Un
cuarto de siglo de la masacre de Sabra y Chatila... la herida aún está
abierta
Por
Walid Ahmad (*)
La Estrella Palestina, 19/09/07
Los
palestinos conmemoran en estos días de septiembre la masacre de Sabra
y Chatila, en la cual más de 3 mil hombres, mujeres y niños fueron
asesinados a sangre fría y sus cadáveres mutilados con el empleo de
horrorosos métodos con el fin de sembrar aún mas el odio, asestar
una derrota sicológica y destruir la voluntad política del pueblo
palestino.
La
masacre, que ocupó un lugar central en la conciencia de los
palestinos, continúa como una herida abierta. Muchos de los hijos de
estos campamentos, secuestrados a manos de los fascistas, siguen
desaparecidos y sus familiares aún viven hoy con la esperanza de su
regreso.
No
obstante los asesinos permanecen libres, a pesar de que el propio
“tribunal israelí” condenó –algo avergonzado– esos horrendos
crímenes y los responsabilizó de una de las más aterradoras
masacres en la historia de la humanidad.
Al
no castigarlos y arrastrarlos a una corte internacional les permitió
cometer otras masacres contra los pueblos palestino y libanés, en
Cisjordania, la Franja de Gaza y el sur del Líbano. El peligro
amenaza a estos territorios de nuevos actos criminales israelíes,
cubiertos políticamente por Estados Unidos bajo el pretexto de la
lucha contra el terrorismo.
En
el 25 aniversario de la masacre, la herida palestina aún está sin
sanar y otras se abren con gran dolor. El Campamento de Nahr
Al–Bared vive el fenómeno de emigración y un futuro alarmante a la
sombra de una ambigüedad que envuelve los proyectos de reconstrucción
y retorno de sus habitantes.
La
Franja de Gaza es víctima de un bloqueo fatal y de amenazas de
recrudecer aún mas el cerco con el beneplácito de capitales
occidentales, que se auto presentan como el faro de la democracia, la
libertad y la justicia. Los territorios de Cisjordania también son
blancos de otras embestidas y de una política salvaje de usurpar sus
territorios para continuar la construcción de nuevos asentamientos,
puestos de control y el Muro de Separación racista.
El
lenguaje del chantaje sionista crece cada día, amenaza al Líbano con
una nueva guerra, similar a la de julio del año pasado, como un
intento desesperado de recuperar el prestigio del ejército israelí
derrotado por la Resistencia del pueblo libanés y su legendaria
firmeza.
La
conmemoración no devuelve los mártires que nos arrebataron, como
quizás tampoco nos regrese a los secuestrados desaparecidos. El
recordatorio de la masacre de Sabra y Chatila puede que no frene al
asesino de cometer nuevos crímenes en otros lugares con salvajismo y
sangre fría, pero si es un claro mensaje al verdugo de que la memoria
no traiciona nunca y que el crimen no se olvida con el transcurso del
tiempo y el terror que intentaba sembrar en las almas no surtió
efecto.
La
lucha continuará hasta que nazca un nuevo amanecer, hasta que los mártires
encuentren la paz en su descanso y hasta que nuestro pueblo celebre la
victoria, izando la bandera de la libertad, el retorno y la
independencia.
(*)
Periodista palestino
25
años de la masacre de Sabra y Chatila
36
horas de muerte y silencio
La
Estrella Palestina, 12/09/07
Mujeres de Negro, 16/09/07
Hace
25 años, entre el 16 y 18 de septiembre de 1982, las fuerzas
falangistas libanesas masacraron a la población palestina en los
campamentos de Sabra y Chatila. Las tropas israelíes, que en ese
momento ocupaban Beirut y eran comandadas por Ariel Sharon como
ministro de Defensa, permitieron la entrada a los campamentos de las
milicias derechistas. Publicamos a continuación fragmentos del
Informe Kahan, elaborado por una comisión israelí que trató de
encubrir la responsabilidad de Tel Aviv y de Sharon, en esa matanza
que conmovió a la Humanidad.
