Las relaciones entre
Estados Unidos-Cuba-Venezuela
La estrategia contra
Cuba implica un ataque conjunto de EEUU y Colombia contra Venezuela
Por James Petras
Traducido para Rebelión por Manuel Talens, 22/3/05
El ejemplo viviente de
Cuba y sus cuarenta y cinco años de exitosa resistencia ante la
agresión militar estadounidense y el boicot económico es sumamente
perjudicial para el objetivo de imperio global acariciado por
Washington, y ello por varias razones. En primer lugar, el éxito de
Cuba refuta la noción sostenida por el "centro izquierda"
de que los países "pequeños" o
"subdesarrollados" no pueden oponerse a los poderes
imperiales ni mantener una revolución frente a la
"globalización". En segundo lugar, la supervivencia de la
revolución cubana contradice la idea la de que los países caribeños
o latinoamericanos situados cerca de EEUU deben someterse a los
dictados de Washington. En tercer lugar, Cuba demuestra que el imperio
de Estados Unidos no es invencible, pues la isla ha derrotado casi
todos sus grandes ataques militares, políticos y diplomáticos.
Desde el punto de vista
diplomático, casi todos los países del mundo han reconocido a Cuba y
150 de ellos la apoyan en la Naciones Unidas (contra sólo 3 a EEUU)
en su oposición al embargo. Económicamente, Cuba mantiene relaciones
comerciales y de inversión con todas las naciones importantes
europeas, asiáticas, africanas, latinoamericanas y de América del
Norte (excepto EEUU). Militarmente, las fuerzas armadas cubanas y sus
servicios de inteligencia no sólo han derrotado todos los ataques
terroristas patrocinados por EEUU en la isla durante las pasadas
décadas, sino que además han elevado el coste político de cualquier
posible invasión. En respuesta a medio siglo de fracasos, la
Administración de Bush ha intensificado su agresión al eliminar
prácticamente todos los viajes de estadounidenses a Cuba, al bloquear
casi todos los giros monetarios familiares y al incrementar las
restricciones comerciales de alimentos y medicinas. A pesar de que
estas duras medidas han tenido efectos negativos sobre Cuba, también
han provocado la oposición entre algunos sectores conservadores de la
opinión estadounidense. Muchos cubanos exiliados que normalmente
apoyaban a Bush están molestos porque ahora no pueden proporcionar
ayuda económica a familiares de edad avanzada dentro de la isla. Los
intereses agrícolas (de 38 estados), que solían apoyar a Bush,
están furiosos ante los nuevos impedimentos contra el comercio. Los
enemigos liberales y conservadores de la revolución cubana, que
esperaban derribarla por medio de la penetración cultural e
ideológica, están hartos de las restricciones culturales y de
viajes.
En otras palabras,
cuanto más duras y más extremas se vuelven las medidas adoptadas por
la Administración de Bush contra Cuba, mayor es el aislamiento de
Washington. Esto es verdad tanto fuera como dentro de EEUU. Veamos
ahora varios ejemplos.
Estados Unidos explotó
la condena a prisión en Cuba de más de setenta propagandistas a
sueldo del Pentágono, a los que etiqueta de "disidentes
políticos", y se aseguró en un principio el apoyo de la Unión
Europea. Un año después, la Unión Europea ha roto con esta
política de Washington y ha renovado y ampliado sus vínculos
culturales y económicos con Cuba.
Mientras que EEUU
incrementa su embargo comercial, los lazos cubanos comerciales y de
inversión con China y el resto de Asia, Venezuela y el resto de
América Latina, Canadá y Europa se han ampliado y se han vuelto más
profundos. Las restricciones contra los giros monetarios familiares no
han surtido el efecto esperado, toda vez que ahora se hacen a través
de "países terceros" (México, Canadá, República
Dominicana. etc.). El turismo canadiense, europeo, latinoamericano y
asiático sobrepasa los dos millones de visitantes por año y las
nuevas afluencias inversoras han compensado la mayor parte del
déficit de las restricciones contra los giros monetarios.
Por último, los
intentos de Washington por limitar el acceso de Cuba a fuentes de
energía tras la caída de la URSS han sido derrotados por los
acuerdos comerciales y de inversión de gran alcance alcanzados con el
gobierno venezolano del presidente Chávez. El régimen de Chávez
provee a Cuba de petróleo a precios subvencionados a cambio de que
Cuba le proporcione un vasto programa de salud y educación para los
pobres de Venezuela. Los lazos políticos y económicos
cubanovenezolanos han debilitado los esfuerzos estadounidenses para
obligar a los países caribeños y latinoamericanos a romper con Cuba.
