Palestina:
año cero
Por
Santiago González Vallejo
CSCAWeb, 16/07/07
Lo
que ha ocurrido en Palestina, con diversas variantes, estaba previsto
desde diferentes instancias políticas. Desde luego lo ocurrido estaba
en las previsiones de los estrategas de Israel, Estados Unidos y en
las de los gobiernos europeos.
De
la simetría paralizante al unitarismo
Durante
mucho tiempo, en la época de Arafat, los países occidentales dejando
hacer los hechos consumados israelíes, solían hacer declaraciones
supuestamente equidistantes entre las víctimas palestinas y el
agresor sionista. Eso cambió con el resultado de las elecciones
palestinas y el triunfo de Hamas, que por otra parte no reconocía a
una OLP marcada por su historia de sumisión a Arafat y limitada
democráticamente. Se pasó de la simetría verbal al unitarismo pro
israelí. Se forjó un boicot israelo–occidental al Gobierno democrático
palestino, castigando a las víctimas de la ocupación, poniendo al
Gobierno palestino unas condiciones (reconocimiento de Israel –¿el
del año 1948, 1967 o el muro?–, aceptación de los acuerdos
firmados por la OLP –no cumplidos por Israel–, y no hacer o
incitar a la violencia) que ni siquiera, simétricamente, se pusieron
a los nuevos gobernantes israelíes.
Al
nuevo Gobierno israelí, una coalición de Kadima –el partido creado
por el expansionista Ariel Sharon– y el Partido Laborista –adalid
de las colonias y planificador del Muro, dictaminado ilegal por la
Corte Internacional de Justicia de la Haya el día 9 de julio de 2004
que pedía acciones concretas a los Gobiernos firmantes de la Convención
de Ginebra frente a Israel para revertir la construcción del Muro y
que éste pagase las indemnizaciones pertinentes para sufragar los daños
ocasionados–, no se le pidió cuentas, ni condiciones. Siguen con
nuevas colonias, la construcción del Muro y realizando asesinatos y
violencias sin cuento. Es decir, se le premió su impunidad con nuevos
acuerdos –Tratado con la OTAN, un mes después de la invasión de Líbano–
y accesos a foros internacionales como su entrada a la OCDE, anunciado
por el Ministro de Economía español, Solbes, en el encuentro de París
de mayo de este año. Y en esta unilateralidad seguimos.
Ya
lo dijo un asesor israelí tras las elecciones palestinas Dov
Weissglas, asesor del gobierno israelí de Olmert, debemos 'hacer que
los palestinos adelgacen pero sin que mueran'. Y los palestinos han
adelgazado. Informes de la Agencia de las Naciones Unidas para los
Refugiados, la Oficina Internacional del Trabajo, el Informe de la ONU
sobre las violaciones del derecho internacional humanitario y de los
derechos humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967 de
John Dugard, no solo lo acreditan sino que traslucen una cosa sabida
por todas las chancillerías: Su desesperación. El no encontrar un
camino para que las expectativas de paz y una mínima dignidad se
trasladen a la realidad.
El
último intento palestino fue el Gobierno de unidad: los perdedores de
Al Fatah y el ganador Hamás, junto con el resto de partidos asumían
un gobierno de unidad en el que se aceptaba que los asuntos exteriores
–las negociaciones con los israelíes– dependieran de la
Presidencia –que coincide con la Jefatura de la OLP– de Abbas y
que la OLP se reformase democráticamente para permitir la entrada y
el peso de todas las fuerzas palestinas. A su vez, la Liga Árabe volvía
a plantear su Plan de Beirut de 2002, por el que todos los países árabes
reconocerían al Israel de1967, si éste acatase todas las
Resoluciones de las Naciones Unidas, es decir, paz por territorios y
la solución de los refugiados palestinos que desde hace cerca de 60 años
están dispersos por toda la zona de Oriente Próximo.
El
ya ex Ministro de Información Barghouti y otros fueron a todas partes
para que Occidente volviera a su simetría anterior, reconociera al
Gobierno de unidad palestino y presionara a Israel para que aceptase
el derecho internacional. Tras un mes de dudas y forcejeos, la Unión
Europea, Estados Unidos, el Cuarteto, la ONU se reafirmaron por el
unilateralismo. No al Gobierno de unidad palestino. El Gobierno israelí
rechazó cualquier conferencia internacional, sin que eso ocasionase
malestar occidental. Olmert, mientras aprobaba nuevos asentamientos en
la Cisjordania ocupada, dijo que el Plan Árabe tenía cosas
positivas, pero debería eliminar cualquier referencia al acatamiento
de la Resolución de las Naciones Unidas sobre los refugiados.
Mientras,
precipitando el experimento social de las ratas encerradas, con
carencias, de Skinner, Occidente e Israel renuevan que por los pasos
aduaneros controlados por policías europeos, entre ellos españoles,
entren armas para las fuerzas proclives a la Presidencia palestina,
mientras que aceptan que sigan cerradas al paso de personas y mercancías.
Los enfrentamientos por el poder, el control y la legitimidad llegan.
Desde la barrera, los carceleros y sus cómplices cínicamente piden
que se paren los enfrentamientos, pero sin variar sus posiciones
unilateralistas de apoyo fáctico a la ocupación israelí.
Desenlace
La
legitimación de las Presidencias –Al Fatah y OLP– chocan con la
legitimidad del Gobierno (de unidad). Está claro que se presume un
tiempo en el que Israel y la Unión Europea darán pequeños balones
de oxígeno a los palestinos, remarcando que es gracias a la
Presidencia: desde devolver los impuestos palestinos secuestrados por
los israelíes, quitar o flexibilizar algún check point, etc.; pero
sin alterar el curso de las nuevas colonias o la construcción del
Muro. Ese tiempo servirá pragmáticamente para intentar mejorar la
imagen de una Presidencia y ésta planteará unas elecciones –¿con
qué control?– para recuperar el Gobierno. Mientras Occidente seguirá
sin presionar a Israel para alterar sus hechos consumados.
Por
el lado de la resistencia a la claudicación palestina, fin de la política
israelo–occidental, el panorama es desolador. Sin apoyo
internacional, ni siquiera una tibia voz de la Liga Árabe. Con un
entreguismo, en la práctica, a la causa sionista por parte de la Unión
Europea, sólo le cabe esperar de sus diezmadas fuerzas una
resistencia pacífica a las directrices de su Presidencia aliada con
el ninguneo israelo–occidental. Por parte de las fuerzas
progresistas que apoyan a la causa palestina, enfrentadas a la
dualidad presidencia–gobierno, deben salir renovando sus esfuerzos
reclamando medidas contra el ocupante israelí en coherencia con el
derecho internacional, sin entrar en disquisiciones esclarecedoras de
legitimidades palestinas. El fracaso de la legalidad palestina viene
determinada por la política unilateralista de sus propios gobiernos
occidentales y es con ésta con la que se debe confrontar y cambiar.
Los Gobiernos occidentales son cómplices, ahora más que nunca, en la
práctica, con la fuerza, el sionismo y la ocupación.
(*)
Santiago González Vallejo es economista y miembro del Comité de
Solidaridad con la Causa Árabe (www.nodo50.org/csca)
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