El referéndum venezolano:
La
verdad sobre James Carter
Por James
Petras
Rebelión, 11/07/04
Traducido por Marina Trillo
El 14 de agosto de 2004, los
votantes venezolanos votarán en un referéndum, que tiene suma
importancia mundial histórica y estratégica. Lo que está en juego
es nada menos que el futuro del mundo de la energía, las relaciones
entre EEUU y América Latina (en particular Cuba), y el destino político
y socioeconómico de millones de Venezolanos pobres urbanos y rurales.
Si Chávez sale derrotado y la derecha asume el poder, privatizará la
compañía estatal del petróleo y del gas, vendiéndola a
multinacionales estadounidenses, se retirará de la OPEC, aumentará
su producción y la exportará a EEUU, reduciendo así los ingresos
venezolanos a la mitad o más. Internamente los programas de salud
populares en los "ranchos" urbanos se terminarán y lo mismo
sucederá con las campañas de alfabetización y vivienda pública
para los pobres. La reforma agraria será revocada y aproximadamente
500.000 beneficiarios de la reforma agraria (100.000 familias) serán
expulsados de las tierras. Esto se llevará a cabo con un extensivo e
intensivo derramamiento de sangre estatal, encarcelamientos y
asesinatos extrajudiciales, y represión masiva en los barrios pro-Chávez,
sindicatos y movimientos sociales. El aparentemente “democrático”
referéndum tendrá resultados profundamente autoritarios, coloniales
y socialmente regresivos si gana la oposición.
Regionalmente, un resultado anti Chávez
apretará las garras de EEUU y Europa sobre los recursos petrolíferos
de América Latina; la desnacionalización de la industria del petróleo
en el período post Chávez seguirá los pasos de la privatización de
Petrobrás de Lula en Brasil, la privatización de Gutiérrez en
Ecuador y la prolongación de la propiedad privada extranjera en
Argentina, Bolivia y Perú. El control del petróleo de Venezuela
aumentará el control estadounidense sobre el petróleo mundial,
disminuirá su dependencia de Oriente Medio, sobre todo con el actual
conflicto de alta intensidad en Irak, Arabia Saudita e Irán en el
futuro. Igualmente importante EEUU eliminará al opositor más fuerte
al ALCA –el tratado de libre comercio– y preparará el terreno
para el control directo estadounidense de los usos y reglas de
comercio e inversión en el hemisferio. Estratégicamente la toma
estadounidense del petróleo venezolano tendrá graves consecuencias
para la economía Cubana porque Washington acabará abruptamente con
las exportaciones y su régimen cliente probablemente rompa las
relaciones. El control colonial directo de Irak y Venezuela, dos de
los mayores proveedores de petróleo, aumentará el poder global
estadounidense sobre sus competidores, sirviendo de “ejemplo práctico”
a potenciales regímenes de oposición.
El “referéndum” de Venezuela
surge como un importante choque entre EEUU y la OPEC, el imperialismo
estadounidense y los nacionalistas latinoamericanos, el neoliberalismo
y el nacionalismo social, entre las autoritarias élites gobernantes
apoyadas por EEUU y los trabajadores urbanos endógenos socialmente
conscientes, los parados, la pequeña empresa, los trabajadores
rurales y pequeños campesinos sin tierra. Estas confrontaciones históricas
encuentran su foco específico en el referéndum. Los acontecimientos
que conducen hasta el referéndum hablan elocuentemente de la grosera
intervención estadounidense, las tácticas violentas de las élites,
la estrategia de la oposición de gobierno o ruina, la desenfrenada
propaganda totalitaria de los medios de comunicación privados. La
oposición ha apoyado un golpe de estado militar violento (que fue
derrotado); organizó un cierre empresarial que casi destruyó la
economía (que terminó en fracaso); organizó un contingente de más
de 130 militares Colombianos y fuerzas paramilitares con la ayuda de
oficiales Venezolanos en activo para sembrar la violencia - que fue
abortado por la inteligencia Venezolana. Igualmente siniestro, en la
campaña para conseguir firmas para el referéndum, fueron masivamente
emitidos y distribuidos carnés de identidad falsos, decenas de miles
de muertos, incapacitados y coaccionados vieron falsificadas sus
firmas y miles de firmas fueron estampadas por una sola mano. Fueron
abundantes la corrupción y el fraude de la oposición pero los
observadores oficiales internacionales urgieron entonces al gobierno
de Chávez a aceptar el referéndum y a proceder con el mismo. Y lo
que es más ominoso, entre las voces clave que hicieron sentir su
presencia estuvieron el ubicuo James Carter y el notorio José Miguel
Vivanco del “Human Rights Watch” financiado por Soros.
