Palestina

 

El gobierno de Israel impide ilegalmente el ingreso de Elisa Abedrapo,
activista chilena por los derechos del pueblo palestino

Carta y testimonio de la compañera Elisa

Amman, Jordania, 25 de marzo de 2007

Estimados amigos y amigas,

Les escribo desde Amman, Jordania, para contarles que hace un mes atrás volví a tratar de ingresar a Palestina, esta vez por Jordania, y volví a ser denegada de entrada por los agentes israelíes en la frontera. La única explicación que recibí, fue que mi denegación de entrada se debe a "razones de seguridad".

De inmediato contacté a las autoridades chilenas en Amman, los que se han portado muy bien conmigo y han informado a las autoridades chilenas en Santiago y en Tel Aviv. Hace dos semanas, el cónsul de Chile en Jordania, Sr. José Antonio Cavedo, me ha dado una respuesta inicial que el gobierno de Chile ha recibido de manera oficial de parte del gobierno de Israel, por medio de las autoridades en Tel Aviv.

La respuesta confirma que mi denegación de entrada se debió a "razones de seguridad" y que no podré ingresar a Palestina hasta Diciembre de 2008. Sin embargo, en la misma nota, se dice que las autoridades israelíes "re-evaluarán" mi caso.

El cónsul de Chile en Jordania, me recomendó esperar dos semanas a que llegue una respuesta a mi caso. Sin embargo, no puedo evitar el escribirles a ustedes, luego de saber que el Gobierno de Chile ha reclamado ante Israel por el trato discriminatorio que ciudadanos chilenos de origen árabe estamos recibiendo al tratar de ingresar a Palestina. Además, justo hoy se cumple un mes de mi intento fallido, lo que me ha tenido muy sensible durante todo el día.

Muchos de ustedes me conocen personalmente, y otros han escuchado de mí por mis actividades de solidaridad con Palestina. Por esa misma razón, ya podrán saber que las "razones de seguridad" son infundadas y que no es más que una discriminación étnica y/o política contra mi persona. Desde el momento de mi primera denegación de entrada hasta el día de hoy, no he recibido ninguna otra explicación por parte de Israel, más que esas dos palabras "security reasons" (razones de seguridad).

Como chilena, tengo el derecho a entrar a Israel y a Palestina sin la necesidad de una visa, tal como lo estipula el tratado existente entre Chile e Israel para la exensión de visa para ciudadanos de dichos países portadores de un pasaporte vigente, pasaje de vuelta y dinero para gastar en su estadía. Sin embargo, en mi caso, así como en el caso de otros chilenos de origen palestino que han sido denegados de entrada, Israel está violando dicho tratado.

Y esto no sólo está pasando con ciudadanos chilenos, sino que hay muchísimas personas que están sufriendo el mismo trato por Israel. Actualmente se calcula que somos varios cientos de miles que ya hemos reportado a nuestras respectivas embajadas la denegación de entrada a Palestina. Sin embargo, hay muchos otros que no lo hacen por ignorancia o creyendo que si tratan otra vez sin hacer mucho alboroto podrán tener éxito.

En este día tan sensible para mí, quería compartir con ustedes el testimonio que le mandé a una amiga en España que me lo pidió para publicarlo a pocos días de haber sido impedida de cruzar la frontera.

Espero que lean con atención el texto adjunto y que ayude a que las denuncias que estamos haciendo a nivel mundial logren romper con el cerco de la injusticia y nos permitan cumplir nuestro sueño de entrar a Palestina.

Para mayor información, pueden acceder al sitio de la Campaña por el Derecho al Ingreso/Re-ingreso a los Territorios Palestinos Ocupados en http://www.righttoenter.ps/

Les mando mis saludos cordiales,

                                                                                                       Elisa Abedrapo

Testimonio

Hace tres años (el 17 de diciembre de 2003) traté de ingresar a Palestina por el aeropuerto de Ben Gurion.

