Petróleo, mennonitas
y rangers en Paraguay (*)
Por César Sánchez
Bonifato (**)
InfoMORENO N° 127,
09/11/05
Resumen:
el artículo muestra cómo los conflictos petroleros de la británica
Shell y la norteamericana Standard Oil llevaron a una guerra que perjudicó a los pueblos y no a las
multinacionales. Paraguay,
ahora jugando con Estados Unidos, comenzó
nuevamente a explorar petróleo cerca del límite con Bolivia. Así
como el petróleo aparece muchas veces ligado a la droga, a
las empresas capitalistas del juego, a la venta de armas, a
los negocios financieros, y siempre acompañado de la
corrupción de los gobernantes, Sánchez Bonifato describe
aquí sus relaciones también con las iglesias americanas.
A
mediados de 1926 llegaron los primeros mennonitas al Paraguay
para radicarse en el inhóspito Chaco Boreal. Procedían de Canadá y
Alemania, eran introvertidos, raros en sus vestimentas, muy
trabajadores y en las negociaciones tendientes a la obtención del
permiso del Parlamento y del presidente liberal Eligio Ayala, le cupo
una activa participación al banquero Samuel Mc Robert, titular del Metropolitan
Phoenix and Trent Corporation de Nueva York.
Bolivia:
colonia de los Estados Unidos
No
muy lejos de los primeros asentamientos, en un territorio en disputa
con Bolivia, se habían descubierto yacimientos de gas y de
hidrocarburos en los anticlinales del Altiplano. Ahogado por la
condición de Estado mediterráneo, Bolivia buscó vías de salida
para exportar el mineral, con respaldo de la Standard y
la California Oil, ambas firmas representadas por el
embajador de Estados Unidos en Chile, quien luego mantendría duros
enfrentamientos con Juan Domingo Perón en Buenos Aires. Se llamaba
Spruille Braden.
El
presidente boliviano Daniel Salamanca gestionó entonces, ante su
colega argentino Hipólito Yrigoyen, la construcción de un ducto
entre Tarija y Santa Fe. Yrigoyen se opuso porque quería mantener a
Argentina al margen del conflicto bélico que se veía venir. Los
bolivianos no tuvieron otra opción que avanzar buscando llegar hasta
el río Paraguay, para sacar el petróleo por el agua.
Destituido
Yrigoyen por el golpe militar liderado por José Félix Uriburu, nadie
pudo frenar la guerra del Chaco, librada entre 1932 y
1935 por dos naciones despobladas y empobrecidas, que dejó como saldo
100.000 muertos. Una tragedia causada por corporaciones
extranjeras, poco conocida en el resto del continente.
Argentina
y Paraguay: colonias de los ingleses
El
gobierno argentino de Agustín P. Justo, de fuertes vínculos
con Gran Bretaña, apoyó abiertamente al Paraguay mediante
entrega de armas, combustible, alimentos, créditos bancarios e
informaciones sobre movimientos de tropas en la frontera norte.
Los bolivianos recibieron asistencia militar de Alemania y Chile, además
de aviones y dinero de Estados Unidos.
Varias
batallas se sucedieron cerca de las colonias mennonitas. El
despliegue de los paraguayos fue arrollador, llegando hasta las
estribaciones de los Andes, donde se erigían las torres petroleras en
manos de compañías estadounidenses. Por arte de magia cesó el fuego
y comenzaron negociaciones que culminaron con la firma del Tratado de
Paz en 1938, en las que descolló el canciller Carlos Saavedra Lamas,
el primer Nobel de Argentina.
Esto
pasó hace 70 años: ya nadie discute que aquella fue una lucra por el
dominio de las cuencas petrolíferas. Los bolivianos nunca se
desprendieron de la estatal YPFB y a través de inversiones privadas y
oficiales explotaron sus yacimientos con resultados dispares. Se
vincularon con países vecinos mediante oleoductos y gasoductos que
transportan el rico mineral hasta puertos sobre el Atlántico. En el
Paraguay, en cambio, no prosperaron los intentos de extraer petróleo,
pese a los indicios de existencia en áreas limítrofes con Argentina
y Bolivia.
