El invasor y el invadido
Israel y la masacre interna palestina
IAR–Noticias, 14/06/07
El que crea que en Palestina hay una sola Palestina, se
equivoca. Como en todo país ocupado, como en Irak o como en Afganistán,
el invasor judeo–norteamericano divide, enfrenta, y atomiza la
resistencia para dominar, y su metodología pasa principalmente por la
financiación y provisión de armas y por los flujos de ayuda económica
a los sectores internos aliados de la invasión.
Como sucede en Afganistán con el gobierno
títere de Karzay, o con su simil kurdo–chií en Irak (que son
utilizados para reprimir a la resistencia), en Palestina el eje Tel
Aviv–Washington utiliza al gobierno de Abbas y a su brazo armado, Al
Fatah, para reprimir y dividir a las organizaciones armadas que
resisten a la ocupación israelí y se niegan al reconocimiento
del Estado judío.
Cuando se habla de Hamás y Al Fatah, no se trata, como
quiere hacer ver el aparato internacional de la prensa sionista, de
dos "facciones dementes" enfrentadas en una guerra civil,
sino de dos organizaciones armadas cuyos intereses y objetivos son
antitéticos por la sencilla razón de que una, Al Fatah, es aliada
de la ocupación israelí, y la otra, Hamás, nunca reconoció
al Estado judío invasor ni abandonó la lucha armada.
Precisado este marco de la situación palestina, la guerra
interna entre Hamás y Al Fatah toma otro ángulo de comprensión,
dado que la guerra civil no es tal, sino un enfrentamiento encubierto
entre el invasor israelí (mimetizado en el gobierno de Abbas y
en la cúpula de Al Fatah) y la resistencia al invasor
encaramada en las banderas y el aparato militar de Hamás.
Como sucede en Afganistán, Irak, y en general en todo todo
territorio ocupado militarmente, el "gran negocio" del
dominador sionista capitalista consiste en enfrentar y dividir a los
sectores del país invadido, tirarlos a unos contra otros, por
medio de la financiación y la prebenda política, y luego presentar a
las matanzas intestinas como "guerras civiles" o
conflictos "inter–religiosos", que le sirve para sacar sus
ejércitos de la línea de fuego mientras los invadidos se matan
entre sí.
Eso está pasando en Irak con la "guerra
inter–religiosa" entre chiíes y suníes, y eso está pasando
en Palestina con el sangriento enfrentamiento entre Hamás y Al Fatah,
que ya ha causado casi 30 muertos desde el domingo pasado en
que se reiniciaron los combates después de una tregua.
Y también es cíclico y repetitivo que tras el fracaso
de una invasión o ataque militar israelí a Gaza para controlar y/o
destruir a Hamás y a las organizaciones de resistencia
palestinas, resurja un nuevo enfrentamiento armado, cada vez más
virulento y sangriento, entre Hamás y Al Fatah, que el mes pasado,
por ejemplo, dejó 60 palestinos muertos.
Esto le sirve al Estado de Israel y a la prensa sionista
internacional para "destacar" que la "guerra
civil" entre Hamás y Al Fatah mata más palestinos que la
incursiones militares y los bombardeos genocidas del Estado judío.
Y también ya es cíclico y repetitivo, que cada vez que la
aviación y los tanques israelíes atacan Gaza y asesinan palestinos, se
paraliza el enfrentamiento interno, y los aparatos militantes (por
debajo de las cúpulas) de Hamás y Al Fatah se concentran, cada cual
por su lado, en la ofensiva contra Israel y sus ciudades
fronterizas.
Y también es cíclico y repetitivo, que cuando los cohetes
Al–Kassam comienzan a caer en las ciudades israelíes empieza el
caos y la paranoia generalizada repercute negativamente en el
desgastado y acorralado gobierno de Olmert que comienza a
ser cercado por la oposición y los medios de comunicación del
"sionismo de izquierda".
Israel, tal como fracasó en Líbano con Hezbolá,
re–invadió Gaza el 26 de junio pasado para destruir a Hamás,
y, después de asesinar a más de 400 palestinos, entre ellos mujeres
y niños, debió replegar sus tropas sin haber conseguido su objetivo
central de terminar con Hamás y las organizaciones de la resistencia.
En diciembre pasado, la aviación y los tanques del Estado
judío realizaron otra incursión represiva en Gaza, matando
a casi 200 palestinos, y debieron retirarse tras una condena de la
ONU y una oleada de reacciones y críticas internacionales.
