El
plan Livni-Rice:
¿Hacia una paz justa o hacia el apartheid?
Por
Jeff Halper (*)
International
Solidarity Movement, 02/05/07
Rebelión, 21/05/07
Traducido por J. M. y revisado por Caty R. (**)
Desde hace muchos años soy uno de los fatalistas
que mantienen el argumento de que la solución de “los Dos
Estados” (en Palestina, N. de T.) está muerta y que el apartheid es
el único resultado real de la política israelo-palestina, al menos
hasta que surja una dura batalla contra el segregacionismo que pueda
modificar esta realidad indiscutible.
Baso mi teoría en hechos concretos y reales.
Durante los últimos 40 años Israel ha ejercido un intenso e
irreversible control en los territorios ocupados además de establecer
unos 300 asentamientos que vuelven imposible la creación de un estado
palestino viable. Ningún político israelí que propusiera la
retirada de los territorios ocupados para crear un estado palestino
sería elegido, ni siquiera como partícipe en una coalición en la
que manifestara la voluntad de un plan semejante. Y dado el apoyo
incondicional que los dos grandes partidos estadounidenses le han dado
sucesivamente a Israel en el Congreso, reforzado por la derecha
cristiana, la influyente comunidad judía y el lobby militar, además
de la falta de voluntad que manifiesta parte de la comunidad
internacional para presionar con el fin de que Israel haga concesiones
significativas, la solución de los dos estados está virtualmente
fuera de cuestión a pesar de que es la opción patrocinada por la
comunidad internacional en la agonizante iniciativa llamada “Hoja de
Ruta”.
Bien, entonces si es cierto que la solución de
dos estados ya está fuera de cuestión, la siguiente alternativa lógica
sería la solución de “Un Estado”, especialmente desde que Israel
se ve a sí mismo como un país que ocupa el territorio que va desde
el Mediterráneo hasta el Jordán -la Tierra de Israel- y de hecho así
lo materializa con las nuevas colonias y su red de carreteras. Si se
considera que Israel gobernó prácticamente todo ese territorio en
los últimos cuarenta años, ¿por qué no se declara abiertamente
como un estado democrático para todos los habitantes de la región?
(Después de todo Israel proclama que es la única democracia de
Oriente Medio). La respuesta está clara: un estado democrático en la
Tierra de Israel es inaceptable –para Israel- porque ese estado, con
una mayoría palestina, no podría ser “judío”.
Esto nos retrotrae al principio, el apartheid, un
sistema en el cual una población se separa de otra y luego la domina
estructural y permanentemente. Desde el momento en que el grupo
dominante busca controlar el país entero y desea expulsar a la
población indeseada de sus tierras, propicia la creación de
bantustanes (porciones de territorios separados entre sí, N. de T.) y
los convierte un una suerte de estados-prisión. Esto es exactamente
lo que propuso Olmert en una sesión conjunta del Congreso
estadounidense en mayo del año pasado cuando presentó su “plan de
convergencia” (que recibió 18 ovaciones). Y es en esto precisamente
en lo que Condoleezza Rice y la Ministra de Asuntos Exteriores israelí
Tzipi Livni, estuvieron trabajando en las últimas visitas mensuales
que hizo Rice a la región.
Este plan encarna la peor pesadilla de los
palestinos. La fase II de la Hoja de Ruta, incluye la “opción” de
un estado palestino independiente con fronteras provisionales, “como
un paso hacia el establecimiento de un estado permanente”. Públicamente,
Livni insiste en la fase II que reemplaza la fase I, mientras crecen
los temores de los palestinos que ven cómo se congela el plan de un
estado definitivo, y queda como “casi definitivo” un estado sin límites
precisos, sin soberanía, económicamente inviable, cercado,
fragmentado y controlado por Israel y sus colonias eternamente en
expansión.
Por su parte, Livni y Rice actúan
silenciosamente, en claro contraste con las explosiones de sus jefes
varones. De momento incluso se abstienen de dar un nombre a su plan,
que Livni denomina simple e inocuamente como “la iniciativa de
Israel para la solución de dos estados”. Ari Shavit, un destacado
periodista del diario israelí Haaretz pregunta “¿Tiene la Ministra
de Asuntos Exteriores Tzipi Livni un plan diplomático claro que está
tratando de promocionar? Livni da a entender que lo tiene, pero se
niega a dar más explicaciones. Habla de su visión de dos estados y
de la necesidad de dividir el país políticamente, pero no explica en
qué consiste realmente el plan”.
