Larry
Laudan y Richard Dawkins: Verdad y falsedad en la teoría del «gen egoísta»
Por
Julio Muñoz Rubio (*)
Revista
Temas, La Havana, Nº
39-40 octubre-diciembre 2004
De
acuerdo con Larry Laudan, la prueba esencial para las teorías científicas
consiste en mostrar si poseen la suficiente capacidad de resolución de
problemas (empíricos o conceptuales, según él), lo cual es más
importante que constatar si los problemas y sus soluciones son verdaderos,
corroborados o confirmados por medio de la experiencia.1
Cuando
Laudan se refiere a los problemas empíricos de una teoría, afirma que lo
que importa no es tanto la cantidad de anomalías, sino su importancia
cognitiva; y señala que la importancia de un problema, de una anomalía,
en una teoría científica, solamente puede ser evaluada en relación con
otra teoría rival. Expresa además, que a los problemas conceptuales se
les puede dividir en externos e internos según si se refieren a la
problemática interna de una teoría o si son juzgados cuando entran en
conflicto con otra.2
Al
referirse a dificultades externas, Laudan ubica la incompatibilidad de una
teoría científica con algún cuerpo de creencias aceptadas prima facie,
pero no científicas.3 Se trata de inconsistencias de una teoría científica
en relación con los componentes «externos» a ella; es decir, los
tradicionalmente juzgados como «no científicos», que forman parte del
consenso de una sociedad y de su visión del mundo, aquellos que están
integrados en la ciencia y, al mismo tiempo, van más allá de ella.
Este
elemento del modelo de Laudan es especialmente importante para juzgar las
fuentes de dificultades u obstáculos en la resolución de problemas, y
como apoyo para resolverlos. La resolución de los problemas en ciencia
avanza más aceleradamente cuando las interacciones entre las creencias
científicas y no científicas se apoyan mutuamente y forman un sistema
coherente de conocimiento, que cuando esas interacciones entran en
conflicto. Este progreso, basado en elementos científicos y no científicos
compatibles, conduce a que la frontera entre ciencia y no–ciencia sea
muy difícil de demarcar, dada la profunda interacción e identificación
entre ambos campos. La visión del mundo que tal teoría científica
defienda se verá reforzada de esta manera, pues los problemas que
resuelve son los de esa visión del mundo, sin importar mucho si al
resolverlos se refleja mejor la verdad o no.
Al
mismo tiempo, ciertos elementos de las visiones del mundo pueden
obstaculizar el progreso en ciencia. Pero podríamos observar también un
proceso opuesto: la construcción o la obstaculización a la construcción
del mundo, a partir de los elementos generados en la ciencia. En este
sentido, diríamos que la visión hegemónica del mundo moderno occidental
es incomprensible sin la intervención del lenguaje y las prácticas de la
ciencia y, por el contrario, que la ciencia no se puede alimentar
exclusivamente de sus propios lenguajes, metodologías y prácticas, sino
que requiere forzosamente de la intervención de los pretendidos factores
«externos» a la ciencia, que conforman esa visión del mundo.
Con
estos elementos, considero que, dentro de la teoría darwinista de la
evolución, existen casos en los cuales se puede aplicar el modelo de
Laudan e intentar mostrar sus alcances y sus limitaciones. Desde la emisión,
en 1859, de la teoría de Charles Darwin, esta ha estado cargada de
conceptos y metáforas que no terminan de quedar claras, así como de
anomalías que llegaron a causarle una crisis, a inicios del siglo XX,
frente a la teoría lamarckista.4
La
sociobiología, como parte de un darwinismo ortodoxo, ha introducido
conceptos como altruismo, egoísmo, altruismo recíproco, kin fitness,
inclusive fitness, o epigénesis, los cuales han servido para mostrar una
elevada capacidad de resolución de problemas.5
En
este trabajo haré una aplicación del modelo de progreso científico de
Laudan al caso de las tesis sociobiológicas de Richard Dawkins. Pretendo
mostrar que las soluciones que él ofrece son capaces de resolver
numerosos problemas, pero no llevan a verdades. Pero entonces, ¿por qué
han tenido tanto éxito? Para comprenderlo hay que analizar el fuerte
grado de compatibilidad de su método y sus categorías de análisis con
los de la visión del mundo en la que se encuentra inserto. Es su adopción
de un lenguaje y método provenientes de la economía política, de las
concepciones individualistas del mundo y de un mecanicismo reduccionista,
lo que hace que este modelo sea tan atractivo, pues es claramente
identificable con la visión del mundo de las esferas dominantes de la
sociedad contemporánea.
Esta
concepción del mundo contiene elementos, cuya obviedad parece ser tan
grande que, al menos desde hace dos siglos, sus partidarios no han
considerado necesario buscarles una explicación. Tales elementos son: la
existencia de un medio escaso en recursos, el crecimiento incesante de la
población, la necesidad de la competencia y de la actitud agresiva, egoísta
y combativa de los integrantes de una comunidad y, por otra parte, la
concepción de la sociedad, el mundo vivo y el universo físico, como
compuestos por unidades últimas, esenciales, que se encuentran aisladas y
concurren para formar asociaciones. Tal es el caso de los individuos en la
sociedad o en las poblaciones biológicas, las células en los individuos
y los genes dentro de las células.
Si
bien es cierto que los puntos de vista sociobiológicos de Dawkins son
viejos, considero importante abordarlos críticamente una vez más, pues,
en primer lugar, son problemas vigentes, siguen dando lugar a polémicas6
y se han hecho presentes en planteamientos sociobiológicos más
recientes7 o en proyecciones hacia otros campos.8 En segundo lugar, me
interesa juzgar el grado de validez de una de las más importantes
contribuciones de las últimas décadas a la filosofía de la ciencia,
para lo cual es muy importante tomar en cuenta la relevancia histórica
que ha tenido el planteamiento que se utilizará como estudio de caso.
Sociologizando
a Laudan
Se
puede comenzar preguntando: ¿Quién o quiénes definen los problemas que
se han de resolver? ¿Quién evalúa cuándo estos problemas han sido
resueltos satisfactoriamente? ¿Esta responsabilidad recae exclusiva, o
principalmente en la comunidad científica? Más aún: ¿Cómo se
identifica algo como un problema? ¿Por qué ciertos aspectos de una teoría
son juzgados como problemáticos? Mi respuesta es que la legitimación de
los problemas y de sus eventuales soluciones no puede juzgarse con
independencia de los prejuicios de quienes se enfrentan ni de las
relaciones sociales que establecen.
Pero,
como de acuerdo con Laudan la solución de los problemas referentes a
estas tendencias conductuales no tendría por fuerza que expresar su
realidad o veracidad, una teoría o una rama derivada de esta, puede
mostrar una gran capacidad de resolución de problemas al ser juzgada
dentro de sus propios marcos y reglas; pero, al comparársele con otras,
podría mostrarse incluso como una teoría regresiva. El mismo Laudan señala
que una tradición de investigación puede llevar a la resolución de
problemas con una metodología y una ontología equivocadas total o
parcialmente y por el contrario, existir tradiciones de investigación
correctas en su ontología y metodología y, sin embargo, carentes de éxito
al generar teorías que resuelvan problemas.9 Más aún, admitiendo que la
ciencia es una empresa racional, Laudan afirma que la racionalidad está
ligada a la progresividad de las tradiciones de investigación, es decir,
a su heurística. La racionalidad no nos dice nada acerca de la veracidad
de las teorías que se juzgan racionales.10 En suma, una teoría puede ser
al mismo tiempo progresiva y falsa.
¿De
qué dependerá que la falsedad de una teoría sea ignorada en un cierto
período y legitimada, y por tanto se muestre como progresiva? En este
punto, de nuevo, intervienen la sociedad y la ideología. En la medida en
que la teoría en cuestión se identifique con una concepción del mundo,
con valores, principios y prácticas propias de ella, su aceptación
social será mayor. Laudan expresa que una tradición de investigación
puede contribuir al abandono de una visión del mundo incompatible con
ella y conducir a la elaboración de otra más compatible, llevada así a
un estado de «canonización» [sic] de los sistemas científicos, los
cuales pasan a formar parte del «sentido común».11
Aquí
se revelan muchos aspectos de la relación ciencia–sociedad. La tradición
de investigación legitima un consenso social y, a su vez, este hace de la
tradición una parte de sí mismo y tal manera construye ese «sentido común»
al que Laudan se refiere, y que ya no requiere de ninguna explicación
posterior. Los principios y supuestos de este se aceptan y de ellos se
parte para explicar y resolver los problemas que vengan de ahí.
