Asistiendo
al colapso de Gaza
Por
Yasmin Moor (*)
Electronic Intifada, 21/08/07
Rebelión, 09/09/07
Traducción del Observatorio de la Islamofobia
Hoy he ido con la
mujer de mi primo y sus niños a la oficina de ayuda social de Gaza
para recoger el cheque mensual que les da el gobierno. Mi primo fue
asesinado el pasado septiembre por un francotirador israelí cuando se
encontraba en la puerta de su casa. A sus hijos y esposa el gobierno
palestino les entrega ahora 375 NIS (un poco menos de 100 dólares
USA) al mes.
Es la tercera vez que
acudimos a la oficina este mes, porque cada vez que vamos está
cerrada. Las puertas están abiertas, con guardias en el exterior,
pero la oficina no está operativa y no hay empleados que puedan
ayudarnos. "¿Por qué está cerrada?", pregunté a uno de
los guardias. "En huelga", respondió.
"¿Entonces que
hacemos ahora?", le pregunté. "Espero que nos paguen, y así
podamos volver al trabajo", me contestó. Le miré con frustración,
pero supe que no podía culparle a él o al personal de la oficina por
no ir a trabajar. Su situación era exactamente la misma que la de
cualquier otro funcionario en Gaza. Entiendo que los empleados del
gobierno ya no puedan más; después de todo no han recibido sus
salarios desde enero de 2006, pero todavía muchos van a trabajar. He
conocido personas que tuvieron que pedir prestado a sus vecinos para
pagarse el transporte a un trabajo por el que no han cobrado todavía.
Cada vez que me planteo escribir sobre Gaza, para dar al mundo una
idea de lo que la gente aquí está pasando, me siento desbordada.
Nunca estoy segura de por dónde empezar para dar a los lectores una
idea de la vida en Gaza y la creciente crisis humanitaria y económica.
¿Debería comenzar describiendo los efectos de los cierres de
fronteras? Estos cierres son, según la Agencia de las Naciones Unidas
para los Refugiados Palestinos (UNRWA), la razón de que Gaza se
encuentre al borde del colapso económico, y de que, de no haber
cambios en las próximas semanas, la población entera acabe
dependiendo completamente de las ayudas sociales. Todos podemos ver
los efectos de estos cierres en los mercados, donde sólo hay unas
pocas verduras, y estamos obligados a depender de los paquetes de
alimentos de la UNRWA, que contienen harina, arroz y aceite.
Ni siquiera podemos
cultivar nuestra propia comida, porque los campesinos se han quedado
sin suministros, incluidos los fertilizantes. Sin embargo, Israel pone
todas las facilidades para el cultivo israelí de frutas y verduras en
el interior de Gaza, cuando así lo desea. Estamos forzados a comprar
y comer de la mano de nuestro ocupante, y apoyar así su economía
mientras vemos la nuestra desplomarse.
O quizás debería
escribir sobre los miles de palestinos todavía bloqueados en el paso
fronterizo de Rafah, separados de sus familias, quedándose sin
dinero, sentados esperando que la frontera se abra. Tal vez debería
describir cómo viven en condiciones insalubres, que hacen que el
enfermo se ponga más enfermo, y el sano caiga enfermo.
Las noticias de
prensa olvidan mencionar las erupciones en la piel de esta gente que
tiene que estar al sol todo el día sin agua potable y sin acceso a
agua para lavarse.
¿Cómo puedo
describir los efectos de la huelga de los funcionarios del gobierno,
incluidos los basureros, que provoca por ejemplo que la basura de Gaza
no se haya recogido en las dos últimas semanas, con las moscas,
cucarachas y ratas invadiendo nuestras calles y hogares? Tenemos que
guardar todo refrigerado, incluida el azúcar, a causa de las ratas.
Gaza se ha quedado incluso sin veneno para ratas de ningún tipo.