Inmunidad
para los
Rangers
Quien
recorre hoy la avenida España de Asunción, donde funcionan embajadas
y colegios a los que asisten hijos de diplomáticos, se encontrará
con una iglesia imponente. Pertenece a la corriente anabaptista
"Raíces", fundada por el pastor holandés Menno
Simons, cuyo nombre identifica a los mennonistas de todo el mundo. La
esposa del presidente Nicanor Duarte Frutos y varios
componentes del gabinete ministerial están identificados con la
religión a la que también adhiere George W. Bush,
además de otros conocidos funcionarios de la Casa Blanca.
No
muy lejos de Filadelfia, en la principal ciudad del Chaco paraguayo
que crece por impulso del trabajo incansable de los mennonistas, el ex
dictador Alfredo Stroessner mandó construir –con fondos del
Departamento de Estado– un aeropuerto de 3.200 metros de longitud,
adaptados a operaciones de aviones de gran tamaño. La base, llamada
Mariscal Estigarribia, fue inaugurada cuando los argentinos combatían
con los ingleses por la recuperación de las islas Masvinas, en 1982.
Es
preciso seguir el caso paraguayo de cerca
En
septiembre último, arribaron al fortín Gabino Mendoza, ubicado a
corta distancia del territorio boliviano, 44 camiones procedentes de
Santa Cruz de la Sierra, trayendo maquinarias y tecnologías como
parte del Operativo Independencia ordenado por Duarte Frutos, apoyado
por multinacionales de origen anglo-estadounidenses. Entre las compañías
figuran CDS Energy, Morrison Minning y Paraguay & Gas.
Según el ministro de Minas y Energía, Héctor Ruiz Díaz, "ahora
sí vamos a disponer de nuestro propio petróleo, porque más de 20
perforaciones dieron resultados positivos”.
Extrañas
coincidencias en el difícil contexto mundial presente: religiones exóticas
que difunden sus "Biblias electrónicas", la secta Moon que
vino de Corea para quedarse con extensas propiedades en el Alto
Paraguay, multinacionales dedicadas a localizar reservas petrolíferas
y de agua dulce...todas sobrevuelan los mismos territorios de América
del Sur.
Es
preciso seguir de cerca el caso paraguayo, donde los rangers
estadounidenses se mueven con comodidad: cuentan con inmunidad diplomática
para desarrollar “tareas sociales” y entrenar a soldados
nativos "en el combate contra el terrorismo y el
narcotráfico", al igual que en Colombia.
En
rigor, militares de Estados Unidos permanecen en Paraguay desde 1985
en cumplimiento de misiones específicas, incluyendo a los pilotos que
manejan aviones dotados de radares de alta potencia y modernos equipos
para controlar la expansión de cultivos de marihuana (uno de los
principales ingresos de los agricultores guaraníes) y el ingreso de
cocaína procedente de Bolivia.
En
mayo pasado, la Legislatura paraguaya aprobó en sesión
secreta el proyecto remitido por Duarte Frutos, otorgando
inmunidad a miembros del Comando Sur con asiento en Panamá.
Su número va en aumento, estimándose que de los 670 efectivos
actuales se llegará a 4.000 en 2006.
Estas
tropas se encuentran dispersas por el Departamento Alto Paraná, que
limita con Argentina y Brasil, cuya capital es Ciudad del Este, en la
Triple Frontera. Asimismo, patrullan los Departamentos de Canindeyú y
Amambay, fronterizos con los estados brasileños de Matto Grosso do
Sul y Paraná, donde hay constantes movilizaciones del poderoso
Movimiento de los Sin Tierra (MST) del Brasil.
(*)Publicado
en la edición argentina de Le Monde Diplomatique, noviembre de 2005. Subtítulos y negritas son del
Infomoreno.
(**)Periodista.
Colaborador en medios de Buenos Aires y el nordeste argentino.
|