Una
contribución importante al análisis laudaniano es hacer una concreción
sobre cuáles son los procesos que llevan a generar las visiones del mundo
y cuáles son las relaciones de estos con la ciencia, sobre la base de que
la búsqueda de la verdad, con todo lo compleja que es, no es un propósito
que se deba desdeñar (el propio Laudan no la desdeña). La resolución de
problemas por parte de una tradición de investigación lleva a formar
consensos o hegemonías que no están fuera de las dinámicas y
contradicciones de clase, género, raza o etnia, aunque puedan ir más allá.
Las visiones del mundo no se crean o derrumban automáticamente con la
llegada de nuevas tradiciones de investigación, pues estas no son los únicos
componentes de la visión del mundo, más bien se conforman con elementos,
pasados y presentes, no siempre provenientes de la ciencia.
Para
que una tradición de investigación influya en la construcción de una
visión del mundo, deben intervenir grupos concretos de personas, como los
intelectuales, con sus curricula, sus relaciones de poder y la propaganda
de que se auxilian; todo tendiente a presentar a la teoría que defienden
como progresiva, en la medida que resuelve gran cantidad de problemas y da
respuestas verdaderas a problemas también verdaderos.
Al
aplicar estas consideraciones del modelo de Laudan a la sociobiología, se
pueden mostrar las limitaciones que esta disciplina tiene en la formulación
de verdades, pero para ello es necesario complementar dicho modelo con un
análisis histórico–social.
La
sociobiología forma parte de las teorías que desde el siglo XIX, con
diversas modalidades, han pretendido encontrar las leyes de la conducta
humana que son consecuencia de una determinación biológica.
Como
parte de esta problemática, E. O. Wilson señaló que la evidencia científica
proveniente de diversas disciplinas, apoyaban la idea de restricciones a
la conducta humana determinadas genéticamente.12 Aquí aparece un
elemento ideológico. Merece cuestionarse: ¿por qué considerar las
limitaciones humanas como un problema importante para los evolucionistas?
¿Por qué no partir del criterio opuesto: la búsqueda de los alcances y
posibilidades de su conducta? ¿Por qué partir de la escasez de
posibilidades y no de su abundancia? ¿Cuáles son las raíces de esta
metodología limitacionista., en términos de visiones del mundo y de
relaciones sociales y de poder?
La
sociobiología parte de la creencia apriorística en la existencia natural
de la agresión, la territorialidad, las relaciones jerárquicas y de
dominación, y las del cuidado de los hijos; todo como medio para llegar a
la supervivencia biológica, entendida como la trasmisión de genes, que a
su vez determinarán las conductas territoriales, agresivas y jerárquicas
que permiten la supervivencia. Todo esto está ubicado siempre en un
contexto de escasez de recursos, que es, en última instancia, la que
condicionará aquellos comportamientos; es decir, los elementos que
permiten el mantenimiento de las relaciones capitalistas. Por ello, desde
su surgimiento se temió por las perniciosas consecuencias sociales a que
esta disciplina pudiera dar lugar.13
Es
debido a tal bagaje teórico que, en este contexto histórico, la
sociobiología posee mayor posibilidad de ser aceptada que otras teorías
alternativas, dada su identificación con la hegemonía capitalista, es
decir, con su lenguaje, valores, principios y prácticas. Lo cual no
necesariamente dirá algo acerca de su veracidad. Recordemos que son
precisamente las necesidades, tanto materiales como sociales de sectores
de la sociedad y de comunidades científicas, las que impulsan a ciertos
grupos .identificados con esas necesidades y con las ideologías que les
dan sustento. a intentar resolver estos problemas, lo cual fue
establecido, de manera general, por T. S. Kuhn.14 En otros términos, una
teoría puede ser aceptada y llevar así a la resolución de problemas
falsos que, sin embargo, pueden, ser concebidos como legítimos por parte
de sus defensores y del sector social que resulta cooptado a ese consenso.
La sociobiología no escapa a esta regla.
Richard
Dawkins y su metáfora
En
la obra de Richard Dawkins encontramos, por una parte, la utilización de
un discurso metafórico muy desarrollado, y por la otra, la manifestación
de la convicción de que esta metáfora expresa verdades. Esto resulta
claro desde la primera línea de su primer y más célebre libro: The
Selfish Gene, donde afirma: «Este libro debe leerse casi como si fuera de
ciencia ficción [...] Pero no es ciencia ficción, es ciencia [...]
Expresa exactamente cómo siento que sea la verdad. Somos máquinas de
supervivencia .robots ciegamente programados para preservar las moléculas
egoístas conocidas como genes.15
Desde
el punto de vista epistemológico, Dawkins se ubica en una posición según
la cual la ciencia debe llevar al descubrimiento de verdades. Pero detengámonos
un poco más en algunas de sus afirmaciones metafóricas:
Como
si fueran exitosos gángsteres de Chicago, nuestros
genes
han sobrevivido [...] en un mundo altamente competitivo.
[...]
Las abejas que pican son como kamikazes.
[...]
Prefiero pensar [...] en la célula como una unidad
conveniente
para la industria química de los genes.
[...]
En sus funciones, los cerebros pueden ser considerados
análogos
a las computadoras.
[...]
Cada decisión que una máquina de supervivencia toma
es
un juego de azar.
[...]
La divisa usada en el casino de la evolución es la
supervivencia.16
Estas
metáforas son didácticas y fáciles de comprender para, eventualmente,
hacerse pasar como procesos reales. Sus fines didácticos las hacen
parecer «inocentes» en una primera aproximación, pero cuando Dawkins
establece la competencia de los genes como medio para su supervivencia
frente a un alelo, y que cada uno actúa por su propio interés y para su
propia supervivencia, entonces la metáfora se va volviendo más «perversa»,
en la medida en que, como si fuera de sentido común, la ley de la
competencia lo permeara todo realmente y alcanzara a existir en todos los
niveles, por causa de una ley superior o una condición inexplicada, solo
intuida en términos de una supuesta escasez, admitida pero tampoco
explicada.
Otro
ejemplo importante de la metáfora de Dawkins es cuando afirma que la
selección natural tenderá a favorecer a los individuos que engañen o
defrauden a sus padres, debido a los genes egoístas que poseen, aunque
aclara que no afirma que tales comportamientos sean deseables o moralmente
aceptables.17
Pero
si el egoísmo (ubicado en los genes) es lo natural y lleva a la
estabilidad, y lo que se le oponga lleva a la inestabilidad .y por ello es
antinatural.,18 ¿cómo Dawkins conciliará lo estable, aunque desarrolle
conductas inmorales, y lo moralmente aceptable? Hay aquí una contradicción
entre lo moral y lo que ayuda a la supervivencia. La educación moral, al
promover el abandono del egoísmo, el engaño y el fraude, tenderá a
minar las bases biológicas de la existencia pues convertirá a los
individuos en seres no aptos para la lucha por la supervivencia.
Ahora
bien, si Dawkins presenta a los individuos como inconscientes de los engaños
producidos por sus genes, resultará que son seres con voluntad limitada a
lo que los genes decidan. Él afirma: «Es importante darse cuenta de que
no estamos pensando en la estrategia [la estrategia evolutiva estable]
como si hubiera sido conscientemente elaborada por el individuo. Recuérdese
que estamos representando al animal como una máquina robot, que posee un
mecanismo preprogramado para controlar los músculos a fin de sobrevivir».19
Esta
es una tesis determinista. Dawkins presenta al gen como un ente que posee
esa conciencia y capacidad predictiva que le permiten sobrevivir. Para él
la capacidad de producir copias de sí mismo, y eventualmente ser capaz de
variarlas, es la condición para poder vencer en el medio de supuesta
escasez en el que siempre tiene que moverse.20 Los genes aparecen como las
entidades del mundo vivo más representativas, su comportamiento es el fin
en sí de los seres vivos. Es el ser vivo.
Si
se considera que para Dawkins no existe una diferencia cualitativa entre
humanos y animales .pues concibe el proceso evolutivo como una continuidad
en la que no hay saltos., entonces se concluirá que el individuo humano
es también un robot al servicio de sus genes, lo cual de nuevo presentará
muchos problemas morales, pues se concluiría que los humanos también
somos títeres de los genes, seres sin conciencia propia.
Dawkins
realza lo útil y fructífero que resulta hablar de los genes como agentes
conscientes y dotados de propósitos. Ni duda cabe que la heurística se
eleva y que los problemas encuentran solución, pero no son problemas
abstractos ni que se les pueda encontrar una y solo una solución. Cuando
Dawkins expresa que su lenguaje es metafórico, está diciendo, sin que
tenga por fuerza que admitirlo, que su lenguaje es resultado de una
construcción social, pues de otro modo no se entendería de dónde
provienen los elementos que dan origen a su metáfora.
