Bush
y Blair, sin rumbo en Palestina e Israel
Por
Mariano Aguirre
Transnational Institute (TNI), 25/07/07
La iniciativa de Bush
y el nombramiento de Blair van en dirección de aislar a Hamás, ganar
tiempo para que se termine de construir el Muro y que se solucione la
crisis política que tiene Israel, escribe Mariano Aguirre.
La propuesta del
presidente George W. Bush de relanzar el proceso de negociación entre
Israel y Palestina tiene todos los componentes para no llegar a ningún
sitio: se basa en un análisis errado de la realidad y no cuenta con
el apoyo de Israel y el grupo Hamás. A la vez, genera desconfianza
entre independientes palestinos y en el mundo árabe. Tampoco hay
confianza en la región hacia el ex primer ministro británico Tony
Blair, nuevo representante del Cuartero.
La toma de control
total de Gaza por parte de Hamás en junio ha impulsado a los
gobiernos de la Unión Europea y EE UU a levantar el embargo que
pesaba sobre la Autoridad Nacional Palestina (ANP) desde que, en enero
de 2006, Hamás ganara democráticamente las elecciones. Israel ha
liberado una pequeña parte –250– de los más de 10.000 presos políticos
palestinos que hay en sus cárceles, y promete entregar los 500
millones de dólares en impuestos recaudados que tenía congelados y
que debía haber entregado mes a mes a la ANP. Washington ha ofrecido
un fondo especial de ayuda a la agencia de la ONU para los refugiados
palestinos. Al parecer habría un clima adecuado para reactivar el
proceso de paz que podría llevar a la creación de un Estado
palestino.
Gaza
aislada
El presidente
palestino Mahmud Abbas, del grupo Fatah, destituyó en junio al
gobierno de Hamás, nombró primer ministro al economista Salam Fallad
y está planificando convocar a nuevas elecciones, un paso dudosamente
legal que generará más enfrentamientos con Hamás. Entre tanto,
Washington y Bruselas redoblan su ayuda policial y entrenamiento para
fortalecer las fuerzas de Fatah. Gaza se encuentra aislada y en una
grave situación. Si bien Hamás está imponiendo el orden, desarmando
a grupos paramilitares y evitando las represalias, 1,1 millones de
personas carecen cada vez más de comida, recursos energéticos y
medicinas en un territorio pequeño y contaminado. Naciones Unidas está
alimentando a 825.000 personas, la mayor parte refugiados que fueron
desplazados de sus tierras por Israel en las guerras de 1948 y 1967, y
el Programa Mundial de Alimentos a otros 250.000.
Desde que Gaza quedó
aislada no puede exportar vegetales ni flores, dos de sus producciones
básicas, y se está acabando el poco empleo que había. Naciones
Unidas reclamó la semana pasada que se abra el paso de Karni para que
puedan entrar y salir bienes desde Israel. Pero el Gobierno de Ehud
Olmert no quiere tener trato con Hamás y sus funcionarios. Las
autoridades de este grupo han ofrecido que el paso lo gestione Fatah
pero Israel y Abbas se niegan. Diversas fuentes, como Alastair Crooke,
ex asesor de Javier Solana, indican que Hamás decidió tomar Gaza
para contrarrestar un posible golpe de Estado en su contra que estaría
preparando la milicia de Muhammad Dahlan, funcionario de Fatah, con
ayuda y armas de EE UU. Por otro lado, el ex coordinador especial de
Naciones Unidas para el conflicto palestino–israelí, Álvaro de
Soto, indicó en su memorándum de salida de su puesto que EE UU alentó
la confrontación armada contra Hamás y bloqueó toda negociación
con el gobierno de este grupo, a la vez que se alineó totalmente con
Israel.
