Entre
grandes ilusiones y grandes desencantos
Venezuela en el ciclo de las rebeliones sudamericanas
Por
Rodolfo F. Torres
Socialismo
o Barbarie, periódico, 25/02/06
Estuvimos
el pasado enero en Caracas con motivo del FSM, pero dentro de los
objetivos del viaje estaba conocer de primera mano el proceso que vive
aquel país, las experiencias de reorganización y recomposición de
los trabajadores y entrar en contacto directo con los compañeros del
PRS. Van en este artículo, a modo de aporte, de otra mirada, las
primeras impresiones y observaciones, las primeras huellas que nos dejó
en la piel el profundo proceso revolucionario que cruza al país
caribeño.
Caracas es un valle, un valle montañoso que se resiste a las cuadrículas.
Sin embargo hay una pequeña planicie ondulada que es la base del
valle y donde pasa el trazado central del moderno metro (subterráneo).
En casi todas las grandes ciudades existen divisiones socio-geográficas.
Caracas no podía ser la excepción, con contrastes son muy notorios.
El Este rico, bello, con semáforos respetables y respetados, con sus
frescos shoppings que venden todas las grandes marcas y, por cierto,
“limpio”
El oeste popular e histórico, donde está el Palacio de Miraflores, la
Alcaldía Mayor, la plaza Bolívar, etc. Donde las amplias veredas están
ocupadas por vendedores ambulantes con sus “mesitas”, donde se
ofrece desde llamadas telefónicas, pasando por ropa, libros, artículos
importados y por supuesto comida: arepas, cachapas, pepitos, y toda
variedad de jugos tropicales. No está de más recordar que más del 48% de la población económicamente activa del país
vive de la economía informal [1]; este dato sirve para entender la
masividad de este fenómeno.
El oeste un poco caótico, donde no se respetan los semáforos, donde en
los barrios populares no es conveniente andar solo de noche. Así es
Caracas: el
Este escuálido (apelativo
que se le da a la contra reaccionaria),
el Oeste bolivariano.
Eso sí, donde termina la ciudad, sea en el Este o en el
Oeste, las barriadas populares son interminables; suben y ganan las
laderas de las montañas y se resisten a caer aunque de vez en vez
alguna casita cae y otra se empecine en subir.
El ciclo de las rebeliones
Comenzó
el siglo con la rebelión campesina y popular en Ecuador que llevó al
poder a Lucio Gutiérrez; pasaron los años y otra rebelión ajustó
las cuentas con él. Luego siguió el Argentinazo a fines del 2001; en
octubre del 2003 fue el turno de Bolivia y nuevamente en el 2005.
Si
bien todas las rebeliones fueron únicas y con rasgos específicos,
también tuvieron factores en común. Todas tuvieron como fundamento
social años de ajustes, de desregulaciones, de
flexibilizaciones laborales, de aperturas indiscriminadas que dejaron
a las sociedades exhaustas y altamente polarizadas socialmente, con
miles de desempleados, con cifras récord de hambrientos. Sin mallas
de contención contra la enorme exclusión social producto del desmantelamiento
del estado “benefactor”.
Otro
factor común fue que las masas habían hecho una experiencia con
las instituciones de la democracia, herramienta en la aplicación
de los ajustes y demás medidas. Esto incluía los partidos, a los
parlamentos y también a la justicia. Todos corroídos por la
corrupción y vistos por las más amplias masas como responsables
de la situación a la que se había llegado.
Todas
las rebeliones tuvieron profundas causas sociales, pero sus demandas
inmediatas fueron democráticas generales: contra la corrupción,
contra el recorte de las libertades o directamente contra el golpe en
el caso venezolano, contra el saqueo de los recursos naturales, etc.