A fines del año pasado, la dupla Washington–Tel Aviv
resolvió ensayar los primeros pasos de su estrategia con la
"guerra civil" para enfrentar abiertamente a Hamás con Al
Fatah, utilizando su asociación con Abbas como elemento detonante.
Tel Aviv, Washington, Gran Bretaña y la Unión Europea, los
socios del eje sionista que lanzó el criminal boicot económico (que
ya mató a miles de palestinos según la ONU) contra el gobierno de
Hamás luego de que esta organización le ganara limpiamente las
elecciones a Al Fatah, apoyaron, por primera vez abiertamente, a Al
Fatah y al gobierno de Abbas en su lucha contra Hamás.
El presidente palestino fue llenado de elogios, y mientras
la Unión Europea anunciaba ayuda económica para Abbas (excluyendo a
Hamás), EEUU anunciaba una partida de armas destinada a reforzar
el aparato militar de Al Fatah en su combate contra el
"terrorismo" de Hamás.
Esto detonó una guerra interna entre Hamás y Al Fatah que
mató a más de 100 palestinos desde principios de año.
Una nueva ofensiva militar israelí contra Gaza, el mes
pasado, con asesinatos selectivos y encarcelamientos de dirigentes
y funcionarios de Hamás, y luego de matar a más de 60
palestinos, fracasó nuevamente al unificar a las bases militantes de
la resistencia contra el Estado judío, cuyas ciudades volvieron a ser
azotadas por los cohetes Al–Kassam palestinos.
Los muertos y heridos israelíes volvieron a acorralar
nuevamente al gobierno de Olmert que replegó sus tropas
pese a seguir amenazando con una invasión terrestre en alta escala.
Y como es cíclico y repetitivo: Al terminarse los
bombardeos israelíes, Hamás y Al Fatah, luego de una tregua, volvieron
a enfrentarse en las calles con un saldo de muertos y heridos que
aumentan con el correr de las horas.
Y aunque las cúpulas, el lunes, llamaron a una
"tregua", las bases de Hamás y Al Fatah desobedecieron y la
matanza del lunes se llevó la vida de otros 16 palestinos.
Pero hay un detalle: Todas las estadísticas y
las cifras oficiales señalan que Al Fatah (cuyos combatientes mueren
en relación de 7 a 3 con los de Hamás) está perdiendo la guerra
interna contra Hamás, mejor posicionada no solamente desde el
punto de vista militar sino también del apoyo social entre la población.
Esta realidad, indica que a corto plazo Israel (quizás en
horas) tendrá que atacar nuevamente a Gaza en defensa de sus
aliados y para tratar nuevamente de destruir a Hamás.
Lo que (por recurrencia cíclica y repetitiva), unirá
nuevamente a las organizaciones palestinas en la lucha armada contra
el Estado judío terminando momentáneamente con el enfrentamiento
intestino.
Es una recurrencia cíclica y repetitiva (una acción que
genera la contraria) que seguirá en el tiempo hasta que el invasor y
su aliado (Israel–Al Fatah) termine con la resistencia del invadido
(Hamás), o viceversa, que Hamás termine con Al Fatah dejándole
sin "caballo de Troya" al eje sionista Israel–EEUU–Unión
Europea, la logia imperialista invasora de pueblos que resulta la única
beneficiaria de la tragedia palestina.
El plan sionista en marcha
La Unión Europea "estudia" desplegar
una fuerza internacional en Gaza
IAR–Noticias, 14/06/07
Cuando Abbas y Al Fatah se encuentran acorralados y a punto
de perder el control de Gaza y del gobierno palestino, Israel y el eje
sionista van en su auxilio. La "guerra civil" y el argumento
para una nueva forma de ocupación.
En declaraciones "simultáneas",
el primer ministro israelí Olmert y el jefe de la diplomacia de la
Unión Europea, Javier Solana, coincidieron este miércoles en que una
fuerza multinacional podría ser desplegada en la Franja de Gaza,
cuyos territorios hoy se encuentran virtualmente bajo el control de
las fuerzas de Hamás que han tomado la mayoría de los enclaves de Al
Fatah y del gobierno de Abbas en la región.
Cuando las fuerzas del gobierno pro–sionista y
colaboracionista de Abbas se encuentran acorraladas por Hamás,
luego de tres días de intensa batalla, Javier Solana, jefe de la
diplomacia europea, dijo que la Unión Europea (UE) está dispuesta a formar
parte de una fuerza internacional militar al sur de la franja de Gaza
si así lo piden israelíes, palestinos y egipcios.