Metáfora,
mercado y reproducción biológica
Dawkins
construye una metáfora con un claro carácter mercantilista, en la que
los animales actúan conforme a relaciones dictadas por un análisis de
costobeneficio y afirma que mediante el experimento y la observación,
podríamos llegar a conocer qué tan cercanamente actúan de acuerdo con
este análisis de mercado.21 De ello se desprende que reivindica el
empirismo para llegar a resolver problemas y descubrir verdades sobre el
comportamiento social de los animales y que las necesidades animales
(humanas incluidas) están siempre determinadas por estos criterios.
Uno
de los pasajes de la obra de Dawkins, en el cual esta metáfora
mercantilista se encuentra, es aquel en el que intenta explicar los costos
reproductivos generados en los distintos tipos de sexualidades y parejas
que se producen, en función de un comportamiento cíclico de machos y
hembras. Resumiendo muy brevemente, el modelo postula la existencia de dos
tipos de estrategias sexuales femeninas y dos masculinas: la de las
hembras «reservadas» (coy), y la de las «rápidas» (fast); y la de los
machos «fieles» (faithful) y la de los «promiscuos» (philanderer).
Dawkins asigna cantidades gastadas en el cortejo (–3), en el cuidado de
los descendientes (–20) y las ganancias por criarlos exitosamente (+15),
y calcula los balances en cada una de las combinaciones posibles.
Las
«rápidas» .hembras póligámicas. Pueden atraer a muchos machos
mujeriegos, poligámicos también, pero la habilidad de las tradicionales
hembras «reservadas» .exigentes y monogámicas., puede vencer si aparece
un macho monogámico «fiel», y lograr así que sus genes se expandan
cuando los «promiscuos» estén en desgracia, por ya no encontrar «reservadas».
En este modelo, la «reservada» controla al «promiscuo», exigiéndole
cortejo largo y fidelidad; la «rápida» calcula los machos que le
convienen, los maneja; pero el «promiscuo» se venga dejándola sola con
sus hijos, sin aportar nada para su manutención. Cuando la población de
«reservadas» y «promiscuos» muestra una cierta estabilidad, la aparición
de otra «rápida» viene a modificarlo todo, más aún cuando se junta
con machos «promiscuos», reiniciando el ciclo. Dawkins muestra que esta
última es la combinación menos estable y concluye que es la estrategia
«reservada» de las hembras la que mejor se aviene a los genes egoístas.
La
idea está fuertemente prejuiciada, pues parte de la base de que los
machos pueden optar por gastar o no en el cuidado del descendiente, pero
en cambio la hembra no tiene alternativa. Es ella la que se ve obligada a
permanecer cuidando a los hijos, lo cual resulta una desgracia cuando se
junta con machos «mujeriegos», pues a ellos no les interesa cuidarlos.
El
modelo de estrategia evolutiva de Dawkins se basa en la concepción de las
relaciones de pareja no como de placer y afecto, sino de poder, tal y como
se ha presentado en diversas etapas de la historia humana, confiriéndole
las características de tal relación a los animales. Con ello, la
frontera entre la realidad sexista, individualista y reivindicadora de la
propiedad, y el discurso metafórico que concibe esa realidad como la única
existente, se borra rápidamente. Es un discurso en el que lo reproductivo
es visto como operación de costo–beneficio; es una relación de posesión,
porque en ella los individuos siempre tratan de utilizar al tipo de pareja
que mejor garantiza un menor costo de la reproducción en favor del
incremento de la ganancia por traer a un descendiente; y es además relación
de poder, porque las actitudes de un tipo de individuo buscan manejar y
controlar la actitud del otro para los fines del primero. Considérese el
carácter de las siguientes afirmaciones de Dawkins:
Cuando
todos los machos en una población son fieles, ella [una hembra «rápida»]
puede hacer cálculos para encontrar un buen padre para sus hijos,
cualquiera que este sea.
[...]
Si una hembra reservada encuentra un macho mujeriego, no hay trato
posible. Ella insistirá en un cortejo prolongado.
[...]
Cada una de sus desafortunadas esposas [del macho «mujeriego»] tiene que
vérselas sola con sus hijos.22
La
metáfora dawkinsiana tiene aquí otro componente ideológico. Según él,
existe una tendencia a la promiscuidad masculina y a la monogamia femenina
basada en el tamaño, número y movilidad de los gametos de uno y otro
sexo. Como en el sexo masculino los gametos son más chicos, numerosos y móviles,
el macho pude entonces darse el lujo de «desperdiciarlos» en múltiples
contactos sexuales, al revés de la hembra, que debe cuidar celosamente
los pocos que produce.23
El
lenguaje de Dawkins es el de la economía de tiempo de trabajo. Lo que
existe en poca cantidad debe ser cuidado. Su escasez puede indicar un
mayor tiempo de trabajo para producirlo; en cambio, lo que se produce en
gran cantidad también se hace más rápido y su valor de cambio es menor.
Así sucede con los gametos femenino y masculino. La naturalización de la
opresión femenina es patente. Incluso, ni siquiera se le considera una
opresión desde el momento en que es resultado de inexorables fuerzas
universales y permanentes que actúan en aras de la supervivencia, para
mantener, con ello, la estabilidad del mundo, vivo y no vivo.
Otro
de los aspectos importantes es el referente al interés reproductivo que
moldea las relaciones afectuosas. Según Dawkins, cuanto mayor sea la
seguridad que un ascendente tenga para compartir un porcentaje mayor de
genes que otro, mayor será la capacidad altruista que un adulto tenga
hacia un menor. En pocas palabras: si acaso existiese afecto en la relación
de pareja, estará subordinado al interés reproductivo.24 De nuevo es
grave la aplicación de esta tesis al ser humano, pues este no sería
capaz de desarrollar una capacidad de entrega que no esté mediada por un
interés de perpetuación de la especie, lo cual significa un interés
hereditario, de posesiones materiales, y la necesidad imperiosa de
entregarlos a un descendiente. Esto ha sido, generalmente, un interés de
las clases sociales poseedoras, no de la humanidad en abstracto.
Con
este modelo, Dawkins quizás pudiera explicar el carácter posesivo de las
relaciones familiares humanas, pero cuando se trata de explicar el afecto,
el modelo muestra deficiencias. No logra explicar por qué, a pesar de que
existan esas capacidades altruistas entre parientes cercanos, las
relaciones afectivas, supuestamente «naturales» entre ellos, se den de
manera tan deficiente. Es en la especie humana en la que estas relaciones
parentales son fuente de numerosas manifestaciones de sado–masoquismo,
intolerancia, violencia, frustración y complejos psicológicos. Todo ello
es la antítesis del afecto y el amor.
Lo
que Dawkins intenta y logra solucionar es un problema planteado con un
enfoque limitado y superficial: dar una explicación a las actitudes
convencionales de hombres y mujeres en sociedades en las que domina la
familia patriarcal y la escasez. Las actitudes de hombres y mujeres en
sociedades de esa naturaleza son constantes en apariencia, pero Dawkins no
se preocupa por comprender el origen de esos dos parámetros; parecen ser
procesos, o consecuencia de procesos, inmanentes a la naturaleza del mundo
vivo, que para Dawkins es el mundo de los replicadores. Por esta razón,
ya no se considera necesario buscar la develación de esos misterios, o
sea, la resolución de ese problema que parece estar arraigado en el ámbito
de lo biológico, y más aun de lo físico, en el caso de la escasez.
Relaciones
de poder
El
problema de la relación de pareja no es el único en el que, para
Dawkins, las relaciones de poder se naturalizan. De manera explícita, lo
introduce también dentro de su tesis de la extensión del fenotipo
cuando, por ejemplo, especula acerca del significado del trabajo de un
individuo en interés del aumento de la inclusive fitness de otro, y
afirma: «Creo que los animales ejercen un fuerte poder sobre otros
animales, y que frecuentemente las acciones de un animal son interpretadas
de manera más útil como si estuvieran teniendo lugar en interés de la
fitness inclusiva de otro individuo, más que del propio».25
Así,
Dawkins llega a postular que, en un determinado momento, un individuo podría
estar manipulando a otro que no estuviera, en ese instante, bajo control
de sus propios músculos y miembros. Para mostrarlo, introduce diversos
casos: por ejemplo, iguala el canto de un ruiseñor y el sonido de un
grillo con el sonido del tambor africano, y los presenta como conductas
manipuladoras de sistemas nerviosos de otros individuos, afirmando que tal
manipulación no es diferente de la que los electrodos de un neurofisiólogo
hacen con el sistema nervioso.
