La
crisis interna palestina
Por
Nassar Ibrahim, Ahmad Jaradat y Sergio Yahni
Mundoarabe.org, 03/02/07
La prensa y gran
parte de la opinión publica internacional interpreta la realidad
palestina como una colisión entre Al–Fatah, que apoya el proceso de
paz y Hamas que se opone. Pero el debate entre Hamas y Al–Fatah se
centra principalmente en la manera en la cual deberían gestionarse
las negociaciones con Israel.
La dirección de
Al–Fatah está comprometida con gobiernos árabes de orientación
pro–norteamericana, Egipto, Jordania, Arabia Saudita, y con el
proceso de paz con Israel iniciado en Washington el 13 de septiembre
de 1993, conocido también como proceso de Oslo. Hamas no rechaza una
paz negociada con Israel, pero denuncia que el proceso con el cual está
comprometido Al–Fatah ha fracasado sin traer beneficios para el
pueblo palestino. Como alternativa Hamas propone un cese del fuego que
incluiría la retirada israelí de los territorios ocupados en junio
de 1967 como principio de un proceso de paz.
La intervención
extranjera, sobre todo por parte de los Estados Unidos e Israel, que
incluye el bloqueo económico a la Autoridad Palestina y el
aislamiento del gobierno palestino transformaron estas diferencias de
planteamiento en choques tras la victoria electoral de Hamas en enero
de 2006. Desde diciembre la violencia interna en la sociedad palestina
han llegado a niveles nunca antes conocidos en Cisjordania y Gaza.
Si bien esta
violencia se produce por motivos internos, Israel y los EE.UU. la
alientan continuamente con la esperanza de que Al–Fatah tenga la
capacidad de llevar a cabo un golpe de estado.
Días
duros en Gaza
A pesar de las
divergencias entre las diferentes facciones políticas palestinas, los
choques y las contiendas nunca llegaron a los extremos vistos durante
diciembre y enero en Cisjordania y la Franja de Gaza. Las
confrontaciones más violentas tuvieron lugar en la ciudad de Gaza,
pero hubo choques armados en toda la Franja de Gaza y en las
principales ciudades en Cisjordania. Por primera vez las
confrontaciones no se limitaron a los combatientes, y entre las víctimas
hubo civiles e incluso niños.
Este brote de
violencia contradice los discursos de Hamas y de Al–Fatah llamando
continuamente a la unidad nacional y apelando a que la guerra entre
facciones es una línea roja que no debe ser cruzada. Además, Hamas y
Al–Fatah alegan proteger los intereses del pueblo palestino y
prometen aliviar el sufrimiento del pueblo. Desafortunadamente, más
alla de los discursos para consumo público, el caos y los asesinatos,
las acusaciones y los choques sangrientos se han transformado en
moneda corriente en las relaciones entre las diversas agendas políticas
palestinas.
Las confrontaciones
entre Al–Fatah y Hamas han sido el clímax de las tensiones que se
han ido acumulando entre fuerzas políticas que representan agendas
contradictorias con respecto al futuro del pueblo palestino. Por un
lado, la dirección de Al–Fatah, que junto al reino de Jordania y
Egipto acepta preeminencia militar, económica y política de los
Estados Unidos en la región, ve el futuro del pueblo palestino dentro
de los marcos impuestos por la política norteamericana. Mientras que
Hamas se subscribe a los actores estatales y paraestatales que son
hostiles al proyecto norteamericano y ve los intereses del pueblo
palestino ligados a la independencia de la región árabe.
El
aislamiento internacional y los conflictos internos
La victoria de Hamas
en las elecciones al consejo legislativo palestino (CLP), después de
cuatro décadas de primacía de Al–Fatah, supuso un cambio
inesperado en el liderazgo político palestino. El resultado electoral
fue un voto de desconfianza a la política de Al–Fatah en los últimos
15 años, y sobre todo, consecuencia de su fracaso en crear un Estado
palestino independiente por la vía de las negociaciones directas. Al
perder su lugar predominante en la política palestina, Al–Fatah no
aceptó participar como segundo en un gobierno Hamas.
