¿Hay
un método de Marx de la economía política?
Por
Sergio Cámara Izquierdo
Revista Laberinto, mayo 2002, Universidad de Málaga, España
“La
dialéctica no es un método empleado para entender la historia, sino que
es la historia misma” (Bloch 1951: 385)
Resumen
El método
de Marx en la economía política ha sido interpretado de muy diversas
formas. Varias de las interpretaciones existentes argumentan que el método
de Marx supone una forma superior a otros métodos para la construcción
de teorías. Por el contrario, ofrecemos una interpretación del método
de Marx en la que los aspectos metodológicos están supeditados a los
aspectos epistemológicos, este último aspecto ya desarrollado por el
Marx joven antes de empezar sus estudios de economía. En consecuencia,
una reconstrucción del método de Marx implica delimitar muy claramente,
en primer lugar, los aspectos epistemológicos de su teoría. Sólo a
partir de este estudio es posible desentrañar su desarrollo metodológico.
En este desarrollo, juega un especial papel la diferenciación entre el método
de investigación y el método de exposición. Esto nos ayuda a
interpretar las nociones de Marx sobre aspectos fundamentales como pueden
ser el punto de partida y la exposición en El capital, en
contraposición a otras interpretaciones del método. Por último, se
tratan varios aspectos relacionados como los conceptos de práctica, crítica,
ciencia o ideología.
¿Hay
un método de Marx de la economía política?
1.
INTRODUCCIÓN
Marx
comenzó sus estudios sobre economía en 1844, pero no concluirá nunca
estos estudios y dejará inacabada y sin publicar su obra principal, El
capital[1][1].
El 2 de abril de 1851 comunicaba a Engels que creía estar a punto de
finalizar estos estudios:
“Voy tan
adelantado que, en cinco semanas, habré terminado con toda esta lata de
economía. Una vez hecho esto, redactaré en mi casa la Economía política,
mientras que en el Museum me lanzaré a otra ciencia. Esto comienza a
aburrirme” (CC: 44)
Finalmente,
los entresijos que escondía la economía resultaron más intrincados de
lo que esperaba ya que no sólo tenían una dimensión cualitativa, sino
también un importante contenido cuantitativo que había que resolver.
Este repentino interés por la economía y la amplia dedicación que le
otorgó en sus años maduros ha puesto encima de la mesa el debate sobre
la relación entre sus estudios formativos en filosofía, su concepción
adquirida de la sociedad y la historia humanas y sus estudios económicos
posteriores[2][2]. Precisamente por el bagaje
formativo de Marx, el análisis de esta relación se ha centrado de forma
especial en el método[3][3].
Sin
embargo, este aspecto de su teoría económica no ha sido siempre
comprendido correctamente ni tratado con la suficiente importancia. El
propio Marx se hizo eco de esta situación en la publicación de la
segunda edición alemana [1873] del primer libro de El capital:
“Que el
método aplicado en El capital no ha sido comprendido, lo demuestran las
interpretaciones contradictorias que de él se han dado” (Postfacio:
XXI)
A lo largo
del siglo XX, la cuestión del método ha visto convivir una situación de
creciente preocupación con su continua incomprensión, tal y como
expresan alguno de los autores que con más insistencia han abordado estos
temas (Rosdolsky 1968: 11; 1972: 62; Moseley 1982: 10; 1993b: 1). No
obstante, en lo que la mayoría de los autores están de acuerdo es que la
causa de esta situación se debe a la falta de una exposición sistemática
del método por el propio Marx (Echeverría 1978: 333; Palazuelos 2000:
41).
En este
artículo, se ofrece una breve exposición de los aspectos esenciales del
método de Marx. Lógicamente, esta exposición del método es una
interpretación propia y está lejos de constituir una lectura única de
Marx. Sin embargo, creo que esta lectura es la más adecuada para la
comprensión de su teoría económica y para la interpretación de la
realidad económica actual. Es decir, el propósito de localizar los vacíos
teóricos en Marx está orientado a llenar estos vacíos con el objeto de
dotar de contenido científico a su teoría económica[4][4].
1.1
Situando la controversia
En el
postfacio a la segunda edición alemana de El capital, Marx
califica su método como método dialéctico. Aunque existen pocas dudas
acerca de este carácter dialéctico, no existe un consenso sobre la
definición de la dialéctica y el uso que Marx le otorga en su obra[5][5]. Foley (1986: 10-11) distingue dos
aspectos en los que aparece la dialéctica en el pensamiento de Marx. El
primero se refiere a la manera de presentar su teoría: Marx expone el
proceso dialéctico a través del cual llega a sus ideas y conceptos a la
par que expone su teoría. El segundo aspecto es, según Foley, más
importante y se refiere a la concepción de Marx de la realidad y del
conocimiento humano como un proceso contradictorio en continuo movimiento
y cambio. Esta distinción entre estos dos aspectos de la dialéctica está
presente en la mayoría de la literatura marxista, aunque con diferentes
interpretaciones. Por ejemplo, Ollman y Smith se aventuran a definir la
dialéctica de la siguiente manera:
“La dialéctica
es una forma de pensar y un conjunto de categorías relacionadas que
captura, ni omite ni deforma, los cambios rea-les y la interacción que
ocurre en el mundo. También ofrece un método para la investigación de
una realidad así concebida, y de presentar nuestros resultados a otros,
la mayoría de los cuales no piensa dialécticamente. Por tanto, la dialéctica
no explica por sí misma el capitalismo, sino que nos ayuda a observar e
investigar las relaciones capitalistas y los procesos de los que formamos
parte según se han desplegado, se despliegan y, todavía, están por
desplegarse. El uso de la dialéctica –con un gran esfuerzo en dura
investigación empírica– permite desarrollar una teoría que puede
explicar el capitalismo en su transformación. El marxismo es esa teoría”
(Ollman y Smith 1998, 334)
Esta
definición se refiere al primer aspecto de la dialéctica, el método de
presentación y de obtención de las ideas. Según esta definición, la
dialéctica es una forma de pensar que permite la investigación y
comprensión de una realidad concreta, la presentación de los resultados
de la investigación y la construcción de la teoría. La única
referencia que tenemos sobre el segundo aspecto de la dialéctica es la
mención a un mundo concebido por sus cambios reales, interacciones y
procesos que se despliegan. Mattick Jr., por el contrario, considera que
en la teoría de Marx sólo se puede hablar de concepción dialéctica en
el segundo de estos aspectos. Por tanto, no cree que Marx aplique la lógica
dialéctica para la derivación de las categorías económicas y la
construcción de su teoría del capitalismo:
“La dialéctica
no se identifica con un lógica de la construcción de la teoría, sino
con la idea del carácter esencialmente histórico de las formaciones
sociales, y así (en su ‘forma racional’) con el principio de la no
existencia de leyes transhistóricas de la realidad social” (Mattick Jr.
1993, 117)
En
consecuencia, la controversia sobre el tratamiento del método de Marx se
sitúa fundamentalmente en la doble naturaleza de la dialéctica, como método
de construcción de teorías y como concepción de la realidad social. Por
tanto, cabe preguntarse si Marx realmente poseía una concepción dialéctica
de la realidad o si la dialéctica se refiere exclusivamente al método de
presentación de esta realidad. O, también, se puede interpretar la lógica
dialéctica como el método más adecuado (pero no el único) para la
presentación de la realidad capitalista, concebida dialécticamente o no.
O, quizás, la presentación dialéctica de la teoría sea la única forma
de exponer una realidad dialécticamente concebida.
Para
aclarar estos puntos es necesario estudiar ambos aspectos: la concepción
de la realidad social y la teoría del conocimiento. En consecuencia, la
exposición del método se divide en tres partes. En la sección 2
abordamos los aspectos epistemológicos del método de Marx. Los aspectos
metodológicos, íntimamente ligados a los primeros, son tratados en la sección
3. La última parte de esta sección constituye una breve revisión de
algunos enfoques del método de Marx en función del desarrollo anterior.
