Palestina

 

El invasor y el invadido

Israel y la masacre interna palestina

IAR–Noticias, 14/06/07

El que crea que en Palestina hay una sola Palestina, se equivoca. Como en todo país ocupado, como en Irak o como en Afganistán, el invasor judeo–norteamericano divide, enfrenta, y atomiza la resistencia para dominar, y su metodología pasa principalmente por la financiación y provisión de armas y por los flujos de ayuda económica a los sectores internos aliados de la invasión.

Como sucede en Afganistán con el gobierno títere de Karzay, o con su simil kurdo–chií en Irak (que son utilizados para reprimir a la resistencia), en Palestina el eje Tel Aviv–Washington utiliza al gobierno de Abbas y a su brazo armado, Al Fatah, para reprimir y dividir a las organizaciones armadas que resisten a la ocupación israelí y se niegan al reconocimiento del Estado judío.

Cuando se habla de Hamás y Al Fatah, no se trata, como quiere hacer ver el aparato internacional de la prensa sionista, de dos "facciones dementes" enfrentadas en una guerra civil, sino de dos organizaciones armadas cuyos intereses y objetivos son antitéticos por la sencilla razón de que una, Al Fatah, es aliada de la ocupación israelí, y la otra, Hamás, nunca reconoció al Estado judío invasor ni abandonó la lucha armada.

Precisado este marco de la situación palestina, la guerra interna entre Hamás y Al Fatah toma otro ángulo de comprensión, dado que la guerra civil no es tal, sino un enfrentamiento encubierto entre el invasor israelí (mimetizado en el gobierno de Abbas y en la cúpula de Al Fatah) y la resistencia al invasor encaramada en las banderas y el aparato militar de Hamás.

Como sucede en Afganistán, Irak, y en general en todo todo territorio ocupado militarmente, el "gran negocio" del dominador sionista capitalista consiste en enfrentar y dividir a los sectores del país invadido, tirarlos a unos contra otros, por medio de la financiación y la prebenda política, y luego presentar a las matanzas intestinas como "guerras civiles"  o conflictos "inter–religiosos", que le sirve para sacar sus ejércitos de la línea de fuego mientras los invadidos se matan entre sí.

Eso está pasando en Irak con la "guerra inter–religiosa" entre chiíes y suníes, y eso está pasando en Palestina con el sangriento enfrentamiento entre Hamás y Al Fatah, que ya ha causado casi 30 muertos desde el domingo pasado en que se reiniciaron los combates después de una tregua.

Y también es cíclico y repetitivo que tras el fracaso de una invasión o ataque militar israelí a Gaza para controlar y/o destruir a Hamás y a las organizaciones de resistencia palestinas, resurja un nuevo enfrentamiento armado, cada vez más virulento y sangriento, entre Hamás y Al Fatah, que el mes pasado, por ejemplo, dejó 60 palestinos muertos.

Esto le sirve al Estado de Israel y a la prensa sionista internacional para "destacar"  que la "guerra civil" entre Hamás y Al Fatah mata más palestinos que la incursiones militares y los bombardeos genocidas del Estado judío.

Y también ya es cíclico y repetitivo, que cada vez que la aviación y los tanques israelíes atacan Gaza y asesinan palestinos, se paraliza el enfrentamiento interno, y los aparatos militantes (por debajo de las cúpulas) de Hamás y Al Fatah se concentran, cada cual por su lado, en la ofensiva contra Israel y sus ciudades fronterizas.

Y también es cíclico y repetitivo, que cuando los cohetes Al–Kassam comienzan a caer en las ciudades israelíes empieza  el caos  y la paranoia generalizada repercute negativamente en el desgastado y acorralado  gobierno de Olmert que comienza a ser cercado por la oposición y los medios de comunicación del "sionismo de izquierda".

Israel, tal como fracasó en Líbano con Hezbolá, re–invadió Gaza el 26 de junio pasado para destruir a Hamás, y, después de asesinar a más de 400 palestinos, entre ellos mujeres y niños, debió replegar sus tropas sin haber conseguido su objetivo central de terminar con Hamás y las organizaciones de la resistencia.

En diciembre pasado, la aviación y los tanques del Estado judío realizaron otra  incursión represiva en Gaza, matando a casi 200 palestinos, y debieron retirarse tras una condena de la ONU y una oleada de reacciones y críticas internacionales.