Inmediatamente después
de las elecciones, el cuarteto [1] decidió aislar al gobierno
palestino conducido por Hamas empujando a la sociedad a una profunda
crisis económica y social. Más tarde, dada la profundidad de la
crisis, el cuarteto decidió que se podrían hacer transferencias
financieras para ayuda de emergencia a la oficina del presidente Abbas,
pero estos fondos no podrían ser usados para pagar salarios o apoyar
proyectos gubernamentales de desarrollo. Adicionalmente, Israel impuso
un bloqueo económico para evitar que el gobierno palestino recibiera
asistencia de países que no se sumaron al aislamiento impuesto por el
cuarteto. Por consiguiente, los sueldos de empleados gubernamentales y
municipales no fueron pagados al tiempo que se congelaban proyectos de
desarrollo en los que estaba presente la Autoridad Palestina.
Según la Oficina de
las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios en
los Territorios Palestinos Ocupados (OCHA) las consecuencias sociales
del bloqueo fueron extremas ya que el Producto Bruto Interno (PBI)
real bajó casi un 9% durante el primer semestre de 2006. De acuerdo a
OCHA la pobreza profunda en los TPO llegó al 64.3% durante 2006, y en
la Franja de Gaza aumentó del 51% al 79.8%.
Con el deterioro de
la situación económica los sindicatos de maestros y del sector público
llamaron a una huelga general el 2 de septiembre de 2006 ya que los
empleados del Estado no habían percibido sus salarios durante siete
meses. En el curso de la huelga se produjeron escaramuzas, convirtiéndose
algunas de ellas incluso en confrontaciones armadas. Esto atizó la
disputa sobre la responsabilidad de la crisis en la sociedad palestina
entre las direcciones de Al–Fatah y Hamas. Hamas denunció que las
huelgas fueron instigadas por Al–Fatah con el fin de boicotear la
gobernabilidad en la Autoridad Palestina. Al–Fatah negó las
denuncias de Hamas, afirmando por su lado que Hamas no tomaba en
cuenta el bienestar de la población al intentar implementar su agenda
política.
Las relaciones entre
Hamas y Al–Fatah estaban ya muy deterioradas desde que el ministro
del Interior palestino, Saeed Siyam, formara la “Fuerza Ejecutiva”
en mayo de 2006, como respuesta a la insubordinación de las fuerzas
armadas de la Autoridad Palestina, que seguían respondiendo a la
dirección de Al–Fatah. Esta fuerza cuenta con 6.000 efectivos e
incluye miembros de Hamas pero también a miembros de la oposición
interna dentro de Al–Fatah.
El
fracaso del diálogo nacional palestino
Durante el diálogo
nacional iniciado en mayo del 2006 que incluía todas las facciones
políticas palestinas y tenía como objetivo formar un gobierno de
unidad nacional, se fueron generando conflictos adicionales. Este diálogo
fue instado por la presión popular pero Israel y los Estados Unidos
se han opuesto sistemáticamente a la formación de un gobierno de
coalición que incluya a Hamas.
El presidente
palestino, Mahmoud Abbas, declaró en varias ocasiones que las
negociaciones habían llegado a un callejón sin salida incrementando
la hostilidad interna. Finalmente, el 10 de diciembre el Comité
Ejecutivo de Al–Fatah recomendó al presidente Abbas adelantar las
elecciones a lo que Hamas respondió acusando a Al–Fatah de intentar
derrocar el gobierno por vías inconstitucionales. El 11 de diciembre,
fueron asesinados tres hijos de Baha’a Musbah Ba'lousha, un oficial
de inteligencia. Ba'lousha y otros funcionarios de Al–Fatah nunca
acusaron abiertamente de los asesinatos a Hamas, pero dos días más
tarde, el 13 de diciembre, el juez islámico Bassam Abdul Malik,
oficial en las brigadas de Izzedin al–Qassam de Hamas, fue asesinado
en Khan Yunis. Las brigadas acusaron de la comisión del asesinato a
los Servicios de Seguridad Preventivos, relacionados con Al–Fatah.
