La
historia de Israel revisada
Por Ilan Pappe
giaku, 11/03/07
La Haine, 29/06/07
Traducido del inglés por Felisa Sastre
“Se puede tomar una ciudad entera- por ejemplo Tokio-,
rodearla de unas puertas electrificadas y que una sola persona tenga
la llave de la única puerta de la ciudad. Si en cualquier otra parte
del mundo se supiera que una ciudad estaba a merced de un guardián,
como si fuera una cárcel, se sentirían conmocionados. No se permitiría
que pasara un solo día más sin protestar. Pero el mundo lo acepta en
Israel.”
El profesor Ilan Pappe es un historiador israelí
y catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Haifa. Es
autor de numerosos libros, entre ellos A History of Modern
Palestine, The Modern Middle East, The Israel/Palestine Question,
y el más reciente, The Ethnic Cleasing of Palestine, publicado
en 2006. El 8 de marzo, habló sobre sus experiencias personales que
le han llevado a escribir su nuevo libro, en un pequeño coloquio
organizado en Tokio por el NIHU Program Islamic Area Studies de
la Universidad de Tokio. A continuación se ofrece la trascripción de su conferencia titulada por los organizadores del acto como “The
History of Israel Reconsidered”.
Ilan
Pappe: Gracias por invitarme; para mí es un
placer estar aquí. Espero que me pregunten después sobre asuntos de
carácter general porque no estoy seguro de lo que podré exponer en
40, 45 ó 50 minutos. Para empezar, hablaré de mi experiencia
personal y después abordaré temas de carácter general. Creo que
ello les ayudará a comprender lo que estoy haciendo.
Nací en Israel y tuve una vida y educación
convencionales, típicamente israelíes, hasta que terminé mis
estudios de licenciatura en la Universidad Hebrea, algo que sucedió
hace muchos años, a mitad de los 70. Como todos lo judíos israelíes,
sabía muy poco de los palestinos, y conocía a muy pocos de ellos. Y
aunque fui un buen estudiante de historia ya desde la enseñanza
secundaria (sabía que iba a ser historiador) fui completamente leal a
lo que me habían contado en la escuela. No tenía dudas de que lo que
mis profesores me enseñaron en la escuela era la única verdad sobre
lo ocurrido en el pasado.
Mi vida cambió en cierta manera- de forma
definitiva mi vida profesional pero también mi vida privada y pública-
cuando decidí dejar Israel y hacer mi tesis doctoral fuera del país.
Porque cuando sales ves cosas que sería muy difícil comprender desde
dentro. Elegí como tema de la tesis de doctorado el año 1948 ya que,
a pesar de no conocer mucho el pasado, comprendía que se trataba de
un año fundamental. Sabía lo suficiente para entender que se trataba
de un punto de arranque de la historia, porque para una de las partes,
los israelíes, 1948 es un milagro, el mejor año de la historia judía:
tras dos mil años de exilio, los judíos, finalmente, establecían un
Estado, y eran independientes. Pero para los palestinos era
exactamente lo contrario: el peor año de su historia, como lo
denominan: la Catástrofe, la Nakba, casi el Holocausto, el
peor año que un país hubiera deseado vivir. Y eso me intrigaba, el
hecho de que un mismo año, unos mismos sucesos, se vieran de forma
tan diferente desde cada una de las partes.
Considero que estar fuera del país me
facilitaba tener más respeto y capacidad de comprensión hacia el
hecho de que pudiera existir otra forma de acercarse a la historia
diferente a la que yo había aprendido- es decir, no sólo la de mi
propio mundo, de mi propio pueblo, de mi propio país. Sin embargo,
eso no era suficiente para revisar la historia, esa actitud, el hecho
de que un día uno se despierta y se dices: espera un momento, hay
algo más en la historia, puede que ellos contemplen lo sucedido de
manera diferente. Y si eres un auténtico intelectual, debes
esforzarte en respetar otros puntos de vista, no sólo los tuyos.