A fines del año pasado, la dupla Washington–Tel Aviv resolvió ensayar los primeros pasos de su estrategia con la "guerra civil" para enfrentar abiertamente a Hamás con Al Fatah, utilizando su asociación con Abbas como elemento detonante.

Tel Aviv, Washington, Gran Bretaña y la Unión Europea, los socios del eje sionista que lanzó el criminal boicot económico (que ya mató a miles de palestinos según la ONU) contra el gobierno de Hamás luego de que esta organización le ganara limpiamente  las elecciones a Al Fatah, apoyaron, por primera vez abiertamente, a Al Fatah y al gobierno de Abbas en su lucha contra Hamás.

El presidente palestino fue llenado de elogios, y mientras la Unión Europea anunciaba ayuda económica para Abbas (excluyendo a Hamás), EEUU anunciaba una partida de armas destinada a reforzar el aparato militar de Al Fatah en su combate contra el "terrorismo" de Hamás.

Esto detonó una guerra interna entre Hamás y Al Fatah que mató a más de 100 palestinos desde principios de año.

Una nueva ofensiva militar israelí contra Gaza, el mes pasado, con asesinatos selectivos y encarcelamientos de dirigentes y funcionarios de Hamás, y luego de matar a más de 60 palestinos, fracasó nuevamente al unificar a las bases militantes de la resistencia contra el Estado judío, cuyas ciudades volvieron a ser azotadas por los cohetes  Al–Kassam palestinos.

Los muertos y heridos israelíes volvieron a acorralar nuevamente al gobierno de Olmert  que replegó sus tropas pese a seguir amenazando con una invasión terrestre en alta escala.

Y como es cíclico y repetitivo: Al terminarse los bombardeos israelíes, Hamás y Al Fatah, luego de una tregua, volvieron a enfrentarse en las calles con un saldo de muertos y heridos que aumentan con el correr de las horas.

Y aunque las cúpulas, el lunes, llamaron a una "tregua", las bases de Hamás y Al Fatah desobedecieron y la matanza del lunes se llevó la vida de otros 16 palestinos.

Pero hay un detalle: Todas las estadísticas  y las cifras oficiales señalan que Al Fatah (cuyos combatientes mueren en relación de 7 a 3 con los de Hamás) está perdiendo la guerra interna contra Hamás, mejor posicionada no solamente desde el punto de vista militar sino también del apoyo social entre la población.

Esta realidad, indica que a corto plazo Israel (quizás en horas) tendrá que atacar nuevamente a Gaza en defensa de sus aliados y para tratar nuevamente de destruir a Hamás.

Lo que (por recurrencia cíclica y repetitiva), unirá nuevamente a las organizaciones palestinas en la lucha armada contra el Estado judío terminando momentáneamente con el enfrentamiento intestino.

Es una recurrencia cíclica y repetitiva (una acción que genera la contraria) que seguirá en el tiempo hasta que el invasor y su aliado (Israel–Al Fatah) termine con la resistencia del invadido (Hamás), o viceversa, que Hamás termine  con Al Fatah dejándole sin "caballo de Troya" al eje sionista Israel–EEUU–Unión Europea, la logia imperialista invasora de pueblos que resulta la única beneficiaria de la tragedia palestina.


El plan sionista en marcha

La Unión Europea "estudia" desplegar una fuerza internacional en Gaza

IAR–Noticias, 14/06/07

Cuando Abbas y Al Fatah se encuentran acorralados y a punto de perder el control de Gaza y del gobierno palestino, Israel y el eje sionista van en su auxilio. La "guerra civil" y el argumento para una nueva forma de ocupación.

En declaraciones "simultáneas", el primer ministro israelí Olmert y el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Javier Solana, coincidieron este miércoles en que una fuerza multinacional podría ser desplegada en la Franja de Gaza, cuyos territorios hoy se encuentran virtualmente bajo el control de las fuerzas de Hamás que han tomado la mayoría de los enclaves de Al Fatah y del gobierno de Abbas en la región.

Cuando las fuerzas del gobierno pro–sionista y colaboracionista de Abbas se encuentran acorraladas por Hamás, luego de tres días de intensa batalla, Javier Solana, jefe de la diplomacia europea, dijo que la Unión Europea (UE) está dispuesta a formar parte de una fuerza internacional militar al sur de la franja de Gaza si así lo piden israelíes, palestinos y egipcios.