El 14 de diciembre el
primer ministro Palestino, Ismail Haniyeh, regresó de una gira por el
extranjero en la que había recaudado fondos para su gobierno. Al
principio las autoridades israelíes negaron a Haniyeh la entrada a la
Franja de Gaza. Cuando finalmente el premier palestino fue dejado
entrar, tras dejar en Egipto los fondos recaudados, estallaron
confrontaciones entre partidarios de Hamas y la guardia presidencial,
allegada a Al–Fatah, en el puesto fronterizo de Rafah. Hamas y Al–Fatah
sostienen distintas versiones sobre lo ocurrido en Rafah y sobre quién
fue el primero en abrir fuego. La confrontación de Rafah se saldó
con uno de los guardias de Haniyeh muerto y su hijo herido.
En Ramallah, se
produjeron también choques entre partidarios de Hamas, que celebraban
el aniversario del movimiento en el centro de ciudad, y los servicios
de seguridad palestinos, allegados a Al–Fatah, con un resultado de
30 heridos. El 15 de diciembre, el presidente Abbas ratificó las
recomendaciones del comité ejecutivo de Al–Fatah en un discurso público
llamando a elecciones adelantadas como salida de la crisis interna,
haciendo hincapié en la crisis económica creada por el bloqueo y el
aislamiento. Hamas interpretó el discurso presidencial como el
principio de un golpe de estado y rechazó la propuesta tachándola de
inconstitucional. Por la tarde, Hamas movilizó su base social en
grandes manifestaciones de protesta al tiempo que Al–Fatah
movilizaba a su gente en apoyo al presidente llamando a elecciones
adelantadas. Este día comenzaron los choques armados entre las dos
facciones.
El discurso de Abbas
llamando a adelantar las elecciones constituyó un momento crucial en
la crisis. Al parecer Al–Fatah (que no ha reconocido la victoria de
Hamas en las elecciones) asumió que el pueblo palestino, agotado de
un año de caos económico, buscaría una solución alternativa. Al
parecer Al–Fatah también asumió que los palestinos han comprendido
que desafiar a Israel y los EE.UU. no ha traído ningún resultado
positivo y que por lo tanto están dispuestos a volver a la propuesta
negociadora que Al–Fatah ha llevado adelante en los últimos 15 años.
Es probable que Hamas
y otros partidos rechazasen participar en dichas elecciones, ya que
las consideran una vía inconstitucional e ilegal para derrocar al
gobierno. Por lo tanto, la crisis palestina empeoraría, ya que Hamas
y quizás también parte de la izquierda palestina no reconocerían
los resultados viendo las elecciones de enero de 2006 como las únicas
legítimas. De este modo, sería muy probable que la realidad política
palestina degenerase en un doble gobierno y guerra civil.
Pero si Hamas
aceptase participar en las elecciones tendría grandes posibilidades
de ganarlas de nuevo. No obstante, si Al–Fatah ganase, su victoria
sería considerada como resultado del asedio económico y de la ayuda
del gobierno americano. Esto restaría legitimidad al nuevo gobierno
palestino y se incrementarían los choques entre las milicias
palestinas. En ese caso Hamas jugaría un papel similar al del Al–Fatah
durante el último año.
Los
proyectos norteamericanos para un golpe de Estado
El gobierno palestino
conducido por Hamas sigue contando con gran legitimidad pública a
pesar de las grandes dificultades creadas por el aislamiento político
y económico impuesto por el cuarteto y las tensiones internas con
Al–Fatah. Israel también ha llevado a cabo dos grandes operaciones
militares, "lluvias del verano" y "nubes del otoño",
en las cuales más de 400 palestinos perdieron su vida y cerca de
1.200 fueron heridos.