Tuve la suerte de que el año en que decidí
estudiar el punto de vista de los otros fue el año en que, según las
leyes israelíes sobre documentos reservados se desclasificaron muchos
archivos - cada treinta años los archivos israelíes desclasifican
documentos secretos: 30 años para temas políticos, y 50 para asuntos
militares. Cuando empecé en Oxford, Inglaterra, a principios de los años
80, se desclasificaron una gran cantidad de nuevos materiales sobre
1948. Y comencé a revisar los archivos en Israel, en el Reino Unido,
en Francia, en Estados Unidos. También Naciones Unidas abrió sus
archivos en el momento en que empezaba a trabajar sobre el tema. Había,
además, archivos de interés en Ginebra y Nueva York.
Y, de repente, comencé a vislumbrar una
descripción de 1948 que no me resultaba familiar. Los historiadores
necesitan mucho tiempo para consultar los materiales y convertirlos en
un artículo, en un libro o en una tesis doctoral ( como en este
caso), por lo que tras dos años, al menos, me di cuenta de que tenía
una idea clara de lo ocurrido en 1948, y esa nueva visión se oponía
muy dramáticamente a aquella en la que había sido educado. No fui el
único que tuvo esta experiencia. Dos o tres, puede que cuatro,
historiadores- en parte historiadores, en parte periodistas de Israel-
consultaron los mismos materiales y llegaron también a similares
conclusiones: que la imagen de Israel en 1948 no era verdadera. Al
grupo de personas que veíamos las cosas de forma diferente se nos
denominó los Nuevos Historiadores y, con independencia de que
sea o no un buen calificativo (lo que podremos discutir después), es
un hecho que se nos llamó calificó así, algo que no admite discusión.
Bien, ¿qué pusimos en duda respecto a 1948?
Considero que es muy importante comprender la antigua descripción de
los hechos y la nueva para seguir adelante. La vieja descripción era
que en 1948, tras 30 años de Mandato británico en Palestina, la nación
judía promovida por el movimiento sionista estaba dispuesta a aceptar
una oferta internacional de paz con los habitantes autóctonos de
Palestina. Y que a partir de la propuesta de Naciones Unidas de
dividir Palestina en dos Estados, el movimiento sionista la había
aceptado mientras el mundo árabe y los palestinos la rechazaron; como
consecuencia de ello, los árabes declararon la guerra para destruir
al Estado de Israel, y pidieron a los palestinos que se fueran para
dejar espacio a los ejércitos árabes invasores; que los líderes judíos
pidieron a los palestinos que no se marcharan pero ellos lo hicieron;
y como resultado de su huida surgió el problema de los refugiados.
Israel, milagrosamente, ganó la guerra y se convirtió en una
realidad. Y, desde entonces, el mundo árabe y los palestinos no han
cesado de intentar destruir el Estado judío.
Esa es más o menos la versión en la que nos
han educado. Otra leyenda era que había tenido lugar una gran invasión
en el 48, cuando un poderoso contingente árabe entró en Palestina y
un pequeñísimo ejército judío combatió contra él. Era la
repetición del mito de David y Goliat, en el que los judíos
representaron el papel de David y los ejércitos árabes el de Goliat,
y en el que de nuevo el hecho de que David venciera a Goliat era un
milagro.
Esa era la versión, y lo que nosotros
descubrimos desmontaba la mayoría de aquellas leyendas. Lo más
importante fue el descubrimiento de que los dirigentes sionistas, los
dirigentes israelíes, al margen de los planes de paz de la ONU, habían
previsto desde mucho antes de 1948 el expolio de los palestinos y su
expulsión. De manera que los palestinos perdieron sus tierras y
hogares no por causa de la guerra sino como consecuencia de un plan
judío, sionista, israelí (pónganle ustedes el adjetivo que
prefieran), y que Palestina sufrió una limpieza étnica de su población
autóctona en 1948.
