Venezuela dijo no a Bush y a los golpistas
Por Martín Ogando
Socialismo Revolucionario, Argentina, 20/08/04
Pasadas las 3 de la mañana del lunes 16 en
Caracas, se conocen los resultados preliminares del referéndum
revocatorio contra Hugo Chávez Frías. Alrededor del 58% de los
venezolanos, casi 5 millones le dieron un contundente NO al intento de
la oposición gorila de revocar el mandato presidencial. La opción
del NO obtuvo más votos que los de Chávez en ocasión de ser elegido
presidente. El imperialismo norteamericano ha sufrido una notable y
contundente derrota. Desde que se confirmó la convocatoria al
plebiscito las masas populares entraron en un proceso de organización
y movilización sin precedentes. Ahora miles de cuerpos rojos madrugan
el triunfo frente al Palacio de Miraflores. Las asambleas barriales,
los círculos bolivarianos, las organizaciones sindicales opositoras a
la burocracia de la CTV, entre otras organizaciones, han sido el motor
del triunfo. La Venezuela profunda aplastó con millones de
votos surgidos de las barriadas más pobres a la impresionante
maquinaria multimillonaria de los poderosos.
El triunfo popular fue tan inobjetable, que hasta
el servicial agente de Bush, César Gaviria y ex – presidente yanqui
Jimmy Carter, junto a los demás “observadores” internacionales
que habían viajado a conspirar con la oposición, han tenido que
reconocer los resultados. Los gorilas locales, sin embargo, se han
puesto a patalear, denunciando un supuesto fraude en boca de sus
rectores del CNE (Consejo Nacional Electoral) y de los jefes de Acción
Democrática y COPEI (demócratas cristianos). Algunos pocos
opositores organizan “escuálidas” protestas, y pequeños grupos
fascistas, pese a su escasa fuerza ya han provocado heridos y muertos
del pueblo. No hacen más que mostrar impotencia y desesperación ante
su tercera derrota consecutiva. Luego de lograr imponer este
plebiscito tramposo ahora han sido golpeados en el terreno que ellos
mismos eligieron e intentan negar la realidad de una derrota
humillante. Los trabajadores y el pueblo venezolano han tenido una
noche de festejos y de algarabía, y bien merecido que lo tienen:
ellos son los dueños de esta victoria.
Para Venezuela y para
el mundo
El referéndum revocatorio concitó la atención
de los explotados y oprimidos alrededor del globo porque era una
prueba de fuerzas crucial. Un triunfo del SI hubiera significado el
fortalecimiento de toda la política norteamericana en la región, de
la ocupación y la masacre imperialista en Irak y un
debilitamiento de la resistencia antiimperialista. Por lo mismo el
resultado inverso es un triunfo de los trabajadores, campesinos e indígenas
del continente y de la resistencia del pueblo irakí que hoy combate
ferozmente en las calles de Nayaf. El resultado del referéndum ha
establecido una nueva relación de fuerzas y el imperialismo
yanqui ya tomó nota de esto. Por eso desde días antes ya se hablaba
de que “toleraría” un triunfo chavista si este garantizaba la
estabilidad del país y la provisión de petróleo.
A pesar de las denuncias de la oposición, Carter
y Gaviria han convalidado la elección diciendo que, o se demuestra el
fraude o se aceptan resultados. EE.UU. ha visto cómo la estrategia
golpista de la derecha venezolana, derrotada una y otra vez, ha
terminado fortaleciendo a Chávez y generando una peligrosa polarización
social que amenaza barrer con todos sus intereses en la región. Por
el momento se verá obligado a reelaborar su política para América
Latina. Empantanados en su ocupación en Irak, vienen perdiendo
posiciones en el continente, donde varios de sus sirvientes directos,
como el Goñi o De la Rúa, han sido tumbados en los últimos años.
Sin embargo los trabajadores venezolanos no pueden bajar la guardia.
¿Y ahora?
La tarea actual es derrotar definitivamente a la
reacción y avanzar en resolver las necesidades más urgentes de las
masas. ¿Pero cómo? Del resultado electoral surgen dos tendencias
contradictorias.
