Penetración
militar e intoxicación mediática
Plan
de ataque estadounidense en Sudamérica
Por
Luis Bilbao
Le
Monde Diplomatique / Rebelión, 21/06/05
En
un calco de la campaña que concluyó con la invasión a Irak, Estados
Unidos acaba de colocar un peón militar en Paraguay, muy cerca de la
frontera con Bolivia, y prosigue con la andanada de falsedades
respecto al presidente venezolano Hugo Chávez. En retroceso en el
campo político, el Imperio apuesta a la propaganda y la intervención
militar
Un
doble movimiento simultáneo se acentúa en los últimos meses sobre
el escenario geopolítico suramericano. Dos ejemplos lo resumen:
Estados Unidos no logra frenar su retroceso en el terreno político-diplomático,
como lo prueba el desmesurado fiasco de la secretaria de Estado
Condoleezza Rice en la Asamblea General de la OEA; como contrapartida,
el Congreso paraguayo votó la inmunidad para la soldadesca
estadounidense y el Pentágono programa maniobras militares
bilaterales… a 250 kilómetros de Bolivia (1).
La
resolución del Congreso paraguayo, ocurrida el 28 de mayo pasado y
ocultada a la opinión pública en ese momento, fue presentada como
noticia dos semanas después, luego del descalabro de la Casa Blanca
en la OEA y la caída del presidente Carlos Mesa en Bolivia. Las
implicancias son evidentes, puesto que no se trata de la reiteración
de maniobras conjuntas al estilo de los sucesivos juegos de guerra
denominados “Cabañas” (2), sino de una operación de Estados
Unidos en territorio paraguayo, con la imaginable participación del
ejército de este país. Washington formaliza la instalación de una
base en Paraguay (de hecho, existente desde hace años, con aeropuerto
semiclandestino incluido en la espesura del Chaco paraguayo) y clava
en este país una cuña estratégica para contrarrestar los
movimientos de convergencia suramericana, además de quedar a tiro de
piedra de la revolución social en curso en Bolivia.
Fiel
a su estilo, y para subrayar el carácter de escalada militar en el
corazón del Mercosur, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld
“comprometió el envío a Paraguay de expertos del Centro de
Estudios Hemisféricos de Defensa, una institución dependiente del
Pentágono, a fin de desarrollar un ‘Seminario de Planificación del
Sistema de Seguridad Integral Nacional’ programado para septiembre
venidero. Rumsfeld prometió visitar Paraguay próximamente y expresó
‘su pleno apoyo a los próximos ejercicios conjuntos que realizarán
las fuerzas armadas paraguayas y norteamericanas’” (3).
Mientras
los gobiernos de Argentina y Brasil, directamente afectados por esta
determinación de Washington, resuelven si tomarán o no la palabra al
respecto, hay sin embargo otro aspecto a considerar. Se trata de la
operación de opinión pública de alcance global desplegada
paralelamente por el Pentágono contra el gobierno de Venezuela a través
de otro tentáculo bajo las órdenes de Rumsfeld: el Center por
Security Policy (CSP).
La
mentira como herramienta
Creada
en 1998 bajo el patrocinio del secretario de Defensa, esta oscura
institución fue el instrumento para crear una matriz de opinión a
escala mundial en los dos años previos a la invasión a Irak. Ese
accionar fue clave para lo que luego un libro con detallada información
denominaría “Plan de ataque” (4). Con cuantiosos recursos y
escasa imaginación, ahora el CSP repite paso a paso la maniobra, esta
vez con el presidente Hugo Chávez en la mira.
Un
documento titulado “Qué hacer con Venezuela” (5), tras advertir
en la primera línea que “ha disminuido seriamente la estatura y la
influencia de Estados Unidos en la mayor parte de las Américas”, se
lanza sin escrúpulos contra el “agresivo dictador” que gobierna
Venezuela.
Aun
el ojo entrenado se asombra ante la retahíla de falsedades sin el más
mínimo asidero verificable, sobre la cual el documento monta su
argumentación a lo largo de 15 páginas. La farsa montada por la CIA
en el período previo a la invasión a Irak respecto de la existencia
de armas de destrucción masiva en aquel país –falacia asumida y
repetida en todo el mundo– es un escándalo moral difícil de
igualar. No obstante, aquella estafa a la opinión pública mundial
empalidece ante los recursos enhebrados para sostener que desde su
ascenso al gobierno, en 1999, Chávez avanza sistemáticamente en la
consolidación de una dictadura.
Carece
de sentido responder a tales alegaciones (el CSP no vacila en
involucrar al ex presidente James Carter en la supuesta escalada
dictatorial de Chávez). Pero es preciso enumerar las líneas del
ataque para advertir hasta qué punto esos mismos argumentos, apenas
aderezados con desangelados recursos periodísticos, se reproducen en
columnas de opinión de connotados medios de prensa en todo el
hemisferio, abonando la sospecha de que existe un aceitado sistema de
reproducción de falsedades destinadas a intoxicar la opinión pública
internacional.
Los
ejes adelantados por el articulo comentado, carentes de fundamento, se
autosustentan en denuncias que, por simple repetición en medios de
comunicación masiva, pasan a constituir una realidad virtual para
millones de personas. Helos aquí: Chávez “creó alianzas estratégicas
con Estados promotores del terrorismo”; “usa la riqueza petrolera
con propósitos subversivos y para alentar el terrorismo”; “ayuda
y alienta a las organizaciones terroristas islámicas
internacionales”; “ayuda y alienta el narcotráfico y la
narcoguerrilla”; “está armando y militarizando a la población
para amenazar a los países vecinos”; “viola los derechos civiles
y las libertades democráticas” al punto de “estar transformándose
en el peor violador de los derechos humanos en el hemisferio”. Ante
el temor de que estas acusaciones resulten insuficientes el documento
aporta otra argumentación: “Chávez está loco y bajo atención
psiquiátrica”...
Nada
más elocuente sin embargo que el lenguaje con el que se expresa la
conclusión del documento: “El tiempo se agota. El avance de
Venezuela hacia la represión, la militarización, la importación de
armas, desestabilización de países vecinos muestra que el tiempo se
agota para el pueblo venezolano y para la relativa paz de que han
gozado la mayoría de los países del hemisferio. El régimen
bolivariano de Caracas constituye un claro peligro para la paz y la
democracia en el hemisferio. Debe cambiar. Puede cambiar por sí
mismo, o puede invitar a las fuerzas del hemisferio con la ayuda de la
amplia oposición democrática venezolana, para imponer los cambios.
En cualquier caso la estrategia de Estados Unidos debe ser ayudar a
Venezuela a lograr un cambio pacífico el año próximo”.
Sea
en Caracas o en el Cono Sur, la respuesta es la misma: el tiempo se
agota y urge “imponer los cambios”. Resta saber si los gobiernos,
la opinión pública, las instituciones y las personalidades
relevantes de Suramérica, permiten pasivamente que esta nueva versión
de “las armas de destrucción masiva” en Irak y la escalada
militar subrepticia continúen articulándose sin obstáculos.
Notas:
1.-
Hugo Olazar, “Paraguay concedió inmunidad a las tropas de Estados
Unidos”, Clarín, Buenos Aires, 13-6-05
2
Luis Bilbao, “Estados Unidos alista un ejército para el Alca”, Le
Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, septiembre de
2001.
3
Clarín, ibid.
4
Bob Woodward, “Plan de ataque”, Planeta, Buenos Aires, septiembre
de 2004.
5 J. Michael Waller, “What to do about Venezuela”,
www.centerforsecuritypolicy.org, mayo de 2005.
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