El
sujeto social de las rebeliones fue muy heterogéneo,
campesinos, pueblos originarios, el pueblo en general, trabajadores
pero no interviniendo como tales, no con sus organismos, salvo el caso
de la COB en Bolivia, que no fue hegemónica. A esta característica
la hemos dado en llamar híbrida socialmente, porque no fue la
clase obrera con su impronta, con sus métodos, con sus organismos,
programas y partidos la que estuvo al frente acaudillando la alianza
de clases, sino que hubo otros actores sociales y donde participaron
los trabajadores lo hicieron diluidos en otras determinaciones. La
reacción de las masas venezolanas contra el golpe de abril del 2002
se inscribe en este marco de rebeliones populares con estas
características generales.
Una
acción histórica independiente
El
intento de golpe fue precedido por toda una serie de acciones de los
sectores golpistas. La primera gran acción fue el paro cívico del 10
de diciembre que logró unificar a toda la oposición, logrando ganar
las calles con una acción masiva. Después de mucho tiempo la reacción
burguesa e imperialista equilibraba las fuerzas. Como apunta un
historiadora que no se puede calificar de escuálida, “un desempeño
económico mediocre en lo relativo a satisfacer las aspiraciones de
los sectores populares contribuyó a que por primera vez la oposición
contara con los recursos para intentar arrebatarle el monopolio de la
calle a los bolivarianos”.[2] A más de 4 años de gobierno de Chávez
y dos con la nueva constitución, las masas no percibían ningún
cambio favorable.[3]
El
golpe se concreta en horas de la tarde del 11 de abril. El gobierno
golpista es encabezado por el presidente de Fedecámaras Pedro
Carmona, y una de sus principales figuras fue Carlos Ortega,
secretario general de la CTV, la central sindical.
En
las primeras horas del golpe las mayorías populares estaban
expectantes, pero en la noche del 11 y del 12 se convencen que las
principales destinatarias del golpe eran ellas: cazas de brujas en los
barrios populares, asesinatos y allanamientos convencieron a los
trabajadores y el pueblo que la cosa era contra ellos.
El
13 abril cientos de miles salen a las calles. Fue una acción con
muchos elementos de espontaneidad, no por que no hubiese
organizaciones sino porque no fue centralizada ni convocada por nadie;
cientos de dirigentes anónimos saliendo a defender las libertades
democráticas. No fue Chávez el que llamó a la resistencia,
ni las destacadas figuras del gobierno; fueron las organizaciones
independientes, de los círculos bolivarianos, de los medios
alternativos las que empezaron a reaccionar, y llegaron a copar las
calles y a presionar a todo un sector del ejército que “recobró”
su lealtad a Chávez.
La
acción del 13 de abril fue una verdadera rebelión popular contra el
intento de cercenar las libertades democráticas, una acción histórica
independiente de las masas que comenzó a cambiar la relación de
fuerzas y abrir un profundo proceso revolucionario en el país.
La
derrota del golpe patronal imperialista y el proceso revolucionario
que abrió, se inscribe en las características generales del
ciclo de las rebeliones: hibridez social. Es el pueblo en general el
que interviene y no la clase y sus organizaciones. Las demandas y
objetivos inmediatos son democráticos.[4]
Segunda
acción histórica independiente
Si
la reacción burguesa e imperialista vuelve a intentar una
contrarrevolución es por la política del gobierno. Fue Chavez
quien, ante el cadáver insepulto de la contrarrevolución, se apuró
en resucitarlo y darle el aire que las masas le habían sacado. El
mismo día de recobrar su cargo, el 14 de abril, llamó a la
reconciliación y abrió canales de negociación con los golpistas: en
primer lugar consagrando la impunidad; segundo, abandonando el cambio
de la gerencia de la petrolera PDVSA; tercero, nombró un nuevo
ministro de Economía afín a los sectores contrarrevolucionarios.
Toda esta política dio nuevos bríos a los sectores golpistas.
El
2 de diciembre del 2002 volvieron a la carga con el paro sabotaje: un
lock out patronal que sumó al comercio, a gran parte de la industria
y sobre toda la gerencia administrativa de PDVSA, vanguardia en el
anterior intento golpista, a la que se sumaba ahora la gerencia
operativa y la marina mercante de PDVSA, con la clara intención de
paralizar la producción petrolera y los ingresos a las arcas del
estado. Para tener un dimensión del desastre social al que condujo la
burguesía y el imperialismo, basta con marcar que el PBI cayó en el
primer trimestre del 2003 un 27%, producto del los casi dos meses de
paro-sabotaje.[5]
Mientras
tanto, la población sufría hambre y desabastecimiento. Los
pobladores se organizaban y tomaban los camiones cisternas llenos de
combustible y los distribuían, otro tanto pasaba con los alimentos.