Por un lado la derrota de la oposición pro
imperialista es un enorme triunfo de las masas obreras y populares que
reforzarán la confianza en sus propias fuerzas. Será la continuación
del recorrido que las masas latinoamericanas comenzaron en las
Jornadas de diciembre del 2001 en Argentina o en el Octubre boliviano
del 2003.
Por el otro, los 5 millones de votos fortalecen a
Chávez frente a la oposición pero también le dan mayor poder para
actuar en forma independiente de las masas, reforzando el control
estatal sobre las organizaciones populares e impidiendo un curso
revolucionario. Es el camino del “frente antineoliberal” de los
Lula y los Kirchner. Esto reforzaría las tendencias bonapartistas del
chavismo, que hace equilibrio entre las clases en pugna, sometiendo la
autonomía obrera y popular para “tenderle la mano a la oposición”.
Así ha sido en el pasado. Cuando el imperialismo golpea cede
protagonismo a las organizaciones populares y radicaliza su discurso.
Cuando se derrota a la reacción vuelve la política
de los consensos y las vacilaciones en perjuicio de las masas
venezolanas. Así fue en el golpe del 2002, cuando las barriadas
populares le devolvieron el poder Chávez y sin embargo los golpistas
están hoy en libertad. También con la huelga patronal de PDVSA donde
sólo se echó a las cúpulas gerenciales y se hizo retroceder al
control obrero que había sido clave en algunos lugares para el
triunfo popular. La misma convocatoria al referéndum fue una enorme
concesión aceptando miles de firmas falsas. Apenas conocidos los
resultados la receta fue la misma: el llamado a la concordia y a la
convivencia democrática. Chávez dice ahora: “vayamos todos por un
mismo camino”.
Una vez más, cuando lo que está planteado es
propinarles una derrota definitiva, Chávez salva a la oposición. No
es “tender la mano” a los golpistas lo que está planteado, sino
expropiar sus empresas, empezando por los grandes medios de comunicación,
y restituir el control obrero en PDVSA. No se trata ahora de
garantizar las inversiones imperialistas sino de dejar de pagar la
deuda externa para terminar con el absurdo de que, con un barril de
petróleo a más de 45 u$s, el 70% de los venezolanos esté bajo la línea
de pobreza y soporten un 15,5% desocupación. No es la paciencia y la
mesura lo que el pueblo debe oponerle a las provocaciones sino sus
propias organizaciones de autodefensa y la desarticulación completa
de las fuerzas de la contrarrevolución.
Las mayorías populares apoyan a Chávez porque
repudian a los partidos tradicionales y porque buscan su independencia
del amo imperial y defender las conquistas que han
conseguido, como los mercales, las misiones, los elementos de reforma
agraria y los créditos para la pequeña producción. La alternativa
es clara: o una profundización de la lucha para conquistar el
salario, desterrar el hambre y la desocupación o nuevas concesiones a
la oposición que serán una traba absoluta para resolver las
necesidades sociales
Toda unidad nacional con los Cisneros, la AD y
COPEI será contraria a los intereses de los trabajadores. El camino
de la gran burguesía venezolana es totalmente incompatible con las
necesidades del obrero y del campesino pobre, es el camino que los
llevó a más de 50 años de hambre y humillación.
Hay que aprovechar el impulso para profundizar la
movilización y avanzar en las demandas postergadas. La organización
popular, artífice de la victoria, no debe subordinarse de ninguna
forma a la tutela estatal. Desarrollar el accionar independiente de la
clase trabajadora, bajo su propio programa y su partido revolucionario
será la clave de la etapa en curso. La política de las vacilaciones
sólo puede traer derrotas y frustraciones. Frustraciones que el
nacionalismo burgués ya ha entregado por decenas a las masas obreras
y populares de nuestro continente.
El grito de “no van a volver” que resonó en
las calles de Caracas sólo se podrá realizar exitosamente con una
organización independiente, con una firme lucha antiimperialista y
llevando hasta el final las tendencias de la revolución venezolana,
es decir con el método de la clase trabajadora y el programa del
socialismo.
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