36
horas de muerte y silencio
La
matanza comenzó a las seis de la tarde del jueves 16 de septiembre de
1982, cuando el ejército israelí facilitó el ingreso de más de 300
elementos de las milicias derechistas, Fuerzas Libanesas, al área de
los campamentos de Sabra y Chatila en una operación que, según
alegara más tarde Tel–Aviv, pretendía eliminar unos dos mil
combatientes palestinos que Arafat había dejado atrás en los
campamentos de refugiados. Esos alegatos eran totalmente infundados.
La
masacre prosiguió hasta las ocho de la mañana del sábado 18 de
septiembre, o sea más de 36 horas de asesinatos en medio del total,
absoluto y hermético silencio de Israel.
Después
de 25 años aún se mantiene la incógnita en torno al número exacto
de víctimas civiles de aquella matanza y lo más probable es que
nunca se sepa, ya que los estimados de los aparatos israelíes de
inteligencia militar calculan una cifra de entre 700 a 800 palestinos
ultimados durante la criminal acción. Mientras fuentes palestinas
estiman la muerte de varios miles, entre ellos niños, mujeres,
incluso embarazadas, y ancianos que fueron vejados de las peores
maneras y algunos apuñalados, pasados por las bayonetas y destrozados
antes o después de ser asesinados.
Según
informes de periodistas que llegaron al lugar pocas horas después
también hubo masivas y sumarias ejecuciones de jóvenes.
Un
testigo directo, el periodista estadounidense Thomas Fredman, del
diario The New York Times, dijo: "He visto frecuentemente grupos
de jóvenes en la edad de entre veinte y treinta años que fueron
alineados junto a las paredes, atados de manos y pies y exterminados a
posteriori con ráfagas de ametralladoras al estilo de las bandas
profesionales de gangsters".
Todas
las versiones confirman que los ejecutores de esta carnicería eran
miembros de la falange Fuerzas Libanesas, una milicia armada por
Israel y que constituyó el más fiel aliado de Tel Aviv desde el
desencadenamiento de la Guerra Civil en El Líbano, en 1975. Sin
embargo, hay que señalar que esos actos criminales fueron llevados a
cabo en una zona bajo el total control del ejército israelí, que
incluso tenía establecido un puesto de mando en la azotea de un
edificio a 200 metros al sudoeste del campamento de Chatila.
La
operación de irrupción comenzó mientras el ejército israelí, que
cercó ambos campamentos, impedía la entrada y salida de ellos y
lanzaba proyectiles de iluminación nocturna para facilitar la tarea
de las milicias. Los soldados sionistas ofrecieron ayuda a las
milicias maronitas durante la matanza.
Las
informaciones sobre la masacre comenzaron a filtrarse después de la
huída de varios niños y mujeres hacia el Hospital Acre en Chatila,
donde informaron a los médicos de lo ocurrido, mientras las noticias
al respecto llegaron a los periodistas extranjeros en la mañana del
viernes 17.
De
las 20 mil personas que se encontraban dentro de esos dos campamentos
en el momento en que comenzó la carnicería, tres mil 297 hombres,
mujeres y niños fueron asesinados en menos de dos días. De ellos,
mil 800 fueron ultimados en las calles y callejuelas, mil 097 en el
Hospital Gaza y otros 400 en el Hospital Acre. Entre los cadáveres se
encontraron más de 136 libaneses. (Nota del Editor.–No obstante,
otras fuentes estiman que la cifra exacta de víctimas jamás será
conocida, pues otros varios cientos de palestinos fueron masacrados
sin poder registrarse oficialmente su deceso.)
Menahem
Begin, el entonces Primer Ministro israelí, en su comentario sobre la
masacre ante el Knesset expresó que los miembros de la Resistencia
palestina eran "animales que caminaban sobre sus dos patas",
mientras un oficial falangista declaró después de la noticia de los
sucesos que "las espadas y fusiles de los cristianos perseguirían
a los palestinos por donde fueran y acabarían con ellos
definitivamente".
Otro
oficial declaró a un corresponsal norteamericano "hemos esperado
mucho tiempo para poder entrar en los campamentos del Oeste de Beirut,
los israelíes nos han seleccionado porque somos mejores que ellos en
ese tipo de operaciones de casa en casa" y cuando el periodista
le preguntó si se habían tomado prisioneros respondió que "en
ese tipo de operaciones no se tomado prisioneros". Radio Londres
a través de su corresponsal transmitió que mientras duraron los
actos de matanza los soldados israelíes cerraban con tanques los
campamentos y disparaban contra todo lo que se movía.