La Desconocida Historia de James
Carter
Las dos caras del poder imperial
incluyen la intervención militar de puño de hierro y la “venta
suave” de fraudes electorales, diplomacia intimidante y chantaje
democrático. James Carter es “el americano tranquilo” del famoso
Graham Greene, que legitima el fraude de votos, bendice las elecciones
corruptas, certifica a los gobernantes asesinos, anima a elecciones,
en las cuales la oposición está financiada por fundaciones
estadounidenses estatales y semipúblicas, y el régimen progresista
en el gobierno sufre repetidas y violentas disrupciones de la economía.
Carter, también tiene la firme determinación de promover sangrientas
guerras de derechistas fanáticos y estimular coaliciones militares
lideradas por EEUU para salvar de la revolución popular a estados
reaccionarios.
Tras una fachada simple y humana,
Carter tiene un probado método para involucionar regímenes
progresistas y socavar a los insurgentes demócratas. Carter y el
“equipo” de su Centro indagan y localizan las debilidades de los
demócratas inseguros, en particular de aquellos que están amenazados
por los opositores apoyados por EEUU y son por tanto vulnerables a las
peticiones de Carter para que sean “pragmáticos” y
“realistas” – significando sus argumentos apenas disfrazados que
acepten resultados electorales fraudulentos y la obscena intervención
electoral estadounidense. Carter es un maestro tranquilo de la mezcla
de la retórica democrática con la vil manipulación de demócratas
susceptibles que piensan que él comparte sus credos democráticos.
Los medios de comunicación internacionales destacan sus auto
promocionados viajes al extranjero a países conflictivos y sobre todo
su falso registro de “derechos humanos”. Los medios de comunicación
proporcionan a Carter la apariencia de unas credenciales democráticas.
De hecho, sus frecuentes
intervenciones políticas han estado dedicadas al apoyo de dictadores,
a la legitimación de elecciones fraudulentas y a presionar a
candidatos populares democráticos para que capitularan ante sus
oponentes apoyados por EEUU. Carter ha trabajado deliberada y sistemáticamente
durante el pasado cuarto de siglo para minar a regímenes y candidatos
progresistas y promover a sus opositores pro imperialistas.
Hoy en Venezuela, que se enfrenta a
un referéndum de validez dudosa, apoyado por los reaccionarios más
rancios, Carter se hace pasar otra vez por un “monitor neutro”
mientras trabaja con la oposición anti Chávez para primero legitimar
el referéndum y luego proporcionar oportunidades para un resultado
favorable. Carter no ha dicho absolutamente nada acerca de la
financiación masiva estadounidense a la oposición -una violación
ostensible de cualquier proceso electoral democrático- actividades
que serían criminales en su propio país, EEUU. Él con cinismo pide
“información imparcial” para los medios de comunicación histéricamente
anti Chávez, sabiendo muy bien que, conque les guiñe un ojo, tienen
rienda suelta para dar cobertura exclusivamente favorable sobre la
oposición y desinformación uniformemente negativa sobre Chávez. A
cambio Carter consiguió de Chávez una promesa para evitar emisiones
obligatorias de la cadena nacional. Carter rechaza reconocer que el
campo de juego electoral no es igual, pero además so pretexto de
“prensa libre” defiende el derecho de los medios oligárquicos a
expresar mentiras venenosas, negando al electorado el derecho de oir a
ambas partes. Carter rechaza reconocer los efectos intimidatorios de
las maniobras militares estadounidenses en el Caribe, las
declaraciones beligerantes del subsecretario de estado de Asuntos
Latino Americanos Noriega contra Chávez y la hiperactividad del
Embajador estadounidense Shapiro en apoyo de las fuerzas anti Chávez.
