Destacados rabinos israelíes predican el
genocidio de los palestinos
Por Ali Abunimah (*)
La
Haine, 06/06/07
Traducido por Felisa Sastre
“Si [los palestinos] no se detienen una
vez que hemos matado a 100, entonces deberemos matar a 1.000”, y añadió:
“y si no se detienen tras la muerte de 1.000, deberemos matar a
10.000. Y si siguen disparando, entonces deberemos asesinar a 100.000,
y si es preciso a un millón. No importa lo que sea con tal de
detenerlos”.
Hace unos días escribí un artículo
titulado La Casa de los Horrores de Israel [publicado en la
edición del 10/06/07 de www.socialismo-o-barbarie.org
] sobre las asesinas deliberaciones del Consejo de Ministros israelí.
Cuando creía que las cosas no podrían empeorar, he leído una
noticia en la página en Internet del Jerusalem Post, en la que
el ex rabino jefe de los sefardíes, Mordechai Eliyahu, uno de los más
importantes dirigentes religiosos del Estado judío, “había dictado
una resolución por la que establecía que no existía prohibición
moral alguna para el asesinato indiscriminado de civiles durante una
potencial ofensiva a gran escala contra Gaza” (“Eliyahu advocates
carpet bombing Gaza”, The Jerusalem Post, 30 de mayo de
2007).
El Jerusalem Post informaba de que
Mordechai había dictado esta resolución en una carta dirigida al
primer ministro israelí, Ehud Olmert, apoyándose en autoridades bíblicas.
La carta se ha publicado en un semanario que se distribuye en las
sinagogas de todo Israel. El dictamen establece que “según la ética
de guerra judía, afirma Eliyahu, una ciudad entera tiene
responsabilidad colectiva por el comportamiento inmoral de sus
individuos. En Gaza, todos son responsables por no hacer nada para
detener los ataques con cohetes Kassam”.
El hijo de Eliyahu, que también es
rabino principal de Safad, amplió los comentarios de su padre: “Si
no se detienen una vez que hemos matado a 100, entonces deberemos
matar a 1.000”, y añadió: “y si no se detienen tras la
muerte de 1.000, deberemos matar a 10.000. Y si siguen disparando,
entonces deberemos asesinar a 100.000, y si es preciso a un millón.
No importa lo que sea con tal de detenerlos”.
Esta clase de odio genocida hacia los
palestinos no es infrecuente en Israel. Lo que resulta inusitado es
que se hable de ello tan descarada y abiertamente. Desde luego,
sabemos lo que ocurriría si un musulmán o una personalidad religiosa
palestina hiciera una declaración semejante: hemos conocido las
protestas internacionales cuando el presidente Ahmadinejah de Irán
clamó por la desaparición de Israel. ¿ Se apresurarán ahora todos
aquellos altos funcionarios estadounidenses, que corrieron a condenar
a Ahmadinejah, a tomar una postura pública tan enérgica contra el ex
rabino principal de Israel? ¿Pedirán que Olmert rechace públicamente
la carta recibida?
A un musulmán que hubiera hecho unas
declaraciones parecidas sobre los judíos, con toda seguridad, se le
prohibiría viajar a Estados Unidos, y podría acabar en Guantánamo
por mucho menos.
Según la Convención para la Prevención
y Castigo del Delito de Genocidio, aprobada tras el holocausto nazi:
“La incitación directa y pública a la comisión de genocidio” es
un acto punible, y uno se pregunta si el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, que ha creado un tribunal internacional para
investigar el asesinato de un solo hombre en Líbano, va a dedicar
alguna atención a las declaraciones indiscriminadas y a las teocráticamente
sancionadas matanzas de palestinos por parte de Israel.
¿Dejarán por un momento Hillary Clinton
(que continúa difamando a las escuelas infantiles palestinas con las
mentiras de que los libros de texto enseñan a los niños a
“odiar”) o algunos de nuestros complacientes candidatos de alabar
a Israel para condenar las declaraciones de Eliayahu? ¿Y qué decir
de Oprah Winfrey(**), quien está punto de emprender una visita
“solidaria” a Israel por invitación de Elie Wiesel?
Parece que no quedan en Israel
restricciones éticas, por ello es justo y razonable que se aísle-
mediante el boicot, la retirada de inversiones y la imposición de
sanciones- a un régimen semejante, hasta que desista de sus prácticas
racistas, y potencialmente genocidas. Hay que celebrar que un número
cada vez mayor de personas e instituciones conozcan lo siguiente: ayer
el Consejo Directivo del sindicato de universidades y facultades del
Reino Unido aprobó abrumadoramente apoyar el boicot a los académicos
israelíes. Y hoy, UNISON, el mayor sindicato británico de
funcionarios ha anunciado que votará una resolución similar en su próximo
congreso. De la misma manera que crece la Casa de los Horrores de
Israel debe hacerlo el movimiento para enfrentarse a ella. Hay muchas
esperanzas puestas en el boicot.
(*)
N.T.:
Ali Abunimah es co-fundador de The Electronic Intifada y autor de “One
Country: A Bold Proposal to End the Israeli-Palestinian Impasse”. Fuente:
Electronic Intifada, 31 de mayo de 2007.
(**)
Editora y filántropa
estadounidense, célebre en su país por sus proyectos de solidaridad.
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