La
creación de la Comisión Kahan
Con
la divulgación de la noticia de la masacre y su repercusión en todas
las capitales del mundo, Israel estuvo obligado a crear la Comisión
encabezada por el presidente del Tribunal Supremo, Isaac Kahan, para
investigar los hechos. El Consejo de Ministros determinó que la
Comisión reuniera las verdades y los elementos relacionados con los
actos salvajes cometidos por una unidad de las "Fuerzas
Libanesas" contra los civiles en los campamentos de Sabra y
Chatila.
De
ese modo, la investigación culpaba a las Fuerzas Libanesas como único
responsable de la matanza y con lo que se descartaba la participación
directa de Israel.
También
se señaló la participación de otros grupos como las fuerzas de Saad
Hadad, entonces Jefe del Ejército Libanés en el Sur, creado por
Israel.
Los
resultados de la investigación tenían que aparecer de modo tal que a
Israel solo se le culpara por "negligencia" o "error de
apreciación".
Los
demás informes sionistas e incluso libros editados en Israel no
dejaron de mencionar nombres de altos dirigentes falangistas y de las
Fuerzas Libanesas, como Elias Houbeika, Fady Efram y otros, culpándolos
totalmente de la planificación de la matanza y de dar las órdenes de
ejecuciones masivas. Sin embargo a dirigentes sionistas como Ariel
Sharon, ministro de Defensa en aquel entonces, y a Amir Doury, Jefe
Militar de la Región Norte, sólo se les culpó de haber participado
en reuniones donde se discutió el tema del ingreso de militares
falangistas a ambos campamentos para "darle participación en el
control de Beirut Oeste".
Los
resultados de las investigaciones de la Comisión Kahan
En
febrero de 1983, la Comisión Investigadora israelí encargada de
indagar la realidad de los hechos ocurridos en Sabra y Chatila,
"una entidad independiente" integrada por tres miembros y
conocida como la Comisión Kahan, incluyó en los resultados de su
investigación el nombre del entonces ministro, Ariel Sharon, como una
de las personas que "asumen responsabilidad personal" en los
hechos ocurridos.
El
informe de dicha Comisión refirió en detalles el papel directo
desempeñado por Sharon para permitir a las milicias falangistas
entrar a los campamentos de Sabra y Chatila.
El
General Rafael Etan, Jefe del Estado Mayor General del Ejército
Israelí en aquel momento, en su testimonio afirmó que el ingreso de
las milicias falangistas a los campamentos se hizo sobre la base de un
acuerdo entre él y Sharon. Más tarde el ministro de Defensa se
dirigió a la Sede Central de las milicias falangistas donde se reunió
con un grupo de personas, entre ellas varios dirigentes falangistas.
La oficina de Ariel Sharon, un día antes de los acontecimientos,
emitió un documento que contiene un resumen del ministro de Defensa
donde aparece un señalamiento: "Para ejecutar la operación de
los dos campamentos hay que enviar a las milicias falangistas"; y
agrega dicho documento que "las Fuerzas de Defensa israelíes
asumirán la tarea de conducirlas en la zona".
En
relación con el alegato del ex ministro Sharon ante la Comisión
Kahan en el sentido de que "nadie podía imaginar que las
milicias falangistas iban a cometer una carnicería en los dos
campamentos", la Comisión concluyó que "nadie podría
justificar la toma imprudente de una decisión que permitía la
posibilidad de una matanza", porque "nadie necesita de mucho
raciocinio para pronosticar la gran amenaza de crímenes que acontecerían
en caso de que entrasen milicianos falangistas a los dos campamentos
sin estar acompañados por las Fuerzas de Defensa de Israel".
