miembros
de la familia que no son residentes palestinos –y no sólo su
entrada en Israel, sino también en Cisjordania y Gaza. Desde octubre
del 2000, la prohibición ha sido casi completa.
Sólo
los palestinos registrados como residentes en el sistema informático
israelí pueden cruzar el paso de Rafah, siempre y cuando esté
abierto. Israel tiene autoridad para prohibir a los gazanos viajar o
vivir en Cisjordania y ha estado utilizando esas prerrogativas con
fervor creciente desde 1991, cuando empezó a implementar las políticas
de cierres. Esto es el "extranjero" a los que los israelíes
pueden acceder con pasaporte. Esto es el "extranjero" en el
que Israel argumenta que no tiene responsabilidad. Y ésta es la
grandeza de la ocupación israelí: se presentarse como inexistente,
mientras su autoridad se aplica hasta en el dormitorio.
No,
ésta no es una recomendación para tomar otro paso unilateral y
borrar a los gazanos del registro de población palestino, que está
bajo control israelí, además de separado geográfica y humanamente.
¡Al contrario! Es preferible para Israel continuar curioseando en sus
alcobas que tomar un paso que completaría la separación final entre
los residentes de Gaza y sus hermanos de Cisjordania.
Hay
razones para preocuparse. Un decisión como borrar a los gazanos del
registro encaja en el proceso de pensamiento que ha caracterizado la
política israelí hacia la Franja de Gaza desde 1991. Durante los últimos
16 años, los residentes de esta atestada región de 360 kilómetros
cuadrados han podido acostumbrarse a su transformación en un tipo de
economía aislada, con cada vez menor acceso al agua (y cada vez más
contaminada); disminución del control de la tierra, las fuentes de
ingreso, la industria y la agricultura sin mercados e inferior nivel
de sus instituciones educativas y de salud, debido a su aislamiento
del mundo y de Cisjordania.
La
cresta de esta política, hasta ahora, fue la desconexión en 2005. Ésta
es una política que contradice lo aceptado en los Acuerdos de Oslo,
que estipulan que la Franja de Gaza y Cisjordania son una sola unidad
territorial, así como las resoluciones internacionales sobre la
solución para lograr la paz. Pero evacuando a unos mil colonos de la
Franja se vendió con éxito la imagen de la moderación israelí, así
como Israel fortaleció todos sus métodos de control sobre
Cisjordania. Israel también es responsable de vender la imagen de que
la eliminación de los gazanos del registro de población es un amable
gesto de buena voluntad. Pero esa jugada sólo puede intensificar el
sufrimiento de 1,4 millones de residentes de Gaza, así como su
separación del mundo. Y ésa es una receta probada por seguir
manteniendo a prudente distancia la posibilidad de un acuerdo de paz
razonable entre Israel y los palestinos.
(*)
La autora es periodista del diario israelí Haaretz (Tel Aviv). La
traducción del inglés pertenece a Sam More.
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