Pero la balanza se inclinó cuando entró en escena la clase obrera.
El
paro tomaba de rehén a la clase trabajadora, chantajeando al
gobierno para forzar su renuncia. Pero la burguesía y el imperialismo
jugaron al aprendiz de brujo y terminaron por meter en escena a
quien querían tener de rehén. La clase trabajadora venezolana empezó
a organizarse y a recuperar las empresas y ponerla a funcionar bajo su
control. La tripulación de los barcos deponía a los capitanes y
desbloqueaba los canales de navegación. Las destilerías volvían a
producir. A partir de enero la clase obrera venezolana comienza a
controlar PDVSA y a ponerla a trabajar y a producir bajo su control,
en forma totalmente independiente. A medida que los obreros tomaban el
control de las plantas, un sector de la gerencia operativa empezaba a
quebrarse y aceleraba la puesta en funcionamiento.
A
principios de febrero el paro-sabotaje estaba totalmente derrotado. El
gobierno tenía que empezar a desandar el control obrero en PDVSA, no
tenía manera de dar marcha atrás. La primera medida
fue el
despido de 18.000 gerentes y carneros de PDVSA por abandono de
trabajo.
Entra
la clase obrera en la escena
La
derrota del paro-sabotaje y el control obrero de PDVSA quedará entre
las grandes gestas de la clase obrera venezolana. Con la puertas
cerradas, con los sindicatos petroleros y la central sindical (CTV)
del lado de la patronal, los obreros lograron lo que nunca se les pasó
por la cabeza a los gerentes, a la burguesía y al imperialismo: que los
obreros iban a recuperar y a poner a funcionar a una de las petroleras
más importantes del mundo.
Además
de PDVSA, otros procesos muy importantes se dieron en el sector eléctrico,
en la empresa nacional de válvulas (metalúrgica que hace las válvulas
para la industria petrolera). Ambas se renacionalizaron y en todas se
fue a un proceso de “normalización”, es decir, de terminar con el
control obrero. Fue Chávez en persona quien salió a confrontar con
la clase obrera, diciendo que en las empresas de interés estratégico
del estado mandaba él y nadie más que él. Pero éste no fue el único
mecanismo para terminar con el control obrero. En otras empresas, el
gobierno expropió con indemnización quedándose con un 51% de las
acciones (de hecho nacionalizándolas); el otro 49% se lo dio a las
obreros.[6]
La
entrada en escena de la clase obrera con sus métodos volcó
definitivamente la relación de fuerzas a favor de los trabajadores y
el pueblo; profundizó el proceso revolucionario y aceleró el proceso
de recomposición y reorganización de la clase trabajadora, dando
un salto cualitativo en su experiencia, organización y conciencia.
Surgió
una nueva vanguardia luchadora y antiburocrática que corre como
reguero de pólvora por toda Venezuela. Uno a uno son echados los
viejos burócratas y recuperados los viejos sindicatos, o se crean
nuevos.[7]
Es
en este marco que a principios de marzo del 2003 se funda la UNT (Unión
Nacional de Trabajadores), como un acuerdo entre distintas corrientes
del movimiento sindical. En un proceso vertiginoso la nueva central
agrupa a la mayoría de los trabajadores. En estos días va a su
segundo congreso (ver aparte).
Normalizar, institucionalizar y parar el ascenso
Después
de dos acciones históricas y contundentes de los trabajadores y el
pueblo que derrotaron en forma aplastante a los sectores de la
contrarrevolución burguesa imperialistas, surge la pregunta ¿Por qué
se llamó a mediados del 2004 a otra prueba de fuerza, aunque no sea más
que electoral, como fue el referéndum revocatorio? La respuesta es
compleja, porque hay dos elementos entrecruzados.
