Estados Unidos resignado a Chávez
Por Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 12/08/04
Washington. Funcionarios de
gobierno y analistas de Estados Unidos parecen resignados a dos años
y medio más de gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, cuando faltan
dos días para el referendo que decidirá la revocación o ratificación
de su mandato presidencial hasta enero de 2007.
Observadores de Washington han
visto a Chávez subir en las encuestas en las últimas semanas y, ante
una oposición acéfala y unida sólo por su desprecio al mandatario,
aceptan que lo más probable es que triunfe el mayor admirador del
presidente cubano Fidel Castro, si no en el referendo de este domingo,
en las elecciones que deberían realizarse 30 días después para
elegir a quien completará el período del mandatario, si éste es
revocado.
”Definitivamente, (Chávez) tiene
el viento a favor”, aunque a Washington no le guste, admitió un
funcionario de la administración de George W. Bush.
De hecho, algunos analistas
prefieren una victoria clara de Chávez este domingo a una carrera
ajustada, que podría dar lugar a acusaciones de fraude de cualquiera
de las dos partes, en especial si los observadores internacionales, la
Organización de Estados Americanos (OEA) y del Centro Carter para la
Paz, no ofrecen una evaluación clara sobre la justicia y libertad de
los comicios.
La posibilidad de un conflicto
civil en una de las fuentes extranjeras más importantes y confiables
de petróleo, en tiempos en que el precio del crudo alcanza máximos
históricos, es una pesadilla que los asesores políticos de Bush
quieren evitar a toda costa, cuando faltan menos de tres meses para
las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
”Realmente, el gobierno (de Bush)
no tiene una buena opción para presionar a Chávez si gana”, opinó
William LeoGrande, experto en asuntos latinoamericanos de la American
University, de Washington.
”Lo último que quiere Washington
es alejarse de otro gran productor de petróleo. Si Chávez gana,
tendrá que apretar los dientes y convivir con él”, agregó.
”Si el petróleo fluye y los
inversores estadounidenses están contentos, esta administración no
hará gran cosa”, dijo a IPS Michael Shifter, miembro del gabinete
de expertos Diálogo Interamericano (Inter-American Dialogue, IAD).
”Lo que Estados Unidos quiere sobre todo es estabilidad”, sostuvo.
El referendo de este domingo marca
el tercer intento de una oposición diversa y en general
pro-Washington por derrocar a Chávez, elegido por primera vez en
diciembre de 1998 en medio de una ola de indignación y rechazo a la
corrupción de los dos partidos dominantes en la política venezolana
desde la década de 1950.
El primer intento tuvo lugar en
abril de 2002, cuando un grupo dominado por empresarios intentó tomar
el control del país en un golpe de Estado que se impuso durante dos días
y fue reprimido por oficiales leales al gobierno y por manifestaciones
de cientos de miles de pobres urbanos, que han sido los más
fervientes partidarios de Chávez.
Declaraciones públicas de
funcionarios estadounidenses a favor de los golpistas y los
antecedentes de respaldo político y financiero de Washington a
ciertos grupos opositores que apoyaron el golpe, antes de que éste
fracasara, avergonzaron a la administración de Bush y agravaron las
ya tensas relaciones con el gobierno de Chávez.
Un segundo intento de derrocamiento
tuvo lugar en diciembre de 2002, cuando empresarios, sindicalistas y
ejecutivos de la firma estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa)
lanzaron una prolongada huelga que se arregló sobre la base de un
acuerdo entre el gobierno y la oposición para iniciar el proceso de
un referendo que pusiera fin a la crisis política, y que finalmente
se realizará este domingo.
El acuerdo se logró con la mediación
de la OEA y el Centro Carter, cuya evaluación de la limpieza de los
comicios podría determinar el estallido o no de actos violentos y la
reacción de la propia administración de Bush.
”Tras apoyar el golpe de 2002, la
administración (de Bush) quedó en evidencia y se vio obligada a
retractarse y apostar todo al proceso de la OEA y el Centro Carter”,
comentó John Walsh, analista de asuntos venezolanos de la Oficina de
Washington para América Latina (WOLA), un grupo de derechos humanos.
”Si la OEA y el Centro Carter
consideran el proceso suficientemente limpio para legitimar el
gobierno de Chávez, Estados Unidos se verá muy presionado a adoptar
una posición diferente”, agregó.
Para ganar, la oposición
venezolana no sólo debe obtener más votos por ”Sí” que por
”No” en el referendo, sino más sufragios que los 3,8 millones que
Chávez obtuvo en 2000.
Y aun así, la mayoría de los
analistas coinciden en que los opositores no cuentan con una figura
capaz de derrotar al actual presidente en las elecciones que deberían
convocarse en los 30 días posteriores y a las que Chávez podría
presentarse.
”La oposición no se ha unido en
torno a un único candidato ni presentado una plataforma coherente que
pueda persuadir a alguien que ha votado por Chávez”, dijo Walsh.
”El gobierno (de Estados Unidos)
tiene poca confianza en la oposición, y francamente, no es un grupo
que inspire confianza”, opinó Shifter.
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