A causa del fracaso de las políticas pasadas y presentes de atacar
directamente a Cuba, la Administración de Bush ha decidido intentar
la destrucción de la alianza estratégica de Cuba con el régimen
chavista.
La estrategia en dos
etapas
La estrategia
estadounidense para destruir la revolución cubana adopta cada vez
más el modelo "en dos etapas": en primer lugar, el
derrocamiento del gobierno de Chávez en Venezuela, el corte de los
suministros de energía y de los lazos comerciales con vistas al
estrangulamiento económico y, en segundo, el ataque militar. La
estrategia "en dos etapas" contra Cuba implica la
elaboración de un plan de acción calibrada para derrocar el gobierno
de Chávez.
Los esfuerzos de
Washington contra Chávez hasta 2005 se han saldado con estrepitosas
derrotas. Tales esfuerzos se basaron en gran parte en una
"estrategia interna", para la cual utilizó para ello a la
clase dirigente nacional, a sectores del ejército y de la corrupta
burocracia sindical. No sólo dichos instrumentos nacionales de
Washington fueron derrotados, sino que han sido gravemente debilitados
para su uso en el futuro. El apoyo de Washington al fracasado golpe
militar provocó la pérdida de varios centenares de oficiales
contrarrevolucionarios, que fueron obligados a dimitir. El apoyo de
Bush al lock-out petrolero de la elite llevó a la expulsión de miles
de funcionarios del petróleo aliados con Washington. La derrota del
referéndum para expulsar a Chávez, movilizó, politizó y
radicalizó a millones de venezolanos pobres y desmoralizó a la clase
media partidaria de Washington. El resultado de estos fracasos ha
obligado a Washington a buscar una "estrategia externa",
cuya clave se basa en una intervención militar cada vez mayor en
asociación con el régimen terrorista de Uribe en Colombia.
La estrategia contra
Cuba implica un ataque conjunto de EEUU y Colombia contra Venezuela,
apoyados por terroristas internos y por la clase dirigente. Este
ataque indirecto contra Cuba necesita una compleja preparación
externa en cooperación con Colombia. En primer lugar, Washington y
Uribe han reforzado enormemente las bases militares que rodean la
frontera venezolana. En segundo, las incursiones militares destinadas
a "probar" la capacidad de defensa venezolana, en las que
participan tanto militares colombianos como fuerzas paramilitares,
tienen lugar de manera regular. En 2004 murieron asesinados seis
soldados venezolanos, un cierto número de funcionarios venezolanos
fueron sobornados para secuestrar a un líder de la resistencia
colombiana y, a lo largo de la frontera de Venezuela, tuvieron lugar
numerosos ataques con asesinatos y secuestros de refugiados
colombianos. En tercer lugar, EEUU le ha proporcionado a Colombia casi
tres mil millones de dólares en ayuda militar, ha triplicado el
tamaño de sus fuerzas armadas (hasta más de 275,000 hombres), ha
aumentado enormemente sus unidades de combate aéreo (helicópteros,
cazabombarderos), le ha suministrado avanzada tecnología militar y
varios miles de oficiales especialistas militares y
"contratados". En cuarto lugar, Washington ha reclutado al
régimen de Gutiérrez, en Ecuador, ha invadido Haití, ha establecido
bases militares en Perú y en la República Dominicana y ha iniciado
maniobras navales cerca de la costa venezolana, en preparación de un
militar ataque. En quinto lugar, Colombia (bajo la tutela
estadounidense) firmó un acuerdo conjunto de cooperación de
inteligencia militar el 18 de diciembre de 2004 con el Ministerio
venezolano de la Defensa Nacional, proporcionándole a EEUU
"información interna" y sirviendo como una posible fuente
de infiltración de las Fuerzas Armadas venezolanas para contrarrestar
a los oficiales procubanos.
