El referéndum, la impunidad y las
concesiones del gobierno
Por Miguel Angel Hernández Arvelo
(*)
Opción de Izquierda Revolucionaria (OIR), 17/06/04
El pueblo y los trabajadores
venezolanos vamos hacia una confrontación compleja y difícil. El
proceso que culminará el 15 de agosto en el referéndum que la
oposición logró imponernos mediante el fraude, no está exento de
peligros y dificultades.
Al pueblo hay que hablarle con
claridad sobre lo que se avecina. Lo peor que podemos hacer es adoptar
una actitud triunfalista y dormirnos en los laureles. La derecha y el
imperialismo no necesitan ser mayoría para liquidar un proceso
revolucionario. Esto ha sido demostrado hasta la saciedad por la
historia.
En un artículo que publicáramos
previamente en Aporrea, explicábamos las razones por las cuales
consideramos que no podía ni debía haber referéndum. Exponíamos
las razones por las cuales –desde nuestro punto de vista- habíamos
llegado hasta los reparos. En las líneas que siguen trataremos de
exponer, desde una perspectiva más amplia, los errores y falencias
del gobierno frente al golpismo, que han posibilitado que estos aún
mantengan los arrestos y la capacidad de lograr recoger las firmas,
con fraude por supuesto, y que ahora se preparen para el referéndum.
Es importante recordar el pasado
reciente. Acordémonos que los golpistas hace exactamente dos años,
después del golpe, se encontraban desarticulados y con el rabo entre
las piernas, después que los trabajadores y el pueblo le propináramos
una felpa en las calles del país, recuperando mediante la movilización
las libertades democráticas cercenadas por la dictadura brevísima de
Carmona, y restituyendo a Chávez en el poder. Era el momento para
liquidarlos política y económicamente. El gobierno estaba en todo su
derecho para castigar a unos golpistas convictos y confesos. Nadie
internacionalmente hubiera levantado la voz si Chávez procedía a
aplicarles mano dura a unos fascistas que habían derrocado un
gobierno legítimamente constituido –si nos atenemos a las formas
democrático-burguesas-, aprovechando para desarticularlos económica
y mediáticamente. Sin embargo, esto no fue lo que sucedió. Aún
recordamos con estupor que lo primero que hizo Chávez al regresar a
Palacio después del golpe fue pedir perdón a los golpistas,
blandiendo un Cristo en la mano. A los dueños de los medios de
comunicación, a los jerarcas de la Iglesia, a los empresarios que
provocaron cientos de muertes, miles de desaparecidos y allanamientos.
Y como si fuera poco, restituyó a los meritócratas de PDVSA, que
pocos días antes habían sido despedidos en un espectáculo circense.
Toda esta jauría fascista, apoyada
por el imperialismo, aprovechó la ocasión para reorganizarse poco a
poco. Los gerentes de PDVSA restituidos en sus cargos reiniciaron sus
labores de sabotaje y preparación del nuevo golpe. Lo canales de
televisión continuaron envenenando y engañando vil e impunemente.
Es cierto que la impunidad fue
institucionalizada por el TSJ al negar que hubo golpe, pero muy poco
fue lo que hizo el gobierno –más allá del discurso- por castigar a
los golpistas, por afectarlos económicamente. Más bien, los ha
tratado con sumo cuidado, por ejemplo, a los canales de televisión,
de acuerdo a la Ley de Impuesto Sobre Sucesiones, Donaciones y demás
Ramos Conexos, les corresponde cancelar impuestos por haber
“donado” espacios televisivos para promocionar el paro golpista de
2002-2003. Sin embargo, el gobierno en lugar de aplicarles la tasa máxima
fijada por la ley, que asciende a 55%, se limita a una benevolente
tasa de 25%. Esta medida debía ser aplicada a partir de abril del
pasado año, sin embargo, se decidió no cobrarles multas ni moras!!!