Debo aclarar que no todos los incluidos en el
grupo de nuevos historiadores están conformes con esta descripción.
Alguno de ellos diría que sólo la mitad de los palestinos fueron
expulsados y la otra mitad salió huyendo. Alguno afirma que fue una
consecuencia de la guerra pero yo lo tengo muy claro. Por supuesto, no
obligo a nadie a aceptarla pero estoy bastante seguro, como he dejado
escrito en mi último libro, The Ethnic Cleasing of Palestine,
de que en realidad ya en los años 1930 los israelíes- que entonces
no eran israelíes sino dirigentes sionistas anteriores a la
constitución del Estado- habían previsto y planificado la expulsión
sistemática de los palestinos llevada a cabo en 1948.
Para resumir este punto, la vieja posición
histórica israelí era la siguiente: Israel no es responsable de que
los palestinos se convirtieran en refugiados, los responsables fueron
los palestinos porque no aceptaron los planes de paz y sí aceptaron
las peticiones árabes de abandonar el país. Esa era la postura
tradicional. La mía, y en esto muchos de los nuevos historiadores
coinciden, es que Israel es la única responsable del problema de los
refugiados porque planificó la expulsión de los palestinos de su
patria. En consecuencia, es totalmente responsable.
Otra cuestión que hemos aclarado es que al
estudiar el equilibrio militar sobre el terreno hemos descubierto que
la descripción de un Goliat árabe y un David judío tampoco se
corresponde con los hechos. El mundo árabe habla mucho (todavía lo
hace ahora) pero, cuando se trata de los palestinos, no hace gran
cosa. Y por ello enviaron un número muy pequeño de soldados contra
Israel, así que el ejército judío tuvo superioridad en el
contingente total de tropas, en el nivel de equipamiento y en la
experiencia y entrenamiento de sus soldados.
Finalmente, uno de los mitos comunes de los
israelíes sobre el 1948- y no sólo sobre esa fecha- es que Israel
siempre ha ofrecido su mano para conseguir la paz; siempre ha ofrecido
la paz al mundo árabe en general y a los palestinos en particular y
que el mundo árabe y los palestinos han sido inflexibles y han
rechazado cualquier acuerdo de paz. Creo que hemos demostrado con
nuestros trabajos que, al menos en 1948, hubo una oferta de paz por
parte del mundo- ¿o fue una idea de paz?- tras la finalización de la
guerra y que la realidad es que los palestinos y los Estados vecinos
árabes estaban cuando menos dispuestos a dar una oportunidad a la paz
pero fue el gobierno israelí quien la rechazó. Más tarde, uno de
los nuevos historiadores, Avi Shlaim, de la universidad de Oxford,
escribiría un libro titulado The Iron Wall(1). En este libro,
demuestra que no sólo en 1948, sino desde 1948 hasta hoy, se han
producido una serie de coyunturas en la historia en las que se
presentaron oportunidades para la paz y fracasaron no porque el mundo
árabe se negara a explorar las oportunidades sino porque los israelíes
rechazaron las ofertas de paz.
Así que la revisión de la historia, para mí,
comienza en 1948. Volveré de nuevo al final de mi charla a 1948 para
hablar más de mi último libro, pero quiero explicar que en el
proceso de retroceder hasta 1948 y de cuestionar la versión histórica
aceptada y la narrativa de lo sucedido, un grupo de académicos israelíes,
de profesores, periodistas, etc., no se limitó a retroceder hasta
1948 sino que investigó también otros periodos. Hemos pasado una época
muy extraña en la Academia israelí que terminó en los años 1990.