Por encima de todo Carter ignora los complots, las prácticas
fraudulentas y las actividades paramilitares que conducen hasta el
referéndum e incluso más allá. Centrándose en obligar al
cumplimiento del Gobierno con los procedimientos electorales e
ignorando el muy perjudicial contexto de la elección, Carter cumple
con su papel de “hombre del sistema” para una victoria electoral
de la oposición o para, en caso de derrota, un pretexto post
electoral para un golpe de estado violento. La historia de Carter
proporciona un contexto sumamente útil para substanciar estas
observaciones y afirmación.
Carter Certifica una Elección
Robada: República Dominicana 1990
En 1993, pasé varias horas
entrevistando a Juan Bosch, el líder político democrático más
notable de la República Dominicana. Me dijo que después de las
elecciones presidenciales de 1990, que ganó legalmente, su oponente,
el derechista, pro estadounidense Juan Balaguer, se dedicó al robo
masivo, atestiguado por observadores de la votación. James Carter
encabezaba la misión que “supervisaba” las elecciones. Bosch
presentó a Carter una ingente cantidad de documentos y testimonios,
testigos y fotos de partidarios de Balaguer vertiendo papeletas en el
río. Carter reconoció la corrupción y el fraude, pero urgió a
Bosch a que aceptara los resultados “para evitar una guerra
civil”. Bosch acusó a Carter de encubrimiento para ganar un cliente
estadounidense. Encabezó una marcha de protesta de 500.000. Carter
certificó que Balaguer fue el ganador de unas “elecciones libres”
y se marchó. Balaguer procedió a reprimir, al pillaje y a privatizar
los servicios básicos.
Haití
I: Carter el Chantajista
Sonriente
En 1990, Bertrand Aristide, un
antiguo sacerdote muy popular iba en cabeza de las encuestas con más
del 70% contra un antiguo funcionario del Banco Mundial apoyado por
EEUU, Marc Bazin, que apenas contaba con el 15% del apoyo popular.
James Carter, el autoproclamado monitor electoral neutral, montó una
reunión con Aristide en la que exigió a Aristide que se retirara de
las elecciones a favor del impopular candidato estadounidense a fin de
evitar “un baño de sangre”. Carter hizo todo lo que estaba en su
mano para asustar a Aristide y negar a la población su derecho de
elegir a su presidente. Carter debe haber sabido de antemano por sus
contactos con el Presidente Bush (padre) que Washington tenía la
intención de impedir que Haití tomara un camino independiente. Ocho
meses después del acceso de Aristide a la Presidencia, hubo un golpe
de estado apoyado por EEUU. Aristide fue expulsado y sustituido y el
candidato preferido por Carter, Marc Basin, fue designado Primer
Ministro, respaldado por un grupo paramilitar terrorista llamado el
FRAPH que ejecutó “un baño de sangre” matando a más de 4.000
Haitianos. Carter y Bush, el diplomático tranquilo y el Presidente
del puño de hierro trabajaron en tándem, cuando el primer fracasó,
el segundo entró en acción.
Haití II: El General Cedras –
Profesor de Escuela Dominical – 1991-94
Con Aristide quitado de en medio,
el régimen apoyado por EEUU se puso a masacrar a miles de Haitianos
partidarios del anterior Presidente electo. El miembro clave de la
junta gobernante fue el General Cedras. Con miles de Haitianos huyendo
de su régimen brutal y dirigiéndose a Florida, James Carter habló
en defensa del sanguinario General Cedra, “Creo y confío en el
General Cedras.” Después Carter farfulló, “Creo que sería un
digno profesor de escuela dominical.” Carter certificó luego la
respetabilidad del despreciable dictador en su camino al exilio –
después de vaciar el tesoro. El presidente Clinton convocó una reunión
con Aristide en Washington. Un ayudante del Congreso enterado de la
reunión me dijo que el ayudante de Clinton entregó a Aristide un
programa neoliberal y la lista de los ministros del gabinete y le dijo
que su vuelta a Haití dependía de la aceptación de los dictados de
Washington. Después de muchas horas de presión psicológica,
amenazas y argumentos, Aristide capituló. Clinton le permitió
regresar. Carter dio la bienvenida a la vuelta de la
"democracia" – de estilo estadounidense.