Solana calificó la situación en Gaza como "dramática" y afirmó que "este es un momento para estudiar todas las opciones posibles".

"Esto será analizado por los actores sobre el terreno ahora", señaló en una conferencia de prensa Solana, quien recordó que la UE ya tiene una misión policial en la zona que ayuda a controlar la frontera de Rafah, la única que tiene Gaza con el mundo exterior.

"Si se debe hacer algo más lo consideraremos", declaró Solana, quien dijo que ha estado en contacto permanente desde la noche anterior con el el presidente palestino, Mahmud Abbas, y los líderes de las demás facciones palestinas.

Solana subrayó que esta es la primera vez que Israel contempla una presencia internacional en la zona y recordó que la responsabilidad sobre la seguridad al sur de Gaza corresponde a los egipcios, que, sin embargo, no parecen de momento muy dispuestos a asumir nuevas responsabilidades.

Por su parte, Ehud Olmert, expresó este miércoles su "preocupación" por la "violencia intrapalestina", y afirmó que Occidente debe "evaluar seriamente" la posibilidad de enviar una fuerza multinacional a la frontera entre la Franja de Gaza y Egipto, "para contrarrestar el fortalecimiento de las fuerzas radicales".

En coincidencia, el secretario general de la ONU, Ban Ki–moon, llamó al cese de los sangrientos enfrentamientos en Gaza, y expresó su respaldo al presidente Abbas.

La guerra civil y el plan sionista

La aparición "simultánea" de Olmert y Ban Ki–moon en el escenario, llamó la atención de los observadores internacionales, dado que siempre se especuló con que el "objetivo final" de la guerra civil impulsada por Israel y EEUU para dividir a la resistencia  Palestina, tenía como meta final una intervención multinacional comandada por la ONU, que sustituyera al ejército israelí en la ocupación.

La posibilidad de una intervención internacional  –para los expertos– siempre estuvo latente desde que Hamás ganó las elecciones en enero pasado.

Una guerra civil, como la que ya fue detonada por la CIA y el Mossad en Gaza sirve de argumento ideal para una intervención militar justificada como una salida para para evitar la anarquía y el caos.

La cuestión Palestina, tanto como Siria, Líbano e Irán son cuestiones estratégicas centrales para el lobby judío que controla la Casa Blanca, tanto con republicanos como con demócratas.

El triunfo electoral de Hamás produjo un flanco de debilidad en la estrategia de remodelación del Medio Oriente diseñada por los halcones ultraderechistas de Washington y el Pentágono.

Imprevistamente, el demoledor triunfo electoral de Hamás modificó el tablero y las relaciones de fuerza: Hamás, por imperio de su victoria en las urnas, pasó de ser minoría "extremista" a "mayoría democrática" en el territorio palestino conquistado por los tanques israelíes.

Con Hamás en el gobierno palestino, y su decisión de "no negociar" se desmoronó la estrategia de dominación que tenía como actor central a la relación ANP–Al Fatah con el eje Washington–Israel, que se proyectaba como "modelo a imitar" en todo el espectro del Medio Oriente.

La caída electoral, el año pasado, del gobierno de Mahmud Abbas –así coinciden la mayoría de los expertos– rompió los esquemas estratégicos diseñados por Washington y Tel Aviv para controlar militar y políticamente la explosiva región del Medio Oriente, cuya columna vertebral es el ataque militar a Siria

Desde que el movimiento de resistencia islámica Hamás ganó las elecciones legislativas en enero de 2006  y formó un nuevo gabinete, el dominio del partido pro–israelí Al Fatah sobre la política palestina llegó a su fin.

Esta es la razón estratégica principal porque Washington – Tel Aviv resolvieron impulsar la guerra civil como una estrategia para crear las condiciones de una intervención internacional en Gaza que hoy ya se está barajando.


Hamás vs. Al Fatah: la crónica de una guerra civil anunciada

¿Qué hay detrás del enfrentamiento de facciones?

Por Manuel Freytas
IAR–Noticias, 10/05/06

¿Andan la CIA y el Mossad armando una guerra civil entre las facciones armadas de Hamás y Al Fatah enfrentadas por el poder en el seno del gobierno palestino? La posibilidad –para los expertos– siempre estuvo latente desde que Hamás ganó las elecciones en enero pasado. Una guerra civil en Palestina sería el argumento ideal para una intervención militar justificada como una salida para para evitar la anarquía y el caos.