En ese periodo, los investigadores israelíes se interesaron en la
historia de Israel, como he dicho no sólo en el año 1948, e
investigaron épocas muy importantes de su historia, de forma crítica,
y escribieron una historia alternativa a la que les habían enseñando
en la escuela e incluso en la universidad. Y digo que se trató de una
época muy interesante porque acabó en el año 2000 con la segunda
Intifada palestina. Hoy en Israel no quedan rastros de aquella energía
crítica. Hoy en Israel, aquellos investigadores no se ocupan de
Israel o han abandonado sus enfoques para volver a la historia
oficial. En la actualidad, Israel es una sociedad con un gran consenso
pero los años 90 fueron una época muy interesante y yo me siento
contento de haber formado parte de ella. No me arrepiento de ello, y sólo
lamento que no haya seguido adelante. El tiempo nos dirá si fue el
principio de algo nuevo o si fue un episodio aislado que no va a
repetirse.
Veamos, ¿qué hicieron aquellos
investigadores? Revisaron la experiencia sionista desde el principio
hasta el momento actual y estudiaron todas las épocas, empezando por
los primeros años del sionismo. El movimiento sionista surgió en
Europa a finales del siglo XIX, y el primer colono judío llegó a
Palestina en 1882. Sin embargo, la idea generalizada en Israel es que
aquella gente llegó a una tierra más o menos despoblada y formaba
parte de un proyecto nacional; que crearon un hogar nacional para los
judíos y, por razones inexplicables, a los árabes no les gustó y
atacaron a la pequeña comunidad judía, algo que parece ser el
destino de Israel: vivir en entre gente que no la acepta. Y no la
aceptan porque quienes atacan a Israel son o bien musulmanes o bien árabes,
lo que explicaría una cultura política determinada que no puede
vivir en paz con sus vecinos, o cualquiera de las explicaciones que
dan los israelíes de las razones por las que los árabes y los
palestinos siguen atacando al Estado judío.
Bien, los nuevos investigadores consideraron la
emigración de judíos desde Europa al mundo árabe como un movimiento
colonial. No fue el único lugar del mundo donde los europeos por las
razones que fuera- incluso por buenas razones- emigraron de Europa y
se establecieron en un mundo no europeo. Y afirmaron que el sionismo,
en este sentido, no fue diferente. Por supuesto, el hecho de que los
judíos fueran perseguidos en Europa (algo conocido y aceptado)
explica por qué buscaban un refugio seguro. Pero el hecho de que
decidieran que el único refugio seguro era un lugar donde ya vivían
otras gentes lo convirtió también en un proyecto colonial. De manera
que introdujeron la perspectiva colonial en el estudio del sionismo
primitivo.
Además, analizaron de forma completamente
distinta un asunto muy delicado: el de la relación entre el
Holocausto y el Estado de Israel. Investigadores muy valientes han
demostrado lo que ahora es un hecho admitido: que los dirigentes judíos
de Palestina no hicieron todo lo que pudieron para salvar a los judíos
del exterminio porque estaban más interesados en el futuro de los judíos
en la propia Palestina. Y que la memoria del Holocausto se ha
manipulado en Israel para justificar actitudes y políticas hacia los
palestinos. También han puesto de manifiesto el trato dispensado a
los judíos provenientes de países árabes en los años 50 y han
encontrado que la necesidad israelí de formar parte de Europa ha sido
muy perjudicial en la forma de tratar a las comunidades judías
llegadas de países árabes y que, desde luego, podrían haber ayudado
a Israel a integrarse en Oriente Próximo porque eran también árabes.
Pero los des-arabizaron, y les dijeron: “Vosotros no sois árabes,
sois algo más” y ellos lo aceptaron porque era la única forma de
integrarse en la sociedad israelí.
Toda esta revisión, si quieren, de la historia
israelí ha comprendido desde 1882 hasta, al menos, los años 50. En
los años 90, unos 100-120 profesores estaban involucrados en el tema.
La opinión pública israelí, en principio y por supuesto, no aceptó
estas nuevas revelaciones, y se indignó mucho con aquellos
investigadores pero yo creo que fue el inicio de una buena oportunidad
para influir en la opinión pública israelí hasta el punto de
conseguir que se cambiaran algunos libros de texto del sistema
educativo.
