Las
sanciones de Israel producen una generación de niños palestinos
pobremente educados y con hambre
La
guerra contra los niños de Gaza
Por
Saree Makdisi (*)
Counterpunch, 24/09/07
Rebelión, 29/09/07
Traducido por Chelo Ramos (**)
En Gaza, una generación
completa de palestinos crece con deficiencias: deficiencias físicas y
de nutrición porque no comen lo suficiente, deficiencias emocionales
por la presión que les causa vivir en una cárcel virtual y enfrentar
la amenaza constante de destrucción y desalojo, deficiencias
intelectuales y académicas porque no pueden concentrarse o, aunque
puedan, porque tratan de estudiar y aprender en circunstancias que
ningún niño debería soportar.
La situación ya era
desesperada antes de que esta semana Israel declarase a Gaza
“territorio hostil”, en lo que parece el paso previo a la decisión
de cortar los últimos suministros de combustible y electricidad a 1,5
millones de hombres, mujeres y niños. Como resultado del bloqueo
impuesto por Israel a la mayor parte de las importaciones y
exportaciones y de otras políticas concebidas para castigar a la
población, cerca del 70% de los trabajadores de Gaza están
desempleados o no reciben salario, según las Naciones Unidas, y cerca
del 80% de sus residentes viven en pobreza extrema. La subsistencia
diaria de alrededor de 1,2 millones de ellos depende de la ayuda
alimentaria prestada por la ONU y otros organismos internacionales,
sin la cual, como señaló Kirstie Campbell, portavoz del Programa
Mundial de Alimentos, “podrían morir de hambre."
Cada vez son más las
familias palestinas de Gaza que sólo pueden proporcionar a sus hijos
una escasa comida al día, generalmente poco más que arroz y lentejas
hervidas. Las frutas y los vegetales frescos están fuera del alcance
de muchas familias. La carne y el pollo son terriblemente caros.
Aunque frente a Gaza están las ricas aguas del Mediterráneo, en sus
mercados no hay pescado porque la Armada israelí restringe los
movimientos de los pescadores gazanos.
Los padres de Los Ángeles
que han pasado las últimas semanas corriendo de un lado a otro para
hacer las compras de regreso a clases, podrían dedicar aunque fuese
unos pocos minutos a pensar en los padres de la Franja de Gaza. Como
resultado del bloqueo, a Gaza no sólo le faltan tejidos y otros
bienes esenciales, sino también papel, tinta y material escolar básico.
Una tercera parte de los niños de Gaza iniciaron el año escolar sin
libros de texto. John Ging, director de la Agencia de la ONU para los
Refugiados de Palestina, cuyas escuelas atienden a 200.000 niños en
Gaza, ha advertido que los niños van a la escuela “con hambre e
incapaces de concentrarse.”
Israel dice que sus
políticas en Gaza están concebidas para presionar a la población
palestina para que ésta, a su vez, presione a quienes lanzan cohetes
de fabricación casera desde Gaza contra la ciudad israelí de Sderot.
Los ataques con cohetes son censurables. Pero también es censurable
castigar a toda la población por los actos de unos pocos. Actos que
los niños de Gaza y sus acosados padres no pueden detener.
Castigar
colectivamente a más de un millón de personas por algo que no han
hecho constituye una violación del derecho internacional. De acuerdo
con el Convenio de Ginebra, del cual es firmante, Israel está
obligado a garantizar el bienestar de las personas a quienes ha
impuesto una ocupación militar durante más de cuatro décadas.
Israel, por el contrario, ha hecho caso omiso de la ley, así como de
las repetidas demandas del Consejo de Seguridad de la ONU y también
de la Corte Internacional de Justicia de la Haya. Lo que John Dugard,
relator especial de la ONU sobre los derechos humanos en los
territorios palestinos ocupados, llama el estrangulamiento
“cuidadosamente controlado” de Gaza –a plena vista de un mundo
insensible– es parte esencial de esta estrategia. “La idea”,
dijo Dov Weisglass, asesor del gobierno israelí, “es poner a los
palestinos a dieta pero sin dejarlos morir de hambre.”
(*)
Saree Makdisi, académico y escritor libanés–palestino–estadounidense,
es profesor de inglés y de literatura comparada en la Universidad de
California en Los Ángeles (UCLA) y comentarista frecuente sobre
Oriente Próximo. Es autor de “Romantic Imperialism: Universal Empire and the Culture of
Modernity” (Cambridge University Press, 1998) y “William Blake and
the Impossible History of the 1790s” (University of Chicago Press,
2003). Su nuevo libro, “Palestine Inside Out: An Everyday
Occupation”, será publicado muy pronto por la editorial Norton. Su
correo electrónico es makdisi@humnet.ucla.edu
(**)
Chelo Ramos es miembro de Cubadebate , Rebelión y Tlaxcala , la red
de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se
puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y
mencionar al autor, a la traductora y la fuente.
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