Diez años más tarde cuando
Aristide rehusó plegarse a las amenazas de EEUU para que privatizara
los servicios públicos y rompiera las relaciones con Cuba (que estaba
proporcionando cientos de doctores y enfermeras al sistema de salud público
de Haití), EEUU patrocinó un ataque paramilitar, seguido de invasión
estadounidense. Aristide, el Presidente electo, fue secuestrado por
fuerzas estadounidenses y sacado por vía aérea -prácticamente con
los ojos vendados- a la República Centro Africana. Carter no protestó
por la obscena intervención estadounidense, sinó que cuestionó la
elección de Aristide. La crítica de Carter a Aristide (en un momento
en el que Aristide estaba preso en la República Centro Africana)
proporcionó una hoja de parra de legitimidad a la invasión
estadounidense, el secuestro, la ocupación y el establecimiento de un
régimen marioneta asesino. La intervención estadounidense en Haití
fue vista en Washington como un “ensayo general” para la invasión
de Venezuela.
Nicaragua 1979: Parte I – Carter
y Somoza
En junio de 1978, el Presidente
James Carter envió una carta privada al dictador nicaragüense
Anastasio Somoza alabándole por sus “iniciativas en derechos
humanos” mientras criticaba a Somoza públicamente. Carter había
hecho de los “derechos humanos” una pieza central de su propaganda
intervencionista (Morris Motley, Washington, Somoza and the
Sandinistas, 1994, pp 115-116). Esta política hipócrita ocurrió
durante uno de los períodos más sangrientos del gobierno de Somoza
cuando bombardeaba ciudades que simpatizaban con la revolución. La
declaración retórica de Carter de preocupación por los derechos
humanos era para consumo público, sus manifestaciones privadas de
confianza a Somoza animaban al dictador a proseguir con su política
de tierra quemada.
Nicaragua Mayo de 1979: Parte II
– Carter Propone la Intervención
En junio de 1993 el Ministro de
Asuntos Exteriores del fallecido Presidente Panameño Torrijos me habló
de la reunión regional más breve del Presidente Carter. Tuvo lugar
en mayo de 1979 menos de dos meses antes de que derrocaran a Somoza.
Carter convocó una reunión de Ministros de Asuntos Exteriores de
varios países Ibero Americanos que se oponían a la dictadura de
Somoza. El presidente Carter entró e inmediatamente lanzó una
propuesta para formar una “Fuerza Inter Americana de Paz”, una
fuerza militar de tropas estadounidenses e Ibero Americanas para
invadir Nicaragua para “acabar con el conflicto” y apoyar una
coalición diversa. El objetivo, según el antiguo ministro Panameño
presente, era impedir una victoria Sandinista, preservando la Guardia
Nacional de Somoza y sustituyendo a Somoza por una junta conservadora
civil pro estadounidense. La oferta de Carter fue rechazada unánimemente
por considerarla una intervención injustificada estadounidense.
Carter resentido terminó la reunión de modo abrupto. La tentativa de
Carter de estrangular una revolución popular para conservar el estado
Somocista y el dominio estadounidense desmentía claramente sus
pretensiones de ser un Presidente de “derechos humanos”. Su legado
de utilizar los “Derechos Humanos” para proyectar el poder militar
imperial se convirtió en procedimiento estándar para los presidentes
Reagan, Clinton y los dos Bush.
Afganistán: Carter Financia la
Invasión de Terroristas Islámicos
A finales de los años 1970
Afganistán estaba gobernado por un régimen nacionalista secular
aliado de la Unión Soviética. El régimen promovió la igualdad
sexual, la educación libre universal para mujeres y hombres, la
reforma agraria incluida la redistribución de fincas feudales a
campesinos pobres, la separación entre religión y estado y adoptó
una política exterior independiente de inclinación soviética.