Más tarde, tuvo lugar la segunda Intifada, y
mucha gente sintió que Israel estaba de nuevo en guerra, y cuando se
está en guerra, no se puede criticar a los tuyos. Y en ese punto
estamos ahora, en un periodo en el que muchos de aquellos
investigadores críticos rebajaron sus críticas y de hecho gentes
como yo- yo sólo puedo dar testimonio de mi propia experiencia- de la
noche a la mañana se vieron convertidos de héroes en villanos. No es
una experiencia sencilla. En los 90, mi universidad estaba muy
orgullosa de que formara parte de ella. De ahí que el Ministerio de
Asuntos Exteriores enviara a mucha gente para que comprobara lo plural
que era nuestra universidad: tenían a un tipo que formaba parte de
los nuevos historiadores, que podía demostrarles lo muy crítica que
era su actitud y que Israel era una sociedad abierta, la única
democracia en Oriente Próximo.
A partir de 2000, me convertí en enemigo de mi
universidad. El Ministerio no sólo dejó de enviar visitas para
verme, sino que la universidad buscó la manera de enviarme al exilio
y casi lo consiguió en el año 2002. Estuvo a punto de celebrarse un
grave proceso- que, gracias a Dios, al final no tuvo lugar- en el que
se me iba a acusar de todo tipo de cosas impensables en una
democracia, acusando a profesores de traición y de deslealtad a su país,
etc. ¿Decía en 2002 las mismas cosas que afirmaba en los años 90?
No había cambiado mis puntos de vista pero lo que había cambiado era
el ambiente político en Israel.
Ahora les hablaré, en la última parte de mi
conferencia, sobre mi nuevo libro. Después de trabajar en esta nueva
investigación, escribí bastantes artículos y publiqué una serie de
libros que resumían los nuevos hallazgos de los que estoy hablando,
para evaluar su impacto. Me quedé muy impresionado- en uno de mis
libros he escrito ampliamente sobre el asunto- de la manera en que habían
influido en los investigadores palestinos para hacerse más críticos
y abiertos, dando lugar a una narrativa de los hechos a la que
denomino “historia puente”. Se trata de un concepto histórico que
de hecho implica que para conseguir la paz se necesita una narrativa
que una. Es preciso que si se quiere que ambas partes (cada una con su
propia visión histórica) contribuyan al establecimiento de la paz
tienen que construir una narrativa puente. Encontré a través de un
amigo palestino un grupo en Ramala que se denominaba Bridging
Narrative Historians (Historiadores de una narrativa puente).
Comenzamos a trabajar en 1997 y seguimos haciéndolo en la actualidad:
se trata de un buen proyecto para establecer una historia compartida.
Analizamos conjuntamente la historia porque creemos que si estamos de
acuerdo en lo sucedido en el pasado, el futuro será posible.
Tras haberlo puesto en marcha, seguía sintiéndome
atormentado por lo sucedido en 1948, sentía que la historia no estaba
completa, Había escrito dos libros sobre el 48 y tenía la sensación
de que no era suficiente. En 1998, los israelíes abrieron los
archivos a los investigadores. Tal como he dicho antes, abrieron los
archivos políticos transcurridos 30 años pero los archivos militares
a partir de 1990. Y entonces sentí que no sólo tenía una visión más
completa de lo sucedido el año 1948 sino, desgraciadamente, de cómo
se vive ese año en el interior de Israel todavía hoy. Y los nuevos
documentos, creo, demuestran con toda claridad- aunque yo lo sabía
con anterioridad pero la nueva documentación lo demostraba todavía más
rotundamente, si quieren con más pruebas- que el movimiento sionista
desde su inicio era consciente de que en la tierra de Palestina vivían
otras gentes. Y que la única solución sería deshacerse de ellas.