Pero estas
operaciones fueron un fracaso, ya que Israel tuvo que negociar un cese
de fuego que se mantiene muy frágilmente. El fracaso de las
operaciones militares israelíes en la Franja de Gaza, que vinieron
después de la derrota israelí en el Líbano, dejó a los generales
del ejército de Israel frustrados y buscando una salida militar que
les permitiese salvaguardar su honor. Pero la incapacidad del ejército
de derrocar al gobierno de Hamas ha llevado al primer ministro israelí
y a la administración norteamericana a buscar alternativas.
Desde el otoño de
2006 la prensa israelí ha venido informando sobre los planes
norteamericanos para derrocar el gobierno de Hamas por medio de un
golpe de estado llevado a cabo por fuerzas de Al–Fatah. El 15 de
octubre de 2006 Yediot Aharonot divulgó que Washington concedería 42
millones de dólares para crear una "alternativa democrática"
al gobierno palestino. Según el diario israelí, el plan incluye la
creación de un sistema educativo paralelo, apoyo a organizaciones y
periódicos de oposición y la contratación de consejeros políticos
para asistir a los líderes de Al–Fatah. Además, Yediot Aharonot
informó que los EE.UU. financian la guardia presidencial de la
Organización para la Liberación Palestina (OLP), que depende
directamente del presidente Abbas. La financiación norteamericana
incluye compra de armamento e instrucción militar en campos situados
en la zona de Jericó y el incremento de la fuerza de 4.500 a 6.500
efectivos.
Un mes y medio más
tarde, el 30 de noviembre de 2006, Ha'aretz divulgó que el objetivo
norteamericano es preparar a la guardia presidencial de la OLP para un
futuro choque con las fuerzas de Hamas en la Franja de Gaza. Según
Ha’aretz el 20 de noviembre el general Keith Dayton presentó sus
planes para la el futuro de la guardia presidencial de la OLP a los
representantes del cuarteto reunidos en Londres. En la reunión Dayton
pidió a los países donantes contribuir con 26 millones de dólares
adicionales para financiar la fuerza.
En noviembre de 2006
el general Keith Dayton sustituyó al general William Ward como
coordinador de los EE.UU. para la seguridad en Palestina. Previamente
Dayton sirvió como director de estrategia, planificación y política
en la oficina del subjefe del estado mayor en el ejército de los
EE.UU. y como director de operaciones de la agencia de inteligencia y
defensa de los EE.UU.
Cuando Dayton fue
designado, tres meses antes de las elecciones al Consejo Legislativo
Palestino, su objetivo como coordinador de seguridad fue “ayudar al
presidente Abbas y a la Autoridad Palestina a llevar a cabo su
responsabilidad de terminar con los ataques terroristas, desmontar la
infraestructura terrorista en la Autoridad Palestina, mantener la ley
y el orden y, en el futuro, proporcionar seguridad para su propio
estado", tal y como declaró el presidente de los EE.UU., George
W. Bush, en octubre de 2006.
Con la victoria de
Hamas en las elecciones los objetivos de Dayton se transformaron en
consolidar la posición militar del presidente palestino y asistirlo
en el enfrentamiento con Hamas ayudado por Israel y Egipto.
Egipto aparece
generalmente como mediador neutral en las negociaciones entre Hamas y
Al–Fatah que se han ido celebrando desde las elecciones de enero.
Pero el jueves 28 de diciembre de 2006 Ha'aretz informó que el día
anterior Egipto transfirió gran cantidad de armas y municiones a las
organizaciones de seguridad de la Autoridad Palestina en la Franja de
Gaza que dependen del presidente Abbas. Según el informe, este envío
incluyó 2.000 rifles AK–47, 20.000 cargadores y dos millones de
municiones. Las armas y municiones fueron transferidas de Egipto a la
Franja de Gaza a través del paso fronterizo de Kerem Shalom, en
territorio israelí, y de ahí escoltadas por la policía militar al
paso de Karni, por donde entraron en la Franja de Gaza.
