El
presidente Chávez y el referéndum
Mitos
y realidades
Por
James Petras, 26/08/04
Rebelión,
03/09/04
Entre
la frustración de la derecha y la euforia de la izquierda, poco se ha
hablado de la compleja y contradictoria realidad política venezolana
y de la especificidad de las políticas del presidente Chávez. Todavía
menos se ha debatido la división entre un Washington dominado por la
ideología y un Wall Street pragmático, entre las políticas de
confrontación y las de conciliación, y entre las convergencias y las
divergencias de Venezuela y el resto de América Latina. Tanto la
derecha como la izquierda han vuelto a sus respectivos mitos sobre el
Gobierno bolivariano de Chávez en lugar de analizar las realidades
concretas.
Mitos
revisados
Mito
nº 1 – Chávez es un presidente impopular al que puede derrotar en
un referéndum la oposición de derechas.
Realidad
– La derecha y sus patrocinadores de Washington realizaron un cálculo
equivocado en varios sentidos. En primer lugar, el momento de máxima
debilidad del Gobierno chavista fue después del lock-out ejecutivo de
la compañía petrolera estatal PVDS, que duró desde diciembre de
2002 hasta febrero de 2003, en un momento en que los precios del petróleo
eran mucho más bajos que ahora, la economía venezolana estaba
devastada, los programas de bienestar social del Gobierno no contaban
con los fondos necesarios y las organizaciones políticas de base eran
débiles. Un año y medio más tarde, en agosto de 2004, en el momento
de la celebración del referéndum, las condiciones socioeconómicas y
políticas habían cambiado drásticamente. El ritmo de crecimiento de
la economía era del 12%, los precios del barril de petróleo eran los
más altos en muchísimo tiempo, las inversiones en servicios sociales
crecían y su impacto social era visible y afectaba a amplias capas de
la población, a la vez que las organizaciones sociales de masas se
hallaban profundamente implantadas en las barriadas más populares de
todo el país. Claramente, la iniciativa había pasado de la derecha a
la izquierda, pero tanto Estados Unidos como sus colaboradores de la
oposición estaban ciegos ante esta realidad. Después de haber
perdido el control de la industria petrolera estatal y los recursos
del petróleo con el lock-out fallido del 2003, y después de haber
perdido también influencia en los medios militares tras el golpe de
2002, la oposición disponía de pocos recursos para neutralizar la
campaña gubernamental del referéndum y no tenía ningún punto de
apoyo para lanzar un golpe "cívico-militar" posterior a la
votación.
Mito
nº 2 – Según los analistas derechas, el elemento central del referéndum
era la "popularidad", el "carisma" y el
"estilo autocrático" de Chávez.
En
realidad, el referéndum se basó principalmente en una clara división
de clase y de raza. Líderes sindicales no vinculados a la oposición
señalaron que más del 85% de la clase trabajadora y de los
trabajadores pobres votaba por el presidente, a la vez que los
primeros informes sobre la votación en las circunscripciones y los
barrios ricos mostraban una situación inversa en un porcentaje del
80%. Un proceso similar de polarización por clases y razas era
evidente en la extraordinaria asistencia a las urnas y en el
porcentaje de votación entre los afro-venezolanos pobres: cuanto más
alta era la asistencia, mayor era el voto favorable a Chávez (votó
un 71% del electorado, cifra inaudita). No hay duda de que el
presidente tuvo éxito en la vinculación de los programas de
asistencia social y la identidad de clase al comportamiento electoral.
Mito
nº 3 – Tanto en la derecha como en izquierda se cree que los medios
de comunicación de masas controlan el comportamiento masivo a la hora
de votar, limitan las agendas políticas y conducen necesariamente a
la victoria de la derecha y a la domesticación de la izquierda.