El
ejemplo ilustra imprecisiones que se cometen al equiparar fenómenos que
ocurren en contextos cualitativamente distintos. Suponiendo que el canto
de dos especies tan diferentes como el grillo y el ruiseñor persigan esa
manipulación del sistema nervioso, no hay nada que indique que el tambor
africano también tiene una función de este tipo, relacionada con el
incremento de la eficacia reproductiva.
Dawkins
da una interpretación especulativa de una acción como tocar el tambor,
basándose en el estereotipo de los aborígenes del África negra, que
deben recurrir a formas musicales altamente percusivas para realizar sus
obsesiones religiosas, bélicas o sexuales. ¿En que se basa para afirmar
que el tamborileo de los africanos tiene ese efecto de manipulación del
sistema nervioso? Más aún, al hablar de tambores africanos, ¿qué hemos
de entender por «africano»? Dawkins parte de dos comportamientos
estereotipados como el del ruiseñor y del grillo y, especulando, llega a
la conclusión de que persiguen la manipulación del sistema nervioso de
otros individuos. Con esa lógica estereotipa la creación artística, y
llega a una reducción ad absurdum. El estereotipo en el que incurre
manifiesta gran desconocimiento de las formas musicales aborígenes de África
y, en general, de la música percusiva, que es muy diversa y ha sufrido
modificaciones continuas y profundas a lo largo de la historia humana, por
lo cual no se pueden comparar con el .ese sí. Estereotipado canto del
ruiseñor o del grillo.
Y
nuevamente, Dawkins no deja a un lado las relaciones de poder en su
modelo, sino que además no las explica, solamente las aborda, aceptándolas.
Tampoco hay ninguna base para aceptar que esa manipulación genética
tenga que ocurrir.
Resolución
de problemas
El
hecho de que la sociobiología contribuya a resolver problemas acerca de
las unidades de selección o del comportamiento animal, por ejemplo, no
significa que sus soluciones sean satisfactorias. La actitud de hombres y
mujeres con respecto a su relación de pareja es el resultado de una
construcción social, con expresiones diversas a lo largo de la historia.
Dawkins, en efecto, aporta elementos para resolver ese problema, pero no
lo hace en el nivel de lo cultural porque, para él, ese nivel no tiene
una vida propia.
La
solución de un problema cualquiera tiene que darse en el nivel conceptual
en el que está planteado. A otro nivel, no es exactamente el mismo. Si la
metodología o la visión del mundo cambian, el problema puede ser visto
con un grado de amplitud o profundidad distinto, y entonces es posible
descubrir las fallas y aciertos del método previo.
Pongamos
un último ejemplo que ilustre los alcances limitaciones de la metáfora
de Dawkins: «Así como las sociedades humanas usan el dinero como una
divisa universal, la cual puede ser convertida en comida, tierra o tiempo
de trabajo, nosotros requerimos una divisa con la cual podamos medir los
recursos que una máquina de supervivencia individual puede invertir en la
vida de otro individuo, en particular de la de un niño.26
Aquí,
el concepto de divisa es aplicado a los animales como la medida de «los
recursos que una máquina de supervivencia puede invertir en la vida de
otro individuo». Aunque este lenguaje sea metafórico, pueda ser
comprendido fácilmente e incluso lleve a resolver problemas, eso no
implica que sea correcto. Y no lo es, porque incurre en el error de
eternizar las categorías dinero y divisa, las cuales están muy lejos de
haberse presentado permanentemente en la historia humana y, menos aún, en
la historia animal. Es decir, esta es una metáfora proveniente de un análisis
en el que se eterniza un elemento transitorio de la existencia humana, se
le naturaliza, y también se naturalizan todos los valores a los que da
lugar. Con ello la historia se tergiversa y la capacidad heurística del
modelo dawknisiano se ve mermada.
De
acuerdo con un punto de vista dialéctico, el todo en un sistema tiene
propiedades distintas a las de sus partes. Las relaciones que en este todo
se establecen son las que pueden explicar el comportamiento de las
partes.27 Entonces, el comportamiento de los seres vivos tiene que
comprenderse como una interacción entre los diversos componentes de los
organismos y de su ambiente, sin una prioridad permanente de alguno de
ellos.28 Un punto de vista dialéctico rechaza que el organismo y su
ambiente puedan explicarse como entidades que llevan existencias
separadas, y por ello, rechaza que la evolución sea un proceso en el que
el organismo desempeñe un papel pasivo y simplemente se adapte a los
cambios ambientales.29 Para un enfoque de este tipo, si bien existen los
cambios lentos y graduales, ello no implica que no aparezcan propiedades
nuevas y cualitativamente distintas en los organismos. Por el contrario,
existen cambios en los que, a fin de cuentas, las entidades resultantes
deben ser entendidas, principalmente de acuerdo con leyes propias de un
nivel o estadio evolutivo que surge de esos cambios, sean estos graduales
o no.
Por
ello, en el enfoque dialéctico se descarta la formulación de una «naturalidad»
de la tendencia a la monogamia en las hembras y a la poligamia en los
machos de todas las especies de animales «sociales», incluyendo al ser
humano. Con una metodología dialéctica se puede ir más a fondo y
encontrar que ese particular comportamiento no responde a las leyes
naturales de la reproducción y el egoísmo del gen, sino a conjuntos de
relaciones entre las diversas partes del organismo .incluido desde luego
el genoma. y su ambiente, pero sin que el genoma desempeñe un papel «esencial»
o determinante en el organismo. Admitiendo la existencia de saltos
cualitativos en la evolución, el enfoque dialéctico propone la
existencia de un nivel diferente de análisis para los seres humanos, en
el que el elemento histórico es fundamental. La mono y la poligamia en el
ser humano, aun cuando sea un asunto ligado a la reproducción y la
supervivencia biológicas, no implica que deba ser considerado un problema
biológico. Una explicación biologicista de este comportamiento puede
satisfacer a quien tenga una visión biologicista del ser humano, pero al
cambiar el nivel de análisis, al hacerlo más profundo e integrar el
conjunto de las cualitativamente diversas interacciones que en esa especie
se producen, la visión del problema de la mono y la poligamia cambia y ya
no es el mismo.
Las
tesis sociobiológicas de Dawkins pueden ser progresivas en un nivel
elemental y fragmentario, pero no en otro más profundo y totalizador.
El
modelo de Dawkins: ¿fetichismo, ideología, falsedad?
Para
mostrar de manera más clara las limitaciones del modelo dawkinsiano, es
preciso detenerse en el análisis de los conceptos de ideología y
fetichismo, y de cómo intervienen para presentar una imagen distorsionada
de la realidad.
De
acuerdo con la teoría marxista, las formas de pensamiento están
conformadas por la visión del mundo de la clase dominante en cada formación
social.30 Cada una de estas clases elaborará una particular concepción
de la realidad, dictada por sus intereses particulares; y esa particular
visión de la realidad es presentada como la manera natural del estado y
el desarrollo del mundo, e identificada con la realidad toda. Para
expresarlo en otras palabras: se opera una inversión de las relaciones
entre el ser y el pensamiento, una sobredeterminación de las ideas por
sobre la realidad, una adecuación de la realidad a las ideas; todo ello
dirigido, de acuerdo con intereses de la clase dominante. Por esa razón
se le denomina «ideología». Es debido a esa confusión entre idea y
realidad, entre una visión particular del mundo y la realidad misma, que
este proceso conduce a la formación de una falsa conciencia.31 Las
ideologías, al ser detentadas por las clases dominantes, actúan como
pilares para sostener dicha dominación, lo cual oculta tanto las raíceshistóricas
de su ascenso como las de su mantenimiento, de manera que la ignorancia
sobre esos procesos históricos producirá la impresión de naturalidad de
esa forma de dominación.
Marx
y Engels identifican como ideología a la del sistema capitalista. Para
ellos, en función de su análisis de las especificidades históricas, no
es posible considerar como ideológica toda construcción teórica o teórico
práctica, o toda concepción del mundo pues no siempre llevan a construir
una falsa imagen del mundo, como sí lo hace el sistema capitalista.32 Yo
acepto estos términos para definir el concepto de ideología, que
utilizaré como sinónimo de ideología capitalista.
Uno
de los elementos fundamentales de la ideología es que proyecta mundos estáticos.