Comenzando al menos tan pronto como en 1979, EEUU, Pakistán y Arabia
Saudita orquestaron una campaña de reclutamiento masiva internacional
de fundamentalistas Islámicos para que entablaran una “Yihad”
contra el “régimen ateo comunista.” Decenas de miles fueron
reclutados, armados por EEUU, financiados por Arabia Saudita y
entrenados por la CIA y la Inteligencia Pakistaní. Pakistán abrió
sus fronteras a la marea de invasores armados. Internamente los
Mullahs desplazados horrorizados por la igualdad y educación de las
mujeres, por no hablar de la expropiación de sus enormes posesiones
de tierra, se unieron en masa a la Yihad.
La Presidencia de Carter (y no la
de Reagan) fue la responsable de la organización, financiación y
entrenamiento del alzamiento Islámico y la campaña de terrorismo que
le siguió. Zbig Brzesinski escribió más tarde acerca de la campaña
EEUU-Afganistán como uno de los puntos culminantes de la diplomacia
de la Guerra Fría estadounidense - provocó la intervención Soviética
en nombre del aliado secular Afgano. Incluso cuando se le confrontó
con las consecuencias de la devastación total de Afganistán, la
subida al poder de los Talibán y Al Qaeda y el 9/11, el antiguo
Consejero de Seguridad Nacional de Carter, Zbigniew Brzesinski contestó
que estos fueron costes marginales en comparación con una guerra que
con éxito aceleró la caída de la Unión Soviética. La intervención
del presidente Carter en Afganistán inició la Segunda Guerra Fría,
que fue proseguida aún con mayor intensidad por Reagan. Carter apoyó
una serie de guerras subrogadas en Angola, Mozambique, Centroamérica,
el Caribe y en otras partes. Carter fue claramente defensor y
practicante de la peor clase de intervencionismo imperial y un maestro
de las relaciones públicas: fue un practicante precoz del
“Imperialismo Humanitario” - humano en la retórica y brutalmente
imperialista en la práctica.
El Factor Carter: Venezuela
2002-2004
En ninguna parte y en ningún
momento James Carter, el retórico de los derechos humanos de amable
apariencia, plantea una amenaza más peligrosa para las libertades
democráticas y la independencia nacional como lo hace hoy en
Venezuela. Con el firme apoyo de la oposición propensa a la
violencia, Carter ha intervenido con frecuencia en la política
venezolana, presentándose como mediador neutral. En todo momento
Carter se ha movido para legitimar a una oposición implicada en
golpes de estado, alzamientos, terroristas paramilitares y cierres
empresariales que devastan la economía. Carter convenció al
Presidente Chávez de que se “reconciliara” con los líderes de la
elite y los partidarios de un golpe violento que derrocaron brevemente
a su gobierno electo. Continuamente presionó al Presidente electo
para que negociara y “compartiera el poder” con la oposición
incluso después de que hubiera ganado seis elecciones nacionales.
Carter rehusó reconocer las victorias electorales y los mandatos
constitucionales de Chávez – en vez de eso apoyó la demanda de la
oposición de nuevas elecciones no programadas y luego promovió el
“referéndum”. Carter respaldó los resultados de referéndum
pronunciados por la oposición – aunque hubiera gruesas violaciones
electorales. Después ejerció presión sobre el Consejo Nacional
Electoral para acelerar su examen de los votos – urgiéndoles a
proseguir con el referéndum. Carter nunca reconoció los cientos de
miles de instancias por fraude de votantes (igual que antes había
rechazado hacerlo en el caso de la victoria robada a Juan Bosch) y
carnés de identidad fraudulentos. Carter estaba actuando en Venezuela
como el “americano tranquilo” – el que apoya altos ideales
mientras se dedica al juego sucio. Los datos históricos son
meridianamente claros – Carter no es fiable para actuar como
“observador neutral”. Ha sido y es hoy día un partidario de los
intereses imperiales estadounidenses y no es meramente un
“observador”, sino un activo e insidioso socio de los clientes
estadounidenses. Sigue defendiendo y promoviendo cualquier oposición
política o régimen, cualquier gobernante o “coordinador” capaz
de derrotar a los movimientos populares y los gobiernos progresistas.