Por
un lado está la feroz pelea por el modelo burgués de país.[8]
Los sectores tradicionales de la burguesía, los sectores ligados a
los partidos históricos y el imperialismo dieron una pelea a
dentelladas y la seguirán dando para volver a tener un situación
privilegiada en la estructura económica del país. Esto significa un
modelo a su imagen y semejanza que, entre otras cosas, significa tener
el control de PDVSA para seguir “prendidos a la gran teta”, para
continuar la desregulación que había comenzado en los 90, avanzar en
la privatización cubierta o encubierta. En términos políticos,
tener una Venezuela semicolonial normal. Que garantice el
abastecimiento petrolero al mercado yanqui y que sea dócil a sus
necesidades políticas y económicas. Es claro que el proyecto burgués
de Chávez no es eso [9], y es por su carácter independiente que los
revolucionarios defenderán incondicionalmente a Venezuela de
cualquier agresión imperialista.
Pero
junto a la pelea por el modelo de país, irrumpió el movimiento
obrero y de masas como actor independiente, y esto cambió la situación
cualitativamente. La polarización y la radicalización del movimiento
obrero hizo comprender al imperialismo, a la burguesía tradicional y
a los sectores burgueses del chavismo, incluidas las fuerzas armadas,
que había que “parar la mano”, que su pelea no podía poner en
riesgo la continuidad burguesa del país. Se comenzó a acordar
una salida institucional, con el doble objetivo de dirimir sus
diferencias sobre el modelo de país por la vía institucional y
al mismo tiempo comenzar a sacar a los trabajadores de las calles,
es decir, comenzar la institucionalización y normalización del país.
Ese fue el significado profundo del acuerdo firmado entre el
gobierno y la oposición con el auspicio de la OEA, el Centro Carter y
el PNUD a mediados de mayo 2003 de dirimir las diferencias en el
marco de la constitución del 1999, es decir, se acordó el referéndum
revocatorio.
El
imperialismo y el sector mayoritario de la burguesía no deponían sus
intereses, pero aceptaban la relación de fuerzas que le impuso el
movimiento de masas, so pena de perder todo. El chavismo, en su rol de
representante de los intereses generales de la burguesía, se
comprometía a sacar a las masas y sobre todo a la clase obrera de las
calles y comenzar a “normalizar” el país.
Este camino no estuvo exento de tensiones, de contradicciones, hasta de
“guarimbas”.[10] Pero lo central estaba acordado. Como diría
Borges, no
fue el amor entre
los distintos sectores burgueses sino el espanto a la clase obrera lo que hizo
llegar a este acuerdo, a cumplirlo y a que siga vigente.[11]
Las “misiones”: una conquista, una concesión y una
trampa
Las
misiones [12] son lo que en Argentina se llamaría planes de
asistencia social. Hay misiones de todo tipo. En general la logística
las hace el estado Cubano con vasta experiencia en estos temas. Las
misiones, muy publicitadas por el chavismo, son en realidad el
precio que tuvo que pagar toda la burguesía, incluido Chávez,
para comenzar la normalización del país y también, en forma
subordinada a la normalización, el intento de hacerse una base social
propia junto al desarrollo de mecanismos clientelares muy extendidos.
Las
primeras misiones se comenzaron a ejecutar luego de la derrota del
paro-sabotaje, antes del referéndum. Es decir en un primer lugar y
en un primer momento las misiones son conquistas de los
trabajadores y el pueblo. Para decirlo con más claridad, son
conquistas subproducto de la lucha revolucionaria de los
trabajadores en general y de los obreros petroleros que controlaron
PDVSA y derrotaron el paro-sabotaje.
Pero
al mismo tiempo se presenta como una concesión dada por la burguesía
para frenar el ascenso obrero y popular. Es decir, las misiones, como
los planes asistenciales, tienen un doble carácter: son una conquista
de los trabajadores pero al mismo tiempo es una concesión de la
burguesía. Pero si quedan atrapados políticamente en el chavismo,
es decir, a un proyecto político burgués y de conciliación de
clases, entonces estas conquistas-concesiones se convierten en una
trampa mortal.