K. Lenk señala que la ideología sirve para la defensa de lo que alguna
vez devino, en contra de lo que deviene.33 Esto implica que la ideología
presenta lo que devino como si no hubiera sido el resultado de un proceso,
sino solo manifestaciones estáticas de la realidad. Con ello, la crítica,
el desarrollo de las ideas, el pensamiento y la sociedad quedan congelados
en un estadio de su devenir, que ya no es visto como tal. En este sentido
V. Milic señala que entre las características de la ideología están su
parcialidad y su ahistoricismo.34 Para M. Scheler, entre las características
(ideológicas) de los modos de pensamiento de las clases sociales
dominantes están: su consideración del ser y no del devenir; su concepción
pesimista en contra de las visiones optimistas de las clases dominadas; su
innatismo, que resiste las influencias del medio; y su rastreo de
identidades, no de contradicciones.35 Finalmente, P. L. Berger y T.
Luckmann afirman que «las fuerzas políticas conservadoras tienden a
apoyar los reclamos monopolizadores de los expertos universales, cuyas
organizaciones también tienden a ser políticamente conservadoras».36
Estos
últimos autores llaman «universo simbólico» al conjunto de cuerpos de
tradición teórica y significados abarcadores de una totalidad simbólica,
existente en cada época de la historia. Tal universo simbólico se
constituye y concibe como la matriz de fondo de todo significado
objetivado socialmente. De esos significados se deriva una práctica
concreta, por lo cual los universos simbólicos se constituyen como parte
de las relaciones sociales y de la hegemonía. Y como esa integración está
contenida en los contextos específicos de relaciones de clase, serán las
concepciones del mundo dominantes las que darán sentido a esos universos
simbólicos, con toda su carga ideológica. Desde luego, en la medida en
que no hay unanimidad completa en los procesos de dominación, existe la
posibilidad de construcción de universos simbólicos o visiones del mundo
alternativas, con lo cual se establece una lucha por el poder.37
La
ciencia se involucra dentro de estos procesos. Dado que pretende encontrar
objetividades y verdades, contribuye a elaborar estos universos simbólicos
y con ello ayuda a crear esa totalidad significativa y pretendidamente
objetiva y verdadera. Sin embargo, en la medida en que en la ciencia se
reflejan las relaciones de poder, adquiere un papel importante en el
enfrentamiento de universos simbólicos alternativos y, por lo tanto, de
visiones del mundo que puedan superar la ideología del presente.
Todas
estas afirmaciones son muy relevantes para la sociobiología y para las
tesis de Dawkins, pues la naturalización que esta disciplina hace del
racismo, el sexismo, el clasismo, la estructura jerárquica de la sociedad
y sus hábitos violentos y territoriales, se corresponde con prácticas y
concepciones conservadoras, legitimadas por expertos universales. A través
de ellas se construye un «universo simbólico» en el que se niega el
estado actual de las cosas como resultado de un devenir, y se niegan los
devenires futuros; se afirma la parcialidad y el ahistoricismo; se
reivindica el pesimismo; en tanto se rechaza que esos comportamientos y
estructuras sociales puedan cambiar; y se presenta un panorama sórdido de
las relaciones personales, por cuanto toda conducta humana es interpretada
como si estuviera persiguiendo fines reproductivos.
Ideología,
ciencia y fetichismo en el capitalismo
Uno
de los conceptos claves para entender el carácter de la ideología en la
sociedad capitalista, y sus influencias en la actividad científica, es el
de fetichización. Marx desarrolló esta idea para explicar el carácter
de la sociedad dominada por las relaciones mercantiles; postuló que las
mercancías poseen el carácter de fetiche en tanto se presentan en el
mercado como si fueran objetos poseedores de propiedades inherentes a sí
mismos, con un valor propio, dada su naturaleza de mercancía; pero que
ocultan las relaciones sociales que se encuentran detrás de ellas
.relaciones de trabajo y de producción. que son las que en realidad les
confieren su valor.
Lo
misterioso de la forma mercantil consiste sencillamente, pues, en que la
misma refleja ante los hombres el carácter social de su propio trabajo
como caracteres objetivos inherentes a los productos del trabajo, como
propiedades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende, en que también
refleja la relación social que media entre los productores y el trabajo
global, como una relación social entre los objetos, existente al margen
de los productores.38
El
proceso de fetichización, en suma, consiste en que «productos de la
mente humana parecen figuras autónomas dotadas de vida propia»,39 o sea,
en adjudicarles propiedades esenciales, fuera del control y la voluntad de
los propios seres humanos.
Como
en la sociedad capitalista lo que domina es la producción de valores de
cambio, esta tesis de Marx puede alcanzar otros ámbitos más allá de los
de la operación mercantil estricta, pero que son una reproducción de
esta. Se puede hablar del fetichismo de la idea abstracta, y el del
Estado.40 Pero además, y muy centralmente, alcanza a las expresiones del
comportamiento: egoísmo, agresividad, competitividad, y a procesos
supuestamente naturales como el desequilibrio población–recursos. Todos
estos términos señalan procesos autónomos, también aparentemente
dotados de vida propia; inmanentes, esenciales; y en tanto tales se les
acepta como se presentan, sin necesidad de buscarles una explicación.
Lo
anterior tiene una relación íntima con el problema de la objetividad y,
por lo tanto, con el tipo de ciencia que se hace en una sociedad dominada
por relaciones fetichizadas. Según P. A. Komesaroff, existen dos formas
de objetividad en el mundo: la resultante de nuestra percepción familiar
y cotidiana, y la que se deriva del método de conocimiento del mundo. La
primera forma está presente a lo largo de toda la historia, la segunda es
característica de las épocas en las que la ciencia se instala como
actividad predominante, y es a partir de que esta surge cuando las
interacciones entre ambas formas de objetividad se intensifican.41 Un
sistema objetivo coherente tiene que encontrar correspondencia en la visión
del mundo en la que se basa como parte de esa percepción familiar. A la
vez, la objetividad derivada del método y el método mismo, están
basados en la percepción familiar del mundo. Ambos llevarán, en sus
interacciones, a la formación de una hegemonía o un universo simbólico.
Como
la producción capitalista es siempre de mercancías, las relaciones de
producción adquieren la forma de cosas y las propias relaciones sociales
resultan altamente fetichizadas. Esto lleva a concebir la cosificación
como algo natural y a que las relaciones entre la percepción familiar del
mundo y el método por el que las conocemos adquieran un carácter
fetichizado, pues están dominadas por relaciones sociales fetichizadas y
cosificadas.42
Komesaroff
extiende las concepciones de Marx sobre el fetichismo y postula la tesis
de una objetividad fetichizada. En el capitalismo, el fetichismo de la
mercancía se extendería hasta referirse a «un modo particular de
presentación de la realidad como refractada en las categorías
capitalistas». En suma, en el capitalismo tenemos que tratar con una
fetichización de la realidad toda. La forma capitalista de la realidad es
la forma–cosa, que es la cualidad propia de las mercancías.43 El
fetichismo es, pues, la manera objetivista por medio de la cual la
forma–cosa propia de la realidad en la sociedad burguesa se manifiesta y
representa a sí misma. Es decir, el capitalismo es un sistema de producción
y de organización de la sociedad que es inseparable de sus fetichismos.
Komesaroff
concluye expresando que el fetichismo emerge con mayor uso directo para la
teoría de las ciencias cuando es «como una estructura determinada de
objetos que de manera inmanente abarca los procesos intersubjetivos y
comunicativos que representan a su vez formas específicas de la relación
sujeto–objeto».44
En
la medida en que la teoría del fetichismo es capaz de explicar la forma
de objetividad que se presenta en el capitalismo, es también una
explicación de la aparente naturalidad de sus formas, de cómo procesos y
categorías propias del universo capitalista aparecen ante este como
necesariamente naturales, válidas y verdaderas. En términos muy
parecidos se ha expresado R. M. Young al hablar, a partir del discurso de
Darwin, de una naturalización de valores y formas de comportamiento de la
sociedad.45
Como
a partir de esa fetichización se obstaculiza la comprensión de la
posibilidad de existencia de otra realidad, entonces dentro de esos límites,
lleva a la formulación de una verdad y una objetividad, restringida
siempre a lo que puede comprenderse básicamente dentro de los marcos
capitalistas y de sus apologistas intelectuales. La intersubjetividad
resulta permeada, atravesada por los patrones y formas de esa realidad «refractada
en las categorías capitalistas». De ahí se desprenderá y dará como
resultado toda una teoría de la objetividad y del método que a ella
conduce.
