Ratas
de laboratorio, palestinos de Gaza y los Josef Mengeles de nuestros días
Por
Agustín Velloso (*)
Mundoarabe.org, 14/06/07
Ante los sucesos de
Gaza de los últimos meses y el temor de que se agraven no hay que
perder de vista sus causas, su conexión con la situación en Líbano
e Iraq y, sobre todo, las mentiras con que los medios defienden los
intereses de Israel y Occidente a costa de los palestinos.
El editorial del 13
de junio del periódico español más vendido –probablemente escrito
al alimón entre Thomas Friedman, Víctor Harel y Javier Solana– es
un compendio de comentarios anti–palestinos, sentimientos anti–musulmanes
y discursos racistas, cuyo uso en los comentarios de texto de exámenes
de selectividad debería ser obligatorio para saber si los
adolescentes están maduros intelectualmente:
“La coexistencia
entre el moderado Abbas y el Gobierno de Ismail
Haniya ha sido una ficción desde el mismo momento en que los
radicales islamistas, que libran una guerra de terror contra Israel,
ganaron las elecciones parlamentarias el año pasado.”
Es de sobra conocido
que en los laboratorios los investigadores someten a pequeños
roedores a situaciones de estrés que provocan en los sujetos
enfermedades y violencia. También es conocido que Gaza es una enorme
cárcel. Las llaves las tiene Israel, que hasta hace poco tenía sus
carceleros dentro y ahora los tiene en su frontera terrestre y marítima,
además de que controla también el espacio aéreo.
La vida es
sencillamente inhumana desde que Israel la ocupó militarmente en
1967. Desde hace unos años además es un laboratorio que emplea seres
humanos en lugar de ratas, cuya principal diferencia está en que a
las ratas las alimentan y a los palestinos no. “La mitad de los
habitantes de Gaza y Cisjordania sufre malnutrición”, escribía The
Independent el 12 de junio.
¿Quién impide que
la comida llegue a los palestinos? ¿Los islamistas radicales, las
milicias islamistas, las facciones palestinas, las expresiones
preferidas de los nazis disfrazados de comentaristas políticos para
referirse a seres humanos que apenas sobreviven bajo una ocupación
militar criminal? No, Israel y los gobiernos occidentales son los
responsables del genocidio palestino: la ocupación la mantienen
durante 40 años aunque es ilegal. La población ocupada, que ha de
ser protegida por la comunidad internacional, es condenada a muerte
por falta de libertad y de medios para alimentarse, curar las
enfermedades, trabajar, estudiar y realizar el resto de actividades
normales que hace la gente corriente en Occidente pero que no dejan
hacer a los palestinos para que Israel disfrute a su sabor del sueño
sionista: toda la tierra de Palestina exclusivamente para los judíos.
Los palestinos han
hecho más por el avance científico de la psico–biología que todas
las ratas del mundo. Un millón largo de palestinos sabe por propia
experiencia que si les ocupas militarmente, les encierras en 360 kms.
cuadrados, les destruyes y robas sus casas, les quitas la energía eléctrica,
el agua potable, les bombardeas a menudo, les haces ver que no tienen
futuro alguno y por fin bloqueas su economía, lo que incluye negar
alimentos a niños, enfermos y ancianos, al tiempo que los divides
entre buenos (“moderado Abbas”) y malos (“extremista Haniya”)
y proporcionas entrenamiento y armas a los primeros, lo menos que
puede ocurrir es que se líen a tiros entre unos y otros.
Lo primero que hacen
los editorialistas de referencia es responsabilizar a las “fuerzas y
milicias” palestinas de lo que ocurre, ya que es un juicio previo
necesario para demonizar a los palestinos y poder pedir a renglón
seguido la intervención de la comunidad internacional, pero no dicen
ni una palabra de la responsabilidad de ésta en el desastre. Lo mismo
ocurre en el caso de Líbano e Iraq.
Estados Unidos y sus
aliados ocupan este país tras someterlo a trece años de sanciones
económicas tan criminales como las impuestas en Palestina, violan a
voluntad los treinta artículos de la Declaración Universal de
Derechos Humanos, la decencia humana y el sentido común y los
pistoleros de las palabras, los editorialistas de referencia, nos
sermonean sobre la guerra civil en el mundo árabe y la necesidad de
que la ONU actúe: “…cuyo primer ministro (de Israel) sugería
ayer el despliegue de una fuerza internacional en la frontera entre
Gaza y Egipto”.
¡Pero qué idea más
buena! ¿Por qué no la han pedido en los 40 años de ocupación y en
sus guerras de agresión contra sus vecinos desde su fundación como
Estado? ¿Por qué no se llamó a la ONU para desplegar a los cascos
azules en los aeropuertos militares de Estados Unidos y Europa con el
fin de impedir los ataques de sus aviones sobre Iraq? ¿Por qué no se
envió una fuerza de interposición al norte de Israel para impedir el
avance de sus tanques hacia Líbano? ¿Por qué la ONU no bloquea económicamente
a Israel, responsable de miles de muertes en Oriente Medio y de la
destrucción de Líbano y Gaza?
¿Cómo es que a un
editorialista equipado con un manual de estilo que habla de democracia
y principios sociales no se le ha ocurrido reflexionar sobre el hecho
de que si el bloqueo occidental sirve para impedir la entrada en Gaza
de comida pero no de armas, los palestinos en vez de invitarse
mutuamente a tomar té con pastas, usarán esas armas en una guerra
fraticida?
La psicología social
no lo explica todo, aunque una gran parte sí, como ha recordado el
psiquiatra palestino Eyad El–Sarraj: “la investigación psicológica
mundial ha demostrado que los conflictos armados prolongados dan lugar
a lo que se conoce como intoxicación social crónica, que hace a la
gente, niños incluidos, menos sensibles y más despiadados, menos
racionales y más impulsivos, menos dialogantes y más violentos”.
(http://www.palestinechronicle.com/story–061307111901.htm).
También la condición
humana tiene su peso, desde el punto de vista moral no sólo psicológico.
Mejor hubiera sido emplear las magras fuerzas y la desesperación para
combatir la ocupación, pero es tan claro como lamentable que el daño
causado en la sociedad palestina por los ocupantes y sus aliados ha
sido tan profundo y su ponzoña tan eficaz, que los intereses de los
peores entre los palestinos han prevalecido sobre los derechos y el
bienestar de la mayoría. Hay en Palestina personas malas, traidoras,
anormales, estúpidas, violentas, vengativas, ansiosas de poder y
dinero, etc., como en cualquier otro país. La diferencia fundamental
está en que el daño que hacen en Palestina, por las terribles
condiciones que tiene, es enorme.
Al mismo tiempo, la
condición moral de los editorialistas les impide ver en los
palestinos otra cosa que ratas merecedoras del destino que padecen,
por eso apuntan a razones políticas, sociales y culturales como la
presencia del islamismo, la acción de facciones y el carácter
terrorista.
(*)
Agustín Velloso Santisteban es profesor en la UNED (Universidad
Nacional de Educación), Madrid.
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