En
Venezuela, la derecha controla el 90% de las principales cadenas de
televisión y medios de prensa, y la mayor parte de las principales
estaciones de radio. No obstante, Chávez ganó el referéndum con un
margen del 18% (59% contra 41%). Los resultados del referéndum
demuestran que unas organizaciones de masas potentes organizadas en
torno a luchas exitosas por las reformas sociales pueden crear una
conciencia política y social en las masas que permita rechazar con fácilidad
la manipulación mediática. El optimismo de las élites, basado en su
"poder estructural" –dinero, monopolio de los medios de
comunicación y respaldo de Washington–, las cegó ante el hecho de
que la organización colectiva consciente puede ser un contrapeso
formidable a los recursos de que disponen los más favorecidos. Del
mismo modo, los resultados del referéndum refutan el argumento del
centro-izquierda de que pierde las elecciones por culpa de los medios
de comunicación de masas. El centro-izquierda justifica su adopción
del neoliberalismo como un medio para "neutralizar" los
medios de comunicación de masas durante las elecciones. El
centro-izquierda sigue sin reconocer que las elecciones se pueden
ganar a pesar de la oposición de los grandes medios de comunicación
si antes la organización y la lucha de las masas han creado una
conciencia social apropiada.
Mito
nº 4 – Según muchos periodistas de izquierda, la victoria de Chávez
refleja una nueva ola de nacionalismos populistas en América Latina.
Existen
abundantes pruebas en contra de esta opinión. Brasil, bajo la
presidencia de Lula, ha adjudicado a las corporaciones trasnacionales
estadounidenses y europeas derechos para realizar sondeos petrolíferos,
y ha proporcionado un contingente de 1.500 soldados (junto a Argentina
y Chile, entre otros) destinado a Haití, para estabilizar el régimen
títere impuesto por Washington tras el secuestro del presidente
elegido Aristide. Del mismo modo, en los restantes países andinos
(Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia) los gobiernos elegidos proponen
privatizar las compañías petroleras públicas, apoyan el ALCA y el
Plan Colombia y pagan religiosamente la deuda externa. Por su parte,
el Frente Amplio de Uruguay propone seguir las políticas neoliberales
de Brasil. A la vez que Venezuela promueve el bloque comercial
regional Mercosur, los principales miembros de éste, Brasil y
Argentina, incrementan sus relaciones comerciales fuera de esta región.
En realidad, hay un bloque de regímenes neoliberales opuesto a Chávez,
a sus políticas antiimperialistas y a los movimientos sociales de
masas. Mientras el presidente venezolano mantenga su política
exterior independiente, sus principales aliados serán los movimientos
sociales de masas y Cuba.
Mito
nº 5 – La derrota en el referéndum ha sido una derrota táctica
importante del imperialismo estadounidense y de sus vasallos locales.
Sin
embargo, una derrota del imperialismo ni significa necesariamente una
transformación revolucionaria, ni conduce a ella, como lo demuestran
las declaraciones postelectorales de Chávez dirigidas tanto a
Washington como al gran capital. Un elemento más indicativo de las
políticas chavistas es el próximo acuerdo de inversión de 5.000
millones de dólares celebrado con Texaco-Mobil y Exxon para explotar
los campos petrolíferos y de gas del Orinoco. La euforia de la
izquierda le impide ver las oscilaciones del discurso de Chávez y del
modelo heterodoxo de asistencia social y de políticas económicas
neoliberales que práctica constantemente.
Las
políticas del presidente han perseguido siempre un cuidadoso
equilibrio entre el rechazo al vasallaje respecto a Estados Unidos y
la oligarquía rentista nacional, por una parte, y el intento de
forjar una coalición de inversores nacionales y extranjeros y pobres
urbanos y rurales defensores de un capitalismo del bienestar. Chávez
está más cerca del "New Deal" de Franklin D. Roosevelt que
de la revolución socialista de Castro. Tras las tres crisis políticas
–el fallido golpe militar, la derrota del lock-out ejecutivo, y la
derrota de la oposición en el referéndum– el presidente ha
ofrecido diálogo y ha propuesto alcanzar un consenso con los
principales "barones" de los medios de comunicación y los
autócratas de las grandes empresas y del Gobierno estadounidense,
consenso basado en las actuales relaciones de propiedad, la propiedad
de los medios de comunicación y la ampliación de las relaciones con
Washington.