Durante el golpe petrolero de
diciembre 2002 y enero 2003 el gobierno pudo afectar económicamente a
los golpistas, con las naturales consecuencias que esto les ocasionaría
en su capacidad de respuesta política. En lugar del eructo de Acosta
Carlés, que algunos aplaudieron como una gran acción revolucionaria,
el gobierno, apoyándose en la movilización de las masas, pudo
expropiar y pasar a control obrero las empresas del grupo Polar, las
cuales producen y distribuyen productos esenciales de la cesta básica.
Empresas como Parmalat, de capital transnacional, productora de leche
y otros rubros lácteos de gran sensibilidad social, se unieron al
paro, y el gobierno no tomó ninguna medida contundente contra estos
criminales que pretendían matar de hambre al pueblo con tal de tumbar
a Chávez y liquidar el proceso revolucionario. Otro sector al cual el
gobierno pudo expropiar en aquellos días aciagos del paro golpista,
fue el bancario. Estos establecieron un horario restringido, así como
limitaciones ilegales a los retiros de los ahorristas. Es decir, nos
impusieron un “corralito”, lo cual era motivo suficiente para que
el gobierno apoyándose en el pueblo y en los mismos ahorristas
movilizados, expropiara a los bancos y los entregara a sus
trabajadores, en el marco de la centralización de todo el sistema
financiero. Esto hubiera sido un rudo golpe a los instigadores del
paro, conectado directamente a donde más les duele: el bolsillo. Ante
cada ataque del imperialismo y sus lacayos nacionales, la respuesta
tenía que ser dura y contundente, sin embargo, el gobierno no hizo
nada de esto, afortunadamente contó con un pueblo heroico y
movilizado, que se erigió en baluarte de la resistencia contra el
golpismo.
Luego del paro sabotaje petrolero
el gobierno nuevamente hincó las rodillas y buscó el diálogo con
los golpistas. Esta vez se conformaron mesas de negociación con la
participación de la OEA y el Centro Carter, ambos, organismos
proimperialistas, sin una pizca de imparcialidad, como luego se ha
corroborado hasta la saciedad. ¿Y quién los sentó en la mesa de
negociación? El mismo gobierno, es decir, “cuchillo para su propio
pescuezo”. De estas mesas de negociación surgió el acuerdo de mayo
del pasado año, mediante el cual los golpistas lograron imponernos el
referéndum, apelando a toda clase de trampas y presiones –guarimba
y paramilitares de por medio- a pesar de haber sido derrotados en dos
ocasiones por la movilización popular. Mientras tanto, los
empresarios que habían estado involucrados hasta los tuétanos en el
paro-sabotaje, comenzaron un ataque despiadado contra los
trabajadores, tratando de recuperarse de las pérdidas que Carlos
Ortega y Carlos Fernández les habían ocasionado con el fracasado
paro golpista. Una ola de despidos, fábricas cerradas y violación
sistemática de los derechos laborales, llevó a cientos de
trabajadores a tomar las empresas que los patronos cerraban con el
cuento de los perjuicios que el paro que ellos mismos habían
orquestado, les había ocasionado. De nuevo, el gobierno no hizo nada.
Ni siquiera con casos tan claros como el de Constructora Nacional de Válvulas,
industria que produce válvulas para la empresa petrolera, la cual ha
podido ser expropiada y pasada a control de los trabajadores, por
causa de utilidad pública. Tratándose de una fábrica que produce
insumos para nuestra principal industria y que además es propiedad
del connotado golpista Andrés Sosa Pietri, amo del Valle, copeyano,
para más señas, y expresidente de PDVSA.