Solana calificó la situación en Gaza como "dramática"
y afirmó que "este es un momento para estudiar todas las
opciones posibles".
"Esto será analizado por los actores sobre el terreno
ahora", señaló en una conferencia de prensa Solana, quien
recordó que la UE ya tiene una misión policial en la zona que ayuda
a controlar la frontera de Rafah, la única que tiene Gaza con el
mundo exterior.
"Si se debe hacer algo más lo consideraremos",
declaró Solana, quien dijo que ha estado en contacto permanente
desde la noche anterior con el el presidente palestino, Mahmud Abbas,
y los líderes de las demás facciones palestinas.
Solana subrayó que esta es la primera vez que Israel
contempla una presencia internacional en la zona y recordó que la
responsabilidad sobre la seguridad al sur de Gaza corresponde a los
egipcios, que, sin embargo, no parecen de momento muy dispuestos a
asumir nuevas responsabilidades.
Por su parte, Ehud Olmert, expresó este miércoles su
"preocupación" por la "violencia
intrapalestina", y afirmó que Occidente debe "evaluar
seriamente" la posibilidad de enviar una fuerza multinacional a
la frontera entre la Franja de Gaza y Egipto, "para contrarrestar
el fortalecimiento de las fuerzas radicales".
En coincidencia, el secretario general de la ONU, Ban
Ki–moon, llamó al cese de los sangrientos enfrentamientos en
Gaza, y expresó su respaldo al presidente Abbas.
La guerra civil y el plan sionista
La aparición "simultánea" de Olmert y Ban
Ki–moon en el escenario, llamó la atención de los observadores
internacionales, dado que siempre se especuló con que el
"objetivo final" de la guerra civil impulsada por Israel
y EEUU para dividir a la resistencia Palestina, tenía como meta
final una intervención multinacional comandada por la ONU, que
sustituyera al ejército israelí en la ocupación.
La posibilidad de una intervención internacional
–para los expertos– siempre estuvo latente desde que Hamás
ganó las elecciones en enero pasado.
Una guerra civil, como la que ya fue detonada por la CIA y
el Mossad en Gaza sirve de argumento ideal para una intervención
militar justificada como una salida para para evitar la anarquía y
el caos.
La cuestión Palestina, tanto como Siria, Líbano e Irán
son cuestiones estratégicas centrales para el lobby judío que
controla la Casa Blanca, tanto con republicanos como con demócratas.
El triunfo electoral de Hamás produjo un flanco de
debilidad en la estrategia de remodelación del Medio Oriente diseñada
por los halcones ultraderechistas de Washington y el Pentágono.
Imprevistamente, el demoledor triunfo electoral de Hamás
modificó el tablero y las relaciones de fuerza: Hamás, por imperio
de su victoria en las urnas, pasó de ser minoría
"extremista" a "mayoría democrática" en el
territorio palestino conquistado por los tanques israelíes.
Con Hamás en el gobierno palestino, y su decisión de
"no negociar" se desmoronó la estrategia de dominación que
tenía como actor central a la relación ANP–Al Fatah con el eje
Washington–Israel, que se proyectaba como "modelo a
imitar" en todo el espectro del Medio Oriente.
La caída electoral, el año pasado, del gobierno de Mahmud
Abbas –así coinciden la mayoría de los expertos– rompió los
esquemas estratégicos diseñados por Washington y Tel Aviv para
controlar militar y políticamente la explosiva región del Medio
Oriente, cuya columna vertebral es el ataque militar a Siria
Desde que el movimiento de resistencia islámica Hamás ganó
las elecciones legislativas en enero de 2006 y formó un nuevo
gabinete, el dominio del partido pro–israelí Al Fatah sobre la política
palestina llegó a su fin.
Esta es la razón estratégica principal porque Washington
– Tel Aviv resolvieron impulsar la guerra civil como una estrategia
para crear las condiciones de una intervención internacional en Gaza
que hoy ya se está barajando.
Hamás vs. Al Fatah: la crónica de una guerra
civil anunciada
¿Qué hay detrás del enfrentamiento de
facciones?
Por Manuel Freytas
IAR–Noticias, 10/05/06
¿Andan la CIA y el Mossad armando una guerra civil entre
las facciones armadas de Hamás y Al Fatah enfrentadas por el poder en
el seno del gobierno palestino? La posibilidad –para los expertos–
siempre estuvo latente desde que Hamás ganó las elecciones en
enero pasado. Una guerra civil en Palestina sería el argumento ideal
para una intervención militar justificada como una salida para
para evitar la anarquía y el caos.