Por último, la sección 4 supone una revisión general de los
aspectos anteriores, mediante el análisis de la relación existente entre
la teoría y la realidad.
2. LA CONCEPCIÓN
DE LA REALIDAD SOCIAL
2.1 La concepción
dialéctica de la realidad
Marx se
refiere explícitamente a su método en la introducción de los Grundrisse
y en el postfacio a la segunda edición de El capital. En el
postfacio, Marx comenta un artículo crítico de I. I. Kaufmann dedicado
exclusivamente al método de El capital. Tras realizar una larga
cita del artículo en la que el autor realiza una exposición del método
de Marx, Marx califica la exposición de Kaufmann como muy acertada:
“Pues
bien, al exponer lo que él llama mi verdadero método de una manera tan
acertada, y tan benévolamente además en lo que se refiere a mi modo
personal de aplicarlo, ¿qué hace el autor sino describir el método dialéctico?”
(Postfacio: XXIII)
Por tanto,
parece adecuado usar esta descripción de Kaufmann para comenzar el análisis
de la propia concepción de Marx sobre su método. En esta exposición,
Kaufmann empieza por mencionar cuál es el propósito de El capital:
“Lo único
que a Marx le importa es descubrir las leyes de los fenómenos en cuya
investigación se ocupa... Le interesa además, y sobre todo, la ley que
rige sus cambios, su evolución, es decir, el tránsito de una forma a
otra, de uno a otro orden de interdependencia... Para ello, le basta
simplemente con probar, a la par que la necesidad del orden presente, la
necesidad de un orden nuevo hacia el que aquél tiene inevitablemente que
derivar” (Ibid: XXII)
Esta
lectura del propósito de El capital es idéntica al propósito de
“descubrir la ley económica que preside el movimiento de la sociedad
moderna” que manifiesta el propio Marx. En su empeño de descubrir las
leyes de funcionamiento del capitalismo, Marx pone énfasis en las leyes
de movimiento o evolución del modo capitalista de producción. Este énfasis
se debe a su concepción de la realidad material en continua evolución y
cambio:
“Todo lo
que existe, todo lo que vive sobre la tierra y bajo el agua, no existe, no
vive más que por algún movimiento. Así, el movimiento de la historia
produce las relaciones sociales, el movimiento industrial nos ofrece los
productos industriales, etc.” (MF: 157)
La
caracterización de la realidad material en continuo cambio implica que
las categorías del análisis son categorías sujetas a un determinado
momento histórico y que, por tanto, no tienen una validez transhistórica.
Es decir, dado que la realidad material que constituye el ámbito científico
es cambiante, las categorías teóricas o del pensamiento que nos sirven
para explicar esta realidad están sometidas a esta dinámica. Por tanto,
el primer aspecto del método de Marx que queremos señalar es su concepción
de la realidad material en continua evolución. Este aspecto lo
denominamos concepción dialéctica de la realidad social.
La
concepción dialéctica de la realidad, además, interpreta la realidad
material como una totalidad orgánica formada por diversos elementos o
partes cuyas relaciones conforman la totalidad orgánica. Este contenido
de la concepción dialéctica es enfatizado por Saad-Filho:
“La dialéctica
materialista supone, en primer lugar, que lo concreto analizado en El
capital, la economía capitalista, es íntegra y entera, y que este
sistema orgánico de cosas o fenómenos mutuamente condicionados está
determinado en función de sus partes o momentos. En segundo lugar, para
reconstruir lo concreto en el pensamiento, el análisis debe reflejar la
estructura de lo concreto, debe empezar por la totalidad antes que por sus
partes” (Saad-Filho 2001: 3)
De igual
forma, Carchedi (1993: 186-192) señala que una de las características de
la interpretación dialéctica es el énfasis en la interrelación entre
todos los elementos y procesos que conforman la realidad material. Los
elementos que forman parte de la realidad capitalista deben analizarse
como partes integrantes de la totalidad orgánica, teniendo en cuenta las
relaciones de interdependencia existentes. En los diferentes procesos de
la realidad, algunos elementos son determinados por otros elementos, que
son determinantes. Sin embargo, la relación que existe entre los
elementos no es lineal o de una sola dirección, sino que es una relación
de interdependencia o dialéctica. Por tanto, una relación dialéctica es
aquella en que las partes determinadas de un proceso se convierten en las
condiciones de reproducción o de superación de las partes determinantes.
En consecuencia, en su definición de dialéctica Carchedi recoge tanto el
aspecto evolutivo como el aspecto de integridad de la realidad social:
“Dialéctica
es la interpretación de la realidad que explica la realización simultánea
de todas las instancias en un momento del tiempo y su cambio a un nuevo
sistema de instancias simultáneamente realizadas en otro momento del
tiempo en función de la naturaleza dialéctica de la relación que une
todas las instancias y del movimiento dialéctico que nace de ésta” (Carchedi
1993: 192)
2.2 La concepción
materialista de la realidad
Marx
adquiere su concepción de la realidad de la dialéctica de Hegel, del que
dice que es “el primero que supo exponer de un modo amplio y consciente
sus formas generales de movimiento” (Postfacio: XXIV). Sin embargo, Marx
no duda en diferenciar su concepción de la realidad material de la de
Hegel. En Marzo de 1868, poco después de la publicación del primer
volumen de El capital, Marx le advierte a Kugelmann de esta
diferencia:
“Mi método
de exposición no es el de Hegel, puesto que yo soy materialista y Hegel
idealista. La dialéctica de Hegel es la forma fundamental de toda dialéctica,
pero sólo cuando es despojada de su forma mística, y eso es precisamente
lo que distingue mi método” (CC: 154)
La
diferencia entre la dialéctica de Marx frente a la de Hegel es que
identifica el origen del movimiento en motivos diferentes. Marx se declara
materialista, mientras que califica a Hegel de idealista. En sus
consideraciones metodológicas del postfacio a la segunda edición de El
capital, Marx aclara la diferencia entre ambos métodos y considera
que esta diferencia supone un cambio radical para la concepción de la
realidad.
“Mi método
dialéctico no sólo es fundamentalmente distinto del de Hegel, sino que
es, en todo y por todo, la antítesis de él. Para Hegel, el proceso del
pensamiento al que él convierte incluso, bajo el nombre de idea, en
sujeto con vida propia, es el demiurgo de lo real, y esto la simple forma
externa en la que toma cuerpo. Para mí, lo ideal no es, por el contrario,
más que lo real traducido y traspuesto a la cabeza del hombre” (Postfacio:
XXIII)
Marx
critica a Hegel por identificar la realidad con el desarrollo del
pensamiento y de los conceptos, es decir, por considerar que la realidad
es el reflejo de un ente con “vida propia”, la Idea absoluta.
Consecuentemente, sustituye su visión idealista del movimiento de la
realidad social por una visión materialista, en la que el pensamiento
humano está determinado por la realidad material. Esta “inversión”
en la dialéctica marxiana es la razón por la cual la concepción de la
sociedad de Marx supera a la de Hegel y la que retira la “corteza mística”
de la dialéctica para descubrir su “semilla racional” (Ibid: XXIV).