No estoy diciendo que supieran exactamente cómo
hacerlo, no estoy seguro de que siempre supieran qué hacer, pero
estaban convencidos absolutamente de que el principal objetivo del
proyecto sionista- que, por una parte, consistía en encontrar un
lugar seguro para los judíos y por otra en redefinir el judaísmo
como un movimiento nacional y no sólo como una religión- no podía
realizarse mientras la tierra de Palestina no fuera judía. Ahora,
algunos de ellos piensan que pueden quedarse un pequeño número de
palestinos pero en ningún caso constituir una mayoría, ni tan
siquiera una minoría considerable. Creo que esa fue la razón por la
que el año 48 ofreció tan buena oportunidad a los dirigentes
sionistas para intentar cambiar la realidad demográfica sobre el
terreno. Y, como he tratado de demostrar en mi libro, ya desde 1937,
bajo la dirección de uno de los padres fundadores del sionismo, David
Ben Gurión, se preparó cuidadosamente el plan de limpieza étnica en
Palestina.
Ello tiene muchas implicaciones morales, no sólo
políticas. Porque si estoy en lo cierto- puedo estar equivocado pero
¿Y si tengo razón?- al aplicar el término limpieza étnica a lo que
Israel hizo en 1948, estoy acusando al Estado de Israel de haber
cometido un crimen. Porque, en la terminología legal internacional,
la limpieza étnica es un crimen contra la humanidad. Y si se consulta
la sección legal de la web del Departamento de Estado estadounidense,
allí se afirma que cualquier grupo histórico, o que en el futuro
viva en una sociedad étnicamente mixta y planifique deshacerse de
otro de los grupos, comete un crimen contra la humanidad. Y no
importa- es muy interesante- no importa si lo hace por medios pacíficos
o por medios militares. La simple idea de que uno se puede deshacer de
un pueblo sólo porque es étnicamente distinto, hoy, taxativamente
según el derecho internacional, está considerado un crimen.
Resulta, asimismo, interesante, que el
Departamento de Estado diga que la única solución para las víctimas
de un crimen de limpieza étnica, que son generalmente refugiados
porque han sido expulsados, es el retorno de todos ellos a sus
hogares. Desde luego, en la relación de los crímenes étnicos del
Departamento de Estado, no aparece Israel. Todos los demás figuran
allí, desde los tiempos bíblicos hasta nuestros días, pero el único
que no aparece como limpieza étnica es el de Palestina porque obligaría
al Departamento de Estado a aceptar el derecho palestino al retorno,
algo que no desean.
Existe otra implicación. Yo no soy juez y no
deseo llevar a la gente ante la justicia, aunque en este libro, por
primera vez en mi vida, decidí escribir un libro en el que se dijera
“Israel limpió étnicamente Palestina”. Doy nombres, doy nombres
de personas, de las personas que decidieron que 1.300.000 palestinos
no tenían derecho a continuar viviendo donde habían vivido durante más
de mil años. Decidí dar nombres y los lugares desde donde se tomó
la decisión.
Creo que lo más importante para mí no fue lo
que sucedió en 1948 sino el hecho de que el mundo sabía lo que
estaba ocurriendo y decidió no hacer nada, y envió el terrible
mensaje al Estado de Israel de que era aceptable deshacerse de los
palestinos. Y creo que esa es la razón por la que la limpieza étnica
de Palestina continúa ahora, mientras hablamos. Habida cuenta de que
el mensaje de la comunidad internacional fue: si queréis crear un
Estado judío expulsando a tantos palestinos y destruyendo tantas
aldeas y ciudades palestinas, hacedlo. Estáis en vuestro derecho.
Existe una interpretación diferente, - que no voy a dar ahora- ¿por
qué el mundo permitió a Israel hacer en 1948 algo que no hubiera
permitido a nadie más? Pero, como digo, se trata de una interpretación
diferente y no quiero entrar en ella.