La
ciencia, pues, no escapará a esta fetichización. En el enfoque
reduccionista de Dawkins sobre el egoísmo del gen y la evolución biológica,
se expresa claramente esa estructura de objetos fetichizados a la que se
refiere Komesaroff, que abarca tanto procesos intersubjetivos y
comunicativos como representaciones de formas de relación
sujeto–objeto. La concepción de las relaciones entre los seres vivos
como dominadas por relaciones de poder, manipulaciones de los sistemas
nerviosos, engaños, competitividad, agresividad, relaciones de opresión
entre los sexos, es una concepción fetichizada, pues solo concibe a las
relaciones entre seres vivos como relaciones entre valores de cambio.
Cuando
Dawkins moldea su lenguaje en términos de relaciones de intercambio,
oferta–demanda y costobeneficio; premios y castigos; y cuando afirma la
existencia de genes que pueden manejar de manera consciente sus vehículos
y programarlos para seguir al pie de la letra sus instrucciones, extiende
una visión particular del mundo .propia del período capitalista. a toda
la historia natural, y la eterniza; naturaliza los sistemas de valores
propios de una época e introduce en la sociedad una nueva y vigorosa
versión de una realidad fetichizada. Pretende rastrear los orígenes últimos
del comportamiento de todo ser vivo a lo que considera las unidades, las
«cosas» más simples del organismo: los genes, los que, al igual que la
mercancía en su concepción fetichizada, parecen poseer una
indivisiblidad y una vida propia que les permite actuar, sin que sea
necesaria la existencia de otras entidades con las cuales establecer una
relación. Con su método, Dawkins oculta las relaciones sociales que han
llevado a producir esta concepción, del mismo modo que los economistas
políticos presentan falsamente el intercambio mercantil como un
intercambio de cosas que parecen poseer vida propia y con una identidad
que, por sí misma, las lleva a intercambiarse ocultando la relación
social que las produjo. Es decir, en todo esto se trata de una concepción
distorsionada de la realidad.
Mundos
fragmentados
Esta
reflexión acerca de la fetichización como forma de percepción del mundo
no estaría completa si no se comprenden las consecuencias que tiene en términos
de la presentación de la misma realidad como fragmentada en innumerables
pedazos, desconectados entre sí.
La
oposición entre el pensamiento parcelador y fragmentador de la realidad y
el pensamiento de la totalidad, ha cambiado con el tiempo. L. Kofler
afirma que la emancipación de la naturaleza, a causa de las necesidades
capitalistas de explotación de la fuerza de trabajo y de la naturaleza
misma, trae como resultado un mundo concebido fragmentariamente, a pesar
de que también se le ha comprendido en muchos casos de manera objetiva.46
La separación sociedadnaturaleza, sujeto–objeto, la división de las
propiedades en primarias y secundarias, eran operaciones necesarias para
una eficiente explotación mercantil de la naturaleza, en un mundo
caracterizado por la separación de la propiedad de los medios de producción
y la fuerza de trabajo. A partir de entonces, el mundo se presenta, de
inicio, como un conjunto de partes separadas, las cuales se componen de
otras más y más pequeñas, sencillas e independientes entre sí, que, a
su vez, se subdividen en otras, y así sucesivamente hasta llegar a las
entidades que se suponen «esenciales». En este mundo fragmentado, por
una parte se refleja y extrapola la concepción individualista de la
sociedad, integrada por individuos que, de manera voluntaria e
independiente, concurren a agruparse y establecer relaciones entre sí, y
por otra, se ven reflejadas las parcelaciones de las categorías económicas
capitalistas y los inmediatismos de su mercado. El capitalismo es un
sistema en el que es muy difícil la planificación para futuros que no
sean inmediatos. El papel fundamental que desempeñan la competencia y la
especulación impide cualquier organización del sistema largo plazo, como
se muestra desde inicios del siglo XIX con las recurrentes fases de recesión
económica.
En
las racionalidades económicas del capitalismo, es innecesaria e imposible
la integración de los elementos espacio–temporales de la realidad que
estén un poco mas allá de lo que de manera inmediata es necesario y, por
lo tanto, perceptible. El capitalismo es el sistema económico y
conceptual de las inmediateces, tanto en el espacio como en el tiempo, por
eso es también la concepción del mundo de lo fragmentario, parcial y
parcelado.
La
burguesía, mediante esos procesos, pierde la visión y el pensamiento de
la totalidad. Más aún, la visión de ese mundo parcelado, al imponerse,
se convierte en una poderosa arma ideológica y de control, pues impide
que la conciencia social pueda comprender la posibilidad de otra realidad
distinta a la del capitalismo. Tan desconectadas están unas partes de la
realidad respecto a otras, y tan imposibles de integrar en un sistema
coherente, cualitativamente distinto, que la conciencia y la opinión pública
no logran distinguirlo.
La
«atomización de la sociedad mercantil» produce que la conciencia no sea
capaz de captar los procesos mercantiles, sociales y naturales más que en
su forma cosificada.47 La captación de los procesos en esa forma implica
observar y captar el universo en fragmentos desconectados de la totalidad;
es lo que origina que se identifique esa visión parcial como toda la
realidad, habida cuenta de la incapacidad del sujeto para aprehenderla
globalmente. He aquí el punto en el que se produce la ahistorización del
universo, la eternización de lo temporal y lo transitorio.
Esta
«atomización del proceso social» se refleja en una no menos intensa
atomización del universo material. Los intelectuales que se identifican
con esa parcelación del mundo, proceden a extenderla y aplicarla a las
categorías del mundo natural. De ahí el reduccionismo cartesiano en física,
química y biología, el cual desarrolla las parcialidades, desconexiones
descontextualizaciones en ámbitos más amplios. Ya por ello se ha señalado
que tanto el método como la visión del mundo cartesianos son una expresión
o extrapolación de un mundo concebido a través de la producción
manufacturera, organizada sobre la base de la división máxima de
funciones dentro de una industria para incrementar la productividad, que
tan en boga estuvo en los tiempos de Descartes.48 En este sentido, y en la
medida en que la parcelación del conocimiento y su manejo en función de
las categorías capitalistas (propiedad privada, mercancía, ganancia,
competencia, oferta y demanda), se expande al conjunto de la sociedad y la
naturaleza, produciendo un consenso social, adquiere un carácter de
clase.
En
la teoría sintética de la evolución, de la cual la sociobiología es
uno de sus resultados más claros, la fragmentación se extiende hasta las
entidades supuestamente más «simples» del universo vivo: los genes.
Pero no es lo único. Cuando Dawkins habla de relaciones de pareja y de
mecanismos de procreación medidos por cálculos de costo–beneficio;
cuando sitúa al organismo en un estado permanente de escasez y lo separa
de su ambiente; cuando escinde al individuo de la comunidad y al gen de
sus relaciones con otras moléculas, lo que hace es eternizar las categorías
de análisis capitalistas y dejar sin explicar, sin teorizar, justamente
lo que debe ser teorizado: el devenir de genes, células, individuos, y
sobre todo comportamientos en un contexto relacional.
Conclusiones
Un
aspecto fundamental de la investigación científica, que frecuentemente
se olvida o no se trata con profundidad es que la condición para formular
una pregunta y plantear un problema es tener aunque sea mínimas
posibilidades de resolverlo; cada vez que en ciencia se plantea un
problema, debe existir un conjunto de relaciones que permitan llevar a
cabo su formulación.
En
vista de que la creación de las condiciones que permitan formular
problemas es un proceso social muy complejo, el planteamiento de estos se
va dando de manera muy desigual y en muchas ocasiones cada período histórico
se caracteriza por plantear y resolver sus propios problemas, pero, de
acuerdo con Laudan, no siempre conduciendo a la verdad. Las condiciones de
la Inglaterra victoriana llevaron a Darwin a formular su teoría de la
evolución de una manera «contradictoria». Por un lado, es una teoría
revolucionaria debido a su materialismo, su ateísmo, su visión dinámica
del mundo y su gran coherencia interna, lo cual ha permitido eliminar
explicaciones oscuras sobre los seres vivos, dar respuesta a problemas
antes envueltos en el misterio, abrir multitud de nuevas áreas de
investigación y generar un conocimiento de una vastedad pocas veces vista
en la historia. Pero, al mismo tiempo, es una teoría cuya principal
limitación consiste en forzarnos a observar el mundo vivo de acuerdo con
una serie de principios, valores y categorías de análisis propios de un
periodo de la historia de la humanidad: la sociedad capitalista, tanto en
un plano económico como filosófico. Me refiero principalmente a las
concepciones de Adam Smith sobre la escasez y la naturaleza egoísta del
ser humano, a las tesis de Thomas R. Malthus sobre la escasez y el eterno
desequilibrio población–recursos, y a las visiones cartesianas acerca
de la escisión del mundo en pequeñas partes «esenciales» que, al
sumarse, dan lugar a un todo. Darwin, al naturalizar estos valores,
principios y categorías analíticas ignoró que son resultado del
desarrollo histórico humano.
