Vencer
la conspiración contra Palestina
Por
Ali Abunimah (*)
The
Electronic Intifada, 18/07/07
Oficina de Información
Chileno-Palestina, 21/07/07
“Tenga la seguridad de que los últimos
días de Yasser Arafat están contados, pero permítanos que acabemos
con él a nuestra manera, no a la de ustedes. Y tenga la seguridad de
que daré mi vida para mantener las promesas que hice delante del
presidente Bush". Estas palabras fueron escritas por el jefe
militar de Fatah, Mohammed Dahlan, cuyas fuerzas respaldadas por
Estados Unidos e Israel fueron derrotadas por Hamas en Gaza el mes
pasado, en una carta enviada el 13 de julio de 2003 al ministro israelí
de defensa Shaul Mofaz y publicada en la página web de Hamas el
pasado 4 de julio.
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Carta de Mohammed Dahlan del 13/07/03 al
entonces ministro de Defensa de Israel, Shaul Mofaz
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Dahlan,
que a pesar de su fracaso en mantener Gaza sigue siendo uno de los
principales consejeros del presidente de la Autoridad Palestina
Mahmoud Abbas, esboza su conspiración para derrocar a Arafat,
destruir las instituciones palestinas y sustituirlas por unos
dirigentes colaboracionistas serviles a Israel.
Dahlan
escribe su temor de que Arafat convoque el Consejo Legislativo
Palestino y le pida que retire su confianza al entonces primer
ministro Mahmoud Abbas, quien a principios de 2003 fue nombrado ante
la insistencia de Bush para frenar la influencia de Arafat. Dahlan
escribió que se necesitaba "la completa coordinación y
cooperación por parte de todos" para evitarlo, así como
"someter [a Arafat] a presión para que no pueda dar este
paso".
Dahlan
revela que "ya hemos empezado a hacer intentos de polarizar las
opiniones de muchos miembros del Consejo Legislativo por medio de la
intimidación y la tentación para que se pongan de nuestra parte y no
de la suya [la de Arafat]."
Dahlan
acaba su carta a Mofaz diciendo "sólo me queda expresar mi
gratitud hacia usted y hacia el primer ministro [Ariel Sharon] por la
continua confianza que han depositado en nosotros, y todo nuestro
respeto".
Esta
carta es una pequeña aunque gráfica prueba que añadir a la ya
existente montaña de ellas de la conspiración en la que está
implicado el liderazgo de Abbas. En el mes transcurrido desde el
nombramiento por parte de Abbas de un “gobierno de emergencia” al
estilo de Vichy y presidido por Salam Fayad, dirigentes históricos de
Fatah como Farouq Qaddumi y Hani al-Hassan han hecho constar su
oposición a las acciones de Abbas, y han rechazado especialmente su
orden de que se desarmen los combatientes de la resistencia palestina
mientras que no hay oposición alguna a la ocupación israelí.
Esto
pone de relieve que la actual escisión entre los palestinos no es
entre Hamas y Fatah, ni entre "extremistas" y
"moderados", o "islamistas" y "laicos",
sino entre, por un aparte, la minoría que ha sacado partido del
enemigo como colaboracionistas y, por otra, aquellos defienden el
derecho y el deber de resistir.
Al
menos los dirigentes israelíes son absolutamente transparentes acerca
de lo que esperan de sus sirvientes palestinos. Ephraim Sneh, hasta
hace poco vice-ministro de Defensa, expresa el punto de vista general
de la clase dirigente israelí: "En para Israel este momento la
misión más urgente e importante es evitar que Hamas tome el poder en
Cisjordania. Esto es posible debilitando a Hamas por medio de una
visible progresión diplomática; ayudando al funcionamiento efectivo
y con éxito del gobierno del primer ministro palestino Salam Fayad; y
creando condiciones para el total fracaso del régimen de Hamas en
Gaza" ("How to stop Hamas" [Cómo detener a Hamas],
Haaretz, 17 de julio de 2007).
Sneh
deja claro que "para lograr la victoria no basta con las campañas
militares y las detenciones; es imprescindible provocar el fracaso público
y político [de Hamas] por medio de otro elemento palestino".
Este elemento es Fatah. Sneh enumera una lista de medidas diseñadas
para lograrlo, entre las que se incluyen emplear en la economía
israelí a más palestinos como trabajadores infra-pagados, liberar a
prisioneros de Fatah y devolver a los palestinos el dinero de los
impuestos robado por Israel;pero no dice absolutamente nada de detener
la construcción de colonias exclusivas para israelíes, de acabar con
la ocupación militar o de derogar las leyes y las prácticas
racistas. Con su característica ambigüedad, únicamente afirma que
"es necesario emprender una discusión con el presidente
palestino acerca de los principios de un acuerdo de estatus
permanente". Catorce años después de [los acuerdos de] Oslo no
es muy probable que esto convenza a muchos escépticos.
