Ecología
política de un desastre
Por
James Petras
La
Haine, 05/04/07
Traducido
para Rebelión por S. Seguí
El
lunes 26 de marzo de 2007, en el norte de la Franja de Gaza, un río
de aguas fecales y basuras desbordó un dique de tierra en mal estado
e inundó un campo de refugiados, lo que obligó a 3.000 palestinos a
abandonar sus hogares. Cinco de los pobladores se ahogaron, 25
resultaron heridos y docenas de viviendas destruidas.
El
New York Times y el Washington Post, así como las cadenas de televisión,
culparon al mal estado de las infraestructuras. The Daily Alert, órgano
oficial de la Conferencia de presidentes de las principales
organizaciones judías de Estados Unidos, responsabilizó a los
propios palestinos, por haber retirado arena del dique para venderla a
contratistas de la construcción, con lo cual debilitaron su
estructura. El desastre de Umm Naser, nombre de la población
afectada, es un ejemplo emblemático de los peores aspectos de las políticas
estadounidense e israelí en Oriente Próximo. El desastre de esta
población aislada tiene su origen, en primer lugar y principalmente,
en Washington, donde el AIPAC[1] y sus aliados políticos han
conseguido el respaldo efectivo de Estados Unidos al boicot financiero
y económico del gobierno palestino, a raíz de la victoria electoral
democrática de Hamas.
La
victoria del AIPAC en Washington repercutió en Europa y más allá, y
tuvo como resultado que la Unión Europea aplicase sanciones que
significaban el fin de la financiación de todos los nuevos proyectos
de infraestructuras y de mantenimiento de las instalaciones ya
existentes. En las convenciones del AIPAC, desde 2005 a 2007, los líderes
de los dos principales partidos estadounidenses, los líderes del
Congreso y la Casa Blanca se comprometieron a seguir aplicando la
estrategia de boicot y sanciones ideada por el AIPAC. Esta organización
celebró públicamente su éxito en impulsar las políticas israelíes
y se jactó de la autoría de la legislación. Además de provocar
desnutrición, estas políticas socavaron todos los proyectos de
mantenimiento de obras públicas.
Fueron
asimismo fundamentales en este desastre los bombardeos masivos
sufridos por Gaza en el verano de 2006, la destrucción de carreteras,
puentes, instalaciones de tratamiento de aguas residuales,
instalaciones de saneamiento de agua y plantas de energía eléctrica.
El norte de Gaza fue uno de los principales objetivos de los ataques,
lo que causó daños importantes en una infraestructura de por sí
precaria, a la vez que impuso nuevas cargas sobre los presupuestos
gubernamentales, entre otros para el mantenimiento de las
instalaciones de tratamiento de aguas residuales y los
correspondientes embalses.
El
bloqueo económico de Israel a Gaza ha incrementado el desempleo, la
pobreza y el hambre hasta niveles desconocidos. Más del 60% de la
población de Gaza está desempleada y muchas familias con niños de
corta edad han visto su ración alimenticia reducida a una comida por
día. Los cabezas de familia se ven obligados a buscar
desesperadamente, por cualquier medio, los recursos necesarios para
comprar una libra de legumbres, aceite, arroz y harina para amasar
pan. Es posible que, forzados por el boicot de Estados Unidos y la Unión
Europea inducido por El AIPAC, y por los bombardeos y el bloqueo
israelíes, algunos trabajadores desesperados retirarán arena del
dique. El pretexto citado por la citada Conferencia de presidentes de
organizaciones judías estadounidenses pretende culpar a las víctimas
palestinas de sus propios sufrimientos y eximir de toda
responsabilidad a los israelíes, el AIPAC y sus clientes del
Congreso.
La
citada Conferencia ha justificado los 39 años de ocupación israelí
y la negligencia criminal de las instalaciones básicas de tratamiento
de aguas residuales de Gaza. De hecho, Israel gasta menos del 2%, en términos
proporcionales a la población, en servicios básicos en los
Territorios Ocupados de lo que está obligado a invertir como
autoridad responsable con arreglo a la legislación internacional.
Grupos de derechos humanos israelíes, además de las Naciones Unidas,
han documentado la insensible dejación de responsabilidades por parte
de Israel hacia los civiles palestinos que sufren su brutal ocupación.
No es sorprendente que en la Conferencia de presidentes judíos
estadounidenses sólo se les ocurra culpar a los empobrecidos
palestinos por la rotura de un primitivo dique de tierra y por las
consiguientes muertes.
En
la medida en que pueda hacerse responsable del hecho a algún líder
palestino, debe señalarse a la OLP, apoyada por EE UU e Israel, y a
su responsable titular Mahmoud Abbas, que recibe toda la ayuda
humanitaria que llega a Palestina. Las decenas de millones de dólares
correspondientes a los impuestos palestinos retenidos en bancos israelíes
fueron entregados a Mahmoud Abbas y su contacto de la CIA, Mohammed
Dahlen, para que los destinasen a armar a sus patrullas anti Hamas. En
estos últimos 20 años, los líderes "moderados" de la OLP
y sus amiguetes capitalistas, apoyados por EE UU, han dirigido decenas
de millones de dólares y euros a sus cuentas bancarias particulares
situadas en países seguros, con la aquiescencia de sus patrones
europeos, estadounidenses e israelíes. Al fin y al cabo, ¿qué
representa un poquito de corrupción en Palestina si con ello
conseguimos en reforzar un grupo incompetente de líderes
complacientes?
La
desgracia de los pobladores de Umm Naser, inundados en sus propias
aguas fecales, no fue resultado del destino ni de negligencias o robos
locales, fue una consecuencia directa de todo a lo que está mal en
las políticas de Estados Unidos hacia Oriente Próximo, del respaldo
de este país a una brutal potencia colonial y a sus poderosas a voces
y organizaciones de Washington. Umm Naser se reproduce en toda
Palestina, Iraq y Líbano: millones de pobladores árabes sufren las
consecuencias de las guerras preventivas lanzadas para reforzar al
Gran Israel, tal como lo han afirmado públicamente el presidente Bush
y su vicepresidente a la hora de justificar la agresión. Sus
compromisos siguen al pie de la letra el guión escrito por el lobby
judío, que a su vez coincide exactamente con los deseos del
Ministerio de Asuntos Exteriores israelí.
Nota:
[1]
AIPAC: The American Israel Public Affairs Committee, principal lobby
proisraelí de EE UU. (N. del T.)
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