Porque
más allá del frondoso discurso de Chávez, las palabras no paran
las contradicciones sociales, el antagonismo entre el capital y el
trabajo. No desaparece con el capitalismo social o, lo que es lo
mismo, “el socialismo del siglo XXI”. Pero lo que hay que tener en
claro es que Chávez trabaja concientemente para que sea una trampa
mortal, trabaja para cooptar y/o comprar a todas las corrientes
independientes, para burocratizar la UNT y demás organismos obreros,
y para ello cuenta con muchos recursos económicos y políticos.
Por
último, pero no en importancia, las misiones son un mecanismo
clientelar poderosísimo, es decir, de control social y político.
Quedó demostrado durante las últimas elecciones cuando una diputada
chavista salió públicamente a amenazar a los adjudicatarios de algún
plan social que si no iban a votar se les iba sacar el beneficio que
otorgan las misiones.
Las
elecciones de diciembre y la coyuntura
En
este plan de normalización jugaron un rol importante las elecciones y
no sólo la del referéndum. Además de ésta, hubo elecciones a
alcaldes y gobernadores ese mismo año, y en el 2005 hubo dos
elecciones más. La última en diciembre para diputados a la Asamblea
Nacional [13], donde el gobierno y los partidos aliados ganaron la
mayoría parlamentaria absoluta, ya que la oposición no se presentó
para evitar un desastre electoral y agudizar su crisis con elementos
de disgregación y desmoralización aguda luego del referéndum.
La
decisión de no presentarse a la postre le salió bien, porque a pesar
de la mayoría absoluta que consiguió el chavismo, sufrió un duro
revés: la abstención electoral llegó a un 75%. Alrededor de
esto se abrió una crisis en el gobierno, que se reflejó en el
propio Chávez en su programa dominical Aló Presidente, donde se lo
vio en crisis y al borde de las lágrimas.
La
gran abstención refleja la poca confianza en los candidatos y en los
partidos del régimen. Es que mas allá de la propaganda sobre la V
República y la democracia participativa –cosa que en un sentido es
cierto, en el sentido de que la nueva constitución expresa un nuevo
proyecto de país–, para las más amplias masas la V República y la
democracia participativa significaba romper con el burocratismo y la
corrupción galopante de la IV republica y de sus partidos
tradicionales y principales ( AD y Copei), tener más participación y
cambiar sustancialmente sus condiciones de vida. Cosa que no ocurre:
no hay más participación y la corrupción sigue siendo importante,
aunque los sujetos políticos sean otros.
Al
mismo tiempo si bien la economía creció bastante en los dos últimos
años, la desocupación, el trabajo informal y sobre todo las
condiciones de los trabajadores formales no han variado
sustancialmente. En el momento de nuestra estadía en Venezuela se
estaba desarrollando un conflicto por aumento de salario entre los no
docentes de la Universidad Central (UCV). Es que al ir normalizándose
el país, volvieron al centro de la escena las contradicciones
entre las clases y en especial las salariales.
Todo
esto estaría indicando que un sector empezó a hacer una
experiencia con el chavismo y con el mismo Chávez.
Los
apoyos de Chávez
Es
evidente que Chávez gana en popularidad cuando se enfrenta
verbalmente y concretamente con el imperialismo. Para no ir más
lejos, le contestó a la arrogancia imperialista en la persona de
Condoleeza Rice. Pero este mecanismo no es suficiente; el gobierno
debe tener bases sociales propias. Es en este sentido que viene
trabajando una estrategia en varios planos. En primer lugar, está
desarrollando una burguesía directamente adicta y ligada a los
proyectos productivos de diversificación industrial y en la cual el
estado es accionista. Es la creación de empresas mixtas en el sector
industrial de industrias básicas: metalúrgicas, aluminio, siderúrgicas,
etc. Tampoco se pueden minimizar los acuerdos con todo un sector
opositor, golpista, proimperialista o directamente imperialistas con
los cuales firmó acuerdos comerciales muy importantes, incluidas
las multinacionales petroleras yanquis Chevron y Texaco, que están
haciendo ganancias fabulosas.