La cuestión Palestina, tanto como Siria, el Libano e Irán son cuestiones estratégicas centrales para el lobby judío que controla la Casa Blanca, tanto con republicanos como con demócratas.

El triunfo electoral de Hamas produjo un flanco de debilidad en la estrategia remodelación del Medio Oriente de los halcones ultraderechistas de Washington y el Pentágono.

Imprevistamente, el demoledor triunfo electoral de Hamás modificó el tablero y las relaciones de fuerza: Hamás, por imperio de su victoria en las urnas, pasó de ser minoría "extremista" a "mayoría democrática" en el territorio palestino conquistado por los tanques israelíes.

En Washington y en Tel Aviv saltaron todos los tapones: la situación quebraba las reglas establecidas y creaba un nuevo escenario donde los "malos" (el "terrorismo" de Hamás) pasaban a ocupar el lugar de los "buenos" (el gobierno de la ANP controlado por Al Fatah, alumno aplicado y maleable de la estrategia judeo–norteamericana.)

Para muchos medios y analistas árabes, el abrumante resultado electoral resultó claramente un "castigo del pueblo palestino" a la condescendencia y sometimiento de Abas (un reconocido ex agente judeo–norteamericano de la CIA) y de Al Fatah a las reglas impuestas por el invasor sionista y su protector norteamericano.

Las cadenas mediáticas expandieron el triunfo de Hamás al mundo, y comenzó la operación de presión internacional para que Hamás "abandone las armas" y se pliegue a un proceso de convivencia en paz con su vecino (invasor) israelí.

Con Hamás en el gobierno palestino, y su decisión de "no negociar" se desmorona la estrategia de dominación que tenía como actor central a la relación ANP–Al Fatah con el eje Washington–Israel, que se proyectaba como "modelo a imitar" en todo el espectro del Medio Oriente.

Tal como sucedió en Afganistán y en Irak (territorios ocupados militarmente) la zaga imperial Bush–Sharon, tras la muerte de Arafat, llamó a elecciones para "democratizar" al ocupado territorio palestino, siguiendo la tendencia de colocar a gobiernos títeres colaboradores de la ocupación, en este caso el de Mahmud Abas.

Pero la consigna y el método de presión cocinado de apuro por Washington–Tel Aviv–Europa resultó débil y de difícil aplicación en un contexto donde Hamás –por imperio de su triunfo democrático en las urnas– había adquirido la potestad de decidir soberanamente el rumbo político del Estado palestino.

Algunos medios y analistas en Europa y en EEUU concluyeron que la elección palestina los metió a Israel, EEUU y Europa en una "trampa": si presionan demasiado y abiertamente contra Hamás corren el riesgo de romper las formas de los "procesos democráticos" que vienen implementando "exitosamente" en los países ocupados, como es el caso de Irak y Afganistán.

La democracia de ocupación

El proceso "democratizador" se lanzó en Palestina después de que, en mayo de 2004, y en el marco de la Operación Arco Iris, que los militares israelíes denominaron de "limpieza", el ejército sionista de Sharon asesinó a 70 palestinos en tres días de incursión aérea y terrestre en la región de Rafah, al sur de la franja de Gaza, según estimaciones palestinas.

Todos los observadores coincidieron en que se trató de uno de los más feroces y sangrientos operativos que las fuerzas sionistas realizaron en Gaza desde la ocupación de Israel en 1967.

Esta estrategia de la "opción militar" sin careta, aplicada al Medio Oriente, comenzó tras el asesinato de Yassin, el líder espiritual de Hamás, después que Bush le diera en Washington luz verde a Sharon para iniciar la operación "asesinatos selectivos" proyectada desde Gaza a todo el territorio palestino, y cuya ejecución debería servir de ejemplo y escarmiento para los que –de ahora en más– se atrevieran a enfrentarse a la bota invasora del primer ministro de Israel.

Se inició la era de los "asesinatos selectivos" (ejecutados sin contemplaciones por helicópteros y misiles de última generación), la caza del "tiro al pichón" contra los dirigentes y militantes que se presentaban como blancos visibles, las demoliciones sistemáticas de viviendas en Rafah, masacres humanas sostenidas y diarias cuya impunidad fue posibilitada por la complicidad de la ONU y los gobiernos europeos.

