Nuevo
plan contra Venezuela
Por
Angel Guerra Cabrera
rodelu.net,
25/05/05
El
gobierno de Bush II cuenta con que la OEA enfatice su histórico
servilismo a Washington contra todo intento de soberanía y justicia
social en América Latina. Venezuela es la primera en la lista negra,
como se comprobó durante el proceso reciente para elegir secretario
general del organismo. Una vez que el cipayo Miguel Angel Rodríguez
no pudo ser sostenido en el cargo al estallarle un escándalo de
corrupción, la potencia del norte luchó a brazo partido para lograr
su remplazo por otro incondicional a sus deseos. Así llegó el
chileno José Miguel Insulza a la secretaría general, luego de
proclamar en Santiago de Chile, escoltado por Condoleeza Rice, que
"el gobierno elegido que no gobierne democráticamente debiera
ser llamado a rendir cuentas ante la OEA". Traducido con las
palabras del furibundo subsecretario para el hemisferio occidental,
Roger Noriega, citadas en el New York Times, "Inzulsa aceptó sin
vacilación nuestra exhortación a que hiciera una declaración pública
aludiendo a la amenaza de Chávez" (las cursivas son mías). En línea
con ese designio, Washington proyecta crear un comité en la OEA para
supuestamente "monitorear" la democracia en América Latina.
Cínicamente descrito por funcionarios del Departamento de Estado como
un instrumento para "escuchar a los pueblos", el comité sería
propuesto a los países miembros en una reunión de la OEA convocada
para junio en el estado de Florida.
El
escenario escogido -madriguera de la mafia (anti)cubana- no parece
casual. Ni tampoco lo es que varios embajadores latinoamericanos ante
la OEA hayan expresado una gran preocupación con la propuesta. Al ser
consultado por el New York Times sobre el argumento de Roger Noriega
de que el comité no estará dirigido contra Venezuela, el
representante de Argentina, Rodolfo Hugo Gil, manifestó que esta
explicación es "muy difícil de vender a una persona
adulta". Y es que según el rotativo la propuesta estadounidense
emergió de la citada declaración de Insulza en Santiago, que éste
habría hecho "a insistencia de los funcionarios
estadounidenses".
Es
evidente que Washington se propone arremeter de nuevo contra el
gobierno de Hugo Chávez. La estrategia consta en su primera fase de
un intento de aislarlo y desacreditarlo en América Latina e
internacionalmente. Para ello utiliza los pulpos mediáticos
estadounidenses, europeos y latinoamericanos. Difícilmente haya una
nota periodística de ellos sobre Venezuela que no mencione -sin
presentar prueba alguna- las "restricciones a la libertad de
prensa" y la "no independencia" del Poder Judicial,
presuntamente supeditado al "autoritario" Chávez. Esta
campaña busca crear el clima sicológico que ulteriormente permita
pasar a la segunda fase: justificar el enjuiciamiento y las
"sanciones" de la OEA contra Venezuela, arguyendo que no es
gobernada democráticamente. Las sanciones se adoptarían después de
"escuchar a la sociedad civil venezolana". O sea, a las
organizaciones contrarrevolucionarias financiadas por Estados Unidos.
Pero como añadió el embajador argentino, "nadie puede estar
seguro que no será sentado y juzgado por este comité". La
observación no pudo ser más atinada. No se necesita ser ningún
genio político para percibir lo que pretende Estados Unidos, que es
crear un tribunal inquisidor para actuar no sólo contra Venezuela
sino contra todo gobierno que no se someta a sus caprichos. Al mismo
tiempo, intentar con el antifaz de la OEA el aborto o la represión de
los movimientos populares que, como ya se va haciendo regla, echan por
la borda a los gobernantes que aplican las políticas neoliberales
propugnadas por Washington. Las calles de Bolivia, por ejemplo, arden
de nuevo.
La
campaña mediática antivenezolana se recrudeció desde que el
gobierno de Hugo Chávez, apoyándose en el tratado de extradición
vigente y en el derecho internacional, solicitó a Estados Unidos la
entrega del architerrorista de origen cubano Luis Posada Carriles.
Washington ha filtrado que no podría entregar al criminal a un país
donde se tortura y que no asegura un juicio con todas las garantías.
Se trata de un subterfugio para que Posada no tenga que enfrentar la
acción de la justicia venezolana y evitar el riesgo de que diga todo
lo que sabe de la familia Bush en un juicio apegado a derecho.
Volviendo
al proyecto de Washington para desestabilizar a Venezuela imponiendo
su voluntad en la OEA, veremos que está condenado al fracaso. Corren
nuevos tiempos en América Latina.
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