En
el Bauen, hotel recuperado por sus trabajadores, se realizó
con gran éxito en Buenos Aires
la presentación del Nº 26 de la revista
Crónica de un debate sobre la situación mundial
Por
José Luis Rojo,
Socialismo
o Barbarie, periódico, 07/06/2012
Con la presencia de más 300 compañeros se realizó el debate entre
nuestra corriente Socialismo o Barbarie y los compañeros
Claudio Katz y Pablo Bonavena, destacados intelectuales de
izquierda. Urgidos por el cierre de esta edición y con poco
tiempo de pasar en limpio un debate que fue riquísimo,
presentamos este texto más a modo de crónica que otra cosa.
Para conocerlo en su totalidad, pueden verse los videos más
abajo.
El
pasado martes 5 se hizo el lanzamiento de un nuevo número de
nuestra revista Socialismo o Barbarie con un anfiteatro del
hotel Bauen a sala llena. Con la participación de más de 300
personas, algunas de otras corrientes políticas. El panel fue
integrado por Claudio Katz y Pablo Bonavena, más Roberto Ramírez
y Roberto Sáenz como expositores por parte de nuestra
corriente. Así se llevó a cabo un apasionante debate, que
totalizó casi tres horas interrumpidas. Atilio Borón, también
invitado, se excuso por una fuerte gripe, y envió una carta
al debate.
Desde
estas páginas queremos saludar a los 130 trabajadores del
Bauen por habernos cedido las instalaciones sin costos. Nos
solidarizarnos con su justa lucha por la expropiación
definitiva del inmueble. También, agradecemos a Claudio y
Pablo su participación como panelistas.
El
debate estuvo recorrido por varias “líneas de tensión”,
por así decirlo. En un clima fraterno e intentando avanzar en
el intercambio de ideas que sirva a la elaboración teórico–política
en este momento trascendental, varias fueron las
puntualizaciones y polémicas que se desarrollaron.
Debemos
decir que tanto Claudio Katz como Pablo Bonavena, más allá
de los matices y diferencias, no dejaron de reconocer la
seriedad de nuestra publicación, el hecho de que trate de
pensar realmente los problemas y no ser una suerte de
“recetario doctrinario”, más allá de que la revista
sienta posiciones socialistas revolucionarias con las que
pueden o no estar de acuerdo.
El
debate estuvo recorrido por tres grandes cuestiones: la dinámica
de la situación mundial, el significado y consecuencias de
las transformaciones en curso del capitalismo y la actitud a
tomar frente a la eventualidad de nuevos gobiernos
“reformistas”, como puede ser eventualmente el caso de
Syriza en Grecia (esta cuestión fue abordada más
“indirectamente”, podríamos decir).
Una rebelión
"que
habla cien idiomas"
El
compañero Bonavena se refirió más a los problemas que
tienen que ver con la evaluación del proceso de la lucha en
curso mundialmente. Destacó el carácter “medido” y
“prudente” de la categoría que venimos utilizando de
“ciclo mundial de las rebeliones populares”, pero se
autodefinió como, si se quiere, más “prudente” aun. A la
hora de fundamentar esa “prudencia” en el análisis de los
fenómenos de lucha en curso, el compañero se interrogó
varias veces acerca de si el actual proceso mundial “no era,
en realidad, de menor magnitud que otros que se vivieron décadas
atrás”. Insistió en que, a la hora de los análisis, hay
que tener en cuenta “no solo los (procesos) que van para
arriba, sino los que simultáneamente comienzan a caer”.
Frente
a esto, desde los panelistas de Socialismo o Barbarie,
respondimos que había que evitar el “sociologismo”, ver
cada proceso particular como un “compartimiento estanco”;
o sea, hay que lograr una visión de la totalidad del surgimiento de
este proceso de rebeldía. Desde este punto de vista, lo
iniciado en 2011 lo caracterizamos como un ciclo de rebeliones
populares que es internacional, y que sigue sumando nuevas
expresiones, tan disímiles como las actuales manifestaciones
estudiantiles en Canadá (un país donde no pasada desde hace
mucho tiempo) o el reciente paro general en la India, otro
hecho insólito.
Junto
con lo anterior, Bonavena puso también en debate la comparación
con otros procesos de luchas y revoluciones del siglo XX.
Considera “menos maduros” a los presentes, o más
“atrasados”, por así decirlo. Esto es de alguna manera
evidente, sobre todo aún en el plano político y en su dinámica
anticapitalista. Por nuestra parte, objetamos que esta
comparación no nos parecía, en un sentido, la más
pertinente. Para nosotros, la importancia fundamental del
proceso en curso es su contraste con el cementerio de la lucha
de clases que fueron las dos últimas décadas del siglo XX.
Nos parece que el principal contenido de lo que está
ocurriendo, es una especie de “recomienzo histórico” de
los explotados y oprimidos, y de sus luchas. De ahí su
inmensa importancia y también sus evidentes límites, en
comparación con procesos anteriores.
