¿Matar a Chávez?
Por Ignacio Ramonet
La Voz, Galicia,
23/02/05
Reproducido por
Rodelu.net
Roger Noriega,
subsecretario de Estado norteamericano para América Latina, declaró
el pasado 13 de febrero, en el canal CNN en español, que «es causa
de preocupación de nuestros socios en las Américas y también para
la gente venezolana» la adquisición por el Gobierno del presidente
de Venezuela Hugo Chávez, de un lote de 100.000 fusiles de asalto
AK-47 y de 40 helicópteros a Rusia. Añadió que «el rearme de
Venezuela es muy preocupante». Ya en enero, la nueva secretaria de
Estado, Condoleezza Rice, había acusado a Hugo Chávez de ejercer «una
influencia desestabilizadora en Latinoamérica». Y el propio
presidente Bush, en diciembre del 2004, insistió en que esas compras
de armas «deberían ser un motivo de preocupación para los
venezolanos».
Venezuela, uno de los
principales abastecedores de hidrocarburos de Estados Unidos, ha
desmentido que se encuentre en una carrera armamentística y ha
recordado que Washington se niega a venderle los repuestos para sus
cazas de combate F-16, por lo que Caracas está pensando en comprar
aviones Mig a Rusia y Toucan a Brasil.
Pero esta nueva
ofensiva verbal confirma la voluntad estadounidense de hostigar al
presidente Chávez. Su clara victoria electoral en el referéndum
revocatorio del 15 de agosto de 2004 ha demostrado que cuenta con el
apoyo mayoritario de los ciudadanos. Cosa que se volvió a demostrar
en los comicios regionales de octubre pasado. Ninguna maniobra sucia
-ni siquiera la tentativa de golpe de Estado de abril del 2002 apoyada
por Washington- ha conseguido frenar el proyecto de transformación
social, en un marco de democracia y libertad, que está impulsando
Hugo Chávez. Y su éxito personal en el Foro social de Porto Alegre,
donde más de quince mil jóvenes entusiastas aclamaron su discurso,
lo ha convertido en la figura de pro de toda la izquierda
latinoamericana.
Razón más que
suficiente para que los halcones de Washington acentúen sus presiones
contra él. Aún no han colocado a Venezuela entre «los seis
bastiones de la tiranía mundial», pero se percibe que ya encabeza la
lista de espera. Y aunque todavía no se atreven a usar contra Caracas
el ahora habitual argumento de poseer «armas de destrucción masiva»,
ya vemos cómo están tratando de convertir, mediante una ofensiva de
propaganda mediática, un lote de armas ligeras en «un peligro para
la seguridad del hemisferio».
Hay que temer que la
próxima etapa sea el crimen de Estado, el asesinato de Hugo Chávez.
El vicepresidente venezolano José Vicente Rangel ha exhibido fotografías
que demuestran la existencia en Homestead, Florida, de un campo de
entrenamiento de paramilitares destinados a hacer incursiones en
Venezuela y que actúan sin problemas con las autoridades
estadounidenses. Algunos de estos terroristas ya están obrando en
territorio venezolano. Prueba de ello, el 2 de mayo del año pasado,
fue detenido en los alrededores de Caracas un grupo de 91
paramilitares colombianos, ligados a la CIA, cuyo objetivo principal
era matar a Chávez. El jefe del grupo, José Ernesto Ayala Amado,
comandante Lucas, admitió, según su propia confesión, que su misión
consistía en «cortar la cabeza de Chávez».
En las filas de la
oposición se estimula esta vía del magnicidio. El 25 de julio del
2004, en pleno debate sobre el referéndum revocatorio, el
ex-presidente Carlos Andrés Pérez, en una entrevista publicada en El
Nacional , diario de Caracas, no dudó en confesar: «Estoy trabajando
para sacar a Chávez (del poder). La violencia nos permitirá sacarlo.
Chávez debe morir como un perro».
Otro opositor,
Orlando Urdaneta, el 25 de octubre del 2004, en el canal 22 de Miami, dio
orden, en directo, a los suyos, de pasar a la acción: «La única
salida para Venezuela es que hay que eliminar a Chávez: una persona
con un fusil y mira telescópica, y ya está».
El reciente asesinato
del fiscal Danilo Anderson deja claro que no se trata de palabrería.
Y que halcones de la talla de George W. Bush, Condoleezza Rice o Roger
Noriega retomen ahora, a su vez, las amenazas, es signo innegable de
que el proyecto de matar a Chávez está en marcha. Es tiempo de
denunciarlo para disuadirlos de llevarlo a cabo. Si no, por las venas
abiertas de América Latina volverán de nuevo a correr ríos de
sangre.
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