En
resumen, la dialéctica marxiana establece que los conceptos y los
pensamientos son reflejo de la realidad material, es decir, tienen una
base material. Dado que Marx concibe esta realidad material en continuo
movimiento, las conceptos y categorías del pensamiento tienen una validez
limitada a la propia existencia de la realidad material que los genera. De
esta forma, según la concepción materialista de la realidad, las leyes
que rigen cada periodo histórico son diferentes y están en continuo
cambio, por lo que no se puede hablar de leyes transhistóricas. Por esta
razón,
“[La dialéctica] reducida
a su forma racional, provoca la cólera y es el azote de la burguesía y
de sus portavoces doctrinarios, porque en la inteligencia y explicación
positiva de lo que existe abriga a la par la inteligencia de su negación,
de su muerte forzosa; porque, crítica y revolucionaria por esencia,
enfoca todas las formas actuales en pleno movimiento, sin omitir, por
tanto, lo que tiene de perecedero y sin dejarse intimidar por nada” (Ibid:
XIV)
Precisamente,
Marx critica a la escuela económica clásica por entender las categorías
económicas como categorías suprahistóricas, en lo que denomina
eternización de las relaciones sociales de producción. Marx cree que se
debe hablar de las categorías económicas en su contexto histórico específico:
“cuando se habla de producción, se habla siempre de producción en
una determinada fase de desarrollo social” (G I: 2). Por eso, la
tarea científica consiste en determinar los aspectos esenciales y
diferenciadores de cada periodo histórico y no en aislar los aspectos
comunes a todas las fases históricas de la producción:
“Las
determinaciones valederas para la producción en general deben ser
precisamente separadas para que, por fijarnos en la unidad –que se
manifiesta ya por el sólo hecho de que estén constituidas por el sujeto,
la humanidad, y el objeto, la naturaleza– no se olvide la diversidad
esencial. En este olvido radica por ejemplo toda la sabiduría de los
economistas modernos, quienes demuestran la eternidad y la armonía de las
relaciones sociales existentes” (Ibid: 3)
3. LA TEORÍA DEL
CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD SOCIAL
Hemos
tratado sobre el primer y crucial aspecto del método empleado por Marx:
su concepción de la realidad capitalista. A continuación, es necesario
tratar cómo Marx se aproxima a esa realidad y cómo la expone en la teoría.
A nuestro entender, la teoría del conocimiento de la realidad material y
social es un reflejo de su concepción de la realidad capitalista. Por
esta razón, una exposición de esta teoría tiene que estar precedida por
la exposición previa de su concepción de la realidad material. En
resumen, en este apartado nos proponemos mostrar la dependencia de los
aspectos metodológicos de los aspectos epistemológicos.
3.1 El método de
investigación y el método de exposición
La distinción entre el método
de investigación y el método de presentación es la característica más
importante de la teoría del conocimiento de Marx. Fundamentalmente, esta
distinción supone una separación entre dos fases distintas en la
elaboración teórica. El primer paso consiste en la observación de la
realidad material y la investigación de su funcionamiento interno.
Posteriormente, y partiendo de los resultados de la fase anterior, se
procede a la exposición científica de la teoría. En la literatura, esta
distinción entre el método de investigación y el método de exposición
ha sido a menudo ignorada o simplemente desconocida. De este modo, el énfasis
en las discusiones del método se ha centrado en el método de exposición
como si se tratara de la totalidad de la metodología marxiana[6].
Bajo este enfoque, el método empleado en El capital se limita a
los pasos que da Marx para el desdoblamiento de categorías una de otra a
partir de un punto de partida. Pero esta ausencia en la distinción entre
el método de investigación y el método de exposición resulta en graves
problemas teóricos. Nos sumamos a Carchedi en su advertencia de que “si
no se realiza ninguna distinción entre los dos métodos, el método de
presentación se confunde por el método de investigación. Esto es un
error. Dada una sucesión lógica de categorías, el desdoblamiento de
tipo orgánico de una categoría de otra caracteriza el método de
presentación, pero no el método de investigación” (Carchedi 1993:
195-196)
Esto es, el método de
investigación se debe desarrollar previamente al método de presentación
y este último sólo tiene sentido como consecuencia del primero. Además,
esto implica que el método de investigación no se puede descubrir
siguiendo los pasos seguidos en El capital, sino que se deben
acudir a los principios epistemológicos avanzados por Marx a lo largo de
toda su obra. Por este motivo, para nosotros es imposible abordar la teoría
del conocimiento de Marx sin haber presentado previamente su interpretación
de la realidad material y de los principios que la gobiernan en la sección
anterior. A partir de este enfoque, el desdoblamiento y presentación de
categorías en la exposición teórica y la elección del punto de partida
para la exposición pierden el carácter místico que tienen en la lógica
hegeliana.
Marx introduce su distinción
entre el método de investigación y el método de exposición de forma
explícita en el postfacio a El capital y advierte del peligro de
que el método de exposición aparezca como una construcción a priori:
“Claro que mi método de
exposición debe distinguirse formalmente del método de investigación.
La investigación ha de tender a asimilar en detalle la materia
investigada, a analizar sus diversas formas de desarrollo y descubrir sus
nexos internos. Sólo después de coronada esta labor, puede el
investigador proceder a exponer adecuadamente el movimiento real. Y si
sabe hacerlo y consigue reflejar idealmente en la exposición la vida de
la materia, cabe siempre la posibilidad de que se tenga la impresión de
estar ante una construcción a priori” (Postfacio: XXIII)
No
obstante, encontramos la exposición más detallada de la aplicación de
los métodos de investigación y de exposición en la introducción a los Grundrisse,
aunque esta distinción en el método no se encuentre mencionada de forma
explícita. En este texto, Marx presenta las dos fases de la elaboración
teórica como el método de abstracción (el paso de lo concreto a lo
abstracto) y el método de elevación de lo abstracto a lo concreto.
3.2
El método de abstracción
La elaboración teórica en
la economía política debe comenzar por la investigación de la realidad
material que pretendemos comprender y teorizar. Según Marx, “si
consideramos un país dado desde el punto de vista de la economía política,
comenzaremos por su población, su distribución en clases, la ciudad, el
campo, el mar, las diferentes ramas de producción, la exportación y la
importación, la producción y los consumos anuales, los precios de las
mercancías, etc.” (G I: 15). Tal y como introducimos en la sección
anterior, la investigación debe abarcar la totalidad orgánica de la
realidad social y las relaciones internas que se conforman entre las
partes integrantes de esta realidad, y no de sus partes integrantes
consideradas aisladamente. No obstante, el aspecto sobre el que quiero
llamar la atención es el carácter ontológico del punto de partida de la
investigación: lo “real y concreto”[7][7].
Este punto de partida condiciona de forma evidente la formación de los
conceptos teóricos.
Así, el punto de partida
es la realidad concreta o lo “concreto real”. Germer caracteriza, a
nuestro entender, correctamente este punto de partida; lo “concreto
real” “designa el mundo realmente existente o empírico” y
que “debe ser el punto de partida de todo el pensamiento”. No
obstante, Germer va más allá y apunta que lo concreto real sólo puede
ser el punto de partida de la elaboración del conocimiento como una “representación
mental, es decir, como una expresión de la percepción inmediata de la
realidad por medio de los sentidos” y que el nombre más adecuado
para esta representación es lo “concreto sensorial” (Germer 2001: 3).
A partir de este punto de
partida adecuado, Marx señala que la investigación “ha de tender a
asimilarse en detalle la materia investigada, a analizar sus diversas
formas y a descubrir sus nexos internos” (Postfacio: XXIII). Es
decir, el objetivo final de la investigación de la realidad capitalista
consiste en el descubrimiento de relaciones esenciales sobre las que se
rige o articula la economía capitalista. Marx denomina estas relaciones
esenciales abstracciones o determinaciones. Estas
abstracciones son simples desde el momento en que únicamente expresan las
relaciones esenciales, pero son el resultado de la observación de la
totalidad de la realidad concreta o de lo concreto real. Por tanto, no se
pueden entender fuera de este contexto, tal y como advierte Marx en la
introducción metodológica a los Grundrisse [8]:
“La más simple de las
relaciones económicas, digamos el valor de cambio, presupone la población,
una población que produce dentro de determinadas relaciones; y presupone
también un cierto tipo de familia, de comunidad o de Estado, etc. No
puede existir nunca fuera de la relación abstracta unilateral de un
concreto vivo y ya dado” (G I: 16)
En resumen, las categorías
abstractas o lo conceptos teóricos son productos del pensamiento. Sin
embargo, estas categorías no tienen existencia propia e independiente
generada en el pensamiento humano, sino que la aparición de estas categorías
del pensamiento se debe a la existencia previa de una realidad concreta,
de cuya observación y aprehensión surgen como representación mental
simple[9].