El
compromiso de Chávez con las políticas centristas-reformistas
explica por qué no llevó ante los tribunales a los propietarios de
los medios de comunicación que en su momento hicieron llamamientos al
derrocamiento violento de su Gobierno, y también por qué no ha
tomado medidas judiciales contra la asociación patronal Fedecámaras,
que ha incitado a la rebelión militar y a realizar ataques violentos
contra el orden constitucional. En Europa, América del Norte y muchos
otros lugares, unos gobiernos democráticamente elegidos hubieran
arrestado y llevado ante la justicia a éstas elites por actos de
subversión violenta. El presidente Chávez, en cambio, ha reiterado
constantemente que sus propiedades, privilegios y riquezas no corren
peligro. Además, el hecho de que estas élites hayan estado
implicadas en tres intentos anticonstitucionales de derrocar al
Gobierno y puedan seguir manteniendo sus posiciones de clase, muestra
sin lugar a dudas que el presidente sigue pensando que dichas clases
sociales tienen un papel importante que desarrollar en su visión de
una asociación entre el sector público y el privado basada en el
desarrollo y en un alto nivel de bienestar social. Tras cinco años
gobernando y tres importantes "confrontaciones de clase" es
evidente que, al menos a escala del Gobierno, no ha habido ruptura en
lo que respecta a las relaciones de propiedad o de clase, como tampoco
la ha habido con los acreedores extranjeros, los inversores y los
clientes del petróleo venezolano. Dentro del mismo marco fiscal de
los pagos de la deuda exterior, los subsidios a los exportadores
particulares y los préstamos con bajas tasas de interés a los
industriales, el Gobierno ha incrementado la asignación de gasto
estatal destinada a los programas sociales en materia de salud,
educación, vivienda, microempresas y reforma agraria. El Gobierno
venezolano puede mantener este equilibrio entre los intereses de la
gran empresa y los de los pobres debido al alto precios del barril de
petróleo y a los grandes ingresos que proporciona esta materia prima.
Igual que los del presidente Roosevelt, los programas chavistas de
bienestar social atraen a millones de votantes de bajos ingresos, pero
no afectan los niveles de ingreso salarial ni crean proyectos de
empleo a gran escala. El desempleo sigue estando en torno al 20% y los
niveles de pobreza alrededor del 50%. El gasto social generalizado ha
mejorado la existencia de los pobres pero no su posición de clase. Chávez
reacciona, alternativamente, de un modo combativo y radical cuando su
liderazgo se encuentra en peligro, y de un modo conciliador y moderado
una vez que ha conseguido superar las amenazas.
Mito
nº 6 – Ni la derecha ni la izquierda han sabido reconocer las
diferentes tácticas empleadas, de una parte, por un Washington
dominado por la ideología y, de otra parte, por un Wall Street pragmático.
