En el referéndum convocado para
destituirle:
Chávez se encamina a una rotunda
victoria
Por Richard Gott
The Guardian, Londres, 08/08/04
Para consternación de los grupos
opositores de Venezuela y para sorpresa de los observadores
internacionales reunidos en Caracas, el presidente Hugo Chávez está
a punto de obtener una victoria aplastante el 15 de agosto en un referéndum
concebido para conducir a su derrocamiento.
Elegido por primera vez en 1998,
cuando era un coronel casi desconocido, armado con poco más que retórica
revolucionaria y un programa socialdemócrata moderado, Chávez se ha
convertido en el líder de la emergente oposición latinoamericana a
la hegemonía neoliberal de Estados Unidos. Estrecho aliado de Fidel
Castro, rivaliza con el dirigente cubano en sus feroces denuncias de
George W.Bush, una estrategia que es bien acogida en la gran mayoría
de la población de América Latina, donde sólo las elites reciben
bien las recetas económicas y políticas ideadas en Washington.
Mientras que Chávez conserva su
popularidad después de seis años como presidente, el apoyo a los
dirigentes abiertamente proestadounidenses de América Latina, como
Vicente Fox en México y Alejandro Toledo en Perú, ha quedado
reducido a la nada. Hasta el presidente de Brasil, Lula, que permanece
neutral, no sale muy bien parado en las encuestas. La noticia de la
victoria de Chávez en el referéndum será recibida lúgubremente en
Washington.
Chávez llegó al poder después de
que el sistema político tradicional se hubiese autodestruido en la década
de 1990. Pero los restos del antiguo régimen, en especial los
atrincherados en los medios de comunicación, han mantenido una lucha
constante contra él, en un país en el que las antipatías racistas
heredadas de la era colonial no están nunca muy soterradas. Chávez,
con sus rasgos indios y negros y un acento que revela sus orígenes
provincianos, es visto con simpatía en los barrios de chabolas, pero
es aborrecido por quienes viven en las ricas zonas residenciales de
blancos, que temen que movilice contra ellos a la empobrecida mayoría.
El esperado triunfo chavista será
la tercera derrota de la oposición en igual número de años. Las dos
primeras fueron resultado de tentativas espectacularmente
contraproducentes para sus opositores, que sólo sirvieron para hacer
que se atrincherase en el poder. Una intentona de golpe de estado en
abril de 2002, con un trasfondo fascista que recordaba la época de
Pinochet en Chile, fue derrotada por una alianza de oficiales leales y
grupos civiles que se movilizaron de forma espontánea y exigieron con
éxito el regreso de su presidente.
La inesperada restauración de Chávez
no sólo alertó al mundo sobre la existencia de un inusual
experimento de izquierdas, por no decir revolucionario, que está
teniendo lugar en Venezuela, sino que también llevó a la mayoría
pobre del país a entender que tenía un Gobierno y un presidente que
valía la pena defender. Chávez logró retirar a oficiales de alto
rango contrarios a su proyecto de implicar a las fuerzas armadas en
programas para ayudar a los pobres y eliminó la amenaza de nuevo
golpe.
El segundo intento de derrocamiento
-la prolongada huelga de diciembre de 2002, que se extendió al cierre
patronal de la empresa petrolera estatal, Petróleos de Venezuela,
nacionalizada desde 1976- también acabó por favorecer al presidente.
Cuando fracasó la huelga (con sus
ecos de la de los propietarios chilenos de camiones, respaldada por la
CIA, contra el gobierno de Salvador Allende a comienzos de los 70), Chávez
consiguió despedir a los sectores más mimados de un personal laboral
privilegiado. Los enormes excedentes de suministro de crudo que producía
la empresa fueron redirigidos a nuevos e imaginativos programas
sociales. Se fundaron por todo el país innumerables proyectos o
"misiones", que recordaban el clima de los primeros años de
la revolución cubana. Con ellos se combate el analfabetismo, se da
ulterior educación a quienes no terminan los estudios básicos, se
promueve el empleo, se proporcionan alimentos baratos y se extiende la
atención sanitaria gratuita en las zonas pobres de las ciudades y el
campo, con la ayuda de 10.000 médicos cubanos. Edificios sobrantes de
la compañía petrolífera se han reutilizado como sede de una nueva
universidad para los pobres y se ha desviado dinero del petróleo para
fundar Vive, un innovador canal de televisión que está ya rompiendo
los tradicionales moldes estadounidenses de los medios de comunicación
latinoamericanos.
Los opositores tachan los nuevos
proyectos de "populistas", un término habitualmente usado
con intención peyorativa por los científicos sociales de Latinoamérica.
Sin embargo, ante la tragedia de la extrema pobreza y el abandono en
un país con unos ingresos procedentes del petróleo comparables con
los de Arabia Saudí, es difícil ver por qué un gobierno democráticamente
elegido no debe embarcarse en programas para ayudar a los más
desfavorecidos.
Su impacto está a punto de
comprobarse en la consulta popular del 15 de agosto. Vote "sí"
para echar a Chávez de la presidencia, vote "no" para
mantenerlo en ella hasta las próximas elecciones presidenciales de
2006. La oposición, políticamente dividida y sin ninguna figura
carismática que pueda competir con Chávez para liderar su campaña,
sigue comportándose como si tuviera la victoria segura. Les gusta
imaginar que pueden obtener un triunfo comparable con el de los
antisandinistas en Nicaragua en 1990.
La campaña chavista por el
"no" ha sacudido el país, poniendo en juego todas las
habilidades de Chávez como estratega militar y organizador político.
Un empujón en la inscripción, que
recuerda la tentativa de introducir a negros en el censo electoral de
EEUU en los años 60, ha producido cientos de miles de nuevos
votantes. Lo mismo ha sucedido con una campaña para conceder la
ciudadanía a miles de inmigrantes que llevaban largo tiempo en el país.
La mayoría optarán por Chávez, y los partidarios del presidente están
ya patrullando los barrios de chabolas y las regiones más remotas del
país para sacar votos el 15 de agosto.
Una inesperada ventaja para Chávez
ha sido el espectacular aumento de los precios del petróleo en el
mundo. Como me explicó hace unos días, ahora puede dirigir los
ingresos extra a los pobres, tanto en el país como en el extranjero,
pues Venezuela suministra petróleo a precio reducido a los países de
América Central y el Caribe, incluyendo a Cuba. Le ha ayudado también
el cambio en el clima político de América Latina. Antaño percibido
por sus vecinos como un estrafalario, ahora se parece más a un hombre
de estado latinoamericano. En todo el continente, se ha convertido en
el hombre al que hay que observar.
Ante una victoria de Chávez, puede
que la oposición, desesperada, recurra a la violencia. Su asesinato,
recientemente insinuado por el ex presidente Carlos Andrés Pérez, o
el uso de fuerzas paramilitares del tipo de las que se desencadenaron
hace pocos años en Colombia, son siempre una posibilidad. No
obstante, los sectores más civilizados de la oposición se aplicarán,
si hay suerte, a la difícil tarea de organizar una fuerza electoral
adecuada para enfrentarse a Chávez en 2006.
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