El método de buscar las relaciones esenciales o determinaciones más
simples se denomina método de abstracción, que Marx considera
como “el único medio de que disponemos” para el análisis de
las formas económicas (K I: XIII). Este método nos sirve para derivar de
los meros fenómenos observables las relaciones esenciales que rigen y
articulan estos fenómenos y su movimiento. Por esta razón, la elección
de las abstracciones se convierte en un momento fundamental del proceso de
elaboración teórica:
“Parece que lo correcto
es arrancar de lo real y lo concreto, comenzar por las premisas reales y,
por tanto, en la economía, por ejemplo, comenzar por la población, base
y sujeto de toda la producción social. Sin embargo, vista la cosa más a
fondo, esto resulta falso. La población es una abstracción, si dejo de
lado, por ejemplo, las clases que la forman. Y, a su vez, estas clases son
una palabra vacua si no conozco los elementos sobre los que descansan, por
ejemplo, el trabajo asalariado, el capital, etc. Estos forman a su vez y
presuponen el cambio, la división del trabajo, los precios, etc. Por
ejemplo, el capital no es nada sin el trabajo asalariado, si el valor, sin
el dinero, el precio, etc.” (G I: 15)
El rechazo de Marx a la
población como punto de partida se debe a que no representa lo concreto
real. Por el contrario, la población es una categoría abstracta que no
recoge las relaciones internas esenciales que median entre los fenómenos
observables. “Así, pues –continua Marx– si comenzase por
la población, me formaría una representación caótica del todo, y por
medio de una determinación más precisa llegaría, analíticamente, a
conceptos más simples” (Ibidem)[10].
El punto de partida debe ser la abstracción real, que recoja las
relaciones esenciales que rigen en la realidad económica.
En resumen, la primera
parte de la elaboración científica del conocimiento –el método de
abstracción, como resultado del método de investigación– implica la
generación de categorías del pensamiento con un contenido real, dado que
surgen como resultado de la investigación y observación de la realidad
para la identificación de las “leyes” o relaciones esenciales que
gobiernan la realidad empírica económica.
3.3 El método de
elevación de lo abstracto a lo concreto
La segunda fase de la
elaboración teórica consiste en la reconstrucción del movimiento real
en el pensamiento, mediante el desarrollo lógico de las diferentes
categorías teóricas, partiendo de las categorías más abstractas hacia
las categorías más concretas[11].
En palabras de Marx, “las
determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por
la vía del pensamiento” (Ibid: 16). Este proceso lógico se conoce
como el proceso de elevación de lo abstracto a lo concreto. Siguiendo con
su ejemplo de la población, Marx expone esta segunda fase de la siguiente
manera:
“Y arrancando de aquí [de
las determinaciones más simples], tendría que emprenderse de nuevo
el viaje hacia atrás, hasta llegar otra vez, por último, a la población,
pero ahora no ya como la representación caótica de un todo, sino como la
rica totalidad de muchas determinaciones y relaciones” (Ibid: 15)
Mediante este proceso de
reconstrucción, la categoría población deja de ser una categoría
abstracta y se convierte en una “rica totalidad” constituida por
“muchas determinaciones y relaciones”. La reproducción de lo concreto
por la vía del pensamiento partiendo de las determinaciones más simples
nos permite explicar la realidad concreta, aparentemente caótica, a
partir de sus relaciones esenciales, conformando una presentación
ordenada de la realidad capitalista:
“Lo concreto es concreto
porque constituye la síntesis de muchas determinaciones y, por tanto, la
unidad de lo múltiple. En el pensamiento aparece, por tanto, como un
proceso de síntesis, como resultado, y no como punto de partida, a pesar
de que es el punto de partida real y también, por tanto, el punto de
arranque de la intuición y la representación” (Ibid: 15-16)
Por tanto, el resultado del
método de exposición –la fase final del proceso de conocimiento– es
la reproducción de lo concreto en el pensamiento y el objetivo de esta
elaboración teórica del conocimiento es la reproducción de lo concreto
real. De otra forma, el objetivo de la reproducción de lo concreto en el
pensamiento es la comprensión de lo concreto real[12][12].
La relación entre lo concreto en el pensamiento y la realidad concreta
depende esencialmente de dos factores. En primer lugar, depende del grado
de abstracción o concreción al que se llegue en la exposición teórica.
Pero fundamentalmente, depende del grado de corrección científica con la
que se ha llevado la elaboración teórica. Volveremos a esto en la última
sección.
3.4 La lógica
dialéctica y el método de exposición
Marx advierte que la
presentación de las categorías económicas mediante su desarrollo lógico
en el método de exposición puede dar la falsa impresión de una
construcción a priori. En esta construcción, las categorías del
pensamiento se desdoblan y derivan unas de otras, conformando una forma
ideal de construcción de la teoría. De hecho, Marx cree que ésta es la
manera de proceder de Hegel, para el cual “el método que se eleva de lo
abstracto a lo concreto” se convierte en “el proceso de nacimiento de
lo concreto mismo”. Según Marx, Hegel cayó “en la ilusión de
concebir lo real como resultado del pensamiento concentrado en sí mismo,
que se profundiza y se mueve por sí mismo” (G I: 16). En
contraposición al idealismo, el método científico de Marx está basado
en el materialismo. La distinción entre el método de investigación y
exposición nos ayuda desterrar esta concepción idealista y nos ayuda a
valorar dos enfoques en la literatura sobre el método de Marx, la nueva
dialéctica y el método lógico-histórico.
Recientemente, en la
literatura marxista ha surgido una interpretación del método de exposición
de Marx basado en la “dialéctica sistemática”[13].
Esta interpretación, en palabras de Saad-Filho, es “un punto de
vista hegeliano desde el que se interpreta la obra de Marx” (Saad-Filho
2001: 16). De esta forma, la “nueva dialéctica” está basada en la
correspondencia entre el método de Marx y el de Hegel y, en cualquier
caso, en la reinterpretación de Marx según el argumento hegeliano cuando
sea necesario (Ibid: 17). La consecuencia de este enfoque es la lectura de
El capital como una derivación sistemática de categorías;
partiendo de una categoría abstracta inicial se derivan el resto de las
categorías progresando en el pensamiento hacia una reconstrucción de la
realidad concreta.
A nuestro entender, el método
de exposición de Marx no tiene nada que ver con la “dialéctica sistemática”
de este enfoque. En la teoría dialéctica sistemática, el desdoblamiento
de categorías se realiza a partir de un punto de partida, de fundamental
importancia. Este punto de partida debe ser “el momento más
fundamental del objeto-totalidad, que determina ... la interconexión de
los momentos necesarios de la totalidad” (Reuten y Williams 1989:
20) y el éxito de la elaboración científica (o de la presentación de
las categorías) depende de la elección correcta del punto de partida (Ibid:
20 y 33). Por el contrario, creemos que el punto de partida de la
elaboración teórica se encuentra en la realidad concreta y en el método
de investigación. De otro modo, las categorías abstractas son únicamente
el punto de partida del método de presentación.
Aun suponiendo que el punto
de partida de la nueva dialéctica es fruto de la investigación y
observación de la realidad concreta, su elección no es fundamental para
el método de exposición, dado que la derivación sistemática de categorías
es muy cuestionable. La dialéctica sistemática supone que las categorías
se pueden derivar “necesariamente”[14]
unas de otras de forma que se reconstruya la realidad concreta en el
pensamiento. Saad-Filho (2001: 19-20) realiza varias objeciones. En primer
lugar, la posibilidad de usar dos puntos de partida diferentes que
“necesariamente” llevan a la reconstrucción del capitalismo. En
segundo lugar, no está demostrado que sea posible reconstruir
completamente la realidad concreta mediante la derivación sistemática a
partir del punto de partida.
En oposición a la nueva
dialéctica, creemos que la derivación de categorías no se puede
entender sin tener en cuenta previamente el método de investigación, que
nos permite la concepción de las relaciones y categorías en sus
diferentes niveles de abstracción que gobiernan la realidad capitalista.
El método de exposición se limita a presentar de la forma más adecuada
estas categorías, sin ninguna “necesidad” en la elección del punto
de partida o en la derivación. De esta forma, el método de exposición
no es una estructura única y cerrada, sino que se supedita al objetivo de
la exposición. ¿Cuáles son, entonces, las premisas que determinan el
orden de exposición de las categorías?
Dado que la exposición de
las categorías es la reconstrucción de lo concreto en el pensamiento,
como reflejo lo más fiel posible a la realidad concreta, el orden de las
categorías en la exposición teórica es aquel que mejor ayude a
comprender la realidad concreta que se pretende describir y entender. Este
orden estará influenciado por el nivel de abstracción de cada categoría
descubierto en la investigación y se asimilará a un proceso que parte de
las determinaciones más simples e introduce consecutivamente categorías
más complejas. Sin embargo, la exposición de Marx no se limita a
explicar el modo de producción capitalista de la forma más correcta
posible. En ese caso, Marx se hubiera limitado a ser un economista político
más. Tal y como argumenta Carchedi, el carácter específico de la obra
de Marx radica en su análisis desde la perspectiva de la clase
trabajadora:
“Como Marx no es
simplemente un teórico sino un representante de la clase trabajadora,
descubrir el método dialéctico de investigación social de Marx implica
descubrir cómo reconstruye la realidad en el pensamiento (lo concreto en
el pensamiento) desde el punto de vista de una clase determinada, la clase
trabajadora. Además, esto implica una crítica de otros sistemas teóricos
con determinación de clase. No es casualidad que el subtítulo de El
capital sea ‘Crítica de la Economía Política’. En breve, la
especificidad de la dialéctica marxiana es la fusión de la perspectiva
dialéctica con la perspectiva de la clase trabajadora en lo que se puede
llamar como análisis dialéctico de clase” (Carchedi 1993: 196)
Por tanto, la presentación
de las categorías no sólo sigue el orden que mejor reproduce y ayuda a
entender el modo de producción capitalista, sino que este orden está
también determinado por el carácter de clase de la teoría marxista. En
consecuencia, la exposición teórica de El capital, tiene la
intención de mostrar que la relación entre capital y trabajo es la
relación esencial en el capitalismo, mostrar posteriormente sus límites
y, finalmente, mostrar cómo el proletariado se postula como el elemento
de superación del modo de producción capitalista.
El método lógico-histórico[15]
es una interpretación de Marx relacionada con la discusión sobre el
status de la primera sección del libro primero de El capital y de
la mercancía como punto de partida. Este método considera que el
desarrollo lógico de las categorías en El capital coincide con su
desarrollo histórico[16].
En nuestra opinión, éste no es el método de Marx, tal y como rechaza
explícitamente en la introducción a los Grundrisse. Cuando se
plantea la posibilidad de la coincidencia de la aparición histórica de
las categorías con su orden lógico de categorías más simples a más
complejas, la respuesta de Marx es ambigua. Depende. Y pasa a poner
ejemplos en los que esta coincidencia tiene lugar (G I: 17), con otros
ejemplos donde la coincidencia no tiene lugar (Ibid: 19). Tras analizar
estos ejemplos, su conclusión no puede ser más tajante:
“Sería, por tanto, falso
y no viable el seguir las categorías económicas por el orden con que
aparecen históricamente como categorías determinantes” (Ibid: 21)
Una de las consecuencias de
esta lectura del método de Marx consiste en considerar el objeto de análisis
de la primera sección del libro de El capital como un periodo histórico
previo al capitalismo: la “producción mercantil simple”. De igual
forma, la categoría mercancía se aplica a este periodo histórico más
amplio. De nuevo, esta interpretación queda en evidencia si distinguimos
entre el método de investigación y el método de exposición. Si el
punto de partida de la investigación es la realidad capitalista como
totalidad concreta, las categorías que se obtienen de esta investigación
y que se analizan en esta sección –mercancía, valor de cambio, trabajo
abstracto– son categorías del pensamiento que sólo tienen sentido en
el modo de producción capitalista. De otro modo, el objetivo de esta
sección no es el análisis del surgimiento histórico del capitalismo,
sino de las leyes del movimiento de la sociedad capitalista (Robles 2000:
5).
A partir de las premisas
que hemos delimitado para la exposición teórica, es posible determinar
la naturaleza exacta de la mercancía como punto de partida de la exposición
en El capital. Antes de nada, debemos definir el concepto de
mercancía. En general, estamos de acuerdo con la caracterización de la
mercancía por parte de Robles. Para este autor, la mercancía “se
presenta como lo inmediatamente existente en la superficie de la sociedad
burguesa” y que “como
la mercancía y el dinero no sólo son categorías más simples y
abstractas que la de capital, sino que además son las formas en que
aparece inmediatamente la circulación capitalista en la que el capital
aparece velado, nosotros sostenemos que Marx consideró comenzar su análisis
del concepto del capital precisamente con el análisis de la mercancía,
el dinero y su circulación en cuanto que la forma inmediata en que
aparece la producción capitalista en la superficie de esta sociedad”
(Robles 2000: 19)[17]
A partir de esta
caracterización de la mercancía, queremos comentar críticamente dos
interpretaciones de la mercancía como punto de partida. En primer lugar,
el filósofo español Martínez Marzoa cree que la elección de la mercancía
como punto de partida implica la realización de una ontología de la
sociedad capitalista: “Las mercancías constituyen la totalidad de la
realidad capitalista” o “Todas las cosas son mercancías”.
En este sentido, el punto de partida no es una categoría ideal, sino que
se encuentra en la base económica o en la realidad material. A partir de
este punto de partida, Marx realiza, según Martínez Marzoa una
reconstrucción del capitalismo basada en un modo de proceder
“ideal-constructivo”, rechazando así la el punto de vista “histórico-genético”
(Marzoa 1983: 35). De esta forma, el desarrollo de las categorías del
pensamiento o reconstrucción de lo concreto en el pensamiento supone el
surgimiento de todas las relaciones capitalistas a partir de la categoría
mercancía mediante la lógica dialéctica[18].
En nuestra opinión, Martínez Marzoa confunde el punto de partida de la
exposición en El capital con el punto de partida de la investigación
de la realidad capitalista. Al ignorar el método de investigación, la
categoría inicial de la exposición debe conformar la totalidad realidad
concreta y ser necesaria y suficiente para la reconstrucción completa de
la realidad en el pensamiento. De nuevo, creemos que esta lectura de la
exposición no es necesaria si se distingue entre el método de
investigación y de exposición.
Por otro lado, Echeverría
señala correctamente que la mercancía se trata de una categoría simple
y concreta (1978: 356). Sin embargo, comete un error similar al de Martínez
Marzoa al considerarla como el punto de partida de la investigación de
Marx y no como el punto de partida de su exposición en El capital:
“La justificación
metodológica de este punto de partida se basa en su capacidad particular
de permitir una apertura necesaria de lo concreto a lo abstracto, dado un
objeto determinado de estudio” (Ibid: 360)
Para nosotros, por el
contrario, la mercancía es el punto de partida del método de exposición
usado en El capital. Además, la circulación simple de mercancías
es la forma inmediatamente aparente del modo de producción capitalista.
Por último, el objetivo de la exposición es presentar al modo de
producción capitalista como un estadio históricamente limitado y
caracterizado por la relación de capital. Tanto Mattick Jr. como Robles
coinciden en este objetivo[19]:
“El punto de partida de
la crítica de Marx debe ser, por consiguiente, la categoría más
elemental de la sociedad capitalista según la teoriza la teoría clásica:
la mercancía. Su conclusión será la sustitución de esa categoría como
fundamental por la relación de clase entre los trabajadores y los
capitalistas” (Mattick Jr. 1993: 124)
“De acuerdo con la dialéctica
sistemática de Marx, esta interpretación requiere probar que, como tal
momento lógico presupuesto [la circulación mercantil simple], el
capital debe surgir como el resultado de su desarrollo dialéctico
inmanente, y por lo tanto, de su negación” (Robles 2000: 19)
En resumen, la exposición
de Marx en El capital sigue la pauta de partir de la forma
elemental aparente del capitalismo para desentrañar de ésta que la
relación entre capital y trabajo es la relación esencial en el modo de
producción capitalista. Pero la exposición de Marx no se limita a
mostrar esta relación, sino que además muestra sus límites, la
tendencia a la crisis del modo de producción capitalista y la postulación
de la clase obrera como el elemento activo en la superación de este
periodo histórico.
4. LA RELACIÓN
ENTRE TEORÍA Y PRÁCTICA
En
esta última sección, vamos a revisar la relación entre la realidad
concreta y la reconstrucción teórica de lo concreto en el pensamiento.
Para ello, es necesario postular un criterio científico de verdad que
sirva para contrastar la relación entre estos dos polos opuestos de lo
concreto. De esta forma, esta revisión permite repasar los aspectos
esenciales abordados en las secciones anteriores y nos sirve como conclusión.
Por último, vamos a repasar el contenido del concepto de crítica,
ciencia e ideología en Marx.
4.1
El concepto de práctica
En la metodología
marxista, como en cualquier metodología, la teoría del conocimiento de
la realidad social debe ser contrastada con un criterio de verdad. En
nuestros términos, se debe contrastar la relación entre la reproducción
de lo concreto en el pensamiento con la realidad material concreta que se
pretende reproducir. Este criterio de verdad en Marx se fundamenta en la
relación entre la teoría y la práctica, o en otros términos, en la
relación entre el proceso de elaboración teórica y los procesos
materiales o reales que se teorizan.
Hemos visto que la realidad
concreta es el punto de partida para la investigación en el proceso teórico.
La elaboración teórica empieza con la observación empírica de lo
concreto real que, como veíamos, conocemos como un reflejo en nuestra
mente, lo concreto sensorial. Sin embargo, la relación entre la realidad
material y la teoría no se limita al punto de partida. Germer explica el
carácter completo de esta relación:
“Este reflejo no es
entendido en Marx como una relación sujeto-objeto individual y
contemplativa, ni tampoco como una relación lineal que empieza con las
sensaciones y termina en el conocimiento. Por el contrario, se trata de un
proceso en continua repetición que integra el proceso continuo de
intercambio entre los seres humanos y la naturaleza, a través del
trabajo, que constituye la producción material” (Germer 2001: 4)
Es decir, la actividad
material del ser humano gira en torno de la actividad humana principal, el
trabajo. El proceso de producción es el elemento central de la actividad
material y el que media en la continua relación del hombre con la
realidad material o naturaleza que investiga en la elaboración científica.
Esta relación es, además, reciproca. El ser humano interpreta la
naturaleza a través del proceso material de producción y, por otra
parte, actúa sobre ella en función del conocimiento científico que
previamente ha adquirido. De esta forma, el proceso de conocimiento es un
proceso en el que el ser humano continuamente revisa y reformula sus
interpretaciones de la naturaleza. Roberts defiende una posición idéntica
en su comparación metodológica del marxismo con el realismo crítico:
“La teoría materialista
de la representación ... argumenta que la conciencia activamente
reconstruye lo real, las propiedades activas de los objetos, como parte de
la actividad laboral, que se refleja en la conciencia. No nos limitamos a
representar la realidad, también creamos la realidad activamente” (Roberts
1999: 26)
En la concepción de Marx
de la realidad social en continuo cambio, este proceso continuo de
generación de conocimiento es fundamental. Tal y como señala Germer, el
proceso de conocimiento constituye en su totalidad el concepto de práctica,
que “es el criterio de verdad” (Ibid: 5). Germer resume en la
Ilustración 1, que nosotros reproducimos, la totalidad del proceso de
conocimiento, formada tanto por la mera elaboración teórica como por la
actividad material del ser humano, fundamentalmente el proceso de producción:
Por tanto, el
criterio científico de verdad del método marxiano se encuentra inmerso
en el concepto de práctica. La realidad material no sólo es el punto de
partida de la investigación
para la elaboración
del conocimiento, sino que además es modificada por el conocimiento
desarrollado y se postula, además, como el criterio para la contrastación
de este conocimiento. No podemos, por último, dejar de observar la
diferencia entre este criterio de verdad y el usado por la nueva dialéctica.
Ya hemos señalado que Reuten y Williams creen que la elección del punto
de partida se convierte en el criterio esencial para el éxito de la
presentación, esto es, de la elaboración teórica. Además, estos
autores se plantean “la
tarea de ofrecer una fundamentación del argumento dentro de la propia
presentación. Deben ser los méritos intrínsecos del argumento –no algún
criterio externo– los que deben convencer al lector de su idoneidad” (Reuten y Williams 1989: 11). En otras palabras, el criterio de verdad
está en la propia presentación. Por tanto, la realidad material no sólo
juega un papel limitado en la construcción de la teoría, sino que además,
para estos autores, no juega ningún papel en la validez de la teoría.
Esto demuestra, sin vacilaciones, el contenido netamente idealista de esta
lectura hegeliana de Marx.
4.2 La teoría
como crítica
Marx presenta su trabajo
como una crítica de la economía política, tal y como índica en una
carta a su editor Lasalle el 22 de Febrero de 1858, en una de las primeras
referencias a su trabajo económico:
“El trabajo de que se
trata es, en primer lugar, la crítica de las categorías económicas, o
bien, si quieres, el sistema de la economía burguesa presentado en forma
crítica. Es a la vez, un cuadro del sistema y la crítica de ese sistema
a través de su propia exposición” (CC: 70)
Posteriormente, en la
publicación de El capital Marx refrenda esta presentación crítica
de su teoría económica, al incluir el subtítulo: Crítica de la
economía política. En nuestra opinión, el concepto de crítica se
encuentra estrechamente relacionado con el concepto de práctica, por lo
que compartimos plenamente la definición de Mattick Jr. de la crítica de
Marx como:
"una teoría que
suministra una interpretación más comprensiva y libre de contradicciones
sobre un cierto campo de la experiencia que la suministrada por las
interpretaciones usuales, sea ésta una teoría científica anterior o una
incorporada en el ‘sentido común’" (Mattick Jr. 1981: 725)
Es decir, el carácter crítico
de la teoría de Marx reside en la capacidad de explicar la realidad
social y económica de manera más satisfactoria que sus predecesores.
Esta definición de la crítica choca frontalmente con la siguiente
definición de Palazuelos:
“Marx aspira a que su análisis
económico tenga un contenido teórico cada vez más elaborado, pero el
propósito último que anima su trabajo es claramente político-práctico,
puesto que su objetivo es el de clarificar esas claves del funcionamiento
capitalista con el fin de favorecer la lucha contra el sistema. En otras
palabras, el pensamiento marxiano trata de dotar a su análisis de una
metodología que tiene como sentido específico el de servir para la
transformación de la sociedad capitalista. Ello da lugar a que ese
pensamiento se constituya como kritik, esto es, como crítica radical al
sistema, de forma que son minoritarias –a veces sólo anecdóticas–
las referencias efectuadas sobre la sociedad emancipatoria que
propugnan” (Palazuelos 2000: 41)
Palazuelos diferencia entre
el carácter práctico y político de la teoría de Marx y su capacidad
explicativa de la realidad, confrontando ambos aspectos. De esta forma,
cree que la metodología para la elaboración de la teoría está
influenciada fundamentalmente por este primer aspecto de su teoría.
Efectivamente, la teoría de Marx tiene un marcado carácter de clase y la
exposición teórica en El capital sigue las pautas necesarias para
mostrar los límites históricos de la relación entre capital y trabajo.
Pero esta exposición crítica no se enfrenta a una explicación más
satisfactoria de la realidad, sino que precisamente, como la teoría de
Marx explica la realidad mejor que anteriores interpretaciones y teorías,
ésta adquiere un carácter crítico y de clase. Es decir, no se trata de
dos aspectos contrapuestos, sino de un único aspecto de su teoría económica.
De esta forma, no es posible hablar de crítica al modo de producción
capitalista o “crítica radical al sistema”, ya que la crítica de
Marx no puede ser una crítica de lo real, de lo existente, sino que es
una crítica de lo “irreal", esto es, de la ideología del orden
burgués en la medida en que no se corresponde con la realidad existente.
4.3 Ciencia e ideología
El concepto de la crítica
de Marx está estrechamente relacionado con el concepto de ciencia e
ideología en Marx. La concepción dialéctica de la realidad social de
Marx supone la no existencia de un carácter objetivo de la ciencia, la
cual se encuentra en continua evolución con la realidad. La ciencia,
pues, es un reflejo de la realidad social. Por esta razón, Marx comenta
que la economía política clásica poseía el rango científico, mientras
no se mostraba el carácter contradictorio de las relaciones sociales de
producción que trata de explicar:
“La economía política,
cuando es burguesa, es decir, cuando ve en el orden capitalista no una
fase históricamente transitoria del desarrollo de la producción social,
sólo puede mantener su rango de ciencia mientras la lucha de clases
permanece latente o se trasluce simplemente en manifestaciones aisladas”
(Postfacio: XVIII)
Sin embargo, una vez que se
pone de relieve la contradicción inherente en estas relaciones sociales
de producción mediante la lucha de clases, la economía política clásica
abandona su carácter científico pasa pasar a ser un instrumento ideológico
en manos de una clase:
“Con el año 1830
sobreviene la crisis decisiva. La burguesía había conquistado el poder
político en Francia y en Inglaterra. A partir de este momento, la lucha
de clases comienza a revestir, práctica y teóricamente, formas cada vez
más adecuadas y más amenazadoras. Había sonado la campana funeral de la
ciencia económica burguesa. Ya no se trataba de si tal o cual teorema era
o no verdadero, sino de si resultaba beneficioso o perjudicial, cómodo o
molesto, de si infringía o no las ordenanzas de policía. Los
investigadores desinteresados fueron sustituidos por espadachines a sueldo
y los estudios científicos imparciales dejaron el puesto a la conciencia
turbia y a las perversas intenciones de la apologética” (Postfacio:
XIX)
Ese momento es el adecuado
para la revolución científica y la crítica a la economía política clásica
que realiza Marx. Esta crítica se debe centrar, pues, en mostrar los límites
de la economía clásica y poner de relieve la condición contradictoria
de las relaciones de producción capitalistas. Por eso, Marx pone de
relieve la determinación históricamente limitada del capitalismo y
desarrolla una teoría económica (la teoría marxista del valor) que
explica de forma más satisfactoria los fenómenos del capitalismo.
En resumen, la teoría de
Marx es la ideología de la clase obrera, pero sólo desde el momento en
que ésta representa el progreso y la revolución social y científica.¡
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Notas:
[1][1]
Los primeros escritos económicos de Marx datan de 1844 y están
publicados bajo el nombre de Manuscritos económico-filosóficos.
Una excelente revisión de la evolución de los estudios económicos
de Marx y de sus resultados publicados y sin publicar se encuentra en
Rosdolsky (1968: 27-100).
[2][2]
Por ejemplo, la denominada escuela althusseriana ha teorizado una
ruptura fundamental entre los escritos filosóficos y humanistas del
joven Marx y los estudios económicos del Marx maduro. Ver la
recopilación de artículos aparecidos en Economy & Society
de Rattansi (1989).
[3][3]
Por método, entendemos la forma en la que se concibe la realidad
capitalista, la forma en la que nos aproximamos y apropiamos de ella
y, finalmente, la forma en la que la exponemos en la teoría. Por
tanto, el estudio del método incluye tanto aspectos epistemológicos
como aspectos metodológicos del análisis económico (Palazuelos
2000: 9)
[4][4]
Este propósito se debe a la firme creencia por parte de este autor de
que la teoría laboral del valor, fundamentalmente en la vertiente
desarrollada por Marx y por algunos continuadores de su obra, es la
herramienta teórica más completa para el análisis de las economías
capitalistas.
[5][5]
Por supuesto, no pretendemos definir el concepto de dialéctica en
este artículo y, ni mucho menos, abarcar los diferentes usos y
diferentes definiciones que se le han dado a lo largo de los siglos
por múltiples teóricos sociales. Simplemente, queremos delimitar el
ámbito en el que consideramos que el concepto es más útil y práctico
para la elaboración científica de Marx.
[6][6]
Chai-On Lee (1990: 16) señala que sólo en la década de los 70
Mandel y Nicolaus empiezan a distinguir entre ambos métodos.
[7][7]
El uso del término concreto en este punto se debe distinguir del uso
del concepto de concreto como contrapuesto al concepto de abstracto.
Saad-Filho nos advierte de este doble uso del término concreto: “Marx
usa el término ‘concreto’ en dos situaciones distintas. Primero,
para distinguir lo real de lo conceptual, y, segundo, para distinguir,
dentro de la esfera de lo conceptual, conceptos que están más o
menos determinados en el pensamiento” (Saad-Filho 1997: 110;
citado en Germer (2001: 3n)). Nuestro uso del término concreto se
refiere a la primera situación. Por esta razón, nos referimos a
estos dos distintos significados del término concreto como
“concreto real” y “concreto en el pensamiento”.
[8][8]
Marx ya había señalado este aspecto en su obra en colaboración con
Engels, La ideología alemana. En este libro establece que las
abstracciones sólo tienen sentido dentro de una determinado contexto
histórico real y que la filosofía divorciada de esta realidad pierde
todo su sentido.
[9][9]
Podemos citar a dos autores que delimitan correctamente el status de
las categorías abstractas. Germer escribe que “lo abstracto es
un producto del pensamiento, que consiste en la representación mental
de un elemento aislado de la realidad empírica, tal y como se refleja
en el pensamiento” (Germer 2001: 3). Por otro lado, Saad-Filho
enfatiza la diferencia entre las generalizaciones mentales y las
abstracciones reales: “Mientras las generalizaciones mentales están
basadas en relaciones externas seleccionadas por el observador, las
abstracciones reales están basadas en la realidad material y revelan
universales concretos que incluyen la esencia de los particulares”
(Saad-Filho 2001: 5). En consecuencia, define las categorías
abstractas de la siguiente manera: “La esencia es la característica
objetivamente más general de los particulares, o su ‘estructura
interna gobernada por una ley’; en otras palabras, la esencia
comprende las características lógicas e históricas de los
particulares, y es la clave de sus relaciones internas. En
consecuencia, la esencia es, primero, una categoría lógica que
ofrece las mediaciones básicas para la reconstrucción de lo concreto
en el pensamiento. Segundo, es la fuente real (antes que meramente teórica
o ideal) de la que surgen los particulares. En tercer lugar, es un
resultado históricamente emergente” (Ibidem)
[10][10]
Mattick Jr. expresa su preocupación por la elección de las
abstracciones correctas. Según él, la categoría población “es
muy abstracta, ya que es aplicable a todas las poblaciones en todos
los territorios bajo todas las condiciones históricas y sociales”
(Mattick Jr. 1981: 730). Consecuentemente, “el concepto población,
dado que es aplicable indiferentemente a todas las poblaciones
posibles, no sirve para identificar el carácter particular de una
población particular” (Mattick Jr. 1993: 119). Por el
contrario, las abstracciones esenciales a las que el método de
abstracción debe de llegar son aquellas que recogen el carácter histórico
del modo de producción capitalista. Marx cree que si se empieza por
la población se llegaría al final las abstracciones esenciales como
“el trabajo asalariado, el capital” o “el cambio, la división
del trabajo, los precios, etc.”. Respecto a estas abstracciones,
Mattick Jr. concluye: “Estas abstracciones, a diferencia de la
‘población’, identifican aspectos fundamentales del sistema
social particular –el capitalismo en desarrollo– que los
economistas se dedicaban a analizar. Son capaces de explicar en dónde
este tipo de población se diferencia de otras en sus actividades económicas”
(Mattick Jr. 1981: 731)
En esta cuestión, Echeverría encuentra deficiencias en la argumentación
de Marx en su importante artículo crítico sobre la introducción de
1857: “La tercera sección de la Introducción, titulada ‘El método
de la economía política’, es sin lugar a dudas la más importante
y es en la que las deficiencias del texto son más aparentes”
(Echeverría 1978: 338). Echeverría cree que la crítica de Marx se
dirige hacia el proceso de buscar las relaciones esenciales, que lo
considera innecesario: “según Marx, la tentativa inicial es
completamente innecesaria y sólo puede ser justificada como una búsqueda
por unas pocas definiciones generales y abstractas, que una vez
obtenidas, permiten el retorno. Por tanto, a pesar de las apariencias,
el método científicamente correcto debe obviar la primera tentativa
y dirigirse partiendo de las definiciones abstractas y generales hacia
lo concreto” (Ibid: 339). De esta forma, Echeverría está
reduciendo el “método científicamente correcto” de Marx al método
de exposición, ignorando el énfasis en el método de investigación
que existe en la argumentación. Curiosamente, esta es la base de su
crítica, ya que considera que el punto de partida debe ser lo
concreto real: “Marx desecha lo concreto como punto de partida,
por ejemplo, la población, indicando que se trata del punto final del
análisis. (...) Su ‘vacuidad’ como punto de partida se debe a que
expresa totalidad, por lo que debe ser el punto final del análisis,
en el que se revele como una concentración de múltiples
determinaciones y la unidad de lo diverso. Sin embargo, la inadecuación
de la población como punto de partida en relación a la totalidad
concreta no permite deducir que el punto de partida no deba ser
concreto, y menos aun que deba ser abstracto” (Ibid: 341).
Echeverría cree que Marx sólo resuelve estas contradicciones
posteriormente en su obra con la redacción de El capital. Sin
embargo, nuestra lectura de la Introducción es totalmente
opuesta a la de Echeverría, aunque compartamos que la realidad
concreta es el punto de partida adecuado. Por tanto, la crítica de
Echeverría a este texto carece para nosotros de sentido.
[11][11]
En este punto, es necesario llamar la atención de nuevo sobre la
definición doble del concepto de concreto. En este caso, el concepto
de concreto es una categoría del pensamiento, desarrollada a partir
de las categorías más simples o abstractas. Por tanto, hay que
distinguirlo de lo concreto real, cuya “intuición y representación”
es el punto de partida del proceso de elaboración teórica.
[12][12]
Germer enfatiza la necesaria relación entre lo “concreto real”
como punto de partida y lo “concreto en el pensamiento” como
resultado del proceso: “El resultado del proceso, lo concreto en
el pensamiento, es un producto del pensamiento, completamente
construido de material abstracto, esto es, de abstracciones o
conceptos teóricos. Lo concreto en el pensamiento es una categoría
del pensamiento y no de la realidad” y “Lo concreto como
una categoría del pensamiento constituye simplemente la forma en la
que el pensamiento reproduce lo real tal como es, una totalidad de
muchos elementos interconectados” (Germer 2001: 6 y 3)
[13][13]
Véanse Reuten y Williams (1989), Smith (1993) o Arthur (1993) entre
otros. Saad-Filho (2001: 32n) atribuye a Arthur la denominación de
esta interpretación como “nueva dialéctica”.
[14][14]
Esta necesidad no se corresponde con la lógica formal, sino que se
identifica con ciertas tendencias que se imponen en la realidad en un
contexto determinado (Smith 1993: 19-20).
[15][15]
Para un desarrollo más amplio de los orígenes del método lógico-histórico,
una crítica de esta interpretación y una referencia bibliográfica
sobre la cuestión, véase Robles (2000).
[16][16]
Esta interpretación tiene como origen el trabajo de Engels. Engels
cree que el método lógico y el histórico van de la mano. En
consecuencia, la exposición de las categorías de la más simples a
las más complejas coincide con su aparición histórica.
[17][17]
Queremos señalar la contradicción de Robles al considerar la mercancía
como una categoría abstracta cuando antes había afirmado que “la
mercancía con que empieza Marx es una forma inmediata, concreta,
material, de aparecer de la forma abstracta de valor” (Ibid:
16). Nosotros consideramos que, efectivamente, la mercancía como
punto de partida es una categoría del pensamiento que representa la
realidad material concreta más simple en el modo de producción
capitalista. Esta interpretación está en concordancia con la
afirmación de Marx, según la cual la riqueza capitalista “se nos
aparece” bajo la forma elemental de las mercancías. Robles (2000:
18) ofrece evidencia textual de la consideración de Marx de la
mercancía y la circulación de mercancías como “lo inmediatamente
existente en la superficie de la sociedad burguesa”.
[18][18]
Rancière ya señala el peligro de esta interpretación de la mercancía
como elemento particular del modo de producción capitalista: “Debemos
evitar la trampa de la lectura hegeliana de El capital, según
la cual la forma mercancía contiene de forma embrionaria, en su
interior, todas las contradicciones del modo capitalista de producción,
del cual el capital sólo es un desarrollo –con el corolario,
inevitable en un discurso de tipo hegeliano, de que este punto de
partida está en sí mismo mediado por el punto de destino, a saber,
que la mercancía presupone el desarrollo completo del proceso de
producción capitalista” (Rancière 1989: 125-6)
[19][19]
Sin embargo, no están de acuerdo sobre el modo de proceder de Marx
para lograr este objetivo. Robles (2000: 22) cree que es posible
hablar de una dialéctica hegeliana y de la derivación
“necesaria” de una categoría de otra –siguiendo en esto a Smith
(1993). Por el contrario, Mattick Jr. cree que “la apariencia de
una ‘lógica dialéctica’ es engañosa” (1993: 128) y que la
influencia de Hegel sobre Marx se limita a su concepción de la
historia social en continuo movimiento (Ibid: 131). Nosotros nos
encontramos más cercanos a la posición defendida por Mattick Jr.
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