La cuestión Palestina, tanto como Siria, el Libano e Irán
son cuestiones estratégicas centrales para el lobby judío que
controla la Casa Blanca, tanto con republicanos como con demócratas.
El triunfo electoral de Hamas produjo un flanco de
debilidad en la estrategia remodelación del Medio Oriente de los
halcones ultraderechistas de Washington y el Pentágono.
Imprevistamente, el demoledor triunfo electoral de Hamás
modificó el tablero y las relaciones de fuerza: Hamás, por
imperio de su victoria en las urnas, pasó de ser minoría
"extremista" a "mayoría democrática" en el
territorio palestino conquistado por los tanques israelíes.
En Washington y en Tel Aviv saltaron todos los tapones: la
situación quebraba las reglas establecidas y creaba un nuevo
escenario donde los "malos" (el
"terrorismo" de Hamás) pasaban a ocupar el lugar de los "buenos"
(el gobierno de la ANP controlado por Al Fatah, alumno aplicado y
maleable de la estrategia judeo–norteamericana.)
Para muchos medios y analistas árabes, el abrumante
resultado electoral resultó claramente un "castigo del pueblo
palestino" a la condescendencia y sometimiento de Abas (un
reconocido ex agente judeo–norteamericano de la CIA) y de Al Fatah a
las reglas impuestas por el invasor sionista y su protector
norteamericano.
Las cadenas mediáticas expandieron el triunfo de Hamás al
mundo, y comenzó la operación de presión internacional para que Hamás
"abandone las armas" y se pliegue a un proceso de
convivencia en paz con su vecino (invasor) israelí.
Con Hamás en el gobierno palestino, y su decisión de
"no negociar" se desmorona la estrategia de dominación que
tenía como actor central a la relación ANP–Al Fatah con el eje
Washington–Israel, que se proyectaba como "modelo a
imitar" en todo el espectro del Medio Oriente.
Tal como sucedió en Afganistán y en Irak (territorios
ocupados militarmente) la zaga imperial Bush–Sharon, tras la muerte
de Arafat, llamó a elecciones para "democratizar" al
ocupado territorio palestino, siguiendo la tendencia de colocar a
gobiernos títeres colaboradores de la ocupación, en este caso
el de Mahmud Abas.
Pero la consigna y el método de presión cocinado de apuro
por Washington–Tel Aviv–Europa resultó débil y de difícil
aplicación en un contexto donde Hamás –por imperio de su triunfo
democrático en las urnas– había adquirido la potestad de decidir
soberanamente el rumbo político del Estado palestino.
Algunos medios y analistas en Europa y en EEUU concluyeron
que la elección palestina los metió a Israel, EEUU y Europa en una
"trampa": si presionan demasiado y abiertamente contra
Hamás corren el riesgo de romper las formas de los "procesos
democráticos" que vienen implementando "exitosamente"
en los países ocupados, como es el caso de Irak y Afganistán.
La democracia de ocupación
El proceso "democratizador" se lanzó en
Palestina después de que, en mayo de 2004, y en el marco de la Operación
Arco Iris, que los militares israelíes denominaron de "limpieza",
el ejército sionista de Sharon asesinó a 70 palestinos en
tres días de incursión aérea y terrestre en la región de Rafah, al
sur de la franja de Gaza, según estimaciones palestinas.
Todos los observadores coincidieron en que se trató de uno
de los más feroces y sangrientos operativos que las fuerzas sionistas
realizaron en Gaza desde la ocupación de Israel en 1967.
Esta estrategia de la "opción militar"
sin careta, aplicada al Medio Oriente, comenzó tras el asesinato de
Yassin, el líder espiritual de Hamás, después que Bush le diera en
Washington luz verde a Sharon para iniciar la operación
"asesinatos selectivos" proyectada desde Gaza a todo el
territorio palestino, y cuya ejecución debería servir de ejemplo
y escarmiento para los que –de ahora en más– se atrevieran a
enfrentarse a la bota invasora del primer ministro de Israel.
Se inició la era de los "asesinatos
selectivos" (ejecutados sin contemplaciones por helicópteros
y misiles de última generación), la caza del "tiro al pichón"
contra los dirigentes y militantes que se presentaban como blancos
visibles, las demoliciones sistemáticas de viviendas en Rafah, masacres
humanas sostenidas y diarias cuya impunidad fue posibilitada por
la complicidad de la ONU y los gobiernos europeos.