Desde el mes de enero de 2003 el
gobierno tuvo que importar gasolina a un costo para el país de 600
millones de dólares, así como alimentos de la cesta básica,
secuestrados por los empresarios golpistas. Debido al paro, la economía
cayó un 29% en los tres primeros meses del año 2003, y un 11% en
todo el año. Las pérdidas en la producción se calculan en 6.188
millones de dólares y al fisco le dejaron de entrar por ingreso
petrolero 1.600 millones de dólares. Un verdadero desastre económico
y social. ¿No es esto motivo suficiente para expropiarlos? ¿Quién
en su sano juicio puede decir que lo que estamos planteando es
radical, ante la magnitud del crimen que la burguesía con la anuencia
del imperialismo cometió contra el pueblo venezolano? Sin embargo,
resulta paradójico que a estos mismos hambreadores de los
trabajadores, el gobierno les continúe cancelando religiosamente los
Certificados Especiales de Reintegro Tributario (CERT), el cual, según
la Ley de Impuesto al Valor Agregado es un sistema de compensación
para “apoyar al sector empresarial privado”. Entre el 2002 y el
2003, es decir, en pleno paro golpista, el gobierno les ha cancelado a
los exportadores 880.000 millones de bolívares. Algún ingenuo nos
podría argumentar que el gobierno debe cumplir con la ley, nosotros
le preguntaríamos: ¿quién le paga a los trabajadores de
Constructora Nacional de Válvulas, Industrial de Perfumes, Plásticos
Vinílicos, Textiles Fénix, Pirelli, Sanitarios Maracay, y otras
empresas cerradas por los empresarios golpistas?
Ahora vamos a un referéndum
conquistado por la burguesía y el imperialismo por medio de todo género
de trampas. No llegaron a él como consecuencia de una imposición
sobre el movimiento de masas, sino después de reiteradas derrotas
propinadas por la movilización de los trabajadores. No les quedó
otra opción. Pero lograron meternos en el terreno de ellos.
El gran peligro que hoy se cierne
sobre el proceso revolucionario está determinado por el hecho de que
durante dos años el gobierno les dio toda clase de concesiones. No se
apoyó en la movilización para seguirles juicio y castigarlos por los
delitos perpetrados. No los expropió cuando existieron posibilidades
ciertas de hacerlo. Cuando los tenía al borde del KO, se sentaba en
una mesa a negociar. Ahora estos criminales aupados y financiados por
el imperialismo, a pesar de los golpes recibidos, mantienen sus
fuerzas intactas y se aprestan a cometer un nuevo fraude. Las grandes
empresas petroleras transnacionales (españolas, norteamericanas,
francesas, etc.), han ganado más dinero con este gobierno que con
cualquier otro, y sin embargo, siguen conspirando. El gobierno le
concedió a la Chevron Texaco a Conoco-Phillips, a Statoil y a la
British Petroleum 3 bloques de la Plataforma Deltana, para la
explotación de gas, sin abrir una discusión entre los trabajadores
petroleros sobre la pertinencia de este negocio. Lo mismo sucede con
los bancos nacionales y transnacionales, que en el período
enero-abril del presente año aumentaron sus ganancias en 130% con
respecto al mismo período del pasado año. Los canales de televisión
siguen muy campantes, mintiendo descaradamente como si no hubiera
pasado nada. Los grandes grupos económicos nacionales siguen
aumentando los precios de los productos y obteniendo extraordinarias
ganancias en el mercado negro del dólar gracias al prolongado control
de cambios. Todas estas concesiones y la lenidad del gobierno los ha
fortalecido, y se constituyen en un verdadero peligro para el proceso
revolucionario.
Sin embargo, a pesar de todo lo
antes dicho, confiamos en la poderosa energía y disposición de lucha
de nuestro pueblo. No obstante, para desarticular y quebrar la
resistencia de la burguesía y del imperialismo es necesario
profundizar el proceso revolucionario conformando un verdadero y
genuino gobierno de los trabajadores y del pueblo, a través de la
participación democrática de sus organizaciones, y que lleve a término
las tareas antes planteadas, así como un plan económico y social,
para ello es imprescindible la construcción de un poderoso partido
revolucionario que organice y dirija esta lucha impostergable para los
trabajadores y el pueblo venezolano.
(*)
Profesor de la Escuela de Sociología
de la UCV y dirigente nacional de Opción de Izquierda Revolucionaria
(OIR)
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