Es
esta misma contradicción la que se presenta en el modelo de Dawkins,
quien se esfuerza por contribuir a impulsar el lado revolucionario de la
teoría darwinista, pero que él mismo anula al otorgar un peso
preponderante a los elementos ideológicos, los cuales tienen su raíz en
el mundo que Dawkins acepta: el de las categorías capitalistas. Los
problemas que aborda y resuelve se mueven en ese mundo ideologizado.
Por
ello puede calificarse a la sociobiología como una rama vulgar del
darwinismo. Esta vulgaridad no debe resultar extraña. Es una disciplina
que entre sus principales fuentes tiene a uno de los más importantes
elementos ideológicos de la teoría de Darwin, a quien es imposible
calificar de intelectual vulgar, pero que, sin embargo, aceptó los
postulados de escasez y de egoísmo humano derivados de un modelo
poblacional de Malthus, quien es considerado uno de los economistas más
vulgares.49 Es interesante apuntar un paralelismo entre los aspectos más
vulgares de la economía clásica y los de la sociobiología: la primera
deriva la forma social de las cosas no de las relaciones sociales entre
las personas que las producen, sino de la naturaleza propia de las cosas y
sus propiedades técnico materiales, y de ahí salta a concluir que la
forma natural de la producción es la capitalista y por ello la propiedad
privada resulta natural, indestructible, y sin necesidad de una explicación
de su origen y desarrollo históricos.50 Análogamente, la tesis del gen
egoísta de Dawkins reivindica la concepción del mundo vivo no como la
totalidad de las relaciones de un conjunto de elementos que se desarrollan
en contextos espacio–temporales particulares y que sufren cambios
cuantitativos cualitativos, sino como el resultado de la existencia de una
unidad de jerarquía superior: el gen, que posee en sí las cualidades
esenciales de la vida, pero identificando «vida» con los atributos
cosificados y fetichizados característicos del capitalismo, que son
tomados como naturales.
Pero,
en fin, uno de los resultados de esta tensión entre lo revolucionario y
lo ideológico de que hablaba, es que la teoría de Dawkins exhibe muchas
deficiencias, motivadas por la falsedad de sus postulados y por esa
contradicción entre el evolucionismo y el ahistoricismo presente desde
Darwin. Como científico, Dawkins mantiene que las especies evolucionan;
pero, como ideólogo, concibe esa evolución sobre un fondo que permanece
constante y de cuya constancia no se da ninguna explicación. Es el mundo
de los principios, valores y categorías capitalistas a los que nos hemos
referido. De este modo, la teoría de la evolución permanece limitada
para Dawkins al «fijismo» de esas categorías, valores y principios, de
inicio fetichizados e ideologizados.
Se
preguntará por qué si se acepta que la teoría de la evolución es
progresiva y aun revolucionaria, al referirme a Dawkins pongo tanto énfasis
en los aspectos ideológicos de su modelo. La respuesta es que entre los
evolucionistas no necesitamos discutir el hecho de la evolución, lo
aceptamos como verdadero por la gran cantidad de evidencias que se han
dado a su favor. Lo importante en el debate entre evolucionistas son los
mecanismos propuestos para explicar la evolución. Y es ahí en donde los
factores ideológicos han hecho su aparición en numerosas ocasiones
provocando que la revolucionaria teoría de la evolución se presente a
veces .al igual que en el caso de la sociobiología. como que pretende
justificar, eternizar relaciones y cosmovisiones que son solo propias del
actual período de la historia. Y plantear que lo que debemos hacer como
humanidad es resignarnos a vivir en un mundo dominado por la escasez
absoluta y eterna, y sus derivados en términos de conducta: clasismo, egoísmo,
racismo y sexismo. Por ello ponemos el énfasis en esos aspectos del
modelo de Dawkins. Los problemas que Dawkins intenta resolver son
sociales, culturales, no de la esfera de lo meramente intelectual. El
mismo Dawkins muestra, de manera explícita, la relación de su modelo con
la esferas de lo social y lo cultural cuando, por ejemplo, critica el
estado de bienestar, por ir contra los principios de lo que él considera
la naturaleza egoísta del gen.51
Por
otra parte, no hay que confundir la afirmación de que los problemas se
pueden solucionar solo si existen las condiciones históricas para ello,
con una idea relativista según la cual las respuestas a los problemas
científicos en cada momento de la historia, con sus condiciones
particulares, son igualmente válidas para quienes viven en cada uno de
esos momentos, por lo tanto es imposible comparar las respuestas ofrecidas
en un momento dado con las de otro y mostrar una superioridad, o criterios
de verdad, más claros. Tampoco se trata de postular que los problemas y
las teorías, o las tradiciones de investigación que a ellos
corresponden, al ser resultado de una época de la historia y ser esta
transitoria, necesariamente serán remplazadas en el futuro por otros
problemas o teorías cargados de otra ideología, de manera tal que se
condena a las teorías a estar impregnadas de una porción de falsedad
imposible de eliminar.
Considerando
que el propio Laudan utiliza argumentos demoledores contra el relativismo,
la reivindicación de la superioridad heurística de cierta tradición de
investigación debe ser juzgada situándola históricamente y colocando en
su contexto los problemas planteados.52 En tal sentido, y volviendo al
caso aquí estudiado, los problemas planteados por Dawkins no
necesariamente tienen que ser los mejor expuestos, por mucha coherencia
que tenga su proposición y por elevada que sea su capacidad de resolución
de problemas, dada la naturaleza fetichizada e ideologizada de estos.
Y
entonces surge el problema de la verdad. En todo contexto histórico
existen mecanismos y condiciones sociales para legitimar métodos,
problemas y respuestas que estén de acuerdo con las necesidades de los
grupos dominantes. Los intelectuales desempeñan un papel central dentro
de esos mecanismos de legitimación de problemas y respuestas, al
organizar y avalar las visiones del mundo propias de esos grupos
dominantes. Antonio Gramsci lo expresó de la siguiente manera:
La
relación entre los intelectuales y la producción no es inmediata, como
sucede en el caso de los grupos sociales fundamentales, sino que es
mediata y es mediada por dos tipos de organización social: a) por la
sociedad civil, o sea el conjunto de organizaciones privadas de la
sociedad, b) por el Estado. Los intelectuales tienen una función en la «hegemonía»
que el grupo dominante ejerce en toda la sociedad y en el «dominio»
sobre ella que se encarna en el Estado, y esta función es precisamente «organizativa»
o conectiva: los intelectuales tienen la función de organizar la hegemonía
social de un grupo y su dominio estatal, esto es, el consenso dado por el
prestigio de la función en el mundo productivo y el aparato de coerción
para aquellos grupos que no «consientan» ni activa ni pasivamente, o
para aquellos momentos de crisis de mando y de dirección en los que el
consenso espontáneo sufre una crisis.53
La
ciencia contemporánea, entendida como una relación social dentro de un
contexto fetichizado e ideologizado, muchas veces impone la necesidad de
plantear como verdades, procesos o entidades que no necesariamente lo son,
pero que se conciben como verdaderos gracias a la formación intelectual
fetichizada e ideologizada de quienes legitiman esos falsos problemas
tanto hacia la comunidad científica como hacia la opinión pública. Con
ello ayudan a organizar esa «hegemonía social» o visión del mundo del
grupo dominante de la que habla Gramsci, y que, para el caso y el contexto
que estoy analizando, se apoya sobre bases falsas. R. Dawkins y su modelo
del gen egoísta es uno de los ejemplos de esta función organizativa
social por parte del intelectual en el capitalismo contemporáneo.
El
modelo de Dawkins del gen egoísta podría ser considerado como superior,
solo en comparación con otros, como el modelo lamarckista, cuya capacidad
de resolución de problemas ha sido mucho menor que el darwinista,
defendido por Dawkins. Pero más allá del modelo mecanicista de Dawkins,
se encuentran otras tradiciones de investigación perfectamente
conmensurables con aquella, como la tradición dialéctica, reivindicada
por Lewontin y por Rose,54 que tiene bases conceptuales mas sólidas, y
desideologizadas y por tanto, la capacidad de resolver muchos más
problemas de los que el modelo de Dawkins logra resolver o identifica; por
ejemplo, la explicación de los cambios de cantidad en calidad en la
evolución, la explicación histórica de las naturalezas humana y animal,
el carácter de la interacción biologíacultura, y el de la relación
entre las partes y el todo en los seres vivos, por citar solo algunos.