El hecho es que el mundo lo supo y absolvió a
Israel. Y como consecuencia, el Estado israelí, el nuevo Estado
creado en 1948, aceptó como base ideológica la idea que de pensar en
la pureza étnica de un Estado es un objetivo justo. Lo explicaré. El
sistema educativo en Israel, los medios de información israelíes, el
sistema político del país, nos envía a los judíos de Israel un
mensaje muy claro desde nuestros primeros días de vida hasta que
morimos. Y el mensaje es muy claro, y se puede ver en los programas de
todos los partidos políticos israelíes. Todo el mundo está conforme
con él, tanto si son de izquierdas como si son de derechas. El
mensaje es el siguiente.
En mi opinión- hablaré del mensaje en un
minuto- pero diré que a mi juicio es un mensaje muy peligroso, un auténtico
mensaje racista, contra el que lucho (sin éxito).
El mensaje es que la vida personal -no
la vida colectiva ni incluso la vida política-, la vida personal del
judío en Israel hubiera sido mucho mejor si no hubieran estado
rodeados de árabes. Lo que no quiere decir que cualquiera crea por
ello que deba salir a la calle y comenzar a pegar tiros a los árabes
o a expulsarlos. Comprenderán la paradoja.
Hoy he concedido una entrevista a un periodista
de aquí, en Japón, y él me ha hablado de alguien- no menciono su
nombre-, un muy conocido político israelí de la izquierda, que le
había dicho: “Mi sueño es levantarme una mañana y comprobar que
no hay árabes en Israel.”. Y se trata de uno de los líderes
liberales sionistas, de izquierdas y muy comprometido con la paz. Todo
esto es consecuencia del 1948, de la idea de que es legítimo educar a
la gente en la idea de que la solución de sus problemas estriba en la
desaparición de alguien sólo por el hecho de que sea árabe o musulmán,
y, por supuesto, de alguien que pertenece a la población autóctona,
que ha nacido en esta tierra, no de un inmigrante. Quiero decir que
pueden entender- quizás no aceptar, sino sólo entender- cómo una
sociedad trata a los inmigrantes. Pero ni tan siquiera estamos
hablando de inmigrantes, estamos hablando de un país al que sí han
emigrado otros, y que ha convertido a la población autóctona en
inmigrantes, y que afirma que no tienen derechos en su propio país.
Si alguien, perteneciente a los grupos
pacifistas israelíes, muy de izquierdas, tiene un sueño que consiste
en que todos los árabes desaparezcan de la tierra de Israel, pueden
comprender lo que ocurre si no se es de izquierdas. Y no hay que estar
en la extrema derecha para ello, se puede estar en la tendencia
predominante. Tenemos que recordar que la limpieza étnica de
Palestina en 1948 la llevó a cabo el Partido Laborista, no el Likud,
como ideología principal.
En otras palabras, lo que tenemos en Israel es
una sociedad convencida de que es precisa una exclusividad étnica, o
cuando menos una mayoría absoluta de judíos en cualquier parte de
Palestina que se considere debería constituir el futuro Estado judío,
y que estos valores, este objetivo predominan por encima de
cualesquiera otros en Israel. Son más importantes que la democracia;
más importantes que los derechos humanos. Más importantes que los
derechos civiles. Porque para la mayoría de los judíos de Israel, si
no se tiene una mayoría demográfica, estás perdido, es el suicidio.
Y si esta es la postura, entonces no tiene que asombrar que la gente
diga que si los palestinos de Israel llegan a ser más del 20%, nos
suicidaremos. Se escucha a gente que dice ser intelectual, demócrata,
liberal, humanista, hablar así.
Y si Israel quiere anexionarse- y lo quiere- la
mitad de Cisjordania, como saben, y hay muchos palestinos en la mitad
de Cisjordania, no hay nadie en Israel que piense que es un error
trasladar a la fuerza a la gente que vive en una de las mitades de
Cisjordania a la otra. Porque en caso contrario, el equilibrio demográfico
en Israel cambiará. Y no resulta sorprendente que los israelíes no
consideren un problema lo que han hecho en la franja de Gaza: apresar
a un millón y medio de personas y colocarlos en una cárcel imposible
con dos puertas y una llave que guardan los israelíes, y creer que la
gente puede vivir así sin reaccionar. Y con el fin de deslegitimizar
el derecho de todos a vivir en su propio país, hay que
deshumanizarlos: si fueran seres humanos ustedes no podrían pensar en
ellos como lo hacen.