Pese a que entre Chile e Israel existe un tratado para la exención de visa para los ciudadanos de dichos países, y obviamente yo cumplía los requisitos de dicho tratado, en dicha ocasión, luego de varias horas de interrogatorios, revisiones de mi persona y de mis pertenencias, me comunicaron que sería deportada por “razones de seguridad” y me condujeron a una cárcel a las afueras del aeropuerto hasta el momento de partida de mi avión de vuelta a Chile. La prensa chilena difundió ampliamente mi caso en esos momentos, pero así y todo nada saqué.

Al llegar a Chile la embajada de Israel en Chile publicó una declaración en un importante diario local en la que decía que mi deportación ocurrió porque yo no había ingresado por Jordania.

Pues bien, esta vez lo volví a intentar, pero por Jordania, usando el puente Sheik Hussein, ya que es un cruce menos ajetreado que el puente Allenby y por lo tanto, sería más “relajado” para mí. Yo iba relativamente confiada de que podría pasar puesto que al haber pasado ya varios años y al no haber podido ingresar a Palestina, supuse que mi registro habría sido borrado, pues algunas personas me dijeron que este tipo de casos de denegación de entrada suelen ser menos graves que una deportación real (en la que la persona afectada es arrestada al interior del país y luego expulsada), por lo que al cabo de pocos años podría volver a intentarlo.

Llegué a la frontera jordana a las 11:45 donde rápidamente se chequearon mis pertenencias y luego entré al edificio de inmigración donde chequearon mi pasaporte y me pusieron el timbre de salida. Todo eso tomó alrededor de 10 minutos. Después de lo cual tomé el bus para cruzar el puente.

Cuando llegamos al lado israelí todo comenzó otra vez para mí.

Primero, ellos chequearon el bus por fuera y a su chofer por algunos minutos, mientras algunos agentes miraban desde afuera hacia las ventanillas del bus. Luego, el bus avanzó algunos metros hasta la puerta del edificio de “Security Checking”, donde nos hicieron bajar e ingresar con todas nuestras cosas.

Éramos como 5 a 6 personas solamente, todos palestinos, menos yo (una palestina, pero nacida en Chile y con pasaporte chileno).

Hicimos la cola y yo era la última. Sin embargo, se me acercó un hombre a pedirme el pasaporte, ya que era la única turista.

Cuando vio mi pasaporte me dijo “¡chilena! Mmm... “Abedrapo”... mmm... ¿de qué origen es tu apellido?...” y respondí “árabe”... “aaaa... ok... e “Iglisias”... ¿de qué origen?” “español”, le dije (mi apellido materno es Iglesias). “aaa... ok... espera aquí”.

Él se fue con mi pasaporte a donde estaban otros agentes y empezaron a hablar en hebreo mientras me dijeron que pasara mis pertenencias por la máquina de rayos. El agente que me atendió era el que más insistía con mi apellido y los otros le decían “veremos”.

Segundos más tarde, una mujer de ese grupo se me acercó mostrándome unas sillas y diciéndome “sentémonos aquí y conversemos...” Ella me preguntó por qué quería viajar a Israel, por qué entré por Jordania y no por Tel Aviv, dónde estuve en Jordania, dónde pienso ir en Israel, dónde me voy a hospedar, cuántos días pienso estar, cuántos días estuve en Jordania, cómo conseguí el dinero, por qué viajo sola, qué es lo que hago en Chile, etc, etc. La conversación fue bien amigable y la mujer se mostró convencida. Incluso cuando terminó me dijo “ok, espera un momento”, fue donde estaba el grupo que mencioné anteriormente, le pasó mi pasaporte a otra mujer, la que fue a dejarlo a la ventanilla de inmigraciones. Luego ellos me dijeron “ve a sellar tu visa”, mostrándome la ventanilla de inmigraciones, cosa que nunca pasó en Ben Gurion. Así es que pensé “ok, parece que ya pasé”.