Concretamente, y en términos estratégicos, se impulsaba una "solución militar extrema" para luego establecer la "paz" (las elecciones "democráticas") con un gobierno títere elegido en la urnas, tal como sucedió con la administración de Abas tras la muerte de Arafat.

Luego de terminar con la vida de Arafat (todas las hipótesis y estudios médicos sugieren que fue envenenado) el eje Washington Tel Aviv consiguió –mediante comicios– instalar a su conocido doble agente, Mahmud Abas, quien respondía sumisamente al plan de "pacificación" impuesto tras el exterminio militar.

La nueva estrategia consistía en el repliegue de las fuerzas israelíes delegando la represión en la policía "colaboracionista" de Abas, en tanto el ejército israelí –tal como lo hace el ejército norteamericano en Irak– mantenía su poderío invasor convertido, paradojalmente, en el custodio armado de la "democracia" palestina.

La "paz" forzosa sellada entre el Estado de Israel y la administración palestina de Mahmud Abas fue frágil y débil debido a los enfrentamientos que suscitó, tanto entre los israelíes como del lado palestino donde las organizaciones armadas encabezadas por Hamás resistían un acuerdo con los ocupantes judíos.

La "tregua" entre Tel Aviv y la Autoridad Palestina generó una situación ambivalente: por un lado Sharon reprimía las organizaciones de ultraderecha judías que resistían a un acuerdo de entrega de Gaza, y por el otro Abas (el histórico doble agente de EEUU e Israel) mandaba reprimir con la policía palestina a los militantes armados que intentaban expulsar y atacaban al ejército sionista.

Este statu quo vigente estalló y saltó por el aire con las elecciones de enero  pasado que convirtieron a Hamás en nuevo gobierno palestino.

La caída del gobierno de Mahmud Abas –así coinciden la mayoría de los expertos– rompió los esquemas estratégicos diseñados por Washington y Tel Aviv para controlar militar y políticamente la explosiva región del Medio Oriente, cuya columna vertebral es el ataque militar a Siria.

La operación "guerra civil"

Tras ganar las elecciones, la organización Hamás rechazó la presión internacional encabezada por EEUU, Israel y sus socios europeos para que "abandone la lucha armada" y anunció en Damasco (Siria) que pensaba continuar con la resistencia a la ocupación israelí.

Esto implicaba –según su propia declaración– que la organización armada iba a proseguir con la lucha armada contra Israel, pese a las presiones de EEUU y las potencias europeas para que abandone la violencia y reconozca al Estado judío.

Esta postura, y por el contexto donde se la expresó (Siria) quebraba el stau quo de las "negociaciones de paz" en la que se basaba la relación de Israel, EEUU y Europa con el Estado palestino controlado por el gobierno de Abas y Al Fatah,  tan empeñado en combatir al "terrorismo" de Hamás como las propias potencias imperialistas capitalistas.

¿Cómo terminar con Hamás sin romper las "formas democráticas" impuestas en los territorios ocupados militarmente?

La pregunta del millón que, desde el triunfo electoral de Hamás, deberían responder frente a los estados mayores de Washington y Tel Aviv los comandantes estratégicos de la CIA y del Mossad, que ahora andan buscando "soluciones adecuadas" en el nuevo teatro de operaciones.

¿Y que mejor que un enfrentamiento armado entre Hamás y Al Fatah, el tradicional aliado de Israel?

No bien ganó las elecciones, Hamás denunció que Abas preparaba un "golpe de Estado" con las fuerzas de seguridad palestinas para evitar su asunción en el gobierno.

Tanto para los dirigentes de Hamás, como para los observadores en terreno del proceso palestino, es imposible que el actual presidente de la ANP, que ha expresado su decisión de "luchar contra el terrorismo" en los términos propuestos por Israel y EEUU, ceda mansamente el control de las fuerzas de seguridad a una organización que consideraba como "terrorista" antes de las elecciones.

El tema del traspaso del mando de los servicios de inteligencia y seguridad (el poder armado palestino) se convirtió en un frente de conflicto que adquirió un protagonismo clave conforme avanzaba la formación del nuevo gobierno palestino en manos de Hamás.