La
Comisión fue aún más allá al decir: "nosotros vemos que
cualquier persona involucrada en los acontecimientos en El Líbano
debe dudar y tener presente la gran posibilidad de una matanza en
estos dos campamentos, si se conoce de que las Falanges Libanesas van
a entrar allí sin que las fuerzas israelíes asuman el control y la
real supervisión... y se le agrega a esto la realidad del odio
visceral que albergan los falangistas contra los palestinos, sobre
todo por el gran choque que representó para ellos la reciente muerte
de Bachir Jemayel, presidente libanés de aquel entonces…"
La
Comisión Kahan concluyó también que "si realmente el ministro
de Defensa no dudaba, cuando decidió la entrada de las milicias
falangistas a los dos campamentos sin la participación de las Fuerzas
de Defensa israelíes, que tal decisión conduciría a tal desastre,
la única explicación entonces es que él pasó por alto todo motivo
de preocupación respecto a lo que podría ocurrir ya que los
objetivos que pretendía lograr mediante la entrada de los falangistas
a los dos campamentos no lo dejaron tomar las medidas
correspondientes".
La
Comisión aclaró que "si la decisión fue tomada sabiendo que
existía el peligro de que la población de ambos campamentos sufriera
daños, no habría que olvidar que existía un compromiso israelí en
el sentido de tomar las medidas adecuadas para garantizar la supervisión
real, efectiva y constante por parte del Ejército sobre las acciones
de las milicias falangistas en el lugar, para impedir tal amenaza o
reducirla hasta el mínimo. No obstante, el ministro de Defensa no tomó
ninguna medida al respecto".
La
Comisión finalizó su informe diciendo: "Nosotros vemos que el
ministro de seguridad israelí ha cometido un grave error al no tomar
en cuenta el peligro de actos de revancha y derramamiento de sangre a
manos de las milicias falangistas contra la población de estos dos
campamentos".
La
última recomendación ofrecida por la Comisión Kahan consiste en que
"el ministro de defensa israelí, Ariel Sharon, sea relevado de
su cargo, y que el primer ministro analice su despido si es
necesario".
El
libro de un testigo ocular de la masacre de Sabra–Chatila
“De
Beirut a Jerusalén” de la Dra. Ang Swee Cha
Mujeres de Negro, 16/09/07
"La
masacre de niños desarmados, mujeres, ancianos y enfermos fue
espantosa. Yo estaba doblemente furiosa, ya que tuve que descubrir la
verdad sobre una gente valiente y generosa sólo a través de sus
muertes. Hasta entonces, yo no sabía que existieran los refugiados
palestinos. Como cristiana fundamentalista, había sido una partidaria
de Israel, odiaba a los árabes y veía a la Organización de Liberación
Palestina como terroristas que debían ser aborrecidos y temidos."
(Contratapa del libro "De Beirut a Jerusalén")
La
Doctora Ang Swee Chai creció apoyando Israel. Los árabes, le
dijeron, eran terroristas. Pero en 1982, en la televisión ella vio el
bombardeo implacable de Beirut por aviones israelíes. Shokeada, su
opinión de Israel comenzó a cambiar. Fue entonces que ella se enteró
de una petición internacional por un cirujano ortopédico para tratar
a las víctimas de la guerra en Beirut. La pequeña mujer – ella sólo
mide 1.50 metros – renunció a su trabajo en Londres, se despidió
de su marido y emprendió un viaje a la guerra civil en Beirut, allí
ella fue testigo ocular de las masacres de Sabra–Chatila*.
Con
su marido Francis Khoo, y algunos amigos, la Doctora Ang Swee Chai
ayudó a crear la institución de caridad británica, Ayuda Médica
para Palestinos (MAP), después de las masacres de Sabra–Chatila en
1982. En 1987 el presidente de la OLP, Yasser Arafat le concedió a la
Doctor Ang Swee Chai "la Estrella de Palestina" el premio más
alto por servicios prestados a los palestinos. Lo siguiente son partes
de reportajes a la Dra. Chai y citas de su libro:
Las
masacres de Sabra–Chatila
“En
septiembre de 1982, solamente unas semanas después de que los hombres
palestinos habían rendido sus armas bajo un tratado de paz acordado
internacionalmente, y fueron deportados de Beirut dejando a sus
familias bajo la protección de una fuerza de paz internacional, el ejército
israelí invadió Beirut , violando el tratado de paz, y
aproximadamente 3000 mujeres palestinas indefensas y niños fueron
rodeados en los campamentos de refugiados de Sabra y Chatila y sistemáticamente
asesinados a sangre fría. (Una repetición de esta tragedia fue la de
Srebrenica (ex Yugoslavia) en 1995: 8000 bosnios musulmanes fueron
asesinados después de que ellos habían dado sus armas a las fuerzas
de las Naciones Unidas que les habían garantizado «una zona segura»).