¡Carter no es un demócrata! Es un
partidario de toda la vida del imperio estadounidense. Es
especialmente peligroso a medida que se acerca el referéndum de
Venezuela. EEUU está proporcionando ilegalmente millones de dólares
a la oposición anti Chávez por medio de National Endowment for
Democracy y otras “fundaciones”. Y el Carter Institute estará allí
para legitimar el fraude y el engaño: para cuestionar las consultas
del referéndum y la elección si gana Chavez. Carter probablemente se
aprovechará sobre todo de algunos políticos oportunistas que rodean
a Chávez y son proclives a hacer concesiones para conseguir
“legitimidad democrática” de la presencia de este enviado del
imperio. Carter encaja en la estrategia más amplia de golpes apoyados
por EEUU y cierres empresariales, violencia paramilitar y apoyo de la
amenaza militar de Colombia.
Nadie del régimen de Chávez que
intente un referéndum honesto puede permitir que este beato hipócrita
desempeñe ningún papel en Venezuela.
Una Observación Final: Otros
Mercenarios de los Derechos Humanos
El estado imperial estadounidense
está movilizando todos sus recursos organizativos para derrotar a Chávez.
Además de Carter, Human Rights Watch (HRW), el National Endowment for
Democracy y un pequeño ejército de ONGs (locales e internacionales),
están actuando en nombre de la campaña anti Chávez orquestada por
EEUU. El Director de “Derechos Humanos” Vivanco está entre los más
ostensibles y adelantados intervinientes: Poco después de que el
Presidente Chávez diera su conformidad a la decisión del Consejo
Nacional Electoral para convocar un referéndum, Vivanco anunció un
“informe” en el que declaró que Venezuela “sufría una crisis
constitucional que podía afectar a sus instituciones ya frágiles”.
Acusó al gobierno de Chávez de “purgar y asumir la judicatura”.
Pidió la “intervención de la Organización de Estados Americanos
dominada por EEUU.” Para forzar al gobierno de Chávez a amoldarse a
su declaración, Vivanco exigió que el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional suspendieran la ayuda dirigida a la
“modernización” del sistema judicial. Durante los 3 últimos años,
HRW ha seguido la batuta del Departmento de Estado para atacar las
credenciales democráticas de Chávez - pasando por alto su
participación (y victoria) en seis contiendas electorales libres y su
generosa aceptación de las firmas dudosas que apoyan el referéndum.
HRW ignoró totalmente el fraude masivo de votantes de la oposición,
haciéndose eco de la línea seguida por la oposición. Entre los líderes
de HRW abundan los antiguos funcionarios estadounidenses, entre los
que está su reciente fichaje, Marc Garlasco, un antiguo (?) oficial
de la Agencia de Inteligencia de Defensa, como alto analista militar.
HRW desempeñó un importante papel en la demonización del Presidente
Milosevic de Yugoslavia, apoyó la invasión estadounidense de los
Balcanes y silenció los crímenes de guerra estadounidenses,
incluidos el bombardeo de objetivos civiles, el asesinato de KLA de más
de 2.000 civiles Serbios y la limpieza étnica de 200.000 no Albaneses
de Kosovo.
Durante las negociaciones de paz
entre el Presidente Pastrana y las FARC, a las que se oponía EEUU y
estaba ansioso por interrumpir, el Sr. Vivanco y HRW publicaron un
“informe” declarando que las FARC violaban todos los acuerdos de
las negociaciones de paz -algo que ningún otro grupo de derechos
humanos con presencia en Colombia declaró- a fin de presionar a
Pastrana a que rompiera las negociaciones y reanudara la campaña
militar, lo que posteriormente hizo. HRW, como el Carter Center, ya ha
intervenido del lado de la oposición autoritaria apoyada por EEUU. Ha
ensuciado la independencia de los tribunales para presionarlos a
amoldarse a la oposición, ha rechazado las deliberaciones democráticas
del Congreso Venezolano y su voto sobre la reforma judicial, ha
declarado abiertamente que el Gobierno era ilegítimo y ya ha pedido
una intervención apoyada por EEUU por medio de la OEA. ¡Tengan
cuidado con HRW y con el Carter Center! Su presencia es sumamente
peligrosa para la integridad del electorado y la independencia
Venezolana.
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