Funcionarios israelíes
confirmaron el informe publicado en Ha'aretz. Amos Gilad, encargado de
política militar en el Ministerio Israelí de Defensa, declaró en la
radio de Israel el jueves 28 de diciembre que la ayuda proporcionada a
la guardia presidencial de Mahmoud Abbas, “se dirige reforzar las
fuerzas de la paz en la cara a las fuerzas de la oscuridad que están
amenazando el futuro del Medio Oriente." Sin embargo, Nabil Abu
Rudeina, un vocero del presidente palestino, negó que Egipto hubiese
transferido armas y municiones a fuerzas militares o paramilitares
afiliadas a Al–Fatah en la Franja de Gaza el viernes 29 de diciembre
de 2006. Según Ha'aretz la decisión de transferir armas a las
fuerzas del presidente Abbas había sido tomada en la reunión del sábado
23 de octubre entre el presidente palestino, Abbas, y el primer
ministro israelí, Olmert.
Según el portavoz de
la Casa Blanca, Sean McCormack, “hay grandes diferencias políticas
en Gaza y éstas deben resolverse dentro del sistema político
palestino” (informe diario a la prensa del 15 de diciembre de 2006).
Ya en septiembre la administración norteamericana preveía una salida
violenta como posibilidad para expulsar a Hamas del gobierno. La
administración asumió que el presidente Abbas podría derribar el
gobierno de Hamas mediante el efecto combinado de presiones económicas,
el aislamiento internacional, la canalización de fondos a través del
despacho presidencial para aliviar los problemas más severos y una
fuerte guardia presidencial. Según la secretaria de Estado
norteamericana, Condoleezza Rice, esos cuatro elementos pueden dar a
“Abu Mazen un cierto espacio para determinar cómo desea salir él
del callejón sin salida” en el cual se encuentra la política
palestina después de que Hamas rechazara los términos del presidente
Abbas para un gobierno de unidad nacional.
Washington no
considera realista, ni está dispuesto a aceptar, la posibilidad de un
gobierno palestino de unidad nacional, al menos no de uno que incluya
al Hamas como socio central. La Casa Blanca resume la política en el
Medio Oriente como un choque entre estados y líderes árabes
moderados y con Irán y Siria. Hamas y Hezbollah serían en este
esquema jugadores secundarios, “subcontratistas de la violencia”,
tal como los definió Sean McCormack en su informe diario a la prensa
del 5 de diciembre 2006.
Desde que Ariel
Sharon fue elegido primer ministro en febrero de 2002 la política
israelí con respecto al proceso de paz en el Medio Oriente se ha
caracterizado por su unilateralidad. Los bastiones de la
unilateralidad israelí has sido su superioridad militar y el aval
automático de las políticas israelíes por parte de la administración
norteamericana, la financiación europea y norteamericana de los
costos de la ocupación israelí, que durante este período se
materializó generalmente en forma de ayuda de emergencia y,
finalmente, la construcción del muro de separación que aísla a la
población palestina de Israel y rompe la continuidad territorial de
los territorios ocupados. La retirada israelí de la Franja de Gaza se
produjo en el contexto de esta política unilateral que seguiría con
una posterior retirada israelí de los territorios palestinos
encerrados por el muro de separación. La política unilateral de
Israel fue aceptada por los EE.UU. ya que potencialmente podría
contener el conflicto en los territorios palestinos y hasta aparecer
como un camino hacia la paz.
Sin embargo, el
fracaso militar de Israel en el Líbano y en la Franja de Gaza
desmoronó el proyecto unilateral de Israel y con él la primacía
norteamericana en el Mediterráneo oriental creando un espacio político
propicio para la intervención militar en el Líbano y posiblemente en
la Franja de Gaza en el futuro. El hecho de que Israel fracasara
frente a quienes son vistos como jugadores secundarios en el Líbano y
la Franja de Gaza es el principal desafío de la política
norteamericana en el Medio Oriente. Este desafío requiere de una
intervención directa que cambie las reglas del juego reduciendo la
autonomía de acción por parte de Israel.