¿Cómo puedo
describir que las farmacias se hayan quedado sin determinados
medicamentos que no llegas realmente a apreciar hasta que ves a tu tío
en la cama, incapaz de respirar, porque no tiene su medicación para
el corazón, o al bebé de seis meses de tu vecino siendo
hospitalizado por una diarrea que se podría tratar normalmente?
Y que Dios ayude a
quienes no son refugiados, los palestinos que vivían en Gaza antes de
1948. Al menos los refugiados pueden obtener alimentos y asistencia médica
de la agencia de la ONU para los refugiados, la UNRWA – los no
refugiados no pueden. Entonces tienen que depender del gobierno y, con
los hospitales del gobierno cerrados, muchos de ellos no tienen acceso
a la asistencia médica. Y así las mujeres se sientan con sus hijos a
la puerta de los ambulatorios gubernamentales esperando que los médicos
decidan presentarse ese día a trabajar movidos por su buen corazón,
ya que no han cobrado desde el año pasado.
¿O cómo puedo
empezar a explicar que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud
Abbas, haya denegado completamente el reconocimiento de cualquier
documento que provenga de Gaza, incluidos los pasaportes, los títulos
y los diplomas? Hace sólo unos días, unos mil estudiantes obtuvieron
sus licenciaturas en las dos universidades de Gaza, pero sus títulos
no son reconocidos internacionalmente, y ni siquiera internamente
dentro de su propio país, en el resto de la Palestina ocupada.
Poniéndose del lado
de Israel y de los Estados Unidos, Abbas ha vendido a Gaza y al pueblo
palestino para obtener beneficios políticos propios. Él mismo ha
ordenado personalmente que el paso fronterizo de Rafah permanezca
cerrado, cortando Gaza del resto de Palestina, a pesar de los
sufrimientos de más de 4000 palestinos. Simplemente ignora a la gente
que dice representar.
La gente aquí se ha
quedado sin dinero. Aunque consiga cubrir sus necesidades mínimas
alimentarias, no tiene medios para comprar cosas como ropa o material
escolar para sus hijos, o para pagar el alquiler. No tienen trabajo ni
dinero, y así gastan su tiempo yendo y viniendo a la playa de Gaza,
porque no hay nada que hacer en Gaza.
Al pueblo de Gaza se
le niega cualquier derecho humano básico – el derecho a vivir
libremente, sin miedo, no bajo la bota de la ocupación; el derecho a
trabajar y a encontrar el sustento para sus familias; y el mero
derecho de gobernarse a sí mismos. Por el contrario, Beit Hanun y
Beit Lahiya han sido completamente arrasadas con bulldozers y estamos
aterrorizados por los tanques que han estacionado frente a nosotros, y
por los F-16 que pasan una y otra vez sobre nuestras casas. ¿Cómo
puedo describir los aviones que se lanzan sobre nosotros en vuelo
rasante en plena noche para aterrorizar a nuestros hijos, que se
quedan gritando durante el resto de la noche?
Todo le ha sido
arrebatado al pueblo de Gaza, hasta el punto de que si un muchacho
desea trabajar de taxista porque no hay otras oportunidades de empleo,
no puede ni siquiera conseguir una licencia, porque éstas ya no se
expiden en Gaza.
La secretaria de
Estado de los Estados Unidos, Condoleezza Rice, se ha reunido con los
autodenominados "líderes palestinos", pero negándose a
incluir al primer ministro Ismail Haniya o a Hamas en las
conversaciones. El pueblo de Gaza no está representado o incluido en
las negociaciones. No tenemos voz. Nuestras necesidades no son
escuchadas ni tenidas en cuenta. Ni siquiera podemos confiar en
nuestro propio presidente para obtener nuestro derecho a ser
representados. Por lo tanto, yo pregunto a Abbas, Rice, Fayyad, Bush,
Blair y al resto del mundo:
¿Qué va a pasar con
los 1.400.000 palestinos de Gaza?
(*)
Yasmin Moor es palestina-americana y escribe desde Rafah, Gaza.
Actualmente trabaja para poner en marcha un proyecto hortícola a través
de una organización que ella ha confundado, Save Gaza [Salvemos
Gaza].
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