Sunami
en Gaza, celebración de paz en Jerusalén
Y
llegó la riada
Por
Gilad Atzmon
PeacePalestine, 28/03/07
Rebelión, 30/03/07
Traducido por Paloma Valverde (*)
Condoleezza Rice, la
ministra estadounidense de asuntos exteriores, anunció ayer [27 de
marzo] la decisión del Primer ministro israelí Ehud Olmert y del
presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, de mantener
reuniones bisemanales con la mediación de Estados Unidos. Auténticas
“buenas noticias para palestinos e israelíes”.
Más o menos al mismo
tiempo, al menos cinco palestinos se ahogaban en un “sunami de aguas
residuales” cuando reventó un depósito de tratamiento de aguas,
que inundó Umm Naser, un pueblo en el norte de la Franja de Gaza.
Mientras que en una
tranquila conferencia de prensa en Jerusalén Rice decía No –una
vez más– a la democráticamente elegida Hamás y se refería al
presidente de la Autoridad Palestina como “compañero para la
paz”, un pueblo beduino en Gaza estaba sumergido en aguas
residuales.
Este demoledor
retrato surrealista de absoluta indiferencia entre los dos
acontecimientos, entre un intercambio político vacío de contenido y
una devastadora destrucción sobre el terreno, es la auténtica
realidad del desastre palestino. Se trata de algo que refleja la total
ausencia de compromiso de los dirigentes políticos occidentales con
el pensamiento humanista y ético; refleja nuestro abandono del pueblo
palestino; es un recordatorio de nuestra negligencia general hacia un
pueblo brutalmente desposeído durante seis décadas y una prueba de
nuestra ceguera hacia lo que parece ser un sufrimiento sin límites y
sin final.
Rice hizo un
llamamiento a los Estados árabes de la región “[…] para que
participen activamente en el proceso de paz”. También acogió con
agrado el plan de paz saudí como “[...] un ejemplo de este nuevo
acercamiento”. Y yo termino por preguntarme a mí mismo cuándo fue
la última vez que Rice o la familia real saudí estuvieron sumergidos
en aguas residuales. Rice probablemente es incapaz de darse cuenta de
que esas personas, que casualmente han resultado inundadas por
“aguas insalubres”, desean algo más tangible que un mero
“proceso de paz”. Sra. Rice, ¿no sería mejor que empezáramos
por la comida? Por si acaso no se ha dado cuenta, su embargo al
gobierno de Hamás ha provocado una situación de hambruna sin
precedentes en Gaza. Alrededor del 80 por ciento de la población de
Gaza depende de la ayuda del Programa de alimentos de Naciones Unidas
y del de ACNUR, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados.
Más o menos al mismo
tiempo que la ministra de exteriores estadounidense concluía que los
dos líderes discutirían el “horizonte político”, quedaba claro
que docenas de residentes de Umm Naser seguían desaparecidos.
Al caer la tarde, la
crecida había menguado, dejando tras de sí un fangal de olor
nauseabundo. Los niños del pueblo se aferraban a las puertas de
madera que flotaban sobre aguas putrefactas. Los equipos de rescate
estuvieron excavando en el pueblo para buscar a las víctimas. Había
cabras y vacas que nadaban enloquecidas en el fango en busca de
terreno firme.
Cuando Rice se marchó
de la región se supo que las “negociaciones” entre Ehud Olmert y
Mahmoud Abbas no incluirían los tres asuntos básicos: Jerusalén,
los refugiados y las fronteras. Qué sorpresa.
En lugar de ir desde
Jerusalén a Riyad, Rice regresó a Washington. Se dio cuenta de que
no tenía nada que ofrecer en la cumbre de dirigentes árabes. No tenía
nada que ofrecer, del mismo modo que las gentes de Umm Naser no tenían
nada que perder.
(*)
Paloma Valverde es miembro de los equipos de traductores de Cubadebate,
IraqSolidaridad y Rebelión.
|