Desde
que se firmaron los acuerdos de Oslo Israel ha hecho cuanto ha podido
para minar las posibilidades de que Palestina adquiera la categoría
de Estado y ha perjudicado de forma sistemática a la Autoridad
Palestina. ¿Qué hay detrás de la determinación de Israel de
apuntalar el liderazgo colaboracionista de Abbas? ¿Por qué no dejar
simplemente que todo colapse y declarar la victoria?
Los
dirigentes israelíes saben que reforzar el apoyo a un “Estado judío”
étnico depende de ocultar la realidad de que los judíos ya no son la
población mayoritaria en Israel, Cisjordania y Gaza, [esto es] el
territorio controlado por el Estado de Israel. Israel necesita la hoja
de parra de la soberanía palestina para sacar a millones de
palestinos de los registros, el modo como el apartheid sudafricano
trató de desplegar la tapadera de "homelands negros
independientes" -- Bantustanes – para prolongar el dominio
blanco y darle un barniz de legitimidad. Si la Autoridad Palestina se
colapsa, Fatah, que no tiene base popular, se colapsará con ella.
Por
lo que se refiere a Hamas, se encuentra en una encrucijada. Puede
sobrevivir al colapso de la Autoridad Palestina, pero, ¿en qué se
convertirá Hamas? Si bien creció gracias a un segmento de la
sociedad palestina (las masas pobres y movilizadas desde el punto de
vista religioso), sin embargo, debido a su resistencia contra Israel,
obtiene un apoyo mucho mayor por parte de palestinos huérfanos de sus
chaqueteros dirigentes y ávidos de una alternativa basada en unos
principios. Hamas tiene al opción de articular una agenda que pueda
estar a la altura de la sociedad palestina en toda su diversidad o
puede caer en las trampas que se le han tendido.
Los
dirigentes de Hamas han hecho declaraciones ejemplares en favor del
pluralismo, la democracia genuina y del imperio de la ley, y están
orgullosos con toda la razón de la liberación del periodista de la
BBC, Alan Johnston. Pero deben ser juzgados por sus acciones y existen
indicios desalentadores. El Centro Palestino para los Derechos Humanos
ha informado de varios casos de abusos, secuestros y tortura por parte
de miembros de la Fuerza Ejecutiva de Hamas y de la muerte de un
prisionero que tenía por el ala militar de Hamas. Es cierto que estos
incidentes no ocurren en medio de la nada – Israel y sus aliados de
Fatah continúan envueltos en asesinatos, tortura y secuestros mucho más
amplios de miembros de Hamas y Hamas, a su vez, lo está en un lucha
por la supervivencia. Pero Hamas ganó legitimidad prometiendo acabar
con las prácticas sucias de las milicias de Fatah respaldadas por
Israel. Debe cumplir esta promesa o verá cómo desaparece su apoyo
duramente ganado. Al mismo tiempo debe empezar a articular una visión
de futuro que tenga en cuenta la realidad de once millones de judíos
israelíes y de palestinos que viven en un país pequeño. Sabemos que
Hamas está en contra, pero nadie tiene claro para qué sirve.
Hamas
está acercándose a aceptar la solución de los dos Estados en el
medida en que la realidad está empezando nacer incluso en los
incondicionales de la industria del proceso de paz de que la solución
de los dos Estados, necesaria para salvar Israel como un enclave de
privilegios judíos, se está deslizando fuera del alcance. Mientras
la solución de los dos Estados “se vuelve menos probable”,
observa Aaron David Miller, un veterano con 25 años a sus espaldas en
el departamento de Estado y alto cargo de la administración Clinton
en la cumbre de Camp David del año 2000, “se habla más entre los
palestinos de la solución de un Estado, que, por supuesto, no es en
absoluto una solución y que significaría el final de Israel como
Estado judío” ("Is peace out of reach?," [“¿Está la
paz fuera de nuestro alcance?” ] The Los Angeles Times, 15 de julio
de 2007).
El
columnista de Haaretz Danny Rubinstein predice que “tarde o temprano
Hamas fracasará en su guerra contra Israel. Pero esto no significa
que entonces habrá una vuelta a los días de Oslo y a la visión de
los dos Estados”. Más bien, él teme que “cada vez habrá más
peticiones firmes por parte de los árabes palestinos que constituyen
casi la mitad de los habitantes de esta tierra y que dirán: en las
actuales circunstancias no podemos establecer nuestro propio Estado y
lo que nos queda es pedir derechos civiles en el país que es nuestra
tierra. Adoptarán las consignas de la lucha de los árabes que son
ciudadanos israelíes, que piden igualdad y la definición de Israel
como un Estado de todos sus ciudadanos “("Nothing to sell the
Palestinians" [“Nada que vender a los palestinos”], 16 de
julio de 2007). Así podemos ver que Abbas constituye ahora la última
esperanza de Israel en la lucha contra la democracia. Esta patética
coalición no puede erguirse en el camino de liberación.
(*) Ali Abunimah es cofundador de The
Electronic Intifada y autor del libro One Country: A Bold Proposal to
End the Israeli-Palestinian Impasse.
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