La mujer que estaba en la ventana comenzó a ver mi pasaporte y me dijo que llenara la tarjeta de inmigración mientras. Todo era muy normal y tranquilo, hasta que ella revisó el computador. Ella empezó a revisar una y otra vez mi pasaporte, viendo cada uno de los timbres y mirando el computador. Me dijo “espera un minuto” y llamó a otra mujer. Las dos empezaron a chequear el pasaporte y el computador otra vez, y luego la segunda mujer fue con mi pasaporte detrás de la mampara que las separaba de otra “oficina”. Se escuchaba que conversaron algo en hebreo con otra mujer y luego salieron a revisar el computador otra vez. La mujer que venía de adentro me preguntó si había entrado antes a Israel. Como yo nunca entré, le respondí que no. Ellas siguieron conversando, me dijeron “espera un minuto” y fueron adentro otra vez. Luego de varios minutos de espera, la última mujer salió cruzó la puerta que conecta las ventanillas de inmigración y la sala de espera y vino hacia mí gritándome “¿¿por qué me mentiste?? ¡Tu ya estuviste acá!”. A lo que respondí “¡nunca he entrado!”. Entonces ella me gritó otra vez “¿Por qué me mientes?”, a lo que le respondí “no miento, nunca entré... una vez traté, pero nunca entré...” y no me dejó continuar. Me dijo “siéntate allá” y volvió a entrar.

Después de casi 30 minutos, ella volvió con mi pasaporte en la mano diciéndome que no me permitirá cruzar a lo que pregunté “por qué” y ella me dijo “rezones de seguridad” (tal como fue hace tres años en Ben Gurion). Volví a preguntar por qué y ella respondió por rezones de seguridad y para la próxima vez no trates de mentirnos. Pero como ya expliqué yo no siento que mentí, ya que nunca estuve allí. Y ellos lo saben.

Así que tuve que esperar otra vez, hasta que otra mujer policía vino con mi pasaporte en la mano y me ordenó que tome mis cosas y la siga. Ella me condujo al terminal de buses donde tuve que esperar otra vez. Después llegó otra mujer con mi pasaporte en la mano le hizo una seña al chofer del bus, él que subió a su puesto y luego ella me llamó desde la puerta y subió al bus. Yo subí también. Luego de revisar el vehículo, ella vino hacia mí y me entregó el pasaporte. Luego subieron los otros pasajeros y el bus partió hacia el puente, y luego llegó al lado jordano otra vez, finalizando otro intento por conocer la tierra santa, de donde mis ancestros llegaron a Chile a principios del siglo XX.

Yo he viajado a varios países del mundo, cada vez que lo hago llevo dinero suficiente para mantenerme en el país que visito e incluso dinero extra por cualquier imprevisto. Ni en Chile, ni en ningún país del mundo he tenido este trato tan vejatorio y discriminatorio como al tratar de ingresar a Israel a visitar la tierra de mis ancestros y en estos momentos estoy pidiendo al Gobierno de Chile haga todo lo posible para asegurar que yo pueda cumplir con mi sueño. Mientras tanto, estoy viviendo en Jordania esperando el día que pueda cruzar.

Para muchos es bien sabido que los “motivos de seguridad” son tan sólo una medida para impedir el ingreso al país de personas de origen árabe o activistas que desean testimoniar la vida al interior de los territorios ocupados militarmente, pues claramente ni yo, ni nadie de los que hemos sido impedidos de cruzar en la frontera representamos ninguna amenaza a la “seguridad de Israel”.

En estos momentos somos muchas personas, de diferentes nacionalidades, quienes estamos esperando por un permiso para poder cruzar. De hecho, el año pasado se formó una Campaña por el Derecho al Ingreso/Re-ingreso a los Territorios Palestinos Ocupados por Israel, a la cual pertenecemos muchos de nosotros.

Sin la presión efectiva de nuestros gobiernos sobre el Estado de Israel se nos hace más complicada nuestra situación. Nosotros, como simples personas naturales no podemos hacer mucho frente a un estado que suele violar los derechos humanos de manera sistemática y que por casi 60 años viene violando toda la legislación internacional.

Sin embargo, espero que mi testimonio, así como la acción de miles y miles que nos estamos uniendo a la Campaña pueda conseguir que al final podamos cumplir con nuestro sueño.

Es nuestro derecho y no dejaremos de defenderlo.