En
ese contexto, el compañero Ramírez destacó la significación
e importancia de un proceso de rebeldía “que habla hoy en
cien idiomas”, y Sáenz señaló la necesidad de evitar
cualquier abordaje sectario de movimientos como el de los
indignados. Más allá de la forzoza y necesaria disputa de
diversas estrategias en su seno, los indignados reflejan a un
movimiento que está inevitablemente en su infancia y que debe
madurar... para llegar a la “madurez”.
Otro
aspecto de este debate también se procesó con Claudio Katz.
Este reconoció el surgimiento de una nueva clase trabajadora.
Pero subordinó este hecho al proceso de fragmentación y
precarización internacional del proletariado, al que dio
importancia capital.
Desde
el panel respondimos que nos parecía que la definición debería
ser formulada de manera opuesta. Que el fenómeno de
fragmentación, precarización, deslocalización e incluso
destrucción de núcleos fundamentales de la vieja clase
obrera, es un dato ya antiguo, parte fundamental de la catástrofe
de los ’80 y ’90.
Las
novedades son, por un lado, que esa misma juventud trabajadora
sin empleo es la que se está poniendo de pié en diferentes
continentes, y, por el otro, que el proceso contradictorio de
la acumulación capitalista a comienzos del siglo XXI ha
creado núcleos inmensos de una nueva clase obrera, como es el
caso del proletariado chino con 200 o 300 millones de
integrantes. Un nuevo proletariado que parece estar en mejores
condiciones que diez años atrás, como se puede ver en las
recientes oleadas de lucha de la clase obrera en ese país.
La
definición más precisa, en todo caso, es que estamos viendo
ponerse de pie una nueva generación obrera casi como fenómeno
universal, independientemente del grado todavía inicial de su
experiencia y organización sindical y más aun política.
La polémica en
torno a la situación del imperialismo
Si
en el caso del compañero Pablo un poco le subrayamos
fraternalmente su “sociologismo”, en el caso de Claudio, y
como el propio Bonavena señaló risueñamente, lo que le
destacamos es su “economisismo”.
Es
que como se puede observar también en su último libro, “Bajo
el Imperio del Capital”, Katz parece escindir de manera
algo mecánica los elementos dinámicos de la lucha de clases
(y de la propia crisis económica internacional a las que nos
parece que siempre subestimó), de los procesos de
transformación estructural del propio sistema.
Coincidimos
con él, en que el capitalismo mundial sufrió una
transformación estructural en los últimos 30 años dando
lugar al período del capitalismo neoliberal.
Sin
embargo, la diferencia que volvió a surgir en el debate, es
que Katz parece interpretar esta etapa económica del
imperialismo como un ciclo con una inequívoca tendencia
“ascendente”, llamada a no sufrir mayores modificaciones.
Katz
reconoció nuestro intento de integrar en el análisis
transformaciones como la revolución informática en curso,
que estima como una nueva revolución industrial. Pero, en
nuestro caso, esas transformaciones (o, por ejemplo, la
emergencia de China) no las comprendemos como significando una
nueva fase ascendente del sistema, sino como elementos
contradictorios cuya totalidad es el hecho que la crisis histórica
del capitalismo que se está viviendo haya partido del centro
del capitalismo mundial (EEUU, la UE y Japón).
Y
que ese 60% del PBI mundial actual parece estar sumido en una
crisis de crecimiento de largo alcance, que no parece indicar
que el sistema estuviera en una fase muy ascendente que
digamos.
En
todo caso, lo que le subrayamos, es que hacer esa evaluación
por fuera de la lucha de clases y de la dinámica de la propia
crisis, es un error que termina en lo mismo que señalamos ya:
menoscabando el carácter histórico de la crisis en curso,
una crisis que ya se ha colocado entre las tres más
importante que ha sufrido el capitalismo en su 200 años de
historia moderna. No parece ser, hasta ahora, tan catastrófica
como la de los años 30, pero eventualmente estaría llamada a
producir enormes transformaciones.
Parte
de esta misma discusión sobre la dinámica del sistema, tuvo
que ver con la valoración de Katz de la situación del
imperialismo yanqui. Aquí hay otro elemento que estimamos
unilateral del compañero. Katz llegó al punto de reconocer
que a este imperialismo “le había ido mal últimamente”
(como había subrayado Roberto Ramirez), pero que eso no tenía
que ver con el estado de situación del mismo (es decir, si
estaba debilitado o no).
Al
respecto, Roberto Sáenz le respondía que no hay forma de
separar una y otra cosa (su estado, de los resultados que
obtiene), que la realidad es que indiscutiblemente EEUU sigue
siendo la primera potencia mundial. Pero, tan indiscutible
como eso, es que está viviendo un proceso de debilitamiento
hegemónico relativo. Es lo que parcialmente explica la
independencia relativa de algunos de los gobiernos
latinoamericanos (como el de Hugo Chávez y, en menor medida,
de Evo Morales).