Desde que el movimiento de resistencia islámica Hamás ganó las elecciones legislativas en enero pasado y formó un nuevo gabinete, el dominio del partido Fatah sobre la política palestina llegó a su fin.

La disputa entre Hamás y Abas estalló a fines del mes pasado cuando  la organización anunció la creación de un nuevo organismo de seguridad en la ANP, que supuestamente dará cabida a militantes de todas las facciones armadas  y estará encabezado por Yamal Abu Samahadane, jefe de los Comités Populares de Resistencia.

La designación de éste indignó al presidente, que ejerció su derecho de veto alegando que se trataba de una decisión "inconstitucional".

Pero la gota que colmó el vaso fueron las declaraciones del jefe del buró político de Hamás en el exilio, Jaled Masal, quien tachó de "traidor" y "corrupto" al presidente palestino.

Sin mencionarlo explícitamente, criticó también a Abas por su tajante condena del reciente atentado suicida de Tel Aviv, perpetrado por la Yihad Islámica y en el que murieron nueve personas.

La respuesta de Al Fatah no se hizo esperar, y el Consejo Revolucionario de la OLP, acusó a Mashal de "incitar a una guerra civil entre los palestinos".

Ghazi Hammad, portavoz del gabinete Hamás, indicó la semana pasada: "Nosotros hemos dicho que esas armas son ilegales, pero esos choques no responden a órdenes de Hamás o Fatah, sino que son acciones de individuos. Insisto en que guerra civil no es una palabra del diccionario palestino, y por eso las facciones debemos controlar a sus integrantes".

Se estaba refiriendo, y sin decirlo, claro está, a las operaciones de la CIA y el Mossad para dividir las facciones y precipitar el enfrentamiento armado.

La situación comenzó a deteriorarse tras un enfrentamiento, el lunes pasado,  registrado en la Franja de Gaza entre fuerzas de Fatah, que respaldan al presidente palestino, Mahmud Abas, y seguidores de Hamás, en el incidente más grave entre facciones palestinas desde la llegada de Hamás al poder.

Este martes se produjeron  nuevos enfrentamientos entre los grupos rivales, Hamás y Al Fatah, que dejaron nueve palestinos heridos, entre ellos cinco menores,  avivando  temores de que los territorios palestinos, que enfrentan sanciones económicas de occidente e Israel, podrían caer en el caos.

Esta situación de caos, anarquía y enfrentamiento es la que se vive en el presente, y resume más que nada una situación buscada tanto por Israel como por EEUU que tienen en la división sus carta de triunfo para controlar y destruir militarmente a Hamás.

En control del Líbano y de Palestina (asegurado por el gobierno "aliado" de Abas–Al Fatah) aseguraba al eje Washington–Tel Aviv una "retaguardia controlada" para concretar su plan de ataque militar a Siria, cuya primera fase sería la aprobación de sanciones y de un bloqueo comercial en la ONU.

No son pocos los expertos que coinciden que sin la conquista de Siria una operación militar judeo–norteamericana contra Irán reduce sus posibilidades de éxito en un 50%.

Muchos analistas militares norteamericanos (incluso del Pentágono) sostienen que sin el exterminio de las bases logísticas y organizativas que alimentan al "terrorismo islámico" en Irak y Medio Oriente desde Siria, una operación militar contra Irán sería suicida dado que unificaría a los comandos guerrilleros (más allá de su estado confesional) en un sólo frente contra el eje EEUU–Israel.

La derrota de Abas y de su gobierno, y el acceso de Hamás a la nueva administración Palestina, convirtió a la, hasta ahora, "retaguardia controlada", en un infierno anunciado de conflictos cuyo desenlace ningún analista se anima a pronosticar.

Con los palestinos matándose entre sí, con el territorio sumido en una crisis económica terminal (los empleados de la administración llevan dos meses sin cobrar el sueldo), la Palestina de Hamás y Al Fatah se convierte en el escenario ideal para una intervención militar que termine con el gobierno y la vida de los dirigentes de Hamás.

Sin lugar a dudas, y en la actual coyuntura, una guerra civil entre Hamás y Al Fatah se plantea como la "solución ideal" para Israel y EEUU.

Según las señales y los hechos, parece que en eso andan por estas horas la CIA y el Mossad.


(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica.