Ciencias
biológicas
Desafío
al determinismo
Por
Mae-Wan Ho (*)
Institute of Science In Society (ISIS),
Londres
Traducción
del portugués por Ing. Agr. Alberto J. Lapolla (**), 10/10/04
En
contra del fundamentalismo genético la ciencia busca teorías que no
cierren los ojos ante la relación entre el genoma, la historia y la
cultura.
Es
impresionante como los fundamentalismos religioso y científico se
parecen. El fallecido Francis Crick ganó el premio Nobel juntamente con
James Watson y Maurice Wilkins por trabajar en la estructura del ADN.
Reconocido como el nuevo Potentado de la biología, publicó el
denominado Dogma Central, que decreta que la información genética
fluye linealmente del ADN hacia el ARN y desde éste hacia las proteínas,
y nunca en dirección opuesta. Esa fue también otra manera de decir que
los organismos vivos están determinados sólo por su formación genética,
negando que el Medio Ambiente tenga la más mínima influencia en la
estructura y función de los genes.
El
Dogma Central sirve como un guante a la teoría neodarwiniana de la
Evolución por Selección natural, que afirma que el material genético se
transforma (muta) aleatoriamente y que los dueños de los mejores genes
dejan mayor número de hijos de la misma manera como son eliminados del
mapa los individuos con los peores genes.
La
teoría neodarwiniana es amada por los dueños del statu–quo
porque ella da a los ricos y poderosos una cierta mística, como si fuesen
los vencedores en al carrera en la lucha por la supervivencia de los mejor
adaptados, como si poseyesen buenos genes (o buenas crías), en tanto los
pobres y desposeídos sólo pueden culpar (por su situación) a sus malos
genes.
La
caída del Dogma
Desde
mediados de la década de 1970, sino desde antes, los genetistas
moleculares que realizan investigaciones sobre material genético, vienen
recogiendo evidencias que contradicen más y más el Dogma Central. Hay
una cantidad inmensa de influencias cruzadas entre los genes y el ambiente
en la vida de un organismo, influencias que no sólo alteran las funciones
de los genes, sino que también estructuran los genes y al Genoma.
En
el inicio de los años ‘80, emergió una nueva Genética; la de la Fluidez
del Genoma. Sin embargo más allá de algunos herejes como Barry
Commoner y yo, ninguno osó decir una palabra contra el Dogma Central o
contra la teoría Neo–Darwiniana de la evolución. Las cosas parecen
haber cambiado en los últimos dos años, gracias al buen sentido y al
buen gerenciamiento del consorcio público para el Secuenciamiento Genético
(Proyecto Genoma), que insistió en que los genes secuenciados deberían
ser depositados en una única base de datos y que esta debería estar
disponible libremente para todos los investigadores.
Los
bancos libres trajeron las evidencias
Esa
base de datos no es muy útil para los negocios o para el descubrimiento
de drogas, cosa que quedó clara con la caída una tras otra de las
empresas de bioinformática que intentaron recoger y vender ese tipo de
información. Pero, depositados en una base de datos y de acceso libre,
esas informaciones se tornaron buenas para las investigaciones que
exploran la pobreza de la ideología del determinismo genético,
la misma ideología que llevó a la construcción del Banco de Datos.
Las
evidencias contrarias al Dogma Central se apilan de tal manera, que los
rumores de desafío al Dogma y de que una nueva teoría es necesaria para
ser colocada en lugar del Dogma Central, pueden ser oídos hasta en las
revistas científicas tradicionales. Sin embargo a pesar de eso, el Dr.
Ewan Birney –que inauguró los estudios Francis Crick para la Real
Sociedad Británica en diciembre de 2003– realizó un homenaje al Dogma
Central con flechas apuntando de manera unidireccional del ADN hacia el
ARN y de este hacia las proteínas dejando de lado las muchas flechas que
apuntan en sentido contrario.
¿Cuáles
son las últimas sorpresas deparadas por el fluyente y flexible genoma?
Un
campo es el relativo a la importancia y expresión de la Epigenética, o
sea, de las marcas químicas del ADN y de las proteínas ligadas al ADN
presentes en los cromosomas y que determinan los patrones de expresión de
los genes o de cuales serán en definitiva los tramos leídos del texto
genético. Esta afirmación está determinada de manera ostensible por la
experiencia. En la edición pasada de nuestra revista, Science in
Society (http://www.i–sis.org.uk/isisnews/sis20.php ) nosotros
demostramos como la dieta de la madre y el estrés pueden afectar los
patrones de expresión genética del embrión y del feto, lo que determina
el futuro de la salud de un individuo. En la actualidad los científicos
están encontrando genes que quedan marcados para toda la vida en crías
de ratas, estando determinado esta marcación estrictamente por el modo
como sus madres cuidan de ellas en la primera semana de vida posterior al
nacimiento. Esto no deja dudas respecto de que el ambiente da
instrucciones sobre cuales serán los genes que estarán involucrados o
ligados.
Una
basura relevante
Algunos
pocos años atrás, el 98% o más del genoma que no codificaba proteínas
era referido como ADN basura (‘genoma Basura’). Ya
no más.
El
genoma tiene una estructura definida que se mantiene en base a su fluidez.
Existe un alto grado de no–aleatoriedad en las partes del genoma que
experimentan cambios. En tanto algunas partes son hípermutables, ciertas
familias de secuencias están homogeneizadas para permanecer casi idénticas,
en tanto otras son ultraconservadoras, es decir que ellas permanecerán
totalmente sin cambios (mutaciones) por cientos de miles de años de
evolución. Y cuando algunas células permanecen acorraladas, metabólicamente
hablando, puede haber genes que se transformen, muten para sacarlas de esa
situación.
Y
lo más importante hay un enorme tesoro escondido en la parte
aparentemente vacía del genoma (‘Genoma Basura’). Muchas
secuencias que no codifican proteínas, están sin embargo involucradas en
la regulación del desenvolvimiento y expresión de los genes.
Muchas
de estas sorpresas están asociadas a descubrimientos que indican que la
mayor parte de la acción no está en las proteínas, sino en las
numerosas especies de interferencias del ARN en todos los niveles de
lectura de información genética: con el ADN, con otras especies de ARN o
con las proteínas.
Todo
esto contradice al Dogma Central que postula un control mecánico, lineal.
En lugar de ello, camadas y más camadas de caóticas complejidades, sin
coordenadas, en lo que parece en acuerdo común, en una increíblemente
elaborada y delicada danza de la vida, danza libre y espontáneamente
realizando su existir.
No
es que necesitemos de una nueva teoría para sustituir al Dogma Central,
sino que es algo más importante que eso. Nosotros precisamos de una nueva
forma de conocer y concebir los organismos, algo que nos prevenga de
–erróneamente– tomar a los seres vivos como máquinas o herramientas.
Ese es el cambio real.
(*)
La Dra. Mae-Wan Ho es una respetada científica británica, profesora de
Biología en la Open University. Este texto fue publicado originalmente
por el Institute of Science
In Society (ISIS) de Londres.
(**)
Ingeniero Agrónomo Genetista ex docente de la UNBA.
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