[...]
“He
llamado a este libro de «De Beirut a Jerusalén» porque dentro de mi
propio corazón comparto este deseo ferviente de que un día los
palestinos puedan regresar de los campamentos de refugiados en el Líbano,
que mis amigos puedan volver a Al–Aqsa y rezar como sus antepasados
lo hacían. Algo que todos ellos quieren hacer, pero no pueden
ahora.”
El
sitio
“La
invasión israelí en 1982 al Líbano mató a más de 30.000 civiles.
El sitio de Beirut duró 70 días, Beirut fue sometida a una
implacable barrera de artillería, de bombardeos aéreos, navales, y
de artillería. El bombardeo israelí fue arbitrario e indiscriminado.
Las provisiones de alimentos agua y electricidad y fueron cortadas –
más de 500.000 personas fueron expulsadas de sus casas. Las fuerzas
israelíes–IDF calcularon que habían usado aproximadamente 960
toneladas de municiones en la tentativa de destruir la ciudad. [...]
“La
demanda de Israel para poner fin a la destrucción de Beirut fue que
los 14.000 luchadores de la OLP debían abandonar la ciudad –
dejando a sus familias. El tratado de paz gestionado por EE.UU.
garantizaba la seguridad de los palestinos que quedaban en los campos
–las fuerzas de pacificación multinacionales serían desplegadas
para protegerlos. Los EEUU. no honraron su palabra y tres semanas
después de la evacuación de la OLP ellos retiraron las fuerzas
multinacionales, dando luz verde a Israel para invadir el oeste de
Beirut y masacrar a los Palestinos en los campos de refugiados. [...]
“Finalmente
vino el alto el fuego y pudimos abrirnos paso a través de la línea
verde hacia la parte oeste de Beirut. Esto era la nueva Beirut – la
Beirut durante que en las semanas previas de que yo había visto por
televisión – bloques y bloques de edificios seriamente dañados y
destruidos – sólo que esta vez era real, en tamaño natural, en 3
dimensiones, y era espantoso [8:10] El litoral de la hermosa ciudad de
Beirut – también conocida como la perla del Medio Oriente – fue
bombardeado por barcos de arma israelíes y reducido a ruinas. [...]
“Pero
lo más espantoso fue el número de armas nuevas que ellos probaron en
el Líbano –esa fue la primera vez que Israel hizo explotar bombas
de fósforo–. De modo que cuando el fósforo alcanza a alguien
exactamente lo quema durante días y días y además, si usted lo lava
– se quemará aún más, y las víctimas habrán muerto de
quemaduras de fósforo. Sólo esto es una clase diferente – a esto
lo llaman bomba de vacío. Lo que sucedería es que la bomba al entrar
en un edificio, potenciaría al máximo su mezcla explosiva, y aspiraría
la edificación hacia abajo – este es un edificio de 11 pisos que
fue aspirado y reducido a un montón de escombros, enterrado dentro de
él hay 200 personas. Cuando yo llegué supe que un doctor no puede
hacer mucho – esto es una experiencia muy humillante... Yo no podía
hacer nada para ayudar a esas personas que fueron sepultadas y
asesinadas con este solo ataque con bombas. [...]
“Obligaron
a 14.000 palestinos [hombres] a dejar el Líbano en el marco de la
evacuación, lo que quiere decir que 14.000 familias han sido
destrozadas, porque cada familia ha perdido a sus hombres – padre o
el hijo mayor o alguien importante, quedando las mujeres con criaturas
y ancianos, sin hombres para cuidar de ellos. En una cultura de Medio
Oriente esto es una catástrofe. Usted puede imaginar 14.000 familias,
y de estas familias usted saca al hijo mayor, usted toma al padre –
y los obligan a marcharse para nunca más volver. Ese fue el precio
que Israel exigió a la OLP para detener los bombardeos. [...]