La estrategia
triangular
EEUU confía en una
"estrategia triangular" para derrocar el régimen de
Chávez: una invasión militar desde Colombia, la intervención
estadounidense (ataques aéreos y por mar, más fuerzas especiales
para asesinar a funcionarios claves) y un levantamiento interno por
medio de terroristas infiltrados y militares traidores, apoyados por
las elites claves de los medios de comunicación, de las finanzas y
del petróleo. La estrategia implica la toma del poder estatal, la
expulsión de las misiones de ayuda cubanas y la ruptura de todos los
acuerdos con Cuba.
Antes de esta
concertada estrategia militar, Washington ha diseñado una campaña de
propaganda contra la alianza cubanovenezolana, contra los intentos de
Venezuela por rectificar el enorme déficit militar con respecto a
Colombia mediante la compra de armas defensivas y haciendo correr el
rumor de que Venezuela propaga la "subversión" entre los
regímenes latinoamericanos. La clave de esta política estadounidense
consiste en impedir que Venezuela se una a Cuba en calidad de régimen
alternativo de bienestar social a los clientes neoliberales de EEUU en
América Latina. La agresión estadounidense se intensifica conforme
se amplía la reforma agraria, Venezuela prepara su defensa y Chávez
diversifica lazos comerciales y de inversión. El poderoso apoyo de
Cuba a los programas de ayuda social de Venezuela ha consolidado el
apoyo de las masas hacia el régimen de Chávez y es una base
fundamental de defensa para la radicalización del proceso.
Al mismo tiempo que
Venezuela hace frente a las amenazas de Washington, consolida sus
vínculos con Cuba, de tal manera que el destino de ambos proyectos se
entrelaza y los convierte en uno solo, de carácter antiimperialista,
y ello a pesar de las diferencias de sistemas sociales y de
composición política.
Fortalezas de la
alianza cubanovenezolana
La "estrategia
externa" estadounidense hacia Venezuela y su método "en dos
etapas" con respecto a Cuba adolecen de enormes limitaciones.
La primera de ellas es
que el régimen colombiano se enfrenta a una poderosa oposición
interna: 20,000 veteranos guerrilleros y millones de colombianos que
simpatizan con el programa de reforma agraria, con la política
exterior independiente y con las libertades políticas del régimen de
Chávez. Para Uribe sería muy peligroso lanzarse a una "guerra
en dos frentes", que podría abrir la vía a ataques contra las
principales ciudades, incluida Bogotá.
La segunda es que EEUU
está enormemente atado militarmente en Irak y los sionistas le
otorgan una mayor prioridad a la guerra contra Irán/Siria que a
Venezuela. La intervención estadounidense se vería limitada a
ataques aéreos y por mar y a las Fuerzas Especiales.
La tercera es que el
ataque movilizaría a millones de venezolanos en una guerra de
liberación nacional para defender su propia tierra, sus hogares, sus
barrios, sus familias y amigos. Además, las guerras populares de
liberación radicalizan a la población y, con frecuencia, conducen a
la confiscación de las propiedades burguesas contrarrevolucionarias.
Una invasión fracasada podría empujar a Venezuela hacia una mayor
socialización de la economía y hacia la eliminación de la elite
nacional.
La cuarta es que la
economía estadounidense y las multinacionales perderían un
suministro estable de petróleo en un mercado cada vez más difícil,
así como mil millones de dólares en inversiones, lo cual
debilitaría la posición de EEUU en el mercado de la energía global.
La quinta es que una
invasión sin duda conduciría a un pacto conjunto de defensa militar
entre Venezuela y Cuba, lo cual iría contra la política
estadounidense en el Caribe.
La sexta es que una
invasión probablemente provocaría enorme malestar e inestabilidad en
toda América Latina, amenazando a los clientes estadounidenses y
socavando los regímenes y la política de credo neoliberal.
Conclusión
Por todas estas
razones, los intentos de Washington para implementar la política
exterior, en dos etapas, contra Venezuela y Cuba, aparte de ser
sumamente peligrosos para ambos países, pueden tener un efecto de
bumerán, iniciando una nueva ola de luchas revolucionarias
antiimperialistas en toda la región.
Hasta ahora, la
escalada de agresión diplomática y económica estadounidense contra
Cuba ha conducido a un aislamiento cada vez mayor de EEUU en Europa y
en todas partes del Tercer Mundo. Una escalada de agresión militar
contra Venezuela como parte de una estrategia "en dos
etapas" contra Cuba puede tener consecuencias todavía más
graves: la extensión de la poderosa lucha revolucionaria en Colombia
y en el resto de América Latina.
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