La clase política estadounidense (tanto los republicanos como los demócratas,
tanto la Presidencia como el Congreso) ha estado activamente implicada
en las amenazas, las intervenciones y el apoyo al destructivo lock-out,
en el golpe violento, y ha buscado el fraude en el referéndum, a fin
de expulsar a Chávez. Contrariamente, las principales compañías
petroleras y los bancos estadounidenses y europeos han seguido
manteniendo relaciones económicas estables y provechosas con el
Gobierno venezolano. Los acreedores extranjeros han recibido
puntualmente unos pagos de miles de millones de dólares y no han
hecho nada por interrumpir estas lucrativas transacciones. Las
principales compañías petroleras transnacionales de Estados Unidos
proyectan invertir entre 5.000 millones y 20.000 millones de dólares
en nuevas inversiones de exploración y explotación petrolífera. No
cabe duda de que esas compañías hubieran visto con buenos ojos la
victoria del golpe militar, y con ello la posibilidad de monopolizar
todos los ingresos del petróleo venezolano, pero al percibir los
errores de Washington están satisfechas de compartir la riqueza
petrolera con el Gobierno de Chávez. Las divergencias tácticas entre
Washington y Wall Street probablemente se reducirán a medida que el
Gobierno de Venezuela entre en una nueva fase de conciliación con
Fedecámaras y Washington. Teniendo cuenta la derrota de Washington en
el referéndum y los grandes contratos petroleros con las principales
transnacionales estadounidenses, Washington buscará probablemente una
"tregua" hasta que vuelvan a surgir nuevas circunstancias, más
favorables. Será interesante observar el modo en que esta posible
"tregua" afecte a la política exterior de Venezuela, tan
significativa.
Mito
nº 7 – El principal impulso de la actual fase de la revolución de
Chávez es una cruzada moral contra la corrupción gubernamental y
contra un sistema judicial altamente politizado y alineado con la
desacreditada oposición política.
Para
muchas personas de la izquierda, el contenido del "no" de la
pasada campaña se enmarca en la proliferación de organizaciones
comunitarias de base, la movilización de las asambleas sindicales y
el proceso de descentralización democrática de participación de los
votantes, basado en promesas de futuros cambios sociales en materia de
en medio, ingresó y poder político popular.
Por
su parte, las campañas moralizadoras (anticorrupción) están
asociadas generalmente con las políticas de clases medias destinadas
a crear una "unidad nacional", y tienden a debilitan la
solidaridad de clase. La creencia de la izquierda de que las
organizaciones de base movilizadas para el referéndum se convertirán
necesariamente en la base de una "nueva democracia popular"
tienen poco fundamento si atendemos al pasado reciente (movilizaciones
similares tuvieron lugar antes del fallido golpe de estado y durante
el lock-out de los ejecutivos). Del mismo modo, las campañas
moralizadoras patrocinadas por el Gobierno tampoco suscitan mucho
interés entre los pobres de Venezuela o de otros lugares. Además, el
objetivo de los líderes políticos chavistas son las próximas
elecciones parlamentarias, no la creación de formas alternativas de
gobernancia. La fácil proyección que realiza la izquierda de
movilización popular en el periodo posterior al referéndum crea una
mitología política que no puede reconocer las contradicciones
internas del político proceso político de Venezuela.
Conclusión
La
masiva victoria popular del "no" en el referéndum
venezolano dio esperanzas e inspiración a cientos de millones de
personas en América Latina y otros lugares, al mostrar que las
oligarquías respaldadas por Estados Unidos pueden ser vencidas en las
urnas. El hecho de que los resultados favorables de la votación
fuesen reconocidos por la OEA, el Centro Carter y Washington hace
honor a los cambios estratégicos realizados por el presidente Chávez
en el Ejército, que han garantizado el respeto constitucional. En
otro nivel de análisis, más profundo, las concepciones y
percepciones de los principales antagonistas de la izquierda y la
derecha son sin embargo mucho más criticables: la derecha, por haber
superestimado el apoyo político institucional a Chávez en la actual
coyuntura; la izquierda, por proyectar una visión claramente radical
en la dirección de las políticas en el periodo posterior al referéndum.
Desde una posición "realista", se puede llegar la conclusión
de que el Gobierno venezolano continuará con sus programas de
bienestar social tipo “New Deal” a la vez que profundiza sus vínculos
con los principales inversores nacionales y extranjeros. Su capacidad
para alcanzar un equilibrio entre las clases sociales, apoyándose en
una u otra, dependerá de la continuidad de los altos ingresos que
proporciona el petróleo venezolano. Si los precios del petróleo
caen, será preciso tomar importantes decisiones: decisiones de clase.
Traducido
para Rebelión por J. A. Julián
|
|