“Yo
fui apoyada por la Cruz Roja Internacional para unirme a un grupo
llamado la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina – esto fue un
verdadero shock cultural para mí porque me uno a una Media Luna Roja
– una organización musulmana – pero esto era el principio de un
camino, el principio de un viaje, el principio de un camino donde
aprendí .. y ese es mi [ la Media Luna Roja] carne , que guardo.
[...]
[15:00]
El hospital de la Franja de Gaza estaba protegido por la Cruz Roja
Internacional, a pesar de lo cual el hospital fue bombardeado – tenía
11 pisos y los 2 pisos superiores fueron volados, los consultorios de
los doctores fueron ametrallados..
[
15:25] .. En ese momento la Sociedad de Media Luna Roja Palestina
prestaba servicios en 13 clínicas y 9 hospitales – y los israelíes
con criterio selectivo habían bombardeado y habían destruido cada
una de las clínicas y hospitales – asesinando a los pacientes y
asesinando a los doctores ... [...]
“Hubo
3 semanas de paz [después de la evacuación de la OLP], entonces, de
repente, algo horrible sucedió el 15 de septiembre – la fuerza
internacional encargada de mantener la paz la decidió retirarse ... y
comenzaron los vuelos de los aviones israelíes, y 500–600 tanques
israelíes comenzaron a llegar a la ciudad de Beirut [en violación
del tratado de paz]. Antes esta ciudad de Beirut había sido rodeada
por tanques israelíes, pero nunca había sido invadida así – los
israelíes habían bombardeado a Beirut del aire y había sitiado la
ciudad y habían negado el agua y las medicinas a la gente, pero esta
vez llegaban los tanques–….Ellos comenzaron a rodear los
campamentos de refugiados en todas direcciones. Hacia el mediodía había
columnas de humo de bombardeos que venían de todas partes y todos
estaban muy asustados sabiendo que algo horrible iba a suceder...
[...]
“A
las 4:30 p.m. llegaron noticias al hospital de la Franja de Gaza de
que tropas israelíes habían invadido el Hospital Akka [justo a la
salida del campo], las enfermeras habían sido violadas y asesinadas,
los doctores y los pacientes muertos a tiros. Extraído de las p.55 y
p.79 del libro " De Beirut a Jerusalén "
La
masacre
“La
milicia de la falange era la representación de Israel en Líbano, sus
miembros fueron reclutados entre la comunidad cristiana maronita.
Ellos fueron pagados, entrenados y armados por Israel. Ellos eran
efectivamente una extensión de las fuerzas israelíes– IDF, y por
lo general se encargaban de hacer el trabajo sucio. [...]
“Después
de que el ejército de Sharon hubiera tomado el oeste de Beirut e
hiciera sellar todos los caminos de escape de los campamentos de
refugiados palestinos, Sharon ordenó a la falange que entrara. La
orden oficial de Sharon dice "«para la operación en los campos
la falange deberían encargarse de». Sabiendo que los campos estaban
llenos de civiles desarmados – principalmente mujeres y niños, sólo
fueron desplegados alrededor de 150 falangistas Los testimonios de los
sobrevivientes proponen que tanto los soldados israelíes como sus
mercenarios de la falange entraron en los campos y participaron en la
masacre. [...]
“Los
israelíes supervisaron la matanza desde su puesto avanzado de
combate, un edificio de seis pisos que daba a los campos de
refugiados. Desde allí ellos dieron el apoyo logístico y
retransmitieron órdenes a los soldados sobre el terreno. Preocupado
de que los informes de la masacre en curso se podrían filtrar,
ordenaron a los soldados continuar con la masacre durante la noche –
para facilitar esto los israelíes se iluminaron el cielo con bengalas
toda la noche. [...]
“La
idea era matar a tantos palestinos tan rápidamente como fuera
posible, antes de que la presión internacional pusiera término a la
operación. Más de 3000 hombres ancianos, mujeres y niños fueron
masacrados. Después las evidencias tuvieron que ser sepultadas rápidamente
– entonces los israelíes enviaron excavadoras. Las casas fueron
compactadas con los cuerpos y demolidas para convertirse en tumbas
colectiva. Una tumba colectiva de esta clase contenía mil cuerpos.
[...]