Considero que mientras esta ideología sea la
del Estado de Israel ( y es la ideología del Estado de Israel) muchas
buenas cosas de Israel – y hay muchas cosas buenas: lo que hizo el
movimiento sionista, la forma en que salvó a los judíos, la manera
de crear una sociedad moderna casi desde la nada, es un proyecto
emocionante-, todos esos logros asombrosos se perderán. Por encima de
todo, los palestinos serán los perdedores, es cierto. Es verdad: los
palestinos van a ser los perdedores porque los israelíes no van a
cambiar- no parece que vayan a variar su política, y no parece que
nadie en el mundo vaya a obligarlos a cambiarla. Pero, a largo plazo,
Israel estará solo, es un país pequeño en medio del mundo árabe e
islámico, y Estados Unidos no siempre estará allí para protegerlo.
Pero al final, a los israelíes les pasará lo
de Sudáfrica. No se puede vivir en un barrio y mantenerse ajeno a los
vecinos y decirles “No me gustáis” o “No quiero vivir aquí”-
es posible que reaccionen. Puede que pasen cien años, doscientos años,
no lo sé. Pero los israelíes están calculando mal. Sólo los
historiadores comprenden que sesenta años no son nada en la Historia.
Vean la Unión Soviética. El hecho de que durante sesenta años se
tenga éxito con una mala política no significa que los próximos
sesenta vayan a ser iguales. Están cometiendo un terrible error, de
la misma manera que las comunidades judías de todo el mundo lo están
cometiendo igualmente al apoyar esa política.
Mi nuevo libro intenta convencer de que la
historia más importante sobre la limpieza étnica no es sólo lo que
sucedió en 1948 sino la forma en que el mundo reaccionó a lo
ocurrido entonces al enviar a Israel el mensaje equivocado de que todo
estaba bien, de que podía formar parte no sólo del mundo sino que
podía ser parte del mundo occidental. De lo que se denomina “el
grupo de naciones civilizadas”. Así que no se sorprendan si van a
los territorios ocupados y comprueban de primera mano cómo se trata
allí a la gente, y que la gran mayoría de los israelíes, en primer
lugar, no sabe lo que sucede allí, y en segundo, cuando conocen lo
que allí pasa, no parecen inquietarse mucho. Porque el mismo mensaje
que recibieron del mundo en 1948 es el que reciben del mundo en 2007.
Se puede tomar una ciudad entera- por ejemplo Tokio-, rodearla de unas
puertas electrificadas y que una sóla persona tenga la llave de la única
puerta de la ciudad. Si en cualquier otra parte del mundo se supiera
que una ciudad estaba a merced de un guardián, como si fuera una cárcel,
se sentirían conmocionados. No se permitiría que pasara un solo día
más sin protestar. Pero el mundo lo acepta en Israel. Y ello, a pesar
del hecho de que hay más periodistas internacionales por metro
cuadrado en Israel y Palestina que en ninguna otra parte del mundo.
Esto es un hecho. Y a pesar de esta presencia de medios de información
internacionales, los israelíes no han cambiado ni uno sólo de los
elementos de su política de ocupación en Palestina.
Como he dicho, por desgracia no tengo tiempo
para desarrollarlo pero creo que es una pregunta muy interesante: ¿por
qué el mundo permite que Israel haga lo que está haciendo? Pero, en
realidad, se trata de otro tema, así que termino aquí, y abro el
turno de preguntas y observaciones. Muchas gracias.
Nota de la Traductora:
1. Existe traducción al español: Avi Shlaim, El Muro de
Hierro: Israel y el mundo árabe, Granada, Almed, 2003.
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