Para
superar las deficiencias del reduccionismo de Dawkins es necesario tratar
la evolución como un proceso en el que el organismo y su ambiente estén
integrados a todos los niveles; y en ese mismo sentido se requiere
construir una concepción del todo como algo más que la suma de sus
partes.
Para
todos los evolucionistas la sugerente caracterización de Komesaroff de la
objetividad capitalista como objetividad fetichizada debe dar pie a la
profundización del estudio de las relaciones entre ciencia y sociedad,
partiendo de las base del contexto fetichizado en el que claramente se han
encontrado, al menos desde que Darwin emitió su teoría y, muy en
especial, en el contexto del desarrollo de la sociobiología y, más
recientemente, de la psicología evolutiva. Y uno de los elementos más
importantes para profundizar en el estudio de la fetichización tiene a su
vez como base y referente la teoría marxista de la enajenación, que es
otra de las bases explicativas del carácter de la ideología y de la
falsa representación capitalista del mundo.
Unas
últimas palabras referentes a la proposición de Laudan: si se tomaran en
consideración el tipo de discusiones que hemos llevado a cabo en este
trabajo y se incorporaran a esa proposición, esta se enriquecería
fuertemente gracias a la integración de una visión histórico–social.
Y entonces, con una caracterización más adecuada, precisa y totalizadora
de lo que es un problema en ciencia, de cómo se genera y cómo se
resuelve, este modelo quizás lograría, en filosofía de la ciencia,
mostrar una mayor capacidad heurística que otros.
Notas:
1. Véase Larry Laudan, Progress and its Problems:
Towards a Theory of Scientific Growth, University of California Press,
Berkeley, 1977, pp. 13–4.
2.
Ibídem, pp. 37–49.
3.
Ibídem, p. 61.
4.
Véase Peter J. Bowler, El eclipse del darwinismo, Labor, Barcelona, 1988.
5. Véase Michael Ruse, «Discussion: Is Sociobiology a
New Paradigm?», Philosophy of Science, n. 54, 1987, pp. 98–104.
6. Véase Ullica Segerstrale, «Colleagues in Conflict:
An In Vitro Analisis of the Sociobiology Controversy», Biology and
Philosophy, n. 1, 1986, pp. 53–87; y Defenders of the Truth: The Battle
for Science in the Sociobiology Debate and Beyond, Oxford University
Press, Oxford, 2000.
7. John Alcock, The Triumph of Sociobiology, Oxford
University Press, Oxford, 2001; Steven Pinker, How the Mind Works?,
Penguin, Londres, 1997; Matt Ridley, The Red Queen: Sex and Evolution of
Human Nature, Penguin, Londres, 1994.
8. Véase Robert Aunger, ed., Darwinizing Culture: The
Status of Memetics as a Science, Oxford University Press, Oxford, 2000.
9. Larry Laudan, ob. cit., p. 82.
10.
Ibídem, pp. 124–5.
11.
Ibídem, p. 101.
12. Edward O. Wilson, «Foreword», en Arthur L.
Caplan, ed., The Sociobiology Debate: Readings on the Ethical and
Scientific Issues Concerning Sociobiology, Harper & Row Publishers,
Nueva York, 1978, pp. XI–XIV.
13. Véase Joseph Alper, Joan Beckwith y Lawrence G.
Miller, «Sociobiology is a Political Issue», en A. L. Caplan, ed., The
Sociobiology Debate..., ob. cit., pp. 486.
14.
Thomas S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de
Cultura Económica, México, DF, 1971.
15. Richard Dawkins, The Selfish Gene, Oxford
University Press, Oxford, 1976, p. V. Julio Muñoz Rubio 158
16.
Ibídem, pp. 2–55.
17.
Ibídem, p. 139.
18.
Ibídem, pp. 69–87.
19.
Ibídem, p. 69.
20. Ibídem, pp. 18, 47.
21. Richard Dawkins, The Selfish Gene, ob. cit., p. 98;
Richard Dawkins, The Extended Phenotype, Oxford University Press, Oxford,
1982, pp. 46–50; Richard Dawkins, Escalando el monte improbable,
Tusquets, Barcelona, 1998, p. 355.
22.
Ibídem, p. 151–2.
23.
Esta tesis es una de las que más vigencia sigue teniendo entre los
partidarios del determinismo biológico. Alan Collins, «Surrender Value
of Capital Assets: The Economics of Strategy Virginity Loss», Journal of
Bioeconomics, n. 2, 2000, pp. 193–201; Helen E. Fisher, Anatomía del
amor, Anagrama, Barcelona, 1990; Matt Ridley, The Origin of Virtue: Human
Instincts and the Evolution of Cooperation, Penguin, Londres, 1996.
24. Ibídem, p. 106.
25. Richard Dawkins, The Extended Phenotype, ob. cit.,
p. 58.
26. Ibídem, p. 123.
27. Véase Richard Levins y Richard C. Lewontin, The
Dialectical
Biologist, Harvard University Press, Cambridge, MA,
1985, pp. 272– 4.
28. Véase R. C. Lewontin, The Triple Helix, Harvard
University Press, Cambridge, MA, 2000.
29. R. Levins y R. C. Lewontin, ob. cit., pp. 51–8;
R. C. Lewontin, The Triple Helix, ob. cit., pp. 85–106.
30. Carlos Marx y Federico Engels, Idéologie Allemande.
Oeuvres Philosophiques, t. VI, Alfred Costes Editeur, París, 1937, pp.
193–194.
31.
Carlos Marx y Federico Engels, Idéologie Allemande. Oeuvres
Philosophiques, t. VI, Alfred Costes Editeur, París, 1937, pp. 156,
195–9; Federico Engels, «Carta a F. Mehring, 14 de julio de 1893»,
citado en S. Moore, Crítica de la democracia capitalista, Siglo XXI, México,
DF, 1997, p. 95.
32.
Véase E. Hahn, «Contribución a la crítica de la conciencia burguesa»,
en Kurt Lenk, comp., El concepto de ideología, Amorrortu, Buenos Aires,
2000, p. 130.
33.
Kurt Lenk, «Las etapas esenciales en la concepción de la ideología»,
en Kurt Lenk, comp., ob. cit., p. 27.
34.
V. Milic, La relación entre sociedad y conocimiento en la obra de Marx,
en Kurt Lenk, comp., ob. cit., pp.142–5.
35.
Max Scheler, «Tipología de los modos de pensamiento condicionados por la
clase», en Kurt Lenk, comp., ob. cit., pp. 212.
36.
Véase Peter L. Berger y Thomas Luckmannn, La construcción social de la
realidad, Amorrortu, Buenos Aires, 2001, p. 156.
37.
Ibídem, p. 140.
38.
Carlos Marx, El Capital, t. I, Siglo XXI, México, DF, 1988, p. 88.
39. Ibídem, p. 1030.
40. Patrick Tort, Marx et le Problème de L.idéologie,
PUF, París, 1988, pp. 88 y ss.
41 Paul A. Komesaroff, Objectivity, Science and
Society: Interpreting Nature and Society in the Age of the Crisis of
Science, Routldedge and Kegan Paul, Londres, 1986, p. 158.
42.
Ibídem, p. 175.
43.
Ibídem, pp. 190–5.
44. Ibídem, p. 102.
45 Véase Robert M. Young, «The Naturalization of
Value Systems in the Human Sciences», Open University, Course Unit for
Science and Belief from Darwin to Einstein, Block VI: Problems in the
Biological and Human Sciences, Open University Press, Londres, 1981, pp.
63–110.
46.
Leo Kofler, Historia y dialéctica, Amorrortu, Buenos Aires, 1972, pp.
85–6.
47.
Ibídem, p. 154.
48
Jaime Labastida, Producción, ciencia y sociedad: de Descartes a Marx,
Siglo XXI, México DF, 1987.
49. Isaac I. Rubin, A History of Economic Thought, Ink
Links, Londres, 1979, p. 296.
50. Ibídem, p. 301.
51. Richard Dawkins, The Selfish Gene, ob. cit., p.
117.
52.
Larry Laudan, La ciencia y el relativismo, Alianza Editorial, Madrid,
1993.
53.
Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel, t. 2, Era, México. D. F., 1981,
p. 188.
54. Richard C. Lewontin, ob. cit.; Steven Rose,
Lifelines: Biology, Freedom, Determinism, Penguin, Londres, 1997.
(*)
Julio Muñoz Rubio, Investigador. Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM (México).
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