“Los
sobrevivientes entrevistados el 22 de setiembre informaron que muchos
de los soldados que cometieron la masacre no hablaban árabe, y se
encontraron periódicos israelíes (en hebreo) y raciones israelíes
de alimentos que fueron dejados olvidados. Un niño, Munir, que fue
dejado por muerto debajo de una pila de 27 cuerpos confirmó que él
había visto a ambos, israelíes y miembros de la falange asesinando a
la gente. [...]
Dando
vida
“En
el teatro, operé a una mujer y a un niño. La mujer tuvo una cirugía
mayor por una herida de bala en el abdomen. Esto fue una operación
difícil, tuve que extirpar un tercio de su hígado, y anastomosis
intestinal. Ella se despertaba de la anestesia cuando el niño fue traído
de vuelta de la sala de recuperación. [...]
“Les
recordé a las enfermeras de cuidados intensivos de darles a ambos
transfusiones de sangre. Me dijeron que la unidad sangre que estaba
siendo transfundida a la mujer era la última. El niño había sido
herido por una granada de mano tirada en medio de un grupo de pequeños
niños. Él había perdido una cantidad de sangre por el corte de la
arteria esplénica, pero por otra parte él estaba estable después de
su operación. Ellos tenían el mismo grupo sanguíneo. La mujer
palestina oyó por casualidad a las enfermeras y nos pidió que le diéramos
la sangre al niño en vez de a ella. Entonces ella pidió algunos
analgésicos y murió poco después. [...]
“Mis
propias enfermeras también fueron baleadas, y por la tarde del día
siguiente todo el hospital entero estaba aglomerado de gente –
aproximadamente 3000 personas – que escaparon al hospital diciendo
que los pistoleros habían irrumpido en los hogares de las personas en
los campos y habían comenzado a balear a familias enteras. Ellos
estaban muy, muy asustados, esperaban que quedándose en el hospital,
de algún modo debido a la presencia en calidad de observadores de los
doctores extranjeros y de la Cruz Roja Internacional, estarían
protegidos – pero eso desde luego no era verdad. [...]
“El
18 de septiembre (72 horas de masacre) llegó un tanque y ordenó
salir a todos los extranjeros del hospital bajo amenaza de ataque. En
ese momento fue cuando muy estuvimos preocupados porque pensamos que
si nos íbamos ellos probablemente entrarían y matarían a nuestros
pacientes. Pero al mismo tiempo usted no puede discutir con una
ametralladora y fuimos desalojados por la fuerza. Y cuando salí del
hospital yo vi a los grupos de mujeres y hombres y niños todo
rodeados por soldados, y mientras yo pasaba al lado de ellos una mujer
trató de darme su bebé pero no se lo permitieron y la forzaron a
tomar de nuevo al bebé, y me temo lo peor porque muchos días después
volví buscando a la madre y al niño – yo no pude encontrar a
ninguno de ellos.
“Por
primera vez nosotros estábamos fuera de la sala de operaciones y podíamos
ver lo que había pasado – mientras nosotros operábamos, tratando
de salvar algunas vidas, la gente de los campos de refugiados fue
masacrada –asesinada – sus cuerpos abandonados, dejándolos que se
pudrieran. [...]
Con
asesinar no fue suficiente
“La
verdad me golpea con mucho dolor... Además de ser muerta a tiros,
mucha gente fue torturada antes de ser asesinada. Ellos fueron
golpeados brutalmente, sus miembros fueron atados atrás con cables eléctricos,
sus ojos arrancados, las mujeres fueron violadas, y a menudo, más de
una vez, los niños fueron dinamitados vivos. Mirando todos los
cuerpos destrozados, comencé a pensar que los que habían muerto rápidamente
fueron los más afortunados. [...]
“Los
hogares que la gente había llegado a reconstruir fueron destruidos
– si usted mira esas casas se dará cuenta que la pintura todavía
está fresca – recién pintadas y probablemente la `pintura todavía
no se ha secado. Y si usted va más allá de las paredes rotas
descubre que las familias fueron destrozadas – no quedó nadie –
los alimentos sin terminar de comer – los muebles medio rotos –
gente desaparecida– enterrada en tumbas colectivas. [...]
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