Con
Katz, y en cierta medida Bonavena, se dio también un debate
acerca de la caracterización del período que se puede
abrirse. Desde Socialismo o Barbarie insistimos que no se
puede descartar que la profundización de la crisis y de las
luchas pueda reabrir una “época de crisis, guerras y
revoluciones”, la época de la revolución socialista,
aunque esto aún no sea así.
Es
un hecho que, hoy por hoy, el proceso es esencialmente de
rebelión popular y de cierta reabsorción de la misma, a través
de diversos mecanismos, principalmente la democracia burguesa.
Pero, en algunos casos, el péndulo político comienza a ir
hacia los extremos (por ejemplo, en Grecia). Y que si eso se
combina con un salto en la crisis –como podría darse a
partir de un estallido del euro y la Unión Europea–, quizás
la contradicción entre revolución y contrarrevolución se
pondría más a la orden del día.
En
puridad, no fue esto tanto lo que se discutió, sino más bien
la caracterización de Katz de que las grandes guerras están
prácticamente fuera del horizonte histórico. Claudio presentó
como nuevo un hecho que creemos que en realidad es viejo: que
nadie podría esperar un enfrentamiento entre las viejas
potencias imperialistas, por ejemplo, EEUU versus Alemania (o
Japón). Pero este es un dato evidente y que tiene décadas
(desde la derrota de ambos desde la II Guerra Mundial).
Nos
parece que el hecho nuevo no viene por ahí, sino de la
emergencia de China, que aun es un país relativamente
dependiente del imperialismo, pero que está pasando a ser la
principal hipótesis de conflicto para EEUU. Esto podría
profundizarse, si se siguen desarrollando los elementos
desequilibrio mundial.
En
todo caso, desde Socialismo o Barbarie señalamos que tener
una visión que plantea semejante “atenuación” de las
contradicciones entre Estados es un error, Si bien el curso
“mundializador” todavía es sostenido por los principales
gobiernos, no hay que excluir salidas de “sálvese quien
pueda” en caso de profundizarse la crisis, un “sálvese
quien pueda” que agigante las contradicciones y disputas
entre estados, dando lugar a una conflictividad incrementada.
Grecia actualiza
el debate sobre reforma o revolución
Finalmente,
la situación de la Unión Europea y Grecia “rondó” en el
debate. Si bien no se las abordó en toda su profundidad,
desde el panel subrayamos que lo que Grecia estaba poniendo
sobre la mesa es nuevamente el debate de reforma o revolución.
Subrayamos
que Syriza estaba colocando un planteo absolutamente
contradictorio como rechazar el Memorándum de ajuste de la
Troika al tiempo que reivindicar la permanencia en el euro y
la UE. Planteo reformista que en el fondo, lo que busca es una
“renegociación” con los gobiernos más fuertes de Europa
y el FMI. De alguna manera nos pareció entender que algunos
compañeros de la izquierda creen que un eventual gobierno de
Syriza podría ser una reedición del “chavismo”
latinoamericano, cifrando expectativas en él, en la
posibilidad de “avanzar al menos unos pasos”. Pero más
allá que desde nuestra corriente no apoyamos de ninguna
manera gobiernos capitalistas por más “progresistas” que
se presenten por su rol, en última instancia, de defensores
del sistema y de la democracia burguesa, insistimos también
que la creencia en que un gobierno así en Grecia pudiera
lograr los márgenes de maniobra que tienen en Latinoamérica
era una ingenuidad total. Si Syriza negocia con la Troika va a
tener que entregar algo, y eso que entregue serán los
intereses de los explotados y oprimidos. No hay otra
posibilidad.
Así
las cosas desde nuestra corriente –que hemos sentado posición
acerca del euro y la Unión Europea y de la necesidad de
impulsar una salida anticapitalista de ambas– señalamos que
lejos de depositar expectativas en Syriza lo que había que
subrayar es el carácter reformista del mismo, más allá de
es sus votantes se expresa un corrimiento hacia la izquierda.
Hay que intentar “explotar” la experiencia que se vaya
haciendo con los límites de Syriza, pero no mediante una política
oportunista de “apoyo crítico” a sus eventuales
“medidas progresivas”, sino avanzando la tarea –que de a
poco madura y se va colocando en la agenda– de construir
organizaciones socialistas revolucionarias, partidos
revolucionarios.
La
hora de la izquierda revolucionaria podría llegar, podría
lograr una “audiencia de masas”, en la medida que la
crisis se siga profundizando y pegue un salto. Esta
eventualidad se plantea cada día plantea con más fuerza,
insistimos, en la medida que la crisis no logre ser detenida,
y que la acumulación de experiencias que se vienen expresando
en la lucha de clases, siga avanzando.
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