Concretamente, y en términos estratégicos, se impulsaba
una "solución militar extrema" para luego establecer
la "paz" (las elecciones "democráticas")
con un gobierno títere elegido en la urnas, tal como sucedió con la
administración de Abas tras la muerte de Arafat.
Luego de terminar con la vida de Arafat (todas las hipótesis
y estudios médicos sugieren que fue envenenado) el eje Washington Tel
Aviv consiguió –mediante comicios– instalar a su conocido doble
agente, Mahmud Abas, quien respondía sumisamente al plan de "pacificación"
impuesto tras el exterminio militar.
La nueva estrategia consistía en el repliegue de las
fuerzas israelíes delegando la represión en la policía
"colaboracionista" de Abas, en tanto el ejército israelí
–tal como lo hace el ejército norteamericano en Irak– mantenía
su poderío invasor convertido, paradojalmente, en el custodio armado
de la "democracia" palestina.
La "paz" forzosa sellada entre el
Estado de Israel y la administración palestina de Mahmud Abas fue frágil
y débil debido a los enfrentamientos que suscitó, tanto entre
los israelíes como del lado palestino donde las organizaciones
armadas encabezadas por Hamás resistían un acuerdo con los ocupantes
judíos.
La "tregua" entre Tel Aviv y la Autoridad
Palestina generó una situación ambivalente: por un lado Sharon
reprimía las organizaciones de ultraderecha judías que resistían
a un acuerdo de entrega de Gaza, y por el otro Abas (el histórico
doble agente de EEUU e Israel) mandaba reprimir con la policía
palestina a los militantes armados que intentaban expulsar y atacaban
al ejército sionista.
Este statu quo vigente estalló y saltó por el aire con
las elecciones de enero pasado que convirtieron a Hamás en
nuevo gobierno palestino.
La caída del gobierno de Mahmud Abas –así coinciden la
mayoría de los expertos– rompió los esquemas estratégicos diseñados
por Washington y Tel Aviv para controlar militar y políticamente la
explosiva región del Medio Oriente, cuya columna vertebral es el ataque
militar a Siria.
La operación "guerra civil"
Tras ganar las elecciones, la organización Hamás rechazó
la presión internacional encabezada por EEUU, Israel y sus socios
europeos para que "abandone la lucha armada" y anunció en
Damasco (Siria) que pensaba continuar con la resistencia a la
ocupación israelí.
Esto implicaba –según su propia declaración– que la
organización armada iba a proseguir con la lucha armada contra
Israel, pese a las presiones de EEUU y las potencias europeas para
que abandone la violencia y reconozca al Estado judío.
Esta postura, y por el contexto donde se la expresó
(Siria) quebraba el stau quo de las "negociaciones de paz"
en la que se basaba la relación de Israel, EEUU y Europa con el
Estado palestino controlado por el gobierno de Abas y Al Fatah,
tan empeñado en combatir al "terrorismo" de Hamás
como las propias potencias imperialistas capitalistas.
¿Cómo terminar con Hamás sin romper las "formas
democráticas" impuestas en los territorios ocupados
militarmente?
La pregunta del millón que, desde el triunfo electoral de
Hamás, deberían responder frente a los estados mayores de Washington
y Tel Aviv los comandantes estratégicos de la CIA y del Mossad, que
ahora andan buscando "soluciones adecuadas" en el nuevo
teatro de operaciones.
¿Y que mejor que un enfrentamiento armado entre Hamás y
Al Fatah, el tradicional aliado de Israel?
No bien ganó las elecciones, Hamás denunció que Abas
preparaba un "golpe de Estado" con las fuerzas de
seguridad palestinas para evitar su asunción en el gobierno.
Tanto para los dirigentes de Hamás, como para los
observadores en terreno del proceso palestino, es imposible que el
actual presidente de la ANP, que ha expresado su decisión de "luchar
contra el terrorismo" en los términos propuestos por Israel
y EEUU, ceda mansamente el control de las fuerzas de seguridad a una
organización que consideraba como "terrorista" antes de las
elecciones.
El tema del traspaso del mando de los servicios de
inteligencia y seguridad (el poder armado palestino) se convirtió en
un frente de conflicto que adquirió un protagonismo clave
conforme avanzaba la formación del nuevo gobierno palestino en manos
de Hamás.