El plan es simple, pero está lejos de la opinión
pública. (Recientemente el periódico New York Times dijo que Rice se
estaba poniendo en una situación humillante al frecuentar Israel sin
ningún plan aparente). Queriéndose poner a tono con el plan de la
Hoja de Ruta dirigido por EEUU, Livni habla de llegar a la solución
de dos estados por medio de negociaciones. Pero la Hoja de Ruta obliga
a Israel a congelar la instalación de asentamientos, a lo que Israel
se niega enérgicamente. ¿Cómo se puede llegar a un acuerdo de esta
manera? ¿Cómo puede Israel proponer la solución de dos estados
mientras continúa expandiendo sus asentamientos e infraestructuras en
el corazón de los territorios donde debería establecerse el estado
palestino?
La respuesta yace en una pequeña pero
fundamental noticia que habla de un cambio en la política de EEUU
anunciado por el presidente Bush en abril de 2004 y ratificado unánimemente
por las dos Cámaras del Congreso: “En virtud de los hechos sobre el
terreno, que incluyen el crecimiento de centros poblacionales israelíes
(que la administración Bush llama asentamientos masivos israelíes)”,
determina que “no es realista pensar que el final de las
negociaciones pueda implicar el retorno completo a las fronteras del
armisticio de 1949”. De esta manera y de un plumazo, Bush frustra la
base de la diplomacia internacional que trabaja para la solución del
conflicto israelí-palestino, incluyendo su propia hoja de ruta: el
retorno de Israel a las fronteras de 1967 (1949) que permitirá el
espacio para establecer un genuino estado palestino. Israel proclama
que la construcción de los asentamientos en esos territorios no viola
la Hoja de Ruta, puesto que esos territorios fueron reconocidos
unilateralmente por Estados Unidos como parte integrante de Israel. De
esta manera, entre un 15 y un 25% de Cisjordania se ha sacado de las
negociaciones y se ha anexionado de hecho a Israel, mientras que como
“territorios ocupados” se define en la actualidad únicamente lo
que queda fuera de esos asentamientos y es sobre lo que se puede
negociar.
Israel espera que los palestinos consientan en
una especie de ocupación como resultado de las “negociaciones”,
en las que a priori los palestinos pierden el 85% de su territorio
original. Esto es inaceptable para los palestinos además de patético.
La actitud de Israel en un principio fue ¿a quién le preocupa? Los
palestinos siempre fueron irrelevantes, incluyendo su participación
en el “proceso de paz” de Oslo. En su discurso en el Congreso
Olmert expuso claramente su intención de imponer una unilateral Pax
Israeliana si fuera necesario: “no podemos esperar eternamente a los
palestinos. Es nuestro deseo más profundo construir un mejor futuro
en nuestra región, mano a mano con nuestro socio palestino. Si esto
no fuera posible, nos adelantaremos –pero no solos-, nunca hubiéramos
podido implementar el plan de retirada sin el apoyo de EEUU. Esta
retirada nunca se hubiera podido llevar a cabo sin el compromiso
dispuesto por el presidente Bush en una carta del 14 de abril de 2004
respaldado por las dos Cámaras del Congreso y con una mayoría sin
precedentes.”
Aquí Olmert se pilla los dedos. La Hoja de Ruta
–por una gracia concedida- llama claramente a poner fin a la ocupación
y el conflicto por medio de negociaciones. El conflicto israelí-palestino,
cita el texto, debe ser resuelto “por medio de acuerdos negociados
para llegar a un final satisfactorio para ambas partes”. Tanto Bush
como Blair dijeron claramente a Olmert que el “plan de
convergencia” no se puede imponer unilateralmente. El debe
“simular” (y me consta que el gobierno británico utilizó esta
palabra) negociaciones con Abbas durante un año. Eso es lo que
subyace bajo los encuentros ocasionales entre Olmert y Abbas, de los
que Olmert dijo públicamente que estaban estrictamente limitados a
“cuestiones prácticas”. El Boston Globe publicó el 15 de abril
de 2007: “El primer ministro israelí Ehud Olmert y el presidente
palestino Mahmud Abbas, de acuerdo con la iniciativa de EEUU
mantuvieron un encuentro el domingo, evitando puntos álgidos del
conflicto de Oriente Próximo...’No discutiremos los asuntos
centrales del conflicto –tales como el de los refugiados, Jerusalén
y las fronteras-‘ declaró Olmert a los medios en la reunión
semanal de su gabinete”.
Y aquí es donde entra la propuesta de Tzipi
Livni de sustituir la fase I por la fase II. Pasado un año (en mayo
de 2007) y cuando está claro que los palestinos no han sido
“participativos”, Israel estará en condiciones de declarar como
sus fronteras “provisionales” la línea del muro de separación,
anexionando de esta manera alrededor de un 10% de Cisjordania. Esto
podrá parecer poco, pero incorpora a su territorio los mayores
asentamientos (más 500.000 colonos israelíes), a la vez que
convierte Cisjordania en un puñado de pequeños, desconectados y
empobrecidos “cantones”. Esto despoja a los palestinos de sus
mejores tierras de cultivo y de toda el agua. También anexiona una
“Gran Jerusalén” israelí en toda la parte central de Cisjordania
cercenando la economía, la cultura, la religión y el corazón histórico
de cualquier posible estado palestino. Deja a los palestinos
aprisionados entre el muro y otra frontera “de seguridad”, el
valle del Jordán, otorgando a Israel dos fronteras occidentales. Esto
impide el desplazamiento de personas y bienes tanto dentro de Israel
como de Jordania, e internamente entre los diferentes cantones. Israel
también se arroga el control del espacio aéreo de Palestina, la
esfera electromagnética y hasta el derecho de los palestinos a
conducir su política exterior.
De esta manera los palestinos obtienen su estado,
aunque con “fronteras provisionales”. Israel aumenta su territorio
entre un 82 y un 85%, siempre de acuerdo con la Hoja de Ruta y el
apartheid –en forma de “solución de dos estados”- deviene en
una realidad política. Y así nos quedaremos para siempre jamás.
Aquí aparece un estorbo. Ni israelíes ni
palestinos quieren abandonar la solución de los dos estados aunque se
encuentren estancados. Tzipi Livni, que es uno de los miembros del
gabinete con pensamiento propio, ha ido más lejos en sus propuestas
que incluso el partido laborista. “Por un lado quiero enfocar mis
prioridades en los temas de seguridad, desmilitarización y el
problema de los refugiados”, dijo recientemente, “y por otra parte
deseo crear una alternativa real para los palestinos que sea una
solución para su problema nacional”.
Livni ha sido crítica con el enfoque masculino
sobre el conflicto en los últimos años. En una entrevista de Haartez
(20-12-06) le preguntaron: “¿Ve usted la influencia de las hormonas
masculinas a su alrededor?” “A veces se plantean los asuntos como
‘cosas de hombres’” respondió sinceramente. “¿Hubo un
problema de ese tipo en la conducción de la guerra (de Líbano)?”
Presionó el entrevistador. “No sólo en la guerra”, respondió la
ministra, “en todo tipo de discusiones escucho argumentos por el
estilo entre generales y almirantes y les pido que se detengan. Hubo
algo de eso durante la guerra, el planteamiento era demasiado
militarista… Al principio de la guerra algunos pensaron que el rol
diplomático era darle tiempo al ejército. Y eso es comprensible: en
el pasado siempre lo hemos conseguido, conquistamos, liberamos,
ganamos, entonces el mundo nos aplaudía. La victoria era militar y el
fracaso político. Pero esta vez fue a la inversa”.
Livni, como la mayoría de los israelíes, no
puede abandonar el plan de los dos estados. La alternativa de un
estado (apartheid) es claramente inaceptable. La existencia de un
estado judío depende de la existencia de otro palestino. Sin embargo
esto no impidió la expansión de las colonias israelíes, que continúa
mientras escribo estas líneas. Aparentemente la Sra. Livni cree
ingenuamente, como la mayoría de los israelíes, que hay una
posibilidad de acuerdo con el mínimo que los palestinos podrían
aceptar y el mínimo que los israelíes están dispuestos a conceder,
específicamente en lo concerniente a un estado palestino soberano,
territorial y económicamente viable. Dudo de esta probabilidad,
especialmente sabiendo que más del 60% de los palestinos que habitan
en los territorios ocupados son menores de 18 años y necesitan un
futuro realmente viable.
Como los palestinos no aceptan la zanahoria, los
israelíes –y aquí no sé cuál es la postura de Livni- vuelven al
palo y oprimen a los palestinos todos los días con duras acciones
militares, sanciones económicas y una durísima vida cotidiana, con
el fin de que acepten un mini estado dividido territorialmente,
inviable y “semisoberano”. Es necesario que Israel continúe con
su opresión y alternativamente “endulce la píldora” para
conseguir que la comunidad internacional acabe considerando aceptable
el apartheid, proponiendo, por ejemplo, dar a los palestinos el 90% de
los territorios ocupados. Pero hay que tener en cuenta que en el 10%
restante con el que se quedaría Israel es donde están todos los
recursos que permitirían el potencial y soberano desarrollo. Y
pretenden estar haciendo una “generosa oferta” irresistible para
los palestinos. En definitiva, ¿quién se preocupa por la
“viabilidad del estado palestino”?
Pienso que la solución de los dos estados ya es
historia y estamos a las puertas del apartheid. No veo ningún posible
malabarismo que permita la entrega de suficientes territorios como
para hacer realidad un estado palestino. Por el momento el plan está
atascado y aquí quiero señalar tres criterios indispensables para
que se lleve a cabo el plan de los dos estados: 1) Gaza debe ser
palestina, así como el 85-90% de Cisjordania con sus recursos de agua
y las conexiones necesarias entre ellas para que estén perfectamente
conectadas; 2) Palestina podrá establecer sus fronteras con los otros
estados árabes (el valle del Jordán y el cruce de Rafah con Gaza) y
podrá disponer del mar y los aeropuertos sin limitaciones y 3) La
ciudad de Jerusalén compartida debe ser parte integrante del estado
palestino con acceso libre y sin restricciones.
Me temo que el plan Livni-Rice está lejos de
estas condiciones. No dudo de la sinceridad de Livni (algo inusual en
mí que no se da con otros políticos, menos aún con alguien del
Likud-Kadima), pero me temo que ella, así como la mayoría de los
israelíes que buscan la paz, minimiza las condiciones que los
palestinos podrían aceptar. Si no aceptan lo que los israelíes
quieren dar son culpables de no querer la paz. Livni misma manifestó:
“Abbas no es un socio para un acuerdo final, pero sí puede serlo
para otras negociaciones del proceso de la Hoja de Ruta”.
¿Puede Livni llevarlo adelante? Todo depende de
su sinceridad, su habilidad para moverse buscando la paz en un
gobierno de extrema derecha como el de Olmert y si éste cae, siendo
elegida como Primera Ministra y estableciendo un gobierno propio que
sea capaz de presentar alternativas realistas y tomar las decisiones
adecuadas para conseguir la paz justa que requieren los palestinos. En
este bello panorama, debemos decir que Tzipi Livni no es la persona
que los israelíes tienen hoy en la cabeza.
Mientras tanto el plan sin nombre, sin
publicidad, el “no plan” Livni-Rice sigue su curso oculto tras
otros acontecimientos aparentemente más importantes como la
iniciativa de la Liga Árabe. Pero, ¡un momento! ¿Qué hay de la
iniciativa de la Liga Árabe saudí? ¿Acaso no propone la solución
de dos estados y el retorno de los refugiados? Sí lo hace, por
supuesto, pero pocos la toman en serio en el mundo árabe. La gente
entiende que la justicia para los palestinos va en detrimento de las
relaciones de los gobiernos árabes con Estados Unidos e Israel y
acabarían siendo tratados como lo es actualmente Irán. De esta
manera se entiende esta iniciativa, más para aplacar los ánimos del
público árabe que como una posición política que pueda tener
efectos negativos sobre el plan Livni-Rice.
Quienes estamos en el campo de la paz debemos
supervisar muy de cerca las actuaciones de Livni y Rice. Nada es
realmente secreto, todo lo antedicho ha sido publicado en la prensa
israelí. Simplemente se trata de componer el puzzle, recoger los
indicios y conectarlos con las medias palabras. Debemos desarrollar la
habilidad para comprender el significado real de comentarios
aparentemente triviales como “Abbas no es un socio para llegar a los
acuerdos finales pero…”, justo lo contrario de lo que suele hacer
el New York Times para “explicar la realidad”. De esta manera, la
importancia del plan Livni-Rice es inversamente proporcional a su
valor periodístico.
(*)
Jeff Halper es el coordinador del Comité Israelí contra la demolición
de casas (ICAHD) y candidato, junto con el activista por la paz
Ghassan Andoni, al Premio Nobel de la Paz 2006. Su correo electrónico
es jeff@icahd.org
(**)
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y
Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición
de respetar su integridad y mencionar al autor, la traductora y la
fuente.
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