Un
futuro de violencia
En su discurso del 16
de julio presentando la iniciativa de una conferencia regional para el
conflicto con la participación de países que reconocen al Estado de
Israel, Bush indicó, erróneamente, que Fatah es «el Gobierno legítimo»,
sin recordar que Hamás ganó las elecciones que Washington y Bruselas
habían exigido. Igualmente, indicó que el Gobierno Palestino debe
cumplir con el mapa de ruta arrestando a terroristas y confiscando sus
armas, pero no mencionó que Israel debería, por su lado, detener su
política de expansión de los asentamientos. Tampoco se refirió a
las resoluciones de Naciones Unidas que Israel incumple como potencia
ocupante.
La reacción de
Israel, de todos modos, ha sido indicar que es muy prematuro hablar de
la creación de un Estado palestino. Además, la ministra de
exteriores, Tzipi Litvis, manifestó al jefe de la diplomacia de la
UE, Javier Solana, que está en desacuerdo con que el grupo de
donantes europeos, liderado por Noruega, tenga un papel político
negociador, y que deben limitarse a facilitar la ayuda. Oslo fue el único
gobierno que rompió el bloqueo a Hamás y mantiene diálogo con esta
organización.
Como indica la
diputada palestina Hanan Ashrawi, «nos quieren dar la impresión de
que EE UU no sólo sirve para iniciar guerras, sino también para
pacificar. Pero hemos solicitado una conferencia internacional de paz
y apenas nos ofrecen una reunión regional. Pedimos un enviado
internacional para resolver el conflicto, y nos mandan un delegado
(Blair) para reconstruir las instituciones palestinas». Por su lado,
el politólogo Galal Nassar escribe en el semanario Al–Ahram (El
Cairo) que «Bush quiere premiar a Blair por su hostilidad hacia los
árabes, pero al haber aceptado su propuesta, el Cuarteto se embarca
en una opción desastrosa». Otros comentaristas en la región
consideran que Bush no quiere quemarse, como le ocurrió a Bill
Clinton, apostando por una solución al problema, sino que tratará de
revitalizar cierto grado de diálogo, sin comprometerse a nada. De
hecho, su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, no ha logrado
convencer ni a su jefe ni al Gobierno israelí de volver a una
verdadera negociación.
Los
problemas son varios y graves
Primero, Hamás es
una organización profundamente insertada en la sociedad palestina y
que encuentra amplia legitimación en el fracaso de las políticas
conciliadoras de Fatah. Este grupo no va a ser vencido como pretenden
en la Casa Blanca. Cuanto más se le aísle habrá más radicalización
entre miles de jóvenes, sin otra opción que la violencia y la
venganza en las calles de Gaza. Segundo, se está convenciendo a Hamás,
y a otros grupos islamistas y sus seguidores que habían decidido
probar la vía electoral, que por ese camino ni Occidente ni Israel
les dejarán seguir. EE UU y Europa sólo premian a sus aliados,
aunque sean corruptos y autoritarios. Tercero, que el proceso de paz,
en el sentido de cambiar seguridad para Israel por devolución de
territorios, está acabado. La política de asentamientos, bloqueos,
prohibiciones de movilidad carreteras sólo para israelíes, la
apropiación de las fuentes de agua en la región han llevado a
quitarles el 40% de Cisjordania a los palestinos. Y los asentamientos
continúan. Todo esto será difícilmente reversible. Informes
recientes del Banco Mundial y la Oficina de Asuntos Humanitarios de la
ONU muestran, además, que las políticas de Israel en los Territorios
Ocupados han hecho inviable la vida económica palestina.
La iniciativa de Bush
y el nombramiento de Blair van en la dirección de aislar a Hamás,
ganar tiempo para que se termine de construir el muro y que se
solucione la crisis política que tiene Israel.
Después quedarían
dos escenarios. Uno, presionar al Gobierno de Abbas para que acepte un
Estado palestino fragmentado en parte de Cisjordania y Gaza, y que
nunca vuelvan los refugiados ni se negocie el estatus de Jerusalén.
El otro, continuar conviviendo por muchas décadas con la política de
guerra permanente. El primero conduce al segundo, y los dos supondrán
una confrontación cada vez más compleja entre Hamás, Israel y
Fatah.
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