Bienvenidos
a ‘Palestina’
Por
Robert Fisk
Belfast
Telegraph, 16/06/07
Mundoarabe.org, 17/06/2007
Traducido del inglés por
Sinfo Fernández (*)
¡Qué molestos
resultan esos musulmanes del Oriente Medio! En primer lugar, les
pedimos a los palestinos que abracen la democracia y entonces van y
eligen al partido equivocado –Hamas–, y Hamas va y gana una
mini–guerra civil pasando a dominar la Franja de Gaza.
Y nosotros,
occidentales, aún queremos negociar con el desacreditado Presidente,
Mahmud Abbas. Hoy, “Palestina” –y permítanme que mantenga esas
comillas en su sitio– tiene dos primeros ministros. Bienvenidos a
Oriente Medio. ¿Con quién negociaremos? ¿A quién nos dirigiremos
para hablar? Por supuesto que deberíamos haber hablado hace meses con
Hamas. Pero no nos gustaba el gobierno elegido democráticamente por
el pueblo palestino. Se suponía que iban a votar por Fatah y por sus
corruptos dirigentes. Pero votaron por Hamas, que rechaza reconocer a
Israel o acatar el totalmente desacreditado Acuerdo de Oslo.
Nadie preguntó
–desde nuestra parte– a qué particular Israel se suponía que
Hamas tenía que reconocer. ¿El Israel de 1948? ¿El Israel de las
fronteras posteriores a 1967? ¿El Israel que construye –y continúa
construyendo– inmensos asentamientos para judíos y sólo para judíos
en la tierra árabe, engullendo hasta más del 22% de la
“Palestina” sobre la que aún hay que negociar?
Y por eso, hoy se
supone que tenemos que hablar con nuestro fiel policía, el Sr. Abbas,
el “moderado” (como le denominan la BBC, la CNN y Fox News)
dirigente palestino, un hombre que escribió un libro de 600 páginas
sobre Oslo sin mencionar ni una sola vez la palabra “ocupación”,
refiriéndose siempre a la “reorganización israelí” como
“retirada”, un “dirigente” en el que podemos confiar porque
mantiene lazos y va a la Casa Blanca y siempre dice todo lo que nos
resulta conveniente. Los palestinos no votaron a Hamas porque
quisieran una república islámica –que es cómo se representará la
sangrienta victoria de Hamas– sino porque estaban cansados de la
corrupción del Fatah del Sr. Abbas y de la naturaleza putrefacta de
la “Autoridad Palestina”.
Recuerdo que hace años
me convocaron a la casa de un funcionario del Fatah, de la Autoridad
Palestina. cuyos muros acababan de ser perforados por el proyectil de
un tanque israelí. Y así era. Pero lo que me dejó atónito fueron
los grifos chapados en oro de su baño. Esos grifos –o cualquiera de
sus múltiples variantes– fueron los que le costaron las elecciones
a Fatah. Los palestinos querían que la corrupción –el cáncer del
mundo árabe– se acabara y por eso votaron a Hamas, y a continuación,
nosotros, los siempre tan sabios y tan buenos occidentales, decidimos
sancionarles y matarles de hambre e intimidarles por ejercer su voto
libre. ¿Ofreceríamos quizá a “Palestina” ser miembro de la Unión
Europea si hubieran sido lo suficientemente graciosos como para votar
por la gente correcta?
En Oriente Medio,
ocurre lo mismo con todo. Apoyamos a Hamid Karzai en Afganistán,
aunque mantenga en su gobierno a señores de la guerra y a barones de
la droga (y, a propósito, lamentamos mucho todas esas muertes de
civiles afganos inocentes de nuestra “guerra contra el terror” en
los páramos de la provincia de Helmand).
Amamos al Hosni
Mubarak de Egipto, cuyos torturadores no han terminado aún con los
políticos pertenecientes a los Hermanos Musulmanes arrestados
recientemente fuera de El Cairo, cuya presidencia recibió el cálido
apoyo de la Sra. –sí, la señora– George W Bush, y cuya sucesión
pasará casi con seguridad a su hijo, Gamal.
Adoramos a Muammar
Gaddafi, el enloquecido dictador de Libia cuyos hombres lobo han
asesinado en el extranjero a sus oponentes, cuyo complot para asesinar
al Rey Abdullah de Arabia Saudí precedió a la reciente visita de
Tony Blair a Trípoli –debería recordarse que el Coronel Gaddafi
fue llamado “hombre de estado” por Jack Straw por abandonar sus no
existentes ambiciones nucleares– y cuya “democracia” es
perfectamente aceptable para nosotros porque está a nuestro lado en
la “guerra contra el terror”.
Si, y amamos también
la inconstitucional monarquía del Rey Abdullah en Jordania y de todos
los príncipes y emires del Golfo, especialmente todos aquellos a los
que nuestras empresas de armamento pagan sobornos tan escandalosos que
hasta Scotland Yard tiene que cerrar sus investigaciones por orden de
nuestro Primer Ministro –y sí, puedo comprender, en efecto, por qué
no le gusta la cobertura que “The Independent” hace sobre lo que
él llama “el Oriente Medio”. Si los árabes –y los iraníes–
apoyaran tan sólo a nuestros reyes y shahs y príncipes cuyos hijos e
hijas se educan en Oxford y Harvard, cuán fácil nos resultaría
controlar “el Oriente Medio”.
En cuanto a eso
–control–, hay lo que hay, y esa es la razón por la que tenemos
que ofrecer, y retirar, los favores de nuestros líderes. Ahora Gaza
pertenece a Hamas, ¿qué harán nuestros electos dirigentes? ¿Tendrán
que dialogar nuestros pontífices de la UE, de las Naciones Unidas, de
Washington y Moscú con esa gente horrible y desagradecida (no tengan
miedo, que ellos no les van a estrechar la mano) o tendrán que
reconocer la versión cisjordana de Palestina (en las buenas manos de
Abbas) mientras ignoran al elegido y militarmente victorioso Hamas en
Gaza?
Desde luego que
resulta fácil echar una maldición sobre ambos. Pero así nos pasa
con todo el Oriente Medio. Si tan sólo Bashar al–Asad no fuera
Presidente de Siria (sólo el cielo sabe cuál sería la alternativa)
o si el chiflado Presidente Mahmud Ahmedineyad no controlara Irán
(aunque actualmente no conoce dónde empieza y dónde termina un misil
nuclear). Si Líbano fuera sólo una democracia de nuestra propia
cosecha como nuestros pequeños países de patio trasero de césped,
por ejemplo, Bélgica o Luxemburgo. Pero no, esos molestos
medio–orientales votan siempre por la gente equivocada, apoyan a la
gente equivocada, aman a la gente equivocada, no se comportan como
nosotros, los civilizados occidentales.
Así pues, ¿qué es
lo que vamos a hacer? ¿Apoyar que se vuelva a ocupar Gaza, quizás?
En todo caso, lo que no haremos será criticar a Israel. Y seguiremos
reservando nuestros afectos para los reyes y princesas y poco
atractivos presidentes del Oriente Medio hasta que toda la zona nos
estalle en la cara y entonces diremos lo mismo que estamos diciendo ya
de los iraquíes: que no se merecen nuestro sacrificio y nuestro amor.
¿Cómo vamos a
abordar un golpe de estado de un gobierno elegido?
(*)
Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión y Cubadebate.
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