Desde que el movimiento de resistencia islámica Hamás ganó
las elecciones legislativas en enero pasado y formó un nuevo
gabinete, el dominio del partido Fatah sobre la política palestina llegó
a su fin.
La disputa entre Hamás y Abas estalló a fines
del mes pasado cuando la organización anunció la creación de
un nuevo organismo de seguridad en la ANP, que supuestamente dará
cabida a militantes de todas las facciones armadas y estará
encabezado por Yamal Abu Samahadane, jefe de los Comités Populares
de Resistencia.
La designación de éste indignó al presidente,
que ejerció su derecho de veto alegando que se trataba de una
decisión "inconstitucional".
Pero la gota que colmó el vaso fueron las
declaraciones del jefe del buró político de Hamás en el exilio,
Jaled Masal, quien tachó de "traidor" y
"corrupto" al presidente palestino.
Sin mencionarlo explícitamente, criticó también
a Abas por su tajante condena del reciente atentado suicida de
Tel Aviv, perpetrado por la Yihad Islámica y en el que murieron nueve
personas.
La respuesta de Al Fatah no se hizo esperar, y el
Consejo Revolucionario de la OLP, acusó a Mashal de "incitar
a una guerra civil entre los palestinos".
Ghazi Hammad, portavoz del gabinete Hamás, indicó la
semana pasada: "Nosotros hemos dicho que esas armas son ilegales,
pero esos choques no responden a órdenes de Hamás o Fatah, sino que
son acciones de individuos. Insisto en que guerra civil no es una
palabra del diccionario palestino, y por eso las facciones debemos
controlar a sus integrantes".
Se estaba refiriendo, y sin decirlo, claro está, a las
operaciones de la CIA y el Mossad para dividir las facciones y
precipitar el enfrentamiento armado.
La situación comenzó a deteriorarse tras un
enfrentamiento, el lunes pasado, registrado en la Franja de Gaza
entre fuerzas de Fatah, que respaldan al presidente palestino, Mahmud
Abas, y seguidores de Hamás, en el incidente más grave entre
facciones palestinas desde la llegada de Hamás al poder.
Este martes se produjeron nuevos enfrentamientos entre
los grupos rivales, Hamás y Al Fatah, que dejaron nueve palestinos
heridos, entre ellos cinco menores, avivando temores de
que los territorios palestinos, que enfrentan sanciones económicas de
occidente e Israel, podrían caer en el caos.
Esta situación de caos, anarquía y enfrentamiento
es la que se vive en el presente, y resume más que nada una situación
buscada tanto por Israel como por EEUU que tienen en la división sus
carta de triunfo para controlar y destruir militarmente a Hamás.
En control del Líbano y de Palestina (asegurado por el
gobierno "aliado" de Abas–Al Fatah) aseguraba al eje
Washington–Tel Aviv una "retaguardia controlada" para
concretar su plan de ataque militar a Siria, cuya primera fase sería
la aprobación de sanciones y de un bloqueo comercial en la ONU.
No son pocos los expertos que coinciden que sin la
conquista de Siria una operación militar judeo–norteamericana
contra Irán reduce sus posibilidades de éxito en un 50%.
Muchos analistas militares norteamericanos (incluso del
Pentágono) sostienen que sin el exterminio de las bases logísticas y
organizativas que alimentan al "terrorismo islámico" en
Irak y Medio Oriente desde Siria, una operación militar contra Irán
sería suicida dado que unificaría a los comandos guerrilleros (más
allá de su estado confesional) en un sólo frente contra el eje
EEUU–Israel.
La derrota de Abas y de su gobierno, y el acceso de Hamás
a la nueva administración Palestina, convirtió a la, hasta ahora,
"retaguardia controlada", en un infierno anunciado de
conflictos cuyo desenlace ningún analista se anima a pronosticar.
Con los palestinos matándose entre sí, con el territorio
sumido en una crisis económica terminal (los empleados de la
administración llevan dos meses sin cobrar el sueldo), la Palestina
de Hamás y Al Fatah se convierte en el escenario ideal para una
intervención militar que termine con el gobierno y la vida de los
dirigentes de Hamás.
Sin lugar a dudas, y en la actual coyuntura, una guerra
civil entre Hamás y Al Fatah se plantea como la "solución
ideal" para Israel y EEUU.
Según las señales y los hechos, parece que en eso andan
por estas horas la CIA y el Mossad.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y
analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica.
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