En estas condiciones
el presidente Abbas se transforma en un jugador central en los
proyectos de Washington para el futuro del Medio Oriente. Alex Fishman,
columnista en Yediot Aharonot, escribió el 25 de diciembre de 2006
que el objetivo de la visita de Rice en enero sería fomentar un plan
dirigido a crear un estado palestino con fronteras temporales antes de
2008. Fishman agrega que Washington se propone consolidar las
capacidades militares de Al–Fatah y de Mahmoud Abbas para expulsar
por la fuerza al gobierno de Hamas.
Pero los proyectos
norteamericanos con respecto al futuro del presidente Abbas
posiblemente serán abortados de la misma manera que se han estancado
los proyectos militares israelíes. El ejército israelí con su
capacidad de destruir a cualquier milicia en una confrontación pudo
alcanzar una victoria militar en Gaza. Pero la fuerza militar de
Israel no pudo dañar la determinación de la población en la Franja
de Gaza de resistir con o sin armas. Desde el principio de las
operaciones israelíes muchas de las acciones de resistencia en Gaza
no fueron armadas sino acciones civiles que minaron la libertad de
acción de los militares. Israel fracasó en derrotar la voluntad
popular palestina. Si el presidente Abbas intenta expulsar por la
fuerza al gobierno Hamas quedará como quien frustró el proceso
democrático palestino al servicio de intereses extranjeros.
Alternativas
para el futuro
Las alternativas en
este momento son o un golpe de estado, tal como proponen los Estados
Unidos e Israel o sentarse a la mesa y negociar un acuerdo que
salvaguarde los intereses y los derechos del pueblo palestino.
Cualquier alternativa a un gobierno de unidad nacional palestino
fracasará porque Al–Fatah o Hamas, o aún una facción más débil,
tienen el poder de paralizar a sociedad palestina.
Desde los primeros
acontecimientos violentos, las facciones y las instituciones populares
y de la sociedad civil han sentido la gravedad de la situación y han
abierto un proceso del diálogo, especialmente en la Franja de Gaza,
para contener los acontecimientos. Se han iniciado también
manifestaciones populares contra la resolución de conflictos internos
por medios violentos. El movimiento popular ha llamado a los
liderazgos de Hamas y de Al–Fatah a retirar sus efectivos armados de
las calles y a eliminar toda forma de presencia militar, tales como
controles militares, marchas armadas y los hombres enmascarados.
Como resultado de la
presión popular, las direcciones de Hamas y Al–Fatah retiraron a
sus hombres armados de las calles y llamaron a terminar la lucha
interna, ayudando a calmar la situación. La hostilidad que prevalecía
durante los primeros días de conflictos descendió; sin embargo, se
producen violaciones diarias del cese de fuego y hay tensiones. La
tregua parece frágil con un número alarmante de muertos y heridos en
ambos bandos.
Si bien el futuro se
encuentra en gran parte en manos de las facciones palestinas y de la
presión popular, tampoco deben menospreciarse las presiones
norteamericanas, que en este momento incluso aparecen prometiendo un
estado palestino con fronteras temporales, en caso de que Al–Fatah
volviera al poder. El presidente Abbas tendrá que decidir entre la
unidad nacional y un posible choque con las políticas
norteamericanas, o seguir las instrucciones de Washington llevando la
sociedad palestina al caos.
[1] El cuarteto es un
grupo formado en el 2002 por representantes de los Estados Unidos, la
Unión Europea, las Naciones Unidas y la Republica Rusa para el mediar
desarrollo del proceso de paz en el conflicto palestino israelí. La
fuente: The Alternative Information Center (AIC).
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