En
segundo lugar está el sector de la nueva burocracia política y
estatal. Tercero, los beneficiados por las misiones. En cuarto lugar,
pero no en importancia, están las “relaciones internacionales”,
es decir, los acuerdos entre estados que desarrolla la diplomacia
chavista para no quedar aislado. Aquí entra por ejemplo su
incorporación al Mercosur, sus vínculos con Castro y sus gestos de
“estadista”: el apoyo reciente a Chirac frente a la rebelión de
los banlieu o el apoyo y el rol de carnero internacional cuando
unos meses atrás envió petróleo a Ecuador en medio de una huelga de
los trabajadores por aumento de salarios. Y sobre todo, la búsqueda
incesante de acuerdos comerciales que le diversifiquen sus
exportaciones petroleras y no petroleras con el resto del mundo.
Por
último, no hay que desestimar la intención de crear una corriente
chavista internacional o mas precisamente un frente anti-Bush que
contaría con la simpatía de un buen arco de los neoreformioistas a
los que se les apagó la luz de Lula y se les encendió la de Chávez.
Los desafíos para los revolucionarios
Venezuela,
junto con Bolivia, son los países con el desarrollo más agudo de la
lucha de clases en el continente en estos momentos. Cuentan a su favor
la situación de “rebeliones” y la creciente deslegitimidad y
crisis de hegemonía de la administración Bush. Pero el ascenso, el
proceso revolucionario y la recomposición del movimiento obrero y
popular no es un camino sin obstáculos ni un camino imposible, como
lo demuestra la experiencia y el surgimiento de corrientes clasistas y
revolucionarias.
Nuevas
y enormes mediaciones surgen sin cesar, a las que hay que enfrentar
sin sectarismo pero sin ceder a la terrible presión de enfrentar
gobiernos como el de Chávez que tiene apoyos de sectores de masas,
que tiene roces y enfrentamientos reales con el imperialismo, pero que
no puede ni va a satisfacer las necesidades de los trabajadores. En
ese sentido, se impone como táctica exigirle al gobierno y
denunciarlo implacablemente cuando no satisface las expectativas y los
reclamos genuinos de los trabajadores.
Y
en el plano estratégico, construir organismos independientes en la
perspectiva de ser alternativa de poder, y en especial dotar a la
vanguardia y a la clase trabajadora de una herramienta política, un
partido revolucionario, es el desafío que tienen los revolucionarios
venezolanos. Desde la lejana Buenos Aires, los revolucionarios
socialistas de SoB Internacional hacemos llegar estas líneas como
aporte a la apasionante tarea que tienen por delante.
Notas:
1.
Margarita López Maya, Del viernes negro al referéndum revocatorio,
Caracas, Alfadil, 2005, p. 34. El dato es de 1998, pero es de suponer
que la cifra no ha variado significativamente hasta la actualidad.
2.
Idem, p. 264.
3.
Chávez ganó por primera vez la presidencia a fines de 1998. En 1999
llamó a una Asamblea Constituyente, para refundar la república, y
esta nueva constitución es plebiscitada mayoritariamente. De acuerdo
a la nueva constitución se da por terminado el mandato y se llama a
una nueva elección, que se realiza en el 2000 y en la que Chávez
vuelve a ganar. Ahí comienza la V República y su primer mandato
completo.
4.
Muchos compañeros en Venezuela caracterizan a la derrota del golpe
como una verdadera revolución, porque a su entender se derrotó
revolucionariamente a un régimen. Esto presupone que hubo un cambio
de régimen que duró 48 horas. A nuestro entender, es claro que la
intención era implantar un régimen claramente fascistoide,
brutalmente antiobrero y que barriera con todas las libertades democráticas;
pero este intento no prosperó por la acción de las masas.
Considerar que hubo un cambio de régimen que no llegó a durar 48
horas nos parece un poco abusivo. Pero tampoco queremos hacer aquí
una discusión sobre categorías.
5.
Op.cit., p. 275.
6.
A este mecanismo el gobierno lo llamó cogestión, y es parte de su
estrategia de “capitalismo social”. El paro-sabotaje dejó en la
lona a un importante sector patronal. Todo el proceso de recuperación
de empresas y de terminar con el control obrero fue bastante largo y
escapa a los objetivos de este artículo.
7.
La ley sindical venezolana permite crear muchos sindicatos por rama y
hasta por empresa, pero para dirimir entre todos los sindicatos
existentes cuál tiene la representación de los trabajadores se va a
un plebiscito. Éste fue el mecanismo mas extendido para echara la
vieja burocracias de la CTV.
8.
“Un reformismo que hace reformas. A diferencia de Lula, Kirchner y
otros estafadores, Chávez encabeza un reformismo que de verdad ha
intentado desenvolver ciertas reformas. En noviembre de 2001 dictó un
paquete de 49 leyes, que provocaron una violenta oposición de la
burguesía. Una de las más rechazadas, la Ley de Tierras, establece
el derecho de todos los venezolanos adultos a solicitar un terreno
para sus familias”. Tomado del análisis del significado económico
social y la caracterización del chavismo de Roberto Ramírez en SoB
16, abril 2004: “La naturaleza del régimen de Chávez y sus
propuestas políticas ¿Revolución bolivariana?” También en
www.socialismo-o-barbarie.org.
9.
“Venezuela ha dado la sorpresa de que, después de un largo eclipse,
reaparece en América Latina un movimiento nacional y un tipo de
gobierno burgués que se apoya en las masas y en el aparato militar
del estado para querellarse con el imperialismo y con buena parte de
su propia burguesía”, ibidem.
10.
“Operación Guarimba”: con este nombre se conoció a toda una
serie de acciones directas que hicieron los sectores escuálidos,
presionando y/o amenazando con no participar en el referéndum. Entre
las acciones estaba cortar las autopistas que recorren Caracas y hasta
un tiroteo en la plaza Altamira.
11.
Para los compañeros del PRS, la aguda confrontación con el
imperialismo y la burguesía escuálida se mantuvo hasta el referéndum.
A partir de allí se abriría una nueva etapa de delimitación al
interior del proceso revolucionario, donde predominarían las
contradicciones de clase y no las de imperialismo-nación. Ver Venezuela
Socialista, Enero-Marzo 2006, pp. 8 y ss.
12.
Una de las misiones más publicitadas fue la Misión Robinson I y II,
que consistió en un plan masivo de alfabetización. Los educadores
cubanos hicieron una serie de estudios de campo y llegaron a la
conclusión que con 500.000 “facilitadores” se podía terminar con
el analfabetismo, es decir, enseñar a leer y a escribir a millones de
analfabetos funcionales en uno o dos años. Los facilitadores fueron
voluntarios, censando todo el país pueblo por pueblo y organizando
todos los cursos. Cada facilitador cobraba una renta y cada educando
también. Si bien las cifras son muy discutidas, por la polarización
política se habla de que la renta está cerca del salario mínimo,
unos 400.000 bolívares, el equivalente a 450 pesos. Obvio; en
Venezuela se logró erradicar el analfabetismo. Hay también distintos
planes educativos: escuelas bolivarianas, Misión Ribas, Misión
Sucre, etc. Pero hay dos Misiones que particularmente me llamaron la
atención: uno es la Misión Milagros, subvencionada directamente por
PDVSA, que consistió –tampoco hay datos ciertos, unos hablan de
50.000 y otros de hasta 200.000 personas, en su mayoría ancianos–
en operaciones de cataratas. Miles de enfermos fueron llevados a La
Habana en aviones chárter para ser operados y luego llevados
nuevamente a Venezuela. La Misión Barrios Adentro consiste básicamente
en “salitas”, consultorios médicos bastante bien equipados
instalados en los barrios más populares, con la característica de
que hay asignado un médico cubano en forma permanente, que vive
directamente allí o en el barrio.
13.
El sistema parlamentario venezolano es